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Miguel Ponte y Manso de Zúñiga

Biografía

Ponte y Manso de Zúñiga, Miguel. Marqués de Bóveda de Limia (VIII). Vitoria (Álava), 1882 – Mahón, Menorca (Islas Baleares), 5.I.1952. Teniente general del Ejército de Tierra, procurador en Cortes, consejero de Estado, miembro del Consejo de Regencia y presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar.

Ingresó en la Academia de Formación de Caballería (Valladolid) el 1 de septiembre de 1895, siendo promovido al empleo de segundo teniente el 22 de marzo de 1897. Su primer destino como oficial le llevó a Zamora, al Regimiento de Cazadores Almansa 13. Madrid y Alcalá de Henares fueron las ciudades que más frecuentó en su vida en guarnición en la Península.

Un destino muy importante en su trayectoria profesional fue el que ocupó en la Escuela Militar de Equitación, en Madrid, a donde llegó en diciembre de 1903 y en el que permaneció dos años. Allí perfeccionó su condición de jinete y, a partir de entonces, participó en numerosos concursos hípicos, siempre como oficial del Ejército. Contrajo matrimonio con Mª Pilar Manera Ladicho el 10 de julio de 1909 y, pocos meses después, ascendía, por antigüedad, al empleo de capitán el 27 de noviembre de 1909, encontrándose en Melilla como agregado, combatiendo en las inmediaciones del monte Gurugú y de Nador, permaneciendo allí hasta su ascenso, por méritos de guerra, el 19 de febrero de 1912, al empleo de comandante. Pasó, en junio de 1914, a prestar servicio en las inmediaciones de S.M el Rey al ser nombrado ayudante de Órdenes. Su permanencia en las inmediaciones de Alfonso XIII tuvo importantes consecuencias en su trayectoria personal y profesional ya que fue recompensado con el marquesado de Bóveda de Limia y años después nombrado ayudante de campo. Fue en este destino donde entró en contacto con Valentín Galarza, también ayudante, y con quien compartirá en el futuro ideales políticos ya que colaboraron en el intento de golpe de Estado del 10 de agosto de 1932, liderado por el general Sanjurjo, y en la sublevación del 18 de julio de 1936.

Fue a partir de febrero 1919, ya teniente coronel, cuando comenzó una parte muy importante en su trayectoria profesional ya que fue destinado nuevamente a diferentes unidades en África. Entró en combate en repetidas ocasiones, fue herido, condecorado y obtuvo ascensos por méritos de guerra a coronel y general de brigada.

En esta etapa permaneció en algún momento en todos los destinos posibles en las inmediaciones de Ceuta y de Melilla, incluso como coronel al mando del Regimiento Alcántara 14. Fue herido de gravedad, lo que obligó a su traslado a Madrid, al Hospital de San José y Santa Adela, y, tras su recuperación regresó al norte de África. Tras ascender a empleo de general de brigada, ya en la Península, ocupó destinos burocráticos hasta su nombramiento como ayudante de campo del rey, el 15 de marzo de 1928.

Junto a Alfonso XIII vivió los últimos años de la monarquía. Tras la salida del rey de España, oficialmente cesó en este destino el 16 de abril, dos días después de la proclamación de la Segunda República, quedando en la situación de disponible sin destino. Por Decreto de 22 de abril se disponía que los militares “deben prometer por su honor servir bien y fielmente a la república, obedecer sus leyes y defenderla con las armas”, lo que hizo. El 29 de este mismo mes se le concedían 6 meses de licencia por asuntos propios, para residir en el extranjero. El 16 de julio solicitaba y le era concedido el pase a la 2ª Reserva, abandonando el servicio activo.

Los años que van desde que fue promovido al empleo de segundo teniente del Arma de Caballería hasta su abandono voluntario del servicio activo, como general de brigada, tras la proclamación de la República, pueden ser agrupados en tres apartados: guarnición en la Península, frente al enemigo en África y en las proximidades del rey Alfonso XIII.

Su vinculación con los movimientos insurreccionales contrarios a la República es clara. Ya en 1932 participó con el general Sanjurjo en un intento de golpe de Estado el 10 de agosto. Posteriormente fue uno de los asistentes a la decisiva reunión del 8 de marzo de 1936 en el domicilio de José Delgado, y cuando el 17 de julio se iniciaron en Melilla las acciones militares para derribar al régimen republicano se desplazó a Valladolid para liderar allí, junto al general Saliquet, la sublevación. En los primeros momentos se hizo cargo del Gobierno Civil y posteriormente se incorporó formalmente a la Columna del Alto del León donde fue herido leve. Cuando falleció en accidente de aviación, el 20 de julio, el general Sanjurjo, hubo que improvisar un nuevo mando y fue el general Mola, el director, quien tomó la decisión de crear una Junta de Defensa Nacional. Como estaban en Burgos, que era donde Sanjurjo pensaba instalar su Cuartel General, lo formaron con algunos de los principales mandos presentes en las ciudades más próximas, situando al frente al más antiguo de los generales sublevados, Miguel Cabanellas. Desde Valladolid fueron dos los generales que se incorporaron a ese órgano, Saliquet y Ponte. Además de los cuatro citados, terminaban de formar el órgano (en una primera etapa, posteriormente se incorporarían Franco y Queipo de Llano, entre otros) el general Dávila y los coroneles Moreno y Montaner. Cuando en esta Junta se decidió que el general Cabanellas se dedicase exclusivamente a trabajar en ella, abandonando el mando de la Quinta División Orgánica, el relevo lo encontraron con facilidad, fue otro de los miembros de la misma, el general Ponte, que tuvo que incorporarse a Zaragoza, donde estaba la sede de esa Unidad. Los últimos meses de la guerra los pasó al mando del Primer Cuerpo de Ejército, en el centro de la Península.

A los tres meses de haber finalizado la guerra, el 4 de julio, fue nombrado comandante general de Baleares, pero no tomó posesión del cargo hasta un mes después, el 7 de agosto. Unos días más tarde, el 16 de ese mes, era nombrado jefe superior de las Fuerzas Militares de Marruecos. Coincidiendo con su ascenso a teniente general, el 12 de abril de 1940, era nombrado general jefe del Ejército de Marruecos, con sede en Ceuta. En este destino permaneció hasta el 5 de mayo de 1941, cuando era destinado a Sevilla como capitán general de la 2ª Región Militar y Mando del Cuerpo de Ejército de Andalucía. El 17 de mayo de 1946 tomó posesión como presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar y el 8 de abril de 1950 cesaba, pasando a la situación administrativa de reserva por edad.

Fue condecorado en varias ocasiones, entre ellas siete por acciones de combate en África antes de 1936 y seis en la Guerra Civil. Además, tuvo otros reconocimientos, tanto civiles como militares, especialmente tras 1939.

Al margen de su actividad profesional en el ejército, ocupó diferentes cargos políticos: procurador en Cortes, consejero de Estado y miembro de la regencia (21 a 27 de octubre de 1949).

Falleció el 5 de enero de 1952 en Mahón (Menorca).

 

Bibl.: VV. AA., Historia de las campañas de Marruecos, Madrid, 1951; R. Fernández-Cuesta Merelo, La guerra de liberación nacional, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1961; J. M.ª Martínez Bande, Monografías de la Guerra de España, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1972; G. Cardona Escanero, El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil, Madrid, Siglo XXI de España, 1983; P. Preston, La guerra civil española, Esplugues de Llobregat, Plaza & Janés, 1987; M. Aguilar Olivencia, El Ejército español durante el franquismo, Tres Cantos (Madrid), Akal, 1999; G. Cardona Escanero, La manicura del tigre, el Ejército de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 2001; J. Tusell Gómez, Alfonso XIII: el rey polémico, Madrid, Taurus, 2001; J. Fernández López, General Vicente Rojo: mi verdad, Zaragoza, Mira, 2004; M. Alonso Baquer, Franco y sus generales, Madrid, Taurus, 2005; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza, 2005; P. Preston, El final de la guerra: la última puñalada a la República, Barcelona, Debate, 2014; F. Puell de la Villa, “Nuevos enfoques y aportaciones al estudio militar de la Guerra Civil”, en Studia Historica. Historia contemporánea, 32 (2014), págs. 95-110; A. Beevor, La Guerra civil española, Barcelona, Crítica, 2015.

 

Javier Fernández López

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