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Antonio Flores de Lemus

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Biografía

Flores de Lemus, Antonio. Jaén, 14.VI.1876 – Madrid, 21.III.1941. Economista.

Su padre, abogado, procedía de los Flores de Mojácar. El estudio de la heráldica de estos hidalgos de esta localidad almeriense prueba que tenían raíces en los Flórez asturianos, por lo que él se consideraba pariente lejano del gran economista Flórez Estrada. Su madre, Francisca de Lemus Garzón, que fue una belleza y se la llamó “la perla de Andalucía”, era de una familia de terratenientes de Jaén. Se casaría Antonio Flores de Lemus con Ana Jiménez Canga Argüelles, pariente de los conocidos hacendistas doceañistas de este apellido, pero de una rama asentada en Almería.

Cursó muy brillantemente el bachillerato en Jaén. Por su extrema miopía abandonó la idea de ser ingeniero industrial, porque consideró que en un taller fabril sería incapaz de dar las instrucciones adecuadas, al no poder reconocer a sus interlocutores. Comenzó por eso la carrera de Derecho en la Universidad de Granada, pero su padre, por consejo de Francisco Giner de los Ríos, le trasladó en el último curso de la carrera a la Universidad de Oviedo, donde se licenció el 3 de noviembre de 1898. En este centro, a fines del siglo XIX se reunían algunos importantes renovadores de los estudios jurídicos y sociales en España. Muchos de ellos eran declaradamente krausistas. Por eso, en más de una ocasión se ha considerado a esa Universidad vinculada mayoritariamente con la Institución Libre de Enseñanza. Como le había sucedido en el bachillerato, alcanzó Flores de Lemus unas calificaciones tan altas en la carrera de Derecho en Oviedo que, junto con José Castillejo, fue premiado por esa Universidad con una beca para estudiar en el extranjero. En aquellos momentos, de auténtica Edad de Oro de la ciencia y la investigación en la Universidad germana, ese lugar era Alemania. Previamente, Flores de Lemus cursó el doctorado en la Universidad Central, y en él fue uno de los que siguieron el singular curso que profesaba el profesor Giner de los Ríos.

Aparece pues, ahí, una evidente influencia de éste, quien le aconsejó que, efectivamente, se trasladase a Alemania. Al mismo tiempo, Flores de Lemus logró el título de doctor en Derecho con una tesis doctoral sobre la Paz de Amiens, que el profesor Truyol consideró muy bien planteada. En los medios académicos se decía que, por una apuesta con jóvenes profesores, quienes le habían vigilado mientras la escribía, la había redactado de un tirón, sin consultar libro alguno.

Comenzó sus estudios en Alemania en la Universidad de Tubinga. Fue una suerte para él porque allí enseñaba el profesor Bortkiewicz. Eran los momentos en los que el historicismo dominaba la Universidad del Imperio alemán. También eran los derivados de la violenta polémica entre las Escuelas de Viena y Berlín, encabezadas en la famosa “batalla del método”. Menger y Schmoller la habían iniciado casi con furia.

También eran los tiempos en que, tras la reunión de Eisenach en 1872, presidida por Schmoller, tuvo lugar la fundación de la Verein für Sozialpolitik, y se expansionaban las ideas del “socialismo de cátedra” que, cuando llegó a Alemania Flores de Lemus, estaba capitaneado sobre todo por Wagner. Los seguidores alemanes del marginalismo estaban prácticamente vetados en las Universidades del país. Bortkiewicz, un ingeniero buen conocedor de las matemáticas, que se consideraba discípulo de Alfredo Marshall, había logrado un puesto docente en la Universidad de Tubinga; éste no era demasiado importante: se le encargaba la tarea de introducir en el estudio de la economía a los estudiantes extranjeros que aspiraban a seguir cursos más elevados de ciencias sociales.

El papel de Bortkiewicz fue determinante para que la formación recibida por Flores de Lemus no fuese sólo una mezcla de historicismo y socialismo de cátedra, sino que tuviese una puerta que comunicaba con Marshall y con el empleo de las matemáticas y de la estadística en la economía. Esa puerta, Flores de Lemus la abriría poco a poco, hasta el punto de, años después, llegar a elogiar públicamente el equilibrio parcial de la Escuela de Cambridge. También aprendería de Bortkiewitz a tener en cuenta a Marx como economista ricardiano. Incluso llegó a enviar sobre esto una colaboración a Giner de los Ríos con destino al Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, titulado “Nota sobre el valor de uso en Marx”, que parece haberse perdido. Todo esto sería importante porque, cuando de Tubinga se trasladó a la Universidad de Berlín, pasó a trabajar con Gustavo von Schmoller, y se convirtió en un neohistoricista confeso; nunca podría olvidar esa simiente inicial. Flores prefería hablar de su adhesión a la escuela realista, lo que, además, filosóficamente era exacto, porque Viena, Lausana y Cambridge marchaban por el sendero del nominalismo.

Además complementó esos trabajos con un estudio profundo de la estadística tanto con Lexis como con Ballod. Más que el trabajo empírico basado en los legajos, Flores de Lemus consideraba que debía recoger datos numéricos significativos, gracias al empleo de técnicas estadísticas. El tercer complemento científico que recibió en Berlín fue el de Adolfo Wagner, el gran maestro de la Hacienda, que le explicó de qué modo la política fiscal era clave para la aplicación de los deseos de los socialistas de cátedra. Wagner, por otro lado, rendía cierto culto a Alfredo Marshall.

Todo esto serviría para que Flores de Lemus no acabase siendo un ramplón historicista, un remedo del profesor Tessman, tal como se pinta en la obra de Ibsen, Hedda Gabler.

La Universidad alemana y toda la sociedad toda de este país en esos momentos de paso del siglo XIX al XX, causaron una impresión muy profunda en Flores de Lemus que se tradujo en su entusiasmo por la burocracia prusiana —que imitaría en sus trabajos para la Administración española— o su admiración por el despotismo ilustrado, que en España, políticamente, le llevaron a vincularse cordialmente con Antonio Maura, lo que en ocasiones le provocó importantes choques, como los que tuvo con Cambó, y que también explica, posiblemente, ayudas a personas tan significativas como era Miguel Primo de Rivera. Concretamente, fue miembro de la Asamblea Nacional y ardiente defensor del dictador en un ataque que había preparado precisamente un hijo de Antonio Maura, el conde de la Mortera. Incluso unas frases cariñosas que sobre su talante derechista le dedicaría años después Indalecio Prieto tienen ahí su raíz.

También a eso se puede deber el enfrentamiento de sus —hasta entonces más que cordiales, filiales— relaciones con Giner de los Ríos. Se observa con el examen de la correspondencia entre ambos y el contenido de la última carta de Flores a Giner, fechada el 17 de agosto de 1912, en la que da cuenta de una polémica que había tenido en Heidelberg con el profesor Simarro, quien le había visitado allí, de parte de Giner, cuando iba camino de Leipzig donde se celebraba el jubileo de Wundt. Flores de Lemus no aparece en ninguno de los múltiples actos relacionados con los homenajes tras la muerte de Giner. Hasta el incidente Simarro, no había sido óbice el conocido catolicismo del economista para tener excelentes relaciones con Giner, a quien llamaba “su maestro”. El enfriamiento procede, evidentemente, del impacto que había provocado la contemplación de la singular realidad política y social del Imperio alemán creado por el prusiano Bismarck, en un ardiente patriota español, como era Flores de Lemus, quien, además, había experimentado con claridad la amargura del “desastre del 98”. La síntesis de la discordancia la expone así Flores en la citada carta a Giner: Simarro era “un entusiasta del individualismo democrático (cum grano salis!) americano, y yo economista neomercantilista, imperialista, militarista a la prusiana!”.

En 1904 regresó a España. Puso en marcha un Seminario de Economía en el Ateneo de Madrid, que venía actuando entonces como una auténtica “Open University” y, frente a otros treinta firmantes, ganó, en votación del 16 de marzo de 1905, la cátedra de Economía Política y Hacienda Pública de la Universidad de Barcelona. Allí, inmediatamente desterró el empleo de la toga para la explicación; creó seminarios y una auténtica escuela, con discípulos que eran capaces de leer en otras lenguas ensayos de economía y que tenían cierta soltura para la comprensión de las matemáticas. Éstos pasaron a reunirse periódicamente con él, años después de haber abandonado la cátedra de Barcelona. Su censo esencial lo constituían Miguel Vidal i Guardiola, que sería el primer director del Servicio de Estudios del Banco de España, José M. Tallada, Cristóbal Massó, Bartolomé Amengual, Manuel Reventós, José M. Pi Suñer y Andrés Bauxili, éste en cuanto discípulo, a su vez, de Vidal i Guardiola.

Simultáneamente, entró en contacto con los políticos españoles. García Alix —que sería ministro de Instrucción Pública, Gobernación y Hacienda, con los gobiernos conservadores de Silvela, Azcárraga y Fernández-Villaverde, y gobernador del Banco de España— fue quien comenzó la relación de la Administración con Flores de Lemus. Éste pronto la centró en el Ministerio de Hacienda. De aquellos pasos iniciales ha quedado un libro editado en 1905, formalmente de García Alix, pero que he probado que en realidad era de Flores de Lemus en un artículo publicado en Revista de Economía Política (Velarde, 1955). Por eso señalará Gaziel en sus memorias Tots els camins duen a Roma. Historia d’un destí, 1893-1914, cómo, dos o tres cursos después de aquel de su brillante aparición, pasa el catedrático “al Ministeri de Finances i enfou durant molts anys el tècnic millor. Nosaltres [...] veiérem passar aquell profesor rarissim, com un bell meteor”.

A partir de ahí se van a entrecruzar en la vida de este economista cuatro tareas diferentes. En primer lugar, la meramente docente, que reinició al ganar la cátedra de Economía Política de la Universidad Central el 3 de febrero de 1920. Llegará hasta el 16 de enero de 1936. Esa jornada comenzó a dictar su clase. Le escuchaban aquel día no más de ocho o diez alumnos. Tras la puerta de aquella aula del caserón de San Bernardo se oían gritos, polémicas en tono agrio; de pronto se percibió nítidamente un disparo de pistola y tras él, carreras. Llamaron a la puerta. Apareció el bedel Burgos, que le dijo: “Don Antonio; nadie da hoy clases. Hay disparos. ¿Por qué no suspende la suya?”. Flores de Lemus, que siempre fue una persona valiente, hizo un gesto negativo con la cabeza y prosiguió la explicación. Fuera reinaba el silencio. Al poco rato, de nuevo se oyeron voces, carreras, algarabía, golpes en la puerta que, de pronto, cedió. Un grupo numeroso penetró en el aula mientras prorrumpía a gritos: “¡Fuera, fuera! ¡A la huelga!”. Flores de Lemus, muy pálido, se levantó y desde la altura de su cuerpo erguido les dijo: “Señores: en estas circunstancias no puede haber una política económica, ni yo puedo enseñarles Economía Política. Pueden marcharse”. Los alumnos se levantaron y sintieron un escalofrío. Estas palabras las iban a recordar siempre, mientras participaban, en uno u otro bando, en la guerra sangrienta que a poco se inició. Fueron las últimas que pronunció como profesor. Más adelante, los dos bandos, por abandono de la cátedra el republicano, y realmente por haber tenido discípulos que habían sido ministros de Hacienda durante la Segunda República, el nacional, le destituyeron de ella.

El segundo ámbito fue no sólo el del asesoramiento al Ministerio de Hacienda, sino al conjunto de la vida administrativa española. El 13 de febrero de 1905 una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública dispuso que quedase agregado en comisión de servicio al Ministerio de Hacienda. Se consolidó su situación por Real Orden de 17 de diciembre de 1909. A partir de ahí y hasta 1936 —año en el que, gracias al apoyo de algunos de sus discípulos, logró marcharse a Francia—, trabajó con intensidad al servicio de la Administración: sobre el problema ferroviario para el gobierno largo de Maura; con la redacción del proyecto de Exacciones Locales de Cobián, antecedente del Estatuto Municipal de 1924, de Calvo Sotelo; y muy especialmente con esa obra ingente —que el profesor Fuentes Quintana denominaría “la reforma fiscal silenciosa”—, que buscaba, a la par, mejorar la eficacia del aparato tributario y crear un sistema que superase el creado por los moderados en 1845, tanto en rendimientos como en progresividad. Su ofensiva contra la imposición de consumos, culminada con la Ley de 1918 del Gobierno Nacional, ha de completarse con sus intentos para crear una eficaz imposición sobre la renta de las personas físicas, que culminaría con la Ley Carner de 20 de diciembre de 1932, con la que, definitivamente aparece este impuesto en España. A ello, debe agregarse sus esfuerzos para que desde la Contribución de Utilidades se llegase a un auténtico impuesto sobre sociedades. Simultáneamente, pasó a ocupar puestos importantes en la Administración —como consejero ya del Banco de España, ya de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos, S. A. (Campsa), ya del Consejo Superior de Ferrocarriles— o representante de ella en el exterior, como sucedió en la Sociedad de Naciones o en la Conferencia Económica de Londres de 1933, y de modo especialmente vivo, como miembro, en 1931, de la Comisión Técnica encargada de elaborar un proyecto de ley de Reforma Agraria.

El tercer ámbito fue el de la formación, a través de su Seminario, de altos investigadores y catedráticos de Universidad. Comenzó esta tarea en un seminario informal en su despacho del Ministerio de Hacienda, del que formaban parte Agustín Viñuales, Ramón Carande, Luis Olariaga, Álvarez de Cienfuegos, Rodríguez Mata, Vicente Gay y Gabriel Franco. En él se trabajaba con eso que podría llamarse espíritu socrático o, si se prefiere, de Giner de los Ríos. A veces, una carta de un maestro alemán, dirigida a Flores de Lemus salía a relucir para centrar la discusión. Nunca como base de engolamiento o presunción. En ocasiones, un discípulo leía un texto de interés candente por aquella fecha en voz alta —así sucedió con Olariaga y el famoso Business Cycles de Wesley C. Mitchell—, y con él como fundamento, Flores de Lemus abría portentosos, nuevos y audaces panoramas, porque, como señaló Álvarez de Cienfuegos, “no se asustaba de nada”. Otro día, un trabajo urgente que precisaba un ministro obligaba a que le prestase ayuda todo el pequeño grupo que se ponía así, insensiblemente, en contacto con la realidad económica española y extranjera, con los métodos estadísticos, con las posibilidades de nuestra burocracia. Se trabajaba entonces, sin descanso, hasta la madrugada muchas veces. Una cena subida del Café Universal consumida a horas inverosímiles y que pagaba inexorablemente de su bolsillo Flores de Lemus. Después, este seminario se institucionalizó un tanto porque la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas lo incorporó como base de la dirección de los pensionados españoles que se iban al extranjero. En él trabajaron, bajo la dirección de Flores de Lemus, profesores tan importantes como Valentín Andrés Álvarez, José Vergara Doncel, José Castañeda, José María Naharro, Jesús Prados Arrarte, Manuel Sánchez Sarto o Alberto Ullastres. En él se fue acentuando, progresivamente, el que podría llamarse peso marshalliano, o incluso walrasiano, y apagando el schmolleriano. Sin él no es posible pensar ni en el muy importante trabajo posterior de la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos, ni en la puesta en marcha en 1943, de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas.

Finalmente, el cuarto ámbito se encuentra en sus propios trabajos de investigación. Se inician con su tesis doctoral, Ensayo sobre el Congreso de Amiens (1801-1802) y su obra. Contribución al estudio de los Tratados ajustados por España con las principales naciones de Europa (Jaén, 1899). Muy importante para entender la influencia en él del neohistoricismo, del nacionalismo económico y del socialismo de cátedra, es el segundo: La reforma arancelaria. Consideraciones y materiales, volumen I. Alemania, cuaderno 1, Bosquejo de la política comercial alemana durante el Gobierno de los tres últimos Cancilleres (Madrid, 1905). El tercero es su larga aportación Spanien desde Barcelona al anuario de Von Halle en 1906, un panorama precioso de nuestra economía cuando se preparaba el Arancel Salvador y se avizoraba el gobierno largo de Maura.

El cuarto es la colosal aportación donde se estudia muy a fondo el efecto renta y se expone por primera vez el patrón de consumo de los españoles, Documentos y Trabajos de la Comisión extraparlamentaria para la transformación del Impuesto de Consumos (Madrid, 1900-1910, 4 vols.); el quinto es a la par, un alarde de la interpretación de las cifras conocidas sobre nuestra economía y el planteamiento de la cuestión agraria, y se concretó en el artículo publicado en La Lectura en 1914, “Algunos datos estadísticos sobre el estado actual de la economía española”. El sexto es “Notas sobre el consumo probable de derivados del petróleo en el territorio aduanero español”, incluido en el libro de Joaquín Sánchez de Toca, El petróleo como artículo de primera necesidad para la economía nacional (Madrid, 1917). El séptimo es totalmente analítico, y aunque se editó posteriormente sobre el manuscrito encontrado en el Archivo del Ministerio de Educación por Fuentes Quintana y por mí, en realidad se escribió en 1920, con el título de El problema de la circulación del capital en Marx. El octavo es un trabajo pre-econométrico que se publicó en 1926 por El Financiero y se titula “Sobre una dirección fundamental de la producción rural española” y ha pasado a ser conocido en la literatura española como “la profecía de Flores de Lemus”, la cual, por cierto, se ha cumplido.

El noveno es de un adelantado científico. Ofrece nada menos que un modelo econométrico de un país, España, para resolver la cuestión planteada, y su título es Dictamen de la Comisión nombrada por Real Orden de 9 de enero de 1929, para el estudio de la implantación del patrón oro. Finalmente, sobre la financiación de la Guerra Civil, y como glosa personal al Informe Larraz, publicó Flores un trabajo en francés, del que se dispone de fotocopia, pero sin que exista constancia exacta del órgano de prensa en que apareció. Sus Obras Completas están en curso de edición en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

 

Obras de ~: Ensayo sobre el Congreso de Amiens (1801-1802) y su obra. Contribución al estudio de los Tratados ajustados por España con las principales naciones de Europa, tesis doctoral, 1899 (inéd.); La exportación española al Imperio alemán, 1901 (inéd.); Programa de un curso de economía política, 1902 (inéd.); Borrador de un programa de Hacienda Pública, 1902 (inéd.); La exportación española de minerales de hierro, 1903 (inéd.); “Recensión de la obra de M. Westphal, Relaciones comerciales hispano-alemanas”, en La Unión, 1903; Informe sobre el Tratado de Comercio de 27 de junio de 1892 de España con Noruega, 1904 (inéd.); La reforma arancelaria. Consideraciones y materiales, vol. I, cuad. I, Bosquejo de la política comercial alemana durante el gobierno de los tres últimos cancilleres, Madrid, Imprenta de A. Marzo, 1905; “Cartas a Antonio García Alix”, [las cinco enviadas desde Barcelona y fechadas el 13 de noviembre, 1 de diciembre y 11 de diciembre, en 1905, y el 21 de enero y 2 de marzo, en 1906] [ed. en Moneda y Crédito, n.º 43 (1952); n.º 45 y n.º 46 (1953) (reprod. bajo el título “Cuestiones arancelarias al rayar el siglo XX (Cartas de Flores de Lemus al Ministro de Hacienda García Alix)”, en Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976), págs. 391-421)]; “El problema del impuesto de consumos”, en Ateneo, n.º 2 (febrero de 1906); “El nuevo arancel”, en La Ley, 30 de abril de 1906; “Las rebajas en la segunda columna del nuevo Arancel”, en La Ley, 14 de abril de 1906; “Spanien”, en Die Weltwirtschaft, Druke und Verlag, Leipzig-Berlin, [repr. y trad. con intr. de J. Velarde Fuertes, en Investigaciones Económicas, n.º 21 (1983), págs. 23-94]; Documentos y trabajos de la Comisión Extraparlamentaria para la transformación del Impuesto de Consumos, Madrid, Imprenta de M. Minuesa, 1906-1910, 4 ts.; “Spanien”, en Die Weltwirtschaft, Leipzig-Berlin, Druke und Verlag, 1907; Spanien, en Die Weltwirtschaft, Leipzig-Berlin, Druke und Verlag, 1908; Estudio sobre las disposiciones dictadas durante el ministerio de Osma, 1907-1909 y sus resultados. Anexo: Importe de las desgravaciones contenidas en los presupuestos de ingresos para 1905 a 1909 por consecuencia de las modificaciones de tributos, según cálculos del autor del proyecto, 1910 (inéd.); Estudio sobre consumo e impuestos sobre la sal en diversos Estados (Austria, Rumanía, Hungría, Francia, Alemania), 1910 (inéd.); Proyecto de ley reformando el impuesto de cédulas personales, 1910 (inéd.); Bases para la reforma de las exacciones municipales. Exposición de motivos y texto formativo, 1910 (inéd.); Proyecto de ley de contribución territorial. Circular con instrucciones a las administraciones provinciales de contribuciones, 1910 (inéd.); Reglamento de la contribución territorial y repartimiento del cupo (Real Decreto de 5 de enero de 1911), 1911 (inéd.); Reglamento de gravamen a las herencias (ley de 29 de diciembre de 1910), 1911 (inéd.); Sobre la supresión del impuesto de consumos; decreto de 29 de junio de 1911, 1911 (inéd.); I. Sobre la construcción de una tarifa del arbitrio de inquilinatos en Madrid. II. Del arbitrio sobre solares en Madrid. III. Modificaciones que conviene introducir en el presupuesto de Madrid para la sustitución del impuesto de consumos. IV. Discusión parlamentaria sobre la sustitución del impuesto de consumos y creación de un arbitrio de Inquilinato, 1911 (inéd.); Real Decreto sobre la contribución del capital de las sociedades anónimas y de las comanditarias por acciones, 1911 (inéd.); Sobre bancos: Bancos centrales de emisión: Banco Imperial Alemán; Banco Austro-Húngaro, 1911 (inéd.); Memoria sobre la situación de las contribuciones directas, Madrid, Dirección General de Contribuciones, 1912 [reimpr. en 1923, y posteriormente, con prefacio de C. Albiñana, en Revista de Economía Política (1957), vol. III]; Proyecto de reorganización de la inspección de Hacienda pública, 1912 (inéd.); Borrador de bases para la transformación y complementación de las actuales contribuciones directas en un sistema de tributación por las rentas y ganancias de todas clases, dividido en seis impuestos parciales y uno general, 1913 (inéd.); Efectos sobre recaudación y sobre precios de la supresión del impuesto de consumos entre 1911 y 1913, 1913 (inéd.); “Algunos datos estadísticos sobre el estado actual de la economía española”, en The Times, 29 de junio de 1914 [repr. en Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976), y parcialmente publicado en La Lectura, 1914]; Informe sobre distribución conveniente en derechos arancelarios sobre productos siderúrgicos y repercusión en construcción naval, 1914 (inéd.); Sobre industria azucarera y el consumo de azúcar. Nota y material estadístico, 1916 (inéd.); Proyecto de ley de impuesto sobre las ventas, 1916 (inéd.); Anteproyecto de Banco Agrícola. I. Exposición de motivos y texto articulado, 1916 (inéd.) [el texto articulado se reproduce en J. Velarde Fuertes, Flores de Lemus ante la economía española, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1961]; Revisión del proyecto de ley de reforma de las Haciendas Municipales de 1911, 1916 (inéd.) (ed. por el Instituto de Estudios Financieros. Patronato Universidad de Deusto, 1959); Sobre la circulación del capital en Marx, 1920 (ed. por primera vez, con notas de J. Velarde Fuertes, en Anales de Economía, julio-septiembre de 1971); Teoría del dinero. La teoría de la cantidad, 1920 [ed. por primera vez, en Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976)]; Borrador del proyecto de ley y reglamento sobre contribución transitoria sobre el capital, 1922 (inéd.); “Sobre una dirección fundamental de la producción rural española”, en Bodas de plata de “El Financiero”. Libro conmemorativo del XXV aniversario de su fundación. 5 de abril de 1901-1926, Madrid, Imprenta Sucesores de Rivadeneyra, 1926, [reed. en Moneda y Crédito, n.º 36 (marzo de 1951)]; Dictamen emitido por la comisión nombrada en 1 de abril de 1927 acerca del proyecto de impuesto sobre rentas y ganancias [reed. en De Economía, año VIII, monográf. IV, n.º 32-34 (marzo de 1951), págs. 256-298]; “Intervención ante la Asamblea Nacional”, en Diario de Sesiones, 1928-1929; Dictamen de la Comisión nombrada por Real Orden de 9 de enero de 1929 para el estudio de la implantación del patrón oro, emitido el 4 de junio de 1929, Madrid, Consejo Superior Bancario, 1929; Programa de Economía Política, Madrid, Universidad Central, 1929; “Prólogo”, a A. de Miguel, Introducción a la metodología estadística. Fundamentos de estadística matemática, Madrid, Imprenta de Samarán y Cía, 1934 [reprod. en Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976)]; Informe sobre la reducción de la Tarifa Tercera de Utilidades de la Sociedad Hidroeléctrica Española por razón de los dividendos de Cooperativa Electra, 1940 (inéd.); “Cambio y precios. La experiencia española. Parte primera: Correlación entre el cambio y el nivel general de los precios”, en Revista Nacional de Economía, año XIV, t. XXVIII, n.º 84 (marzo de 1951), págs. 203-222.

 

Bibl.: “Flores de Lemus (Antonio)”, en VV. AA. Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, t. XXIV, Barcelona, Espasa Calpe, 1924; G. Franco, Spanien en Die Wirtschaftstheorie der Gegenwart, t. I de la Gesamtbild der forschung in der einzelnen Ladnern, Wien, Julios Springer, 1928, págs. 218-235 [vers. esp. de M. A. Guinot Almeda con revisiones de E. Lluch, en Anales de Economía, reprod. en Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976), págs. 560-564]; V. Gay, “Progreso de la cultura económica en España. El profesor Antonio Flores de Lemus”, en Moneda y Crédito, n.º 8 (marzo de 1944), págs. 8-13; J. Velarde Fuertes, “Una nota sobre las relaciones entre Flores de Lemus y García Alix”, en Revista de Economía Política, 6, I (1955), págs. 89-125; Flores de Lemus ante la economía española, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1961; Antonio Flores de Lemus (14-VI-1876 - 21-III-1941), n.º monogr. de Hacienda Pública Española, n.º 42-43 (1976); “Flores de Lemus: una revisión”, en Economistas españoles contemporáneos: primeros maestros, Madrid, Espasa Calpe, 1990; “Los cerdos y Flores de Lemus”, apartado del artículo “Los cerdos y la economía”, en Cuadernos de Agricultura, Pesca y Alimentación, n.º 23 (2000), págs. 3-4; E. Fuentes Quintana, “Flores de Lemus en el Ministerio de Hacienda”, M. Martín Rodríguez, “Flores de Lemus y la nueva economía política española del siglo XX”, J. M. Serrano Sanz, “El ‘currículum vitae’ y la obra de don Antonio Flores de Lemus”, J. Velarde Fuertes, “El legado de Flores de Lemus”, “Antonio Flores de Lemus: una revisión veinte años después” y “Las cuatro escuelas de Flores de Lemus”, en E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles. La modernización de los estudios de economía, vol. VI, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2001, págs. 165-268, págs. 155-163, págs. 45-66, págs. 67-96, págs. 97-153 y págs. 269-272, respect.

 

Juan Velarde Fuertes

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