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Juan Bautista Ruggero di Ceva

Biografía

Ruggero (o Rugiero) di Ceva, Juan Bautista. Milán (Italia), p. t. s. XVII – ¿Puerto Rico?, f. s. XVII. Capitán de Caballos e ingeniero militar al servicio de la Monarquía Hispánica.

Se formó en el estado de Milán (estado integrado en la Corona Hispánica), uno de los principales núcleos de formación de ingenieros militares para la citada corona en el siglo XVII, junto a la Academia de Matemáticas de Bruselas.

En 1661, en el transcurso de la Guerra de Independencia de Portugal (Guerra de Independencia o de Restauración), varios Ingenieros de Milán se trasladaban a Extremadura, al servicio de don Juan José de Austria, entre los que figuraban Rinaldi, Borsano y Juan Bautista Ruggero. Estos ingenieros italianos se integraron en el ejército de Extremadura, formando parte de su plantilla bajo las órdenes del superintendente general de las fortificaciones de Extremadura, Ventura de Tarragona. Ruggero, que había trabajado ya en Milán, llegaba a Extremadura como ayudante de ingeniero.

En diciembre de 1664, cuando Juan José de Austria había abandonado ya el escenario bélico, el conde Marsin recomendaba a Ruggero desde Badajoz, para que pudiese obtener el título de ingeniero en los siguientes términos: “[…] de buen hacer en todos los aproches y faenas encomendadas, herido en varias ocasiones por mosquete. En el tiempo al mando del Ejército de Extremadura le he empleado continuamente en la fortificación de las plazas, en las que se ha reconocido su mucha capacidad y celo y lo provechoso que es en el servicio de Vuestra Majestad”. La respuesta del Consejo resultaba favorable, siéndole reconocido el título de ingeniero con un sueldo mensual de 40 escudos.

Una vez terminada la Guerra de Portugal en 1668 por el Tratado de Lisboa, Ruggero no abandonaba de inmediato Extremadura, permaneciendo integrado en su ejército, junto a los ingenieros con los que había llegado de Milán. La razón para ello era, según un informe del general jefe del citado ejército, “[…] porque de esta forma, demás de estar pronptos para servir donde se les ordenare, podrán enseñar en los Terçios a los que se aplicarenal exerciçio de las matemáticas”. Juan Bautista había sido destinado al Tercio provincial de Burgos, mandado por don Álvaro de Bracamonte.

En 1672 Juan Bautista Ruggero era destinado a las costas de Barlovento en el Caribe, embarcándose un año después para Hispanoamérica. Lo hacía como capitán de Caballos e ingeniero, con un sueldo mensual de 110 escudos e iba acompañado de su hermano Claudio, como ayudante de ingenieros. Asentado en Santo Domingo, al poco de llegar se le encargaba de la restauración y mejora de sus defensas, tras el terremoto ocurrido el 9 de mayo de 1673 que afectó severamente las edificaciones en la ciudad.

Las fortificaciones de Santo Domingo constituyen un conjunto de fuertes y murallas que forman un polígono de cuatro lados, rodeando completamente la antigua ciudad fundada en 1502. El proceso de fortificación comenzó con la construcción de la fortaleza de Santo Domingo entre 1503 y 1507. Juan Bautista Antonelli llegaba a Santo Domingo tres años después de la invasión del pirata Francis Drake, en abril de 1589, con órdenes precisas de hacer un castillo en la boca del río y una muralla alrededor de la ciudad, del que trazó un proyecto de fortificación.

Todavía en 1597 se albergaba la esperanza de llevar a cabo este proyecto, pero nunca se realizó por razones económicas. En 1673 llegaba a la isla Juan Bautista Ruggero, con órdenes de “delinear y disponer la zerca”. Cinco años después se comenzó a construir un fuerte en la esquina noroeste, el de La Concepción, con proyecto de este ingeniero, que fue ejecutado por el maestro mayor Marcos de Cáceres. En 1674 Ruggero dibujaba la planta de las murallas de la ciudad de Santo Domingo con detalles de sus edificios. Otros planos de Ruggero fueron realizados en 1679, tanto de las fortificaciones como “del campo de la ciudad de Santo Domingo entre la muralla y el río Jaina”, añadiendo fortificaciones de la misma fecha, construidas por él, como el castillo de San Jerónimo “a un cuarto de legua” y el castillo de la boca del río.

 

Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar, Colección Aparici.

H. Capel et al., De Palas a Minerva: la formación científica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) – Serbal, 1988; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; R. Gutiérrez, Fortificaciones en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2005; G. L. Moré y E. Prieto Vicioso, “Ciudad Colonial de Santo Domingo, Patrimonio Cultural Mundial: sus murallas y fuertes”, en N. Sanz (ed.) Fortificaciones Americanas y la Convención del Patrimonio Mundial, París, UNESCO, 2006, págs. 93-103; J. J. de Castro Fernández y A. Cuadrado Basas, “Las fortificaciones de la corona hispánica en el Mediterráneo durante los siglos XVI y XVII (1492-1700)”, en Castillos de España: publicación de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, nº extra 167-170 (2012), págs. 57-74; C. Sánchez Rubio et al., El Atlas Medici de Lorenzo Possi, 1687: “Piante d’Éstremadura e di Catalogna”, Badajoz, 4 Gatos, 2014; I. Testón Núñez, C. Sánchez Rubio y M.ª R. Sánchez Rubio, “Un grupo de ingenieros italianos en la frontera luso-extremeña (1657-1669)”, en Revista de Estudios Extremeños, 71, 1 (2015), págs. 327-356; P. Luengo, “Ingenieros italianos al servicio de la Corona hispana. Entre el liderazgo técnico y el espionaje”, en Revista Internacional de Historia Militar, 97, monográfico Presencia de ingenieros militares extranjeros en la milicia española (2019), págs. 15-45; J. A. Calcaño, La ciudad y su música (Crónica musical de Caracas), H. J. Quintana (ed. crít., estud. Prel., notas), Caracas, Universidad Central de Venezuela, 2019.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño