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Fruela II

Biografía

Fruela II. Oviedo (Asturias), ¿874? – León, VIII.925. Rey de Asturias (910-924). Rey de León (924-925, agosto).

Fruela Adefónsiz fue el hijo tercero, tras García y Ordoño (II), de Alfonso III y de Jimena. Su presencia en la documentación cortesana se inicia a mediados de 886, cuando entre los hijos del último monarca astur aún no habían aparecido los nombres de Ramiro y de Gonzalo, y continúa a partir del año 894 como asistente a diversos actos oficiales. Permanece en el séquito paterno hasta abril del 909 en que suscribe con sus hermanos el documento, datado en León, por el que el Monarca permuta ciertos bienes en Sahagún, poco antes de producirse la rebelión que impuso a Alfonso III la renuncia al trono, abriendo la crisis que someramente se conoce, pero que de hecho significó el fraccionamiento definitivo del reino astur y el traspaso de la hegemonía política al nuevo reino de León, que se adjudicó García, reservando Ordoño para sí la vieja provincia de Galicia con sus territorios del sur, y Fruela, el núcleo astur que cierra la gran cordillera cantábrica.

Casado Fruela por estas fechas, celebraba en el mismo año 910 su llamamiento al ahora mermado reino astur mediante la ofrenda que, en unión de su esposa, Nunilo Jimena, hija del rey navarro, hacía a la iglesia ovetense de San Salvador, consistente en una preciada arqueta, ornada con ochenta y dos piedras de ágata y un remedo de la llamada Cruz de Pelayo.

Documentos de 911 y 912 testimonian su condición de Rey al confirmarle varios documentos como tal, pero en el convenio de partición del reino debieron establecerse ciertas diferencias de jerarquía entre los hermanos, pues Fruela, que visitó en varias ocasiones a Ordoño en Galicia —como en ocasión próxima a la muerte de su madre, Jimena, que había vivido junto a Ordoño— y prescindió de todo rango en las suscripciones firmando simplemente “Froila frater confirmat”, actitud que mantuvo en adelante, cuando ya Ordoño se hallaba investido con la soberanía del trono leonés, pues siempre aparece en los distintos documentos como frater regis, silenciando, quizás porque no la tenía, otra titulación superior. Fruela, presunto titular de un territorio reducido que protegía la gran barrera montañosa, halló su mejor defensa en secundar la actitud de Ordoño, a cuya amistad se acercó resueltamente desde entonces, manteniendo de este modo la integridad de su parcela asturiana, pero dando muestras constantes de reconocimiento de la supremacía del rey leonés. Sin embargo, el apartamiento geográfico y político del territorio de Asturias le permitió de hecho una cierta independencia política, y la documentación acentuó en ocasiones el tinte de realeza con que se ornaron algunas actuaciones de Fruela, como puede apreciarse en documentos de 914 y 915 en que se especifica que en las tierras de la Liébana “reinaba el príncipe don Fruela” o que “don Fruela reinaba en Asturias”.

Después de haber gobernado Asturias, ocupó el trono de León al morir su hermano Ordoño II en el verano de 924, con lo que se vino a restaurar, al cabo de catorce años, la mención reunificada de los tres grandes territorios —León con Castilla, Galicia y Asturias— que habían constituido el patrimonio íntegro del rey Alfonso III. De su actividad de gobierno no se tiene otro testimonio que el proporcionado por Ibn Jaldun según el cual Fruela acudió con poca ayuda al rey Sancho de Navarra que había solicitado refuerzos al leonés en la dura campaña musulmana contra Pamplona, como consecuencia de la rebeldía latente de sus sobrinos, los hijos de Ordoño II. Fue este un movimiento político de oposición, no se sabe si violenta, suscitado contra Fruela desde los primeros días de su mandato en el que participaba en la sombra la poderosa aristocracia gallega. Durante su brevísimo reinado no hizo ninguna expedición a territorio musulmán y sus únicos combates estuvieron dirigidos contra la familia Olemundiz, de procedencia mozárabe, fiel partidaria, desde el noble Olmundo, de los vástagos de Ordoño II, entre los que se encontraba el mismo obispo de León, Frunimio, y que estaba muy arraigada en torno a Simancas, Zamora y zonas de Villalpando y Benavente, así como en las feraces tierras del Valderaduey, Sequillo y Bajoz. Realmente el nuevo Rey apenas sería conocido en León ni se tendría de él otra imagen que la proporcionada por sus escasísimas visitas a la Corte de Ordoño y por el eco de su actuación de gobierno, llegado de las tierras de Babia y Luna, cuya comunicación con la región asturiana había fomentado, mejorando un viejo camino romano que pasaba por Somiedo. A través de la documentación, se observa que no muestra el Rey mayor cuidado por el fortalecimiento de la trama administrativa del reino ni por la consolidación y ornato de instituciones vinculadas afectivamente al trono, la atención del Monarca sólo se centró en la reconstrucción del monasterio de Pardomino, alzado en las montañas de Boñar, junto al río Porma, en tiempos de su antecesor Ordoño, obviando su preocupación por otros como el de Eslonza, fundado por su hermano García.

Según una noticia transmitida por Ibn Azm, estuvo casado en segundas nupcias con Urraca, una hija del príncipe de Tudela, ‘Abd Allāh b. Mamad b. Lope, de la familia de renegados de los Banū Casi, que acompaña al Rey a partir de 917. De sus matrimonios tuvo varios hijos, llamados Alfonso, Ramiro y Ordoño, ninguno de los cuales pudo reinar, si bien el obispo Pelayo de Oviedo, en sus ampliaciones al texto de Sampiro, transmite que los citados fueron engendrados con Muniadomna, silenciando a las dos esposas que se conocen y complicando este panorama familiar con la introducción de otro hijo, éste ilegítimo, de nombre Aznar.

Ibn Hayyan y el Tudense aseguran que murió de lepra en agosto de 925. Fue enterrado en León al lado de su hermano Ordoño —el verdadero refundador de la diócesis y patrono del nuevo templo mayor—, aunque resulta dudoso que la catedral acogiera al impío castigador del obispo Frunimio, muy prestigiado y querido socialmente en el ámbito leonés.

 

Bibl.: M. Risco, Historia de la ciudad y corte de León y de sus reyes, Madrid, en la Oficina de don Blas Román, 1792; C. Sánchez-Albornoz, La sucesión al trono en los reinos de León y Castilla, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1945; J. Pérez de Urbel, Sampiro. Su crónica y la monarquía leonesa en el siglo X, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1952; J. Rodríguez Fernández, “La monarquía leonesa de García I a Vermudo III (910-1037)”, en El reino de León en la Alta Edad Media III. La monarquía astur-leonesa. De Pelayo a Alfonso VI (718-1109), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, págs. 129-413; García I, Ordoño II, Fruela II, Alfonso IV, Burgos, Ediciones Olmeda, 1997 (col. Corona de España, 28, serie de Reyes de León y Castilla); M. Torres Sevilla, “La monarquía asturleonesa (711-1037)”, en C. Álvarez Álvarez (coord.), La Historia de León. Edad Media, León, Universidad-Diario de León, 1999, págs. 17-39.

 

César Álvarez Álvarez

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