Luna y Orfila, José de. Argel (Argelia), 4.III.1835 – Madrid, 26.II.1907. General de brigada de Ingenieros.
Ingresó en la Academia de Guadalajara el 1 de septiembre de 1855 y, terminados sus estudios con aprovechamiento el 15 de septiembre de 1859, fue ascendido a teniente de Ingenieros, siendo destinado al 3er. Batallón del entonces único Regimiento del Cuerpo.
Al mando interino de su compañía se ocupó en Santoña en las obras que en aquella plaza fueron ejecutadas con cargo a Obras Públicas. En agosto de 1862 era nombrado ayudante de profesor de la Academia de Ingenieros, cuyo destino desempeñó hasta finalizar los exámenes del año siguiente, volviendo a ser destinado al 1er. Regimiento (en 1860 se creaba el 2º Regimiento del Cuerpo), en el que ascendió a capitán en febrero de 1864, encargándose en propiedad del mando de la compañía que ejercía accidentalmente.
En mayo del mismo año de 1864 se le trasladaba a la Comandancia de San Sebastián, donde se encargó del detall y asistió a las obras que allí se ejecutaban, hasta que en enero do 1867 pasó con nuevo destino a la Dirección Subinspección de Castilla la Vieja desempeñando en ella las funciones de secretario, y encargándose del archivo y del Depósito Topográfico.
En octubre siguiente se hizo cargo de la Comandancia de Burgos y en septiembre de 1868 se encargó nuevamente de la Secretaría de la Dirección Subinspección y fue nombrado para formar parte del Cuartel General del Ejército de Castilla la Vieja, Galicia y provincias Vascongadas, asistió a las operaciones del mismo, encontrándose el 24 de dicho mes en la toma de Santander, donde, sobre el campo de batalla, se le concedió la cruz roja de 1.ª clase del Mérito Militar el general jefe del citado Ejército. Una vez disuelto dicho ejército, volvió a hacerse cargo de la misma Secretaría, habiendo obtenido el grado de comandante del ejército por méritos en las operaciones señaladas anteriormente (los oficiales de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo, por antigüedad, y por méritos en las de grado del Ejército, y efectivo en el mismo).
En tal destino de secretario desempeñó varias comisiones del servicio, siéndole concedida la cruz blanca de 1.ª clase del Mérito Militar para premiar sus acciones en contra de las insurrecciones carlista y republicana, ocurridas en 1870 en el distrito de Castilla la Vieja. Formó también parte de la brigada que se organizó en 1872 para operar contra los mismos insurrectos; por lo que obtuvo al año siguiente el grado de teniente coronel.
En 1874, en el marco de la Tercera Guerra carlista (1872-1876) participó en la represión de los sucesos que tuvieron lugar en Valladolid los días 4 y 5 de enero de ese año, con la columna del coronel Medina formada con las escasas fuerzas disponibles en la plaza, siendo comisionado por el capitán general, a poco de romperse el fuego contra la barricada del Campillo de San Andrés para una difícil misión. Debía, al mando de un capitán y 30 hombres de Guardia Civil y Carabineros, ir perforando casas hasta situarse frente al edificio de los Mostenses, centro de la resistencia de los sublevados, operación que llevó a cabo a pesar de tener escasos elementos. Fue venciendo cuantos obstáculos se le presentaron y continuando su avance, hasta que cerca del Campillo, se apercibieron los contrarios de la poca fuerza que les amenazaba, siendo atacado por gran número de ellos. Ante la delicada situación, se vio obligado, a causa de no podérsele enviar los refuerzos que había pedido, a replegar a su gente y retirarse al cuartel general aprovechando la obscuridad de la noche, con un mínimo de bajas. Por estos servicios era recompensado con una nueva cruz roja de 1ª clase del Mérito Militar.
Entre las varias comisiones que desempeñó durante su destino de la Subinspección de Valladolid, estuvo la de encargarse de las obras de defensa de la fábrica de Trubia, en la que demostró actividad e inteligencia, que el capitán general del distrito vio con satisfacción, disponiendo que en su nombre se le dieran las gracias.
Promovido a comandante de Ingenieros por antigüedad en julio de 1875, era nombrado jefe de la Comandancia del Cuerpo en la plaza de Málaga, siendo destinado en 1877 a la plaza de Santoña y, poco después, a la Comandancia de Pamplona, encargándose de las obras del fuerte de San Cristóbal.
A principios del año 1879, le propuso el director general para una recompensa, como autor del proyecto de la carretera construida para dar acceso a lo alto del monte de San Cristóbal y del de las obras provisionales para montar en gran escala los trabajos de fortificación en el mismo punto, y en premio de la actividad, inteligencia y celo desplegados para vencer las dificultades que se habían presentado en el estudio y ejecución del mencionado camino, llevado a cabo con éxito tan satisfactorio que había valido al interesado los mejores elogios de todos, concediéndosele, a consecuencia de la citada propuesta, el grado de coronel de Ejército.
Derivadas de las mismas obras de defensa, emprendió las de subida de aguas desde Berriozar a la cumbre del monte y la de una línea telegráfica eléctrica desde el mismo a la plaza, así como los estudios y proyectos de todas las demás fortificaciones que habían de ejecutarse. Por una Real orden de 19 de julio de 1879, se le manifestó que S.M. el Rey había visto con satisfacción el celo desplegado en dichas obras y estudios.
Tan meritorias circunstancias dieron lugar a que, no obstante su ascenso a teniente coronel del Cuerpo, por real orden de 21 de abril de 1881, se dispusiese, por otra de 18 de mayo, que continuase en el cargo que venía desempeñando y obras del monte de San Cristóbal y del fuerte de Guendulain en el puerto de Velate. Finalmente, por real orden de 30 de julio, se le dieron las gracias por el concienzudo estudio que había hecho al redactar el proyecto de la obra avanzada al oeste del fuerte de San Cristóbal, y en 1884 fue nuevamente recompensado con el empleo de coronel del Ejército, por la inteligente dirección, buen orden llevado a cabo en las obras y su excelente sistema de ejecución.
Continuó durante los años siguientes hasta el de 1888, en la dirección de estas obras y en el estudio de las que habían de constituir el “campo atrincherado de Pamplona”, habiendo además acompañado a la Comisión encargada de estudiar las defensas de primera línea del Pirineo occidental en su reconocimiento de la frontera.
Promovido a coronel de Ingenieros por antigüedad, prosiguió los sucesivos trabajos hasta que por real decreto de 80 de diciembre de 1895 fue ascendido al empleo de general de brigada del Cuerpo, después de que, por Real orden de 1 de febrero del mismo año y de acuerdo con lo informado por la Junta Consultiva de Guerra, se manifestó que S.M. había quedado altamente satisfecho del relevante servicio que al Ejército y a la Patria había prestado el coronel Luna, con el estudio y dirección del fuerte de Alfonso XII de Pamplona.
En su nuevo empleo de general se le designó comandante general de Ingenieros del 4.° Cuerpo de Ejército y, después, por Real decreto de 22 de abril de 1896, fue nombrado jefe de sección del Ministerio de la Guerra, cesando en dicho cargo, por pase a la sección de reserva del Estado Mayor General del Ejército, el 13 de marzo de 1901.
Esta situación de carácter pasivo no lo fue para el general Luna, pues hasta su muerte desempeñó el cargo de secretario del Consejo de Administración de la Caja de Huérfanos de la Guerra, la Presidencia de la Junta Inspectora del Memorial de Ingenieros y la Presidencia de la Real Federación Colombófila Española.
Por tan dilatados y eminentes servicios, se hallaba en posesión de las condecoraciones siguientes: Cruz blanca de 1.ª clase del Mérito Militar; dos de igual orden y clase, rojas; Encomiendas de las reales órdenes de Isabel la Católica y de Carlos III; Cruz blanca de 2.ª clase del Mérito Militar; Cruz, placa y Gran Cruz de San Hermenegildo, y Gran Cruz del Mérito Militar blanca.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Exps. Personales.
Estados (Escalillas) del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1860-1901; “Necrologías”, en Revista del Memorial de Ingenieros, 62, 4 (abril de 1907), págs. 124-126; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño