Piquer López, Concepción. Conchita Piquer. Valencia, 8.XII.1906 – Madrid, 12.XII.1990. Cantante, actriz.
Nació en el seno de una familia valenciana muy humilde. Su padre era albañil y su madre, costurera.
Muy pronto se decidió a hacer sus primeras apariciones artísticas en el Cine Sagunto y en el Huerto de Sogueros, del barrio valenciano del Carmen. Estudió Canto en la Academia del maestro Laguna y con tan sólo once años se presentó ante el empresario del Teatro Apolo, consiguiendo su primer contrato, a razón de 5 pesetas diarias. Luego cantaría en el Teatro de la Marina, en el Grao. Mientras actuaba en otro teatro valenciano, el Kursaal, la escuchó el maestro Manuel Penella, mientras preparaba su ópera El gato montés, que intuyó en ella un talento poco común.
La diferencia de veinticinco años de edad no fue obstáculo para que entre ambos surgieran fuertes lazos amistosos y artísticos, y el maestro se brindó a convertirse en su protector, dándole clases y componiendo especialmente para ella. Además, le propuso viajar a Norteamérica, donde iba a dar a conocer su ópera. Con apenas quince años, fue, acompañada por su madre, y el 13 de septiembre de 1922 arribaron a Nueva York, y en el Park Theatre neoyorquino, en uno de los entreactos de la citada ópera, Conchita debutó el mismo día del estreno con un número que le había improvisado Penella: El florero. Salió vestida de golfillo y al día siguiente los periódicos le dedicaron comentarios elogiosos, dirigidos a “the flower’s boy”, es decir, el chico de las flores. Aclarado el equívoco, los empresarios del teatro contrataron a Conchita Piquer, presentándola el 10 de octubre de 1922 en Filadelfia. El espectáculo se titulaba Hitch-Koo of 1922, con música de Cole Porter. Cantó “My spanish shawl” (Mi mantón español). Por entonces, Conchita Piquer, que apenas conocía el castellano, pues sólo hablaba valenciano, no tuvo más remedio que aprender inglés. Luego vendrían sus éxitos en Broadway y sus primeros discos, con las canciones “El florero”, “Amapola”, “Es mi hombre” y “Valencianas”. La gira americana la continuó por México, Cuba, Costa Rica y Panamá. En 1923, de nuevo en Manhattan, estrenó el espectáculo The dancing girl, en el Teatro Winter Garden, donde permaneció dos temporadas consecutivas, durante las cuales también grabó once discos de pizarra, con un total de veintidós títulos para la Columbia Récords. Compartió carteleras con dos artistas renombrados: Eddie Cantor y Al Jolson. Con este último, participó en la primera película sonora: El cantor de jazz.
En junio de 1926 regresó a España, todavía una perfecta desconocida, a pesar de haber sido una de las pocas artistas españolas de la canción, si no la única entonces, en triunfar en los Estados Unidos. Pero pronto ganó popularidad y también mucho dinero. Rápidamente aprendió español y se presentó el 6 de julio de aquel año en el madrileño Teatro Romea en un espectáculo dirigido por el maestro Penella, realizando imitaciones de Al Jolson (en “Just singing a song”) y Eddie Cantor (en “Susie”). Le pagaban 500 pesetas por noche, una elevada cifra. Entre sus espectáculos que presentó en Madrid y Barcelona, introdujo en su repertorio, en el que predominaban canciones en inglés, dos canciones de Penella que pronto se harían populares: “En tierra extraña” y “La Maredeueta”, esta última con unos fragmentos en valenciano, que fue tachada por algunos sectores como sacrílega. Otras canciones que le compuso Penella fueron: “Agüita clara”, “Dulcinea”, “La chula celosa”, “La gitanilla”, “Mari Pepa” y “Miradla”. El diario ABC la eligió en julio de 1927 como “reina de la belleza”, publicando una fotografía suya firmada por Walken. En el jurado que le otorgó ese título estaban los pintores Julio Romero de Torres y Manuel Benedito.
Finalizando 1927 rodó en París su primera película muda, El negro que tenía el alma blanca, dirigida por Benito Perojo, e inauguró el Gran Teatro Avenida, en la Gran Vía madrileña. En 1929 rodó su segundo filme: La bodega, otra película muda, a las órdenes nuevamente de Perojo.
En 1930 se presentó en el madrileño Teatro Reina Victoria, con la opereta El Príncipe Carnaval, de J. J. Cadenas y Quinito Valverde. Y, en el salón Eldorado estrenó después las dos primeras canciones que le compuso el maestro Manuel Quiroga, luego habitual autor de su repertorio: “La madreselva” y “La Trainera”.
Al año siguiente conoció al letrista que más influencia ejercería en su repertorio, Rafael de León, mientras actuaba en Sevilla en los fines de fiesta de la compañía de comedias de Mariano Ozores y Luisa Puchol. Comenzó entonces a cantar las primeras canciones de León y Quiroga: “María Magdalena”, “Manolo Reyes” y “Triniá”, que llevaría en 1933 al Teatro Sarmiento de Buenos Aires. A su vuelta rodó su tercera película, esta vez sonora: Yo canto para ti, cuyo argumento tenía pasajes inspirados en la vida de Consuelo Vello Cano, La Fornarina, legendaria estrella del cuplé. Al año siguiente actuó en el Coliseum madrileño, propiedad del maestro Jacinto Guerrero, en cuyo edificio se habilitaría varios pisos, y donde viviría hasta el fin de sus días. Aunque la Guerra Civil la pasó en Sevilla actuando en espectáculos de variedades.
El 2 de enero de 1940 presentó en Madrid el espectáculo Gran Compañía de Arte Folklórico Andaluz Escenificado, en el Teatro Calderón. Basado en parte en otro espectáculo que en los primeros años de la década de 1930 representó Encarnación Júlvez La Argentinita, con un cuadro titulado Las calles de Cádiz, sentaba las bases de lo que iba a ser el inicio del género de la canción española, comúnmente conocida como copla. Dicho año se estrenó también su película La Dolores, de Florián Rey, basada en la conocida leyenda popular aragonesa.
Aunque, el primer espectáculo de variedades que marca más exactamente el inicio del género de la copla se estrenó el 13 de enero de 1942 en el madrileño Teatro Reina Victoria y llevaba por título Ropa tendida, compuesta de distintas canciones que firmaban Quintero, León y Quiroga. Fue el matador de toros ya retirado Antonio Márquez, a la sazón compañero sentimental de Conchita Piquer (con quien más tarde contrajo matrimonio), convertido en su representante artístico, el artífice de reunir por vez primera a ese trío de grandes autores. Antonio Quintero era comediógrafo, Rafael de León, poeta acreditado, de hondas raíces populares, muy influenciado por García Lorca, de quien fue condiscípulo y amigo, y el maestro Manuel Quintero, músico y compositor, de educación clásica, que seguía las huellas de Turina, Albéniz y Falla.
A partir de entonces, Quintero, León y Quiroga firmarían otros muchos espectáculos para Conchita Piquer, quien hasta 1958, año de su retirada, sería considerada la más prestigiosa cantante de coplas. Espectáculos tales como Retablo español, que estrenó en 1943 en el Fontala madrileño, donde cantaba las coplas “Carcelera”, “Coplas de los siete niños”, “El café de Chinitas”, “Lola Clavijo”, “No me quieras tanto” y “Romance de Juan Limón”, y al que añadió después una muy significativa “Romance de la otra”, que aludía, según la letra de Rafael de León, a una situación personal de su vida, cual era que no podía casarse con Antonio Márquez porque éste se había anteriormente desposado con una dama cubana y en España no existía el divorcio. El puñal y la rosa fue el espectáculo que estrenó en 1947, donde interpretaba, entre otras coplas, “Cría cuervos” o “La guapa, guapa”. Y, en 1949, Tonadilla, donde entre números, interpretaba: “A tu vera”, “Lola Puñales” y “Romance de la Reina Mercedes”.
Otras canciones que Conchita Piquer popularizó en sus espectáculos en la década de 1940, grabadas en discos de pizarra, y muy divulgadas a través de la radio fueron, entre otras: “Dime que me quieres”, “Eugenia de Montijo”, “La Caramba”, “La chiquita piconera”, “La Lirio”o “Sevillanas del Espartero”. Finalizando la década protagonizó sus últimas películas: Filigrana de Luis Marquina, y Me casé con una estrella, que rodó en Argentina a las órdenes de Luis César Amadori. No obstante, el cine no fue determinante en su popularidad como estrella de la canción.
En la década siguiente viajó por Hispanoamérica y estrenó los espectáculos El cuento de María Millones y Salero de España, donde cantó “Con divisa verde y oro”, “Doña Mariquita de los Dolores”, “La ruiseñora”, “La niña Puerta Oscura”, “Rondalla de celos” y la canción que daba título al espectáculo. Puente de coplas fue el último espectáculo de su vida, estrenado en el Apolo de Valencia el 30 de marzo de 1957, reestrenado en el madrileño Teatro de la Zarzuela, con el que recorrió muchas provincias españolas. Cantó “Amante de abril y mayo”, “Candelaria la del puerto”, “Mañana sale”, “Picadita de viruelas” y “Romance de valentía”, entre otras coplas.
El 13 de enero de 1958, en un teatro de Isla Cristina (Huelva), dio por finalizada su carrera artística.
Le falló la voz cuando estaba cantando “Mañana sale”. Arrastraba desde hacía unas semanas un catarro mal curado y, debido a su rigurosa profesionalidad y en pleno triunfo de su carrera artística, manifestó al público que ya no volvería jamás a actuar. Y cumplió su palabra. Sólo en contadísimas ocasiones, en alguna fiesta privada y en alguna otra función esporádica de tipo benéfico hizo la excepción de recrear algunos de sus éxitos, como el 20 de febrero de 1964 cuando en Valencia le dedicaron una calle y hubo una función especial, o en las Navidades de 1968 cuando presentó a su hija Conchita Márquez Piquer en el madrileño Teatro de la Zarzuela, y luego en marzo de 1969, con idéntico fin, en el valenciano Teatro Principal.
Fue una extraordinaria intérprete de canciones españolas.
Dignificó el género de las variedades y situó a la copla en lo más elevado del género. Además de representar espectáculos de Quintero, León y Quiroga, estrenó también de prestigiosos autores, como Ochaíta, Valerio y Solano.
Entre el más de medio millar de canciones interpretadas por ella, figuran como las más emblemáticas: “Ojos verdes”, “A la lima y al limón”, “La Parrala”, “Tatuaje”, “Como a nadie te he querido”, “Me embrujaste”, “No me llames Dolores”, “Cinco farolas”, “Coplas de Pedro Romero”, “Coplas de Luis Candelas” o “No te mires en el río”. Son canciones que forman parte de la memoria popular y sentimental de millones de españoles, según acuñación literaria del escritor Manuel Vázquez Montalbán, hasta el punto de que sus discos han continuado reeditándose periódicamente hasta nuestros días. Es significativo que su entierro, desde su casa de la Gran Vía madrileña hasta la Sacramental de San Isidro, constituyó una sentida manifestación de duelo popular. En Valencia, en la calle de Ruaya, n.º 23, sus paisanos le dedicaron en la casa donde vino al mundo un museo en su memoria, donde se exhiben trajes de sus actuaciones, enseres, fotografías, recortes de prensa, carteles y muchos recuerdos de su vida.
Obras de ~: Discografía: 10 creaciones, Barcelona, La Voz de su Amo, 1958; Puente de coplas, Madrid, Columbia, 1958; Conchita Piquer, Madrid, Columbia, 1961; La voz inolvidable, Barcelona, La Voz de su Amo, 1966; La obra de Concha Piquer, Barcelona, Regal, 1975, 6 vols.; Antologías, Barcelona, Regal, 1979; Así canta..., Barcelona, Odeón, 1982; Lo mejor de Conchita Piquer, Madrid, Columbia, 1983; Antología de la canción española, vols. 1, 2 y 3, Barcelona, Emi, 1990; Album de oro, Madrid, RCA, 1990; La Piquer vive, Barcelona, Emi, 1991; Raíces de la canción española, vol. 6, Sevilla, Efen, 1993; De la A a la Z, vols. 1 y 2, Madrid, El Delirio, 1998; Antología, Madrid, Emi, 1999; La gran dama de la canción española, Barcelona, Alma Latina, 2000.
Filmografía: Actriz en: A. Crosland (dir.), El cantor de jazz, 1927; B. Perojo (dir.), El negro que tenía el alma blanca, 1927; B. Perojo (dir.), La bodega, 1929; F. Roldán (dir.), Yo canto para ti, 1934; F. Rey (dir.), La Dolores, 1940; L. Marquina (dir.), Filigrana, 1949; L. C. Amadori (dir.), Me casé con una estrella, 1951.
Bibl.: M. Díaz de Quijano, Tonadilleras y cupletistas: Historia del cuplé, Madrid, Cultura Clásica y Moderna, 1960; Á. Retana, Historia de la canción española, Madrid, Tesoro, 1967; F. Vizcaíno Casas, La España de la posguerra (1939- 1953), Barcelona, Planeta, 1971; R. Cansinos Assens, La copla andaluza, Madrid, Demófilo, 1976; A. Rodríguez Moyano, Conchita Piquer, el nombre de la copla, Madrid, EA, 1988; F. Gutiérrez Carbajo, La copla flamenca y la lírica tipo popular, Madrid, Cinterco, 1989; D. Pineda Novo, Las folklóricas, Sevilla, J. Rodríguez Castillejo, 1990; T. Moix, Suspiros de España: la copla y el cine de nuestro recuerdo, Barcelona, Plaza y Janés, 1993; M. Román, Memoria de la copla: la canción española de Conchita Piquer a Isabel Pantoja, Madrid, Alianza, 1993, págs. 121-143; J. Blas Vega, La canción española (de la Caramba a Isabel Pantoja), Barcelona, Taller El Búcaro, 1996; M.ª Á. Pidal Fernández, “Piquer, Concha [Concepción Piquer López]”, en E. Casares Rodicio (coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. VIII, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999; M. Román, La copla: la canción tradicional española, la tonadilla, sus orígenes populares, los mejores intérpretes, Madrid, Acento, 2000; M. de la Plaza, Conchita Piquer, Madrid, Alianza, 2001.
Manuel Román Fernández