Ramiro Arrúe, oriundo de Bilbao, fue el menor de la saga de los Arrúe (junto con sus hermanos Alberto, José y Ricardo), artistas que, aunque muy distintos plásticamente, participaron de una forma u otra en la dinamización del arte vasco de principios del siglo XX.

En 1911 cambió su residencia bilbaína por la de San Juan de Luz, donde su familia tenía un pequeño comercio de antigüedades. Desde allí, marchó a París y asistió a las clases de la academia libre La Gran Chaumière de Montparnasse. Animado por los escultores Nemesio Mogrovejo y Paco Durrio, se interesó especialmente por la obra de Paul Gauguin y los posimpresionistas.

Allí entabló amistad con el pintor Daniel Vázquez Díaz y con el escultor francés Bourdelle, que mucho habrían de influirle en la síntesis de los valores plásticos, la mesura de las formas y en el equilibrio cromático de su paleta. En París participó en el Salón de Otoño y, aunque en 1914 se encontraba de vuelta en Bilbao promoviendo la Asociación de Artistas Vascos, sus visitas a París serán muy frecuentes en los años sucesivos. En 1924, el Museo de Arte Moderno de Bilbao adquirió su lienzo Jugadores de cartas y un año más tarde, recibió la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París por el cuadro La danza en el País Vasco. Intervino en los Certámenes de Artistas Noveles guipuzcoanos, promoviendo la adquisición de becas para los artistas premiados. Entre ellos, fue Gaspar Montes Iturrioz el pintor que se vio más influenciado por su estilo. [...]