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Manuel Navacerrada y Vergés Ruiz Mercader

Biografía

Navacerrada y Vergés Ruiz Mercader, Manuel. Barcelona, 28.VII.1725 – Madrid, 14.I.1794. Teniente general y director de Ingenieros.

Entró a servir como cadete en el Regimiento de Infantería “Milán” en 1739, con el que participaba en las guerras de Italia. Estudió en la Academia de Matemáticas de Barcelona, ingresando en el Cuerpo de Ingenieros como ingeniero delineador y subteniente el 18 de abril de 1744. Destinado a Málaga y Melilla, resultó herido de gravedad en esa última plaza al realizar una salida para destruir los reductos realizados por los “moros”. Estuvo trabajando en las fortificaciones de Alhucemas, naufragando en un reconocimiento realizado en las costas de Granada. Ascendía a ingeniero extraordinario y a teniente del Ejército el 18 de agosto de 1749. Posteriormente trabajó en el arsenal de la Carraca en Cádiz.

En 1750 pasaba destinado a los reinos de Valencia y Murcia, donde realizaba el mapa del último reino citado y el levantamiento del plano detallado de la ciudad de Lorca, dirigiendo además las obras de desagüe de dicha ciudad mediante la construcción de canales del río Guadiana en una longitud de 10 leguas. También reconoció el río Jalón, las lagunas de Ruidera, el nacimiento del río Navacerrada y las minas de azogue de Almadén. Era nombrado ingeniero ordinario y capitán del Ejército el 21 de marzo de 1753.

Pasaba, más tarde, a las órdenes del ingeniero general para el examen de proyectos y cálculos de todas las obras a realizar por el Cuerpo de Ingenieros, formando, además, el estado general de todas las fortificaciones del reino. También intervino dirigiendo los trabajos de la extinción de un incendio en el Real Sitio de San Lorenzo en 1761. Había ascendido a ingeniero en segunda y a teniente coronel, el 22 de julio de 1760.

Sirvió en el Ejército de prevención del condado de Niebla e intervino en las obras de mejora de las fortificaciones de Badajoz. Tomó parte en la acción por sorpresa de Valencia de Alcántara y en el paso del Tajo para unirse al ejército del conde de Aranda (la llamada “Guerra Fantástica”, en el marco de la Guerra de los Siete Años), construyendo los campamentos de Membrío (Cáceres) y de Valencia de Alcántara. En la citada guerra, ocurrida entre el 5 de mayo y el 24 de noviembre de 1762, fue nombrado cuartel maestre general en Alburquerque, comisionado en la vanguardia de las fuerzas que salieron de Badajoz para la sorpresa de Olivenza y en otras acciones. Terminada la contienda, volvía a Madrid encargado de examinar a los aspirantes para ingresar en el Cuerpo de Ingenieros. Era promovido a coronel e ingeniero en jefe el 16 de octubre de 1763.

En 1764 se le encargó el levantamiento del mapa de la zona desde Madrid a la sierra de Guadarrama y el Real Sitio de El Escorial, para la construcción de caminos reales. En 1767 realizaba el plano y proyecto para aumentar la capacidad del cuartel de Guardias Valonas en Madrid. A partir de 1768 estuvo trabajando en las obras de construcción de las acequias para el riego en la campiña de Guadalajara y Alcalá de Henares, para lo que realizaría numerosos planos y proyectos. Participaba posteriormente en la expedición de Argel en 1775, donde resultó nuevamente herido de gravedad. Era ascendido a brigadier el 5 de febrero de 1776.

Por otro lado, cuando en 1766 el VII conde de la Roca creaba el Regimiento “Extremadura” ninguno de los cuarteles proyectados en torno al convento de Santo Domingo en Badajoz se había llegado a construir, por lo que se suplían mediante el alquiler de casas de particulares. La situación se mantendría todavía durante varias décadas más, tal como decía el ingeniero Manuel Navacerrada en 1778: “[…] siendo constante y notoria la falta en esta Plaza de Quarteles (…) porque solamente se halla un Quartel que se nombra de Sto. Domingo, (…) capaz escasamente para un batallón de Infanteria deviendose acuartelar todo el resto de la Guarnición en edificios no propios para este destino y lo más en casas alquiladas. Y mirando tambien a más de esta combeniencia al estado, los intereses de la Real Hacienda por quanto incesantemente se expenden crecidas sumas tanto en abilitación de las casas para este destino, sus continuas reparaciones… agregándose la monta de perennes alquileres”.

En 1779 realizaba el Plano que comprende los Baluartes de la Trinidad y de San Pedro en la plaza de Badajoz, con los proyectos de obras esenciales para su perfecta conclusión desde la magistral para adentro.

En 1782 estaba a cargo de la dirección de las obras de fortificación de la provincia de Andalucía. En una nueva campaña, tomaba parte en el Sitio de Gibraltar (1779-1783), ascendiendo a mariscal de campo el 1 de enero de 1783.

Destinado nuevamente a Cádiz, en 1785 era sustituido en la dirección de las obras de fortificación de la citada plaza por el ingeniero Luis Huet, siendo destinado en marzo de ese año a la Dirección de Ingenieros del Reino de Galicia.

En junio de 1787, desde La Coruña remitía un informe al conde de Floridablanca, solicitando que se reparase la Torre de Hércules, a la que llamaba “precioso monumento de la antigüedad que tanto le hace recomendable y no se puede comprar a ningún precio, conservando la forma primitiva”.

A finales del siglo XVIII La Coruña era uno de los puertos más activos del norte de España, con un tráfico marítimo de gran importancia, contando, además, con la proximidad al puerto de Ferrol, que era la base principal de la Armada española. Todo ello había convertido el espacio marítimo en una zona de paso obligada para las flotas militares, propiciando que la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina decidiera en 1785 restaurar la Torre de Hércules, como parte del plan general de mejora y de modernización del puerto de La Coruña. El capitán general de Galicia, el ingeniero militar Pedro Martín Cermeño, respaldó abiertamente el proyecto y en 1787 (como se señaló ut supra) le encargó al ingeniero militar Manuel de Navacerrada un informe exhaustivo del estado en que se encontraba la torre. En el documento citado Navacerrada aboga por la conservación de la estructura del faro romano y su adaptación a los avances técnicos de la señalización marítima, en lugar de derribarlo y construir otro nuevo. Esta opción era la más económica, pero además permitía consolidar un monumento que era el símbolo de la ciudad. El 4 de enero de 1788, el rey Carlos III autorizó la restauración de la torre que iba a financiar el Consulado del Mar.

El 30 de marzo de 1788 se le confería el cargo de gobernador político y militar de la plaza de Tortosa y promovido a teniente general el 19 de septiembre de 1789, teniendo, desde su ascenso a brigadier, el cargo de inspector subinspector del Cuerpo de Ingenieros.

Falleció en Madrid el 14 de enero de 1794.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Expedientes Personales.

H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; H. Capel, De Palas a Minerva: la formación científica y la estructura institucional de los Ingenieros Militares en el siglo XVIII, Madrid, Serbal - CSIC, 1988; V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Santiago que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XIX, Madrid, Hidalguía, 1993; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Imprenta del Ministerio de Defensa, 1993, 2 ts.; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994; A. Martín-Lanuza Martínez, Diccionario Biográfico del Generalato Español. Reinados de Carlos IV y Fernando VII (1788-1833), Madrid, Foro para el Estudio de la Historia Militar de España, 2012; J. Altieri Sánchez, “Capítulo 9. El cuartel de Infantería de San Pedro”, en La Casa de los Figueroa del Castillo de Badajoz, 4 Gatos, 2015; “Reformas siglo XVIII”, en Torre de Hércules [en línea], disponible en http://www.torredeherculesacoruna.com/index.php?s=87.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño