Martín Fernández, Emilio. Llerena (Badajoz), 1851 – 15.VIII.1901. Empresario, apicultor, industrial.
Emilio Martín Fernández fue el primero de cuatro hermanos nacidos en una familia socialmente bien acomodada en la Llerena de mediados de la centuria del XIX, cuando esta población, eminentemente rural, era una de las ciudades con más influencia de la Baja Extremadura, con aproximadamente 8.000 almas que habitaban en un caserío muy deficiente y en lamentable estado de conservación, que se iba recuperando lentamente de los destrozos ocasionados por la guerra contra los franceses.
Don Emilio, nació en la casa número once de la calle Bodegones, hijo del influente banquero Lorenzo Martín de Robles (1830-1903), ejerciente en Llerena como auxiliar de la Administración de Hacienda y delegado del Banco de España. Su padre contrajo primeras nupcias en 1851 con María de la Soledad-Magdalena Fernández, natural de Badajoz. De este enlace tuvieron tres hijos, Emilio, Manuel y Lorenzo. Al fallecimiento de su primera esposa en 1884, contrajo segundas nupcias con Araceli Nieto de Robles, natural de Almendralejo, de cuyo matrimonio nació una hija llamada Dolores Martín Nieto.
Emilio cursó sus primeros estudios en la escuela a la que sólo asistían los niños varones de la localidad, compuesta de algo más de un centenar de alumnos de todas las edades. Su clase estuvo ubicada en las dependencias poco acondicionadas de la casa consistorial de la plaza de España. Las niñas, en un menor número que los niños, eran educadas en otro edificio. Emilio recibió las primeras enseñanzas del maestro José María Brioso.
Su padre, Lorenzo Martín de Robles, fue uno de los pocos empresarios emprendedores de la ciudad, que aparte de sus actividades relacionadas con el mundo de las finanzas, también participó como socio capitalista en otras sociedades mercantiles que le proporcionaron una buena rentabilidad a sus inversiones. Una de ellas fue la explotación de algunas de las minas existentes en la zona, como la mina de hierro “La Constancia”, negocio que comenzó con su hijo Emilio, en colaboración con otros inversores procedentes de las familias más pudientes de la localidad.
Don Lorenzo, dada su profesión de banquero, fue comisionado en varias ocasiones por el Ayuntamiento de la ciudad en las gestiones que había que realizar en Madrid para el cobro de los intereses producidos por las obligaciones hipotecarias que el consistorio poseía en la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza por Alicante, empresa adjudicataria del proyecto de la línea férrea entre Mérida a Sevilla, inaugurada en el año 1879. Dado el volumen de sus negocios, decidió crear una compañía mercantil con sus hijos Emilio y Lorenzo, bajo la denominación “Sociedad Regular Colectiva Lorenzo Martín de Robles e Hijos” y domiciliada en el edificio número 30 de la calle Santiago, su objeto social estuvo centrado en la explotación de distintas actividades comerciales. Emilio aportó la suma de 31.827 pesetas de la totalidad de 188.751 pesetas que constituía el capital inicial. Su padre fue el administrador y Emilio asumió la teneduría de libros con un sueldo de 2.500 pesetas anuales, cantidad nada desdeñable para aquella época.
Emilio Martín contrajo matrimonio con la llerenense Enriqueta Ortiz de la Tabla Cerrato, con la que tuvo cuatro hijos llamados Soledad, Dolores, Lorenzo y Enriqueta Martín Ortiz de la Tabla. Su primogénita, Soledad, nacida en Llerena el 8 de noviembre de 1875, fue una de las mujeres más representativas del mundo literario de finales del siglo XIX y principios del XX en Extremadura, quien, junto a su esposo, el abogado y editor Pablo-Luis Fernández-Grandizo y Niso, compartieron su interés y dedicación por la literatura. Su marido, además, fue el fundador la Imprenta Grandizo en el año 1903, aún activa en Llerena.
Emilio Martín tenía un gran carácter y pronto aparecieron tensiones o fricciones entre él y su padre que animaron a Emilio a independizarse de los negocios que ambos regentaban, emprendiendo en solitario nuevas aventuras empresariales relacionadas con la energía eléctrica y la agricultura, en especial la apicultura. En esta última actividad fue donde Emilio Martín Fernández adquirió renombre y reconocimiento en España, por introducir el sistema de colmenas con paneles movibles, copiado del primer invento realizado en 1851 por el estadounidense Lorenzo Lorraine Langstroth, en el que introdujo algunas variantes. No obstante, este método de producción de miel ya había sido utilizado en otros países como Australia, Rusia, Suiza, Italia, Alemania, Estados Unidos, Francia y Austria. Algunos industriales nacionales, como el mahonés Francisco Andreu y Femenía quien, a través de un contrato en exclusiva con una empresa inglesa, distribuía las nuevas colmenas en España.
El americano Larraine no había patentado su sistema de cuadros móviles y surgieron otros apicultores que modificaron el proyecto inicial para fabricar sus propios ingenios, con la correspondiente difusión en los medios periodísticos que, en aquella época, publicaban una abundante propaganda publicitaria, aprovechando la libertad de prensa del momento.
Con motivo del inicio de esta actividad empresarial, en el mes de diciembre de 1892, Emilio Martín comenzó su primera aventura editorial con la publicación de El Bético Extremeño, una revista mensual que seguía las corrientes venidas de Europa y los países americanos del Norte. Comenzó a circular este noticiero con el nombre de El Bético Extremeño. Revista mensual ilustrada con grabados, para propagar el cultivo de las abejas por el sistema movilista en Extremadura y Andalucía especialmente. Se añadía en la portada una reseña del autor en la que decía: “Apicultor y constructor de efectos apícolas. Premiado en la Exposición Regional Extremeña en Badajoz en 1892, con medalla de oro (primer premio del Reglamento) y con Diploma de honor, por su fabricación de panal artificial, por sus modelos de colmenas y por sus mieles. El referido diploma ha sido el único concedido en dicho concurso (creándolo fuera de los premios del Reglamento expresamente entre más de mil expositores de objetos de todos los ramos del saber y de la producción de las provincias de Extremadura)”.
La revista fue programada para que se distribuyera por toda la región extremeña y la andaluza y tenía aproximadamente diecisiete páginas de texto en la que se intercalaban grabados explicativos. Se componía además de varias secciones que trataban sobre las sucesivas intervenciones a que se debían someter las colmenas para conseguir una mayor productividad; también se publicaban las aportaciones de nuevas ideas por los suscriptores y de cualquier otra persona que añadiera opiniones para mejorar el sistema. Se complementaba la revista con una sección dedicada a mantener una correspondencia con el editor, sólo y exclusivamente para proponer temas relacionados con la producción de miel. El único número de la revista que se conserva actualmente es el 7, correspondiente al mes de julio de 1893.
Comenzó esta aventura empresarial con la compra de una parcela de terreno poblado de vides y olivos, con un colmenar de mampostería en su interior, situado a dos kilómetros de Llerena, en el paraje llamado Los Labrados. Enseguida comenzó a estudiar el mundo de las abejas y la explotación el negocio de la apicultura, aplicando la técnica para la producción de miel a través de colmenas movilistas inventado en los Estados Unidos y que había desarrollado con la fabricación de unos cajones de madera, en cuyo interior se colocaban cajas formadas por tableros huecos en los que se introducían los panales que previamente había fabricado artificialmente, liberando a los enjambres de abejas de la elaboración de las casillas donde depositan la miel. Esta nueva modalidad en la producción de miel, con la que pretendía dar unos nuevos aires de modernidad a esta industria, no hizo más que empezar en la región extremeña mediante la incorporación al mercado del modelo “Colmena estudio Martín”, construida con paredes de vidrio a través de los cuales era posible ver cómo trabajaban las abejas, método que le sirvió para conseguir el primer premio en la Exposición Regional Extremeña de 1892, así como el diploma de honor.
En la prensa de la época, se hicieron varios comentarios laudatorios a las aportaciones que hizo don Emilio Martín sobre la explotación de la apicultura y por ello fue invitado a dar una conferencia para exponer su proyecto el día 4 de septiembre de 1892. El corresponsal de la Crónica de Badajoz decía: “Notabilísima es por todos conceptos la instalación hecha por este señor. Una colmena no artificial sino natural es lo primero que se ve y se toca, pero se ve y se toca sin peligro de ningún género.… Reciba el Sr. D. Emilio Martín la más completa enhorabuena, … a un industrial inteligente”. En la publicación La lid católica se comentaba: “Es la más interesante la presentada por don Emilio Martín, consistente en dos colmenas artificiales de incalculable mérito, panales artificiales en todas sus fases presentables”. Igualmente, el redactor de El Liberal, en su sección de viaje, cuando pasó por Llerena y hacer una breve semblanza de la ciudad, escribía: “Y en sus cercanías existe una instalación apícola que puede competir con las mejoras de España y el extranjero. Débese el establecimiento de esta apenas conocida industria, al inteligentísimo agricultor y opulento propietario D. Emilio Martín. Sus colmenas y paneles modelos, las máquinas inventadas por él para la más pura y perfecta extracción de la miel, los paneles de cría, todo cuanto allí se ve y se observa, acusa un profundo conocimiento de la vida y costumbres del laborioso insecto. Las altas recompensas y múltiples felicitaciones que el Sr. Martín ha obtenido en certámenes públicos y congresos internacionales, y su notable libro de apicultura, avaloran el mérito de este benemérito y laborioso llerenense.”
Pero aparte de su dedicación a la explotación de la industria de la apicultura, junto con su hermano Lorenzo y el empresario pacense Víctor Redondo Gómez, constituyeron el 24 de julio de 1897 una sociedad con la denominación “Redondo Martín y hermano”, con el objeto de producir fluido eléctrico para alumbrado público y particular en Llerena. Con dos meses de antelación a la fundación de la sociedad, el 24 de mayo, ya habían procedido, con la presencia de todas las autoridades locales, a la inauguración de la fábrica de luz denominada “Nuestra Señora de la Granada”, situada en un local que habían habilitado en la calle de Soledad, antigua calleja de Nájar. A partir de ese momento la ciudad de Llerena comenzó a disfrutar de la energía eléctrica. Esta noticia fue recogida por la prensa local y provincial con el entusiasmo que el evento merecía.
Emilio Martín Fernández, falleció en Llerena, a las dos de la madrugada del 15 de agosto de 1901, día de la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Granada, en su domicilio de la calle Bodegones, número 11, a causa de problemas respiratorios, en estado de casado y con los cuatro hijos anteriormente mencionados.
Obras de ~: La apicultura movilista. Tratado del cultivo y explotación de las abejas por los procedimientos del sistema moderno con explicaciones para transferir al mismo las colmenas del sistema primitivo, Sevilla, Imprenta de Gironés y Orduña, 1893.
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Luis J. Garrain Villa