Hacia el año 392 Paulino de Nola enterró a su hijo, muerto en la ciudad de Complutum, la actual Alcalá de Henares, junto al sepulcro de los santos mártires Justo y Pastor. Es la primera mención conocida de la existencia de dichos niños mártires, que vuelven a ser citados por Aurelio Prudencio en el cuarto himno del Peristephanon, escrito entre los años 398 y 405.

Según refiere san Ildefonso de Toledo, a mediados del siglo VII, el hallazgo de su sepulcro fue obra del obispo toledano Asturio hacia el año 392; este obispo, por devoción a los mártires, fijó su residencia en Alcalá hasta su muerte. Para entonces nadie sabía nada de tales santos, por lo que no extraña que su pasión, compuesta en el siglo VII, sea absolutamente legendaria. [...]