Medrano Fernández, Juan Antonio. Sciacca (Italia), 11.XII.1703 – Nápoles (Italia), 1760. Ingeniero militar.
Siendo muy joven llegó a España con su familia, ingresando como ayudante en el Real Cuerpo de Ingenieros del Ejército, fundado por Felipe V en 1711. El 9 de diciembre de 1718 era nombrado ingeniero extraordinario y teniente del Ejército y como tal, participó en ese año 1718 en la expedición para reconquistar Sicilia, en la que iba como jefe de los ingenieros el propio Verboom.
En 1720 estaba destinado en el Principado de Cataluña, trabajando en infraestructuras e instalaciones militares, como la Ciudadela o en la ampliación y reparos del castillo de Montjuic, del que realizó un plano en 1730.
En 1731 Medrano regresó a Italia ascendido a ingeniero ordinario, acompañando al hijo de Felipe V, el futuro Carlos III. Su cometido más importante era el de supervisar la formación del infante español en las disciplinas técnicas y científicas previstas para la educación de un príncipe. Con la coronación de Carlos como rey de Nápoles y de Sicilia, Medrano ocupó importantes puestos, debido a que para el nuevo monarca era necesario tener un control más directo sobre todo el sistema local de las obras públicas.
En 1737 fue promovido a brigadier y más tarde designado como ingeniero mayor del reino. En calidad de tal, durante el periodo que va desde el establecimiento de los Borbones en el reino hasta la Guerra de Sucesión Polaca tuvo encargos de gran prestigio: la ampliación del Palacio Real de Nápoles en 1734; proyectos para el Palacio de los Estudios Reales al año siguiente; la construcción del Teatro San Carlos en 1737, inaugurado el 4 de noviembre de ese año, el más antiguo teatro de ópera activo del mundo y que ha sido el modelo de los posteriores teatros de Europa y, finalmente, un proyecto en 1738 para el Palacio Real de Portici.
También realizó Medrano obras importantes fuera de la capital del reino. En 1734 elaboró un proyecto para el obelisco conmemorativo de la batalla de Bitonto (25 de mayo de 1734). Victoriosa batalla del ejército español, que, al mando de José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar, sobre el ejército austríaco del príncipe de Belmonte, supuso el fin del dominio austriaco sobre el reino de Nápoles y la entronización de Carlos de Borbón como rey de Nápoles y Sicilia. En 1738 se asoció con el arquitecto Antonio Canevari para la construcción del Palacio Real de Capodimonte. En 1740 se le confiaron los astilleros del muelle del puerto de Nápoles y el diseño del Palacio de la Cavallerizza a Chiaia y en 1741 algunas de sus ideas, como la corte abierta en el camino de Calabria, fueron aprobadas por Canevari.
Desde octubre de 1738, junto al ingeniero ordinario Roque Joaquín Alcubierre, estuvo a cargo de supervisar los trabajos arqueológicos en el área del Vesubio. Habiendo reunido informaciones sobre los pozos de Resina, pequeña ciudad a las afueras de Nápoles en la que era evidente la existencia de restos arqueológicos, atribuidos a la ciudad romana de Herculano sepultada bajo las cenizas del Vesubio en el 79 d. C., comenzaron a trabajar en el de Nocerino. Lo realizaron en el punto exacto donde acababan las excavaciones del príncipe d’Elbeuf, noble austríaco que entre 1710 y 1711 llegó a emplear a veinte hombres para sacar estatuas del llamado pozo de Nocerino, en su villa de Portici. El monarca desde el principio mostró su interés, sin embargo, para la corte borbónica recién instalada tras años de dominación austríaca (1707-1734) la noticia era sorprendente, tanto que muchos se mostraron escépticos e intentaron disuadir al rey de implicarse en un proyecto tan poco seguro. Aunque Carlos vaciló en un primer momento y llegó a dar órdenes para que se detuvieran los trabajos, enseguida apostó por las excavaciones, que alcanzarían una dimensión infinitamente mayor a las de d’Elbeuf, no solo cuantitativamente sino cualitativamente. El 13 de octubre de 1738 Alcubierre obtuvo permiso para realizar una nueva incursión, que permitió confirmar la existencia de un edificio bajo tierra (que él pensó que era un templo, aunque más tarde se identificó como el teatro). Esto ya fue suficiente para que el rey pusiera en marcha las excavaciones de forma oficial y definitiva. Eso sí, por ahora todavía mostraba ciertas reticencias, como se aprecia en la carta que su
secretario de Estado, el marqués de Salas, dirigió a Medrano y a Alcubierre, donde especificaba “vaia dando cuenta de lo que se fuere descubriendo y encontrando, para que quando no resulte provecho alguno se abandone esta obra si se reconociere inútil”.
Medrano en 1741 fue acusado de fraude al fisco en la dirección de los trabajos de Capodimonte. Al mismo tiempo, las relaciones con la familia real empezaron a desvanecerse progresivamente con la pérdida de control, a partir del verano de 1741, de los astilleros encomendados. Destituido el 25 de septiembre de 1743 de los encargos principales y degradado, después de dieciocho meses de prisión, con una pena descontada en presidio, en 1746 participó en el proyecto del plan de fortificación de la bahía de Algeciras, realizando un plano de la plaza de Gibraltar y de la bahía.
Obtenida la gracia con la respectiva reducción de la pena, regresó a Italia en el año 1746. No obstante, su figura profesional fue duramente atacada por las feroces críticas de los ingenieros napolitanos de la época. Marginado de los cargos públicos, de 1749 a 1754 trabajó como ingeniero de la Archicofradía de la Santísima Trinidad de los Peregrinos y en 1752 restauró las propiedades de Giuseppe De Maio Durazzo. Murió, probablemente, hacia 1760.
Bibl.: H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad, 1983, pag. 322; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; J. M. Muñoz Corbalán, Los ingenieros militares de Flandes a España (1691-1718), vol. I, Barcelona, 1993, pág. 307; R. Parisi. “Medrano, Giovanni Antonio”, en Dizionario biografico degli italiani, vol. 73, Roma, Istituto dell'Enciclopedia italiana, 2009; P. Petri Ortiz, La Arqueología en el siglo XVIII, Madrid, Universidad San Pablo, s.f.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño