Rodríguez de la Bárcena, Francisco de Sales. Sevilla, 2.II.1758 – ?, p. m. s. XIX. Diputado, canónigo de la Catedral de Sevilla.
Fueron sus padres Prudencio Rodríguez Benito y Manuela de la Bárcena y Coronas.
Fue nombrado capellán del Real Colegio de San Telmo, miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, en calidad de académico numerario y revisor, y de la Real Sociedad Médica Hispalense, como socio teólogo de erudición, consultor y revisor.
Diputado suplente por la provincia de Sevilla en las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813). Elegido en Cádiz según Instrucción de 1 de enero, la Real Orden de 18 de agosto y el Real Decreto de 8 de septiembre, jurando su cargo el día 24 de septiembre. Posteriormente fue elegido diputado propietario el día 26 de junio de 1813. De tendencia absolutista, seguía la tesis del padre Suárez respecto al concepto de Nación como “una comunidad perfecta”, unida por el vínculo moral, con la previa existencia social de sus componentes.
Propuso que, como a causa de la invasión de Andalucía por los franceses, se había trasladado a Cádiz la plata y copones de las iglesias sevillanas, se separasen aquellas que se consideraban más precisas al culto divino, antes de que el Consejo de Regencia dispusiera del todo de dichas alhajas, por lo que, tras un breve debate, se resolvió hacerlo así (4 de enero de 1811).
Fue corresponsal de fray Francisco Alvarado, el Filósofo Rancio, de quien se dice que desde Tavira (Portugal), con su pensamiento reaccionario avivaba la polémica manteniendo que la Inquisición debía limpiar a España de filósofos, “de la misma forma que la había limpiado de judíos”, todo ello realizado bajo la forma de las cartas que él dirigía a las Cortes. Formó parte, asimismo, de la comisión encargada de elaborar el proyecto de Constitución, proponiendo en la discusión del artículo primero la fórmula, “bajo un gobierno monárquico, de religión católica y sistema de la propia legislación” (23 de diciembre de 1810). También perteneció a la comisión encargada de presentar a la mayor brevedad posible una lista de alhajas que en cada iglesia se consideraría absolutamente necesarias para el culto y a la de prebendas eclesiásticas. Con todo, no se mostró totalmente de acuerdo con la donación de alhajas por parte de la Iglesia para cubrir parte de los gastos ocasionados por la Guerra, llegando a pedir que se devolviera una parte de las provenientes de Sevilla. Expresó que, en última instancia, eran los obispos los únicos administradores de los bienes de la Iglesia. Una de las figuras más caracterizadas del sector más realista y tradicional, fue uno de los firmantes de la Constitución, aunque, evidentemente, no fue muy popular entre los elementos liberales de Cádiz, siendo insultado en varias ocasiones al salir de las sesiones de las Cortes. Se alojó en la plaza de San Juan de Dios, n.º 7.
Obras de ~: Oratis rettorica literalis voce laudis et gloria declamata in excellentem honorem seraphica Virginis, inmaculati agni dilectissimae- Sponsae predicatorum Ordinis fulgentissimo ornamenti D. Catharinae Senensis in qua de per quam prepotens Divinus amor, Sevilla, s. f.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 2 n.º 17.
Congreso de los Diputados, Diario de sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias, Madrid, Imprenta de J. A. García, 1870; A. Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano, t. XVII, Madrid, 1948, pág. 246; J. M.ª García León, Los diputados doceañistas, t. II, Cádiz, Ayuntamiento, 2006, págs. 500-501; M. Urquijo Goitia (dir.), Diccionario biográfico de parlamentarios españoles. Cortes de Cádiz. 1810-1814, Madrid, Cortes Generales, 2010 (CD-Rom).
José María García León
