Cadalso y Vázquez, José. Dalmiro, José Vázquez, Juan del Valle. Cádiz, 8.X.1741 – Gibraltar (Cádiz), 26.II.1782. Militar y escritor neoclásico.
Su familia, de origen vizcaíno, gozaba de una buena posición social que provenía de su trabajo en asuntos mercantiles: comercio con América y algunos países europeos. Habiéndose quedado huérfano de madre a los dos años y debido a las frecuentes ausencias del padre, su niñez transcurrió bajo la tutela de su familia materna, especialmente de su abuelo y de su tío José Vázquez, jesuita que llegó a ser rector del colegio que la Compañía de Jesús tenía en Cádiz y, más tarde, provincial de la Congregación en Andalucía.
Hacia 1750 empezó a acompañar a su padre, que había regresado de una estancia prolongada en Indias, en sus viajes de negocios por Europa. Se supone, ya que no existen datos exactos, que permanecieron fuera de España entre 1753 y 1758 aproximadamente.
Dos o tres de estos años estuvo estudiando en el colegio Luis el Grande, que los jesuitas tenían en París; y también pasó un tiempo sin concretar en Inglaterra. Tuvo por ello la oportunidad de aprender lenguas modernas (dominaba el inglés y el francés) y de conocer formas de vida y de cultura diferentes a las españolas. Fue adquiriendo Cadalso desde entonces el carácter cosmopolita que predicaban los ilustrados.
A su vuelta a España, completó su formación en el Real Seminario de Nobles de Madrid, donde permaneció dos años con otros jóvenes que formarían la futura elite reformista.
Inició en 1760 un segundo viaje por Europa, realizando nuevos estudios de Derecho y Política. Su padre murió al año siguiente en Copenhague. Regresó en 1762 y se asentó en Madrid. Aquí empezó su carrera militar ingresando como cadete en el Regimiento de Caballería de Borbón, en plena campaña de la guerra contra Portugal. Accedió al grado de capitán en 1764 tras servir como agregado al Estado Mayor del conde de Aranda. En esta época escribió ya algunas de sus obras y tradujo una tragedia de Voltaire, la Zaira, que tituló Combates de amor y ley (Cádiz, 1765), aunque esta traslación también ha sido atribuida a Juan Francisco del Postigo.
Desarrolló por entonces una intensa actividad social, paralela a su vida militar y literaria. Frecuentaba círculos cultos, asistía a tertulias y se relacionaba con personajes de la aristocracia. Parece que por alguna de sus críticas a la sociedad madrileña, especialmente a las altas jerarquías de la Corte y sus amoríos, expresada en el Calendario manual y guía de forasteros en Chipre para 1768, aunque no admitió públicamente la autoría de este folleto parece que era suyo, fue desterrado a Zaragoza en 1768, donde más tarde se reunió con su regimiento. Este aislamiento estimuló sus deseos de escribir, en particular obras que tratasen de la soledad, de la adversa fortuna o que hicieran un análisis crítico de la sociedad.
Retornó a la vida madrileña en 1770. Debió de conocer por estas fechas a la actriz María Ignacia Ibáñez, cómica de gran popularidad en su tiempo. Ese mismo año concluyó su tragedia Solaya o los circasianos, obra que quiso estrenar en los Reales Sitios pero que no fue aprobada por los censores, que le negaron la licencia, y no llegó a ser representada ni impresa hasta época reciente. A pesar de todo siguió con su vocación por el estro trágico en Sancho García, conde de Castilla, publicada en Madrid en 1771 bajo el seudónimo de Juan del Valle, que fue representada primero en el coliseo privado del palacio del conde de Aranda y después en el madrileño Teatro de la Cruz. En la puesta en escena de Sancho García participó María Ignacia en el papel de la Condesa. La tempana muerte, en 1771, de su bella amiga, llenó al poeta de una profunda tristeza de la que dan fe sus composiciones escritas por esas fechas. No podemos aceptar las apócrifas noticias que distorsionan su biografía con un falso intento de desenterrar su cadáver, sepultado en la iglesia madrileña de San Sebastián, donde radicaba la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena, patrona de los cómicos.
Por este motivo creen algunos biógrafos que fue desterrado a Salamanca, episodio que tampoco está documentado.
En 1772 estaba de nuevo en la Corte. Frecuentaba los ambientes de la alta sociedad y algunas renombradas tertulias literarias, como la que se celebraba en el palacio de la condesa-duquesa de Benavente, mujer con la que mantuvo una gran amistad, o la de la Fonda de San Sebastián, donde se relacionó con otros escritores de su tiempo, partidarios de la estética neoclásica (Nicolás Fernández de Moratín, Tomás de Iriarte, Ignacio López de Ayala, los italianos Conti y Napoli Signorelli...). Por estas fechas compuso Los eruditos a la violeta, que, según Glendinning, pudo haber acabado antes de la muerte de María Ignacia, aunque la obra no fue impresa hasta 1772, y las Noches lúgubres, ligada a este luctuoso episodio.
Gozaba ya de una cierta fama literaria cuando en 1773 se incorporó con su regimiento a Salamanca.
En esta ciudad conoció a Juan Meléndez Valdés, estudiante de Leyes, a José Iglesias de la Casa, a Juan Pablo Forner, a fray Diego Tadeo González..., todos ellos interesados por las letras, que formaron la denominada Escuela Poética Salmantina. En sus reuniones leían poemas propios y ajenos, y se comentaban asuntos diversos relacionados con la literatura. Cadalso utilizó el nombre poético de Dalmiro y tuvo sobre estos escritores un gran ascendiente de orden literario y moral.
Tras una corta estancia en Madrid, en octubre de 1774 siguió Cadalso a su regimiento por Extremadura.
En 1777 fue ascendido a comandante de escuadrón, pasando al año siguiente a Andalucía. Parece que se sentía desilusionado de la vida militar, según se desprende de su correspondencia, y que se iba acentuando en él una visión negativa de la sociedad. Destinado a la Marina por su propia voluntad, fue designado ayudante de campo del general en jefe de las fuerzas españolas que sitiaban Gibraltar, y en 1782 nombrado coronel. Murió el 26 de febrero de 1782 en este sitio al ser alcanzado por una granada.
En opinión de sus contemporáneos, Cadalso debió de ser una persona muy sociable y de gran atractivo personal, que supo mantener amistad con gente de ideas y orígenes diversos. Se contaron entre sus amigos Vicente García de la Huerta, Tomás de Iriarte, Nicolás Fernández de Moratín, Juan Meléndez Valdés y el conde de Aranda. Por parte de los críticos, su figura ha suscitado juicios diversos. Para algunos fue un autor poco original, que imitó a escritores extranjeros, como Young o Montesquieu. Otros, en particular el profesor R. P. Sebold, le consideran el iniciador del Romanticismo en España, basándose especialmente en sus Noches lúgubres, ya que consideran como autobiográfico el episodio del desenterramiento de la amada. Pero lo fundamental de su producción tiene una tonalidad neoclásica, por más que despiste a algunos críticos con alguna experiencia de tono romántico, que relaciona su compleja producción con sus lecturas europeas.
Como poeta, Cadalso fue muy admirado e imitado por los jóvenes del setecientos, ya que su lírica estaba en consonancia con la nueva estética rococó y neoclásica. Ocios de mi juventud es una colección de cincuenta y cuatro poemas que editó en 1773 con el nombre de José Vázquez, su segundo apellido. Recoge composiciones de distintos momentos de su vida, sobre todo de su estancia en Aragón, entre los años 1768 y 1770, y de su vuelta a Madrid. Entre estos últimos se encuentran los que se refieren a su amada Filis, nombre poético dado a la actriz María Ignacia Ibáñez. Pertenecen a los géneros poéticos que estaban en boga: amorosos, que cantan los amores y desdenes relacionados con Filis; pastoriles, tanto de tipo convencional como los que exaltan el paisaje aragonés; anacreónticos, de los que fue iniciador, alabando los placeres sencillos; satíricos y burlescos, a la manera de Quevedo y Góngora; morales, de procedencia horaciana, destacando el ideal de retiro... Imita a los clásicos (Horacio, Ovidio...) y a los poetas españoles de los Siglos de Oro (Garcilaso, Villegas, Quevedo...).
Predominan las anacreónticas y los poemas pastoriles.
En todos ellos parte de los sucesos personales y reflexiona sobre la vida y la adversidad de una manera filosófica. Tuvo una excelente acogida y esta colección fue reeditada en 1781, 1782 y 1786. Desde la fecha de publicación de la obra anterior hasta su muerte en 1782 seguirá escribiendo poesías que se editarán póstumamente en los años posteriores. Tiende ahora hacia los temas más graves y solemnes, y utiliza versos más largos. Realizó también algunas traducciones de autores latinos (Virgilio, Horacio, Ovidio, Marcial, Catulo, Tibulo, Propercio).
La valoración de Cadalso como prosista ha sido superior a la de su obra poética o dramática. La primera obra en prosa que escribió fue la sátira titulada Calendario manual y guía de forasteros en Chipre (1768).
Es una parodia del calendario oficial que anualmente se publicaba en Madrid, en el que se hacían constar las principales fechas cortesanas, los días de los santos y los cultos de la Iglesia, la lista de caballeros pertenecientes a las distintas órdenes militares con su fecha de entrada, los nombres y señas de ministros, tribunales y otras entidades, así como el estado militar del Ejército y la Marina. La burla de Cadalso consiste en presentar el año erótico con las fechas de bailes de máscaras, los nombres de gente de las altas jerarquías con sus amantes correspondientes, objetos relacionados con las relaciones amorosas... Parece que esta obra fue la que provocó el destierro del escritor.
Escrita también con propósito satírico, editó en 1772 Los eruditos a la violeta, contra los que aparentan una falsa erudición. Componen la obra siete lecciones, una para cada día de la semana, que un profesor imparte a sus discípulos. El catedrático, narrador en la mayor parte de la composición, les enseña las nociones indispensables para lucirse en la sociedad sin estudiar nada en serio: tópicos que hay que repetir, escritores que hay que ponderar, conocimientos que hay que fingir, habilidades que se deben manifestar...
Fue la obra más famosa de las publicadas en vida de Cadalso con reediciones en 1781, 1782, 1786 y 1790. Por eso, el mismo año publicó Suplemento al papel intitulado los eruditos a la violeta, en la que comentaba traducciones de muchos fragmentos de poesías citados en la segunda lección y se incluían seis cartas de discípulos sobre los temas de las demás lecciones. En 1790, muerto ya el autor, se editó en Sevilla El buen militar a la violeta, folleto en el que aumentaba el tono satírico para ridiculizar a la sociedad a través de la inmoralidad de los oficiales y del gusto por las modas extranjerizantes. Estos tres textos tienen hoy un valor histórico que reflejan el estado de las costumbres de su tiempo, vistas desde una perspectiva crítica. También se cebaron las censuras en Cadalso, pues hubo quien acusó de ser él mismo un erudito a la violeta, superficial, que había caído en los defectos que criticaba.
Con todo, la obra cumbre de Cadalso es Cartas Marruecas, escrita probablemente entre 1768 y 1774, y publicada póstuma por su amigo y albacea Juan Meléndez Valdés, por entregas en el Correo de Madrid (febrero de 1788-julio de 1789), ya que la censura no autorizó su publicación. La primera edición en volumen independiente es de 1793, reeditada en Barcelona en 1796. Forman un completo análisis crítico, social y moral de la vida y costumbres españolas de su tiempo, hecho con notable gracia e ironía. Se inscriben en la línea de literatura epistolar, de moda en Europa en el siglo xviii, combinada con la tradición de los libros de viajes. Montesquieu, con sus Lettres Persannes (Cartas Persas), proporcionó un modelo que siguieron diversos autores. Es una colección de noventa cartas escritas por tres personajes ficticios, que favorece el contraste y el perspectivismo: el marroquí Gazel, joven que se ha quedado en España después de la vuelta a Marruecos del embajador en cuyo séquito viajaba; su antiguo maestro Ben-Beley, filósofo anciano que vive retirado en su país de origen; y Nuño Núñez, su amigo español. Sin ajustarse a ningún orden cronológico ni temático, las Cartas tratan asuntos muy diversos, aunque subordinados a una intencionalidad: dar una visión crítica de la realidad española de su tiempo. Los motivos son heterogéneos: la escasez de población, la enseñanza universitaria, el abandono de la policía de las ciudades, el atraso de las ciencias, la inutilidad de la clase noble, el abandono de la agricultura, la corrupción administrativa y la ambición de los políticos, entre otros. Estos asuntos variados se relacionan, por una parte, con la historia de España (costumbres, educación, lengua, valores del país) y, por otra, con cuestiones económicas y filosóficas de carácter universal (el lujo, la vida retirada, la fama póstuma). El punto de vista del viajero, distanciado de esta sociedad, descubre perspectivas nuevas con un sentido crítico.
Las Noches lúgubres se publicaron, también póstumas, en el Correo de Madrid entre diciembre de 1789 y enero de 1790. La primera edición completa fue de Barcelona en 1798. En esta obra el autor hacía gala de una nueva sensibilidad que se empezaba a manifestar por entonces, sobre todo en algunos países europeos próximos al movimiento romántico: el gusto por exhibir los sentimientos personales de dolor, melancolía o angustia. La obra pertenece al género sepulcral, de moda en Europa a mediados del siglo xviii y muestra el interés por lo macabro, la necrofilia, lo cadavérico, la escenografía de tormentas, luces y sombras. Cadalso las escribió a imitación del inglés Young. En tres episodios, referidos a tres noches, se nos cuenta cómo el joven Tediato intenta desenterrar, en la cripta de una iglesia, el cadáver de su amada, ayudado por el sepulturero Lorenzo. La acción se complica con un crimen ajeno al protagonista que le lleva a la cárcel y le impide culminar su tarea. Están escritas a modo de diálogo, aunque son más bien monólogos declamados.
Tanto en el estilo como en las situaciones argumentales se refleja la preocupación filosófica del autor por la injusticia y por las adversidades de la vida. Los temas macabros y nocturnos agradaron sobremanera a los románticos que editaron en numerosas ocasiones las Noches lúgubres (1802, 1804, 1815, 1817, 1818, 1819, 1823, 1827, 1828, 1829, 1842...).
Después de la muerte de Cadalso se publicaron a su nombre varias sátiras en prosa, en la prensa o se fueron incluyendo después en distintas colecciones de sus obras. No está muy clara su autoría de Óptica del cortejo. Espejo claro en que con demostraciones prácticas del entendimiento se manifiesta lo insustancial de semejante empleo. Ocios políticos, que trata de las relaciones entre los sexos y las malas consecuencias de las amistades íntimas que se llaman cortejos. Sí que parece que salieron de su pluma las tituladas: Anales de cinco días, en los que se vio y escribió lo que pasa en el siglo ilustrado, y una Guía de hijos de vecinos y forasteros, aparecidas póstumas en el periódico Semanario Erudito (17, 1789). Completa la obra en prosa de Cadalso una autobiografía, incompleta, titulada Memoria de los acontecimientos más particulares de mi vida, con tres “continuaciones”. Escribió numerosas cartas personales dirigidas a los poetas de Salamanca y a otros personajes (literatos, militares, aristócratas) relevantes de su tiempo, que eran muy solicitadas y leídas de manera manuscrita.
El teatro ocupa un lugar secundario dentro de la producción literaria de Cadalso, aunque fue posiblemente el género que cultivó primero. Durante su vida no obtuvo gran éxito, y con el paso del tiempo tampoco se ha revalorizado. Escribió tres tragedias, una de ellas perdida, con la intención de colaborar en el proyecto reformista del conde de Aranda de aclimatar este género a nuestros usos dramáticos. Cadalso trata en estas obras de los amores entre personas de distintos países y culturas, así como de la lucha entre las ambiciones personales y los deberes para con la familia, la sociedad o la patria. Siguen la preceptiva neoclásica. Solaya o los circasianos fue escrita hacia 1770 y permaneció inédita hasta 1982. En su tiempo no se representó ni fue editada, ya que no superó los trámites de la censura. Dramatiza un enfrentamiento entre el sentimiento amoroso y las convenciones sociales, con un desenlace cruel. Don Sancho García, conde de Castilla, de 1771, está escrita en endecasílabos pareados y dividida en cinco actos. Ambientada en la época medieval, presenta un antiguo tema legendario: la condesa de Castilla, Ava, madre del conde Sancho García, intenta envenenar a su hijo por complacer a su amante Almanzor, que aspiraba a ocupar el trono castellano. Hay poca tensión dramática y un desenlace esperado. Fue reeditada en Madrid en 1784 y 1785. Tenemos referencias de que escribió otra tragedia en cinco actos, perdida, titulada La numantina, leída en la tertulia de la Fonda de San Sebastián.
Siguiendo la estela de Garcilaso, Cadalso fue militar y literato que abarca un amplio espacio creativo como poeta, dramaturgo y prosista que abrió el camino a la nueva literatura y reflejó en ella su espíritu reformista.
Obras de ~: Don Sancho García, conde de Castilla, tragedia española original por Juan del Valle, Madrid, Ibarra, 1771 (Madrid, Consejo de Indias, 1784); Los eruditos a la violeta, compuesto por José Vázquez, Madrid, Sancha, 1772 (Barcelona, Piferrer, 1782, 1786, 1790); Ocios de mi juventud, o Poesías líricas de José Vázquez, Madrid, Sancha, 1773 (Madrid, Hernández Pacheco, 1781; Barcelona, Piferrer, 1782, 1786); El buen militar a la violeta, lección póstuma, Sevilla, Mayor, 1790; Cartas marruecas, Madrid, Sancha, 1793 (Barcelona, Piferrer, 1796); Noches lúgubres, imitando el estilo de las que escribió en inglés el doctor Young, Barcelona, Sastres, 1798 (Noches lúgubres, ed. de E. Martínez Mata, Barcelona, Crítica, 2000); Defensa de la nación española contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu, ed. G. de Mercadier, Toulouse, Université, 1970; Escritos autobiográficos y epistolario, ed. de N. Glendinning y N. Harrison, London, Tamesis Books, 1979; Calendario manual y Guía de los forasteros de Chipre, ed. de N. Glendinning, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1982; Solaya o los circasianos, ed. de F. Aguilar Piñal, Madrid, Castalia, 1982; Obra poética, ed. de R. Reyes Cano, Cádiz, Universidad, 1993.
Bibl.: N. Glendinning, Vida y obra de Cadalso, Madrid, Gredos, 1962; F. Ximénez de Sandoval, Cadalso. Vida y muerte de un poeta soldado, Madrid, Editora Nacional 1967; J. B. Hughes, José Cadalso y las Cartas Marruecas, Madrid, Tecnos, 1969; R. P. Sebold, Cadalso: el primer romántico “europeo” de España, Madrid, Gredos, 1974; J. K. Edwars, Tres imágenes de José Cadalso: el crítico, el moralista, el creador, Sevilla, Publicaciones Universidad, 1976; L. Domergue, “Luces y censura: el caso de Cadalso”, en Tres calas en la censura dieciochesca, Toulouse, Université de T.-Le Mirail, 1981, págs. 9-39; Hombre de bien. Estudios sobre la vida y la obra de Cadalso, Granada, Universidad, 1982; Cadalso, Cádiz, Diputación Provincial, 1983, 2 vols.; Coloquio Internacional sobre José Cadalso (Bolonia, 26-28 de octubre de 1982), Abano Terme, Piovan editore, 1985; E. Palacios Fernández, “José Cadalso, lección de vizcainía”, en II Seminario de Historia de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, San Sebastián, RSBAP, 1989, págs. 9-29; S. Dale, Novela innovadora en las Cartas Marruecas de Cadalso, Nueva Orleans, University Press, 1998; A. González Troyano, “Cadalso: la muerte romántico de un ilustrado”, en Almoraima: revista de estudios campogibraltareños, n.º 34 (2007) (ejemplar dedicado al Primer Congreso Internacional “La pérdida de Gibraltar y el nacimiento de las nuevas poblaciones”. VIII Jornadas de historia del Campo de Gibraltar, San Roque, del 21 al 24 de octubre de 2004), págs. 21-26.
Emilio Palacios Fernández