Yaḥyà b. al-Nāṣir al-Mu‛taṣim bi-llāh. ?, f. s. XII – 29 šawwāl 633 H./6.VI.1236 C. Octavo califa almohade.
Yaḥyà b. al-Nāṣir, que adoptó el título de al-Mu‛taṣim bi-llāh, era hijo de Muḥammad al-Nāṣir, el cuarto soberano almohade, y hermano de Yūsuf II al-Mustanṣir, quinto califa de la dinastía de los Banū ‛Abd al-Mu’min. A partir de la derrota de su padre en las Navas de Tolosa en 1212, la descomposición interna del califato almohade se aceleró, aunque la crisis no estalló en toda su plenitud hasta el año 620/1224, cuando se produjo la muerte inesperada y accidental de Yūsuf II al-Mustanṣir, momento a partir del cual se rompe la unidad del califato, iniciándose un período de trece años de enfrentamientos internos debido a la doble proclamación del anciano ‛Abd al-Wāḥid al-Majlū‛ en Marrakech y de al-‛Ādil en Murcia.
Cuatro años después, en 624/1227, a la muerte de al-‛Ādil, tío de Yaḥyà e inmediato antecesor suyo, de nuevo volvió a repetirse la misma situación, debido a la doble proclamación del propio Yaḥyà, por un lado, y de su tío, hermano del califa fallecido, Abū-l-‛Ulà Idrīs, que gobernó como al-Ma’mūn. Ambos simultanearon el poder durante los cinco años que transcurren entre 624/1227 y la muerte del segundo en 629/1232, momento a partir del cual fue sucedido por su hijo ‛Abd al-Wāḥid, conocido como al-Rašīd. De esta forma, como indica un cronista, las circunstancias apenas le fueron favorables, salvo durante dos años, por lo que su gobierno fue infortunado. En efecto, Yaḥyà al-Mu‛taṣim apenas llegó a ejercer como verdadero soberano, ya que en sus nueve años de gobierno es preciso distinguir entre dos etapas, una inicial en la que tuvo que hacer frente a la rivalidad de su tío al-Ma’mūn y la segunda en la que combatió a su primo al-Rašīd, con el que mantuvo la pugna hasta su muerte en 633/1236. La existencia de dos soberanos que se disputaban la legitimidad del poder y el mantenimiento de una situación de división y enfrentamientos internos a lo largo de varios años son claro testimonio del estado de inestabilidad y fuerte crisis en el que se vio sumido el Imperio almohade desde 620/1224.
Yaḥyà fue proclamado califa con el apoyo de los jeques de Marrakech, mientras que al-Ma’mūn había hecho lo propio en al-Andalus, consagrando de esta forma la división en dos partes del Imperio almohade. La primera fase de su gobierno estuvo, pues, centrada en hacer frente al desafío de su soberanía por parte de su tío. En ŷumādà II de 625 (mayo de 1228), a los pocos meses de su proclamación, tuvo que refugiarse en el Atlas puesto que al-Ma’mūn para debilitar sus competencias pidió auxilio a Ibn Yuyyān; este no sólo se lo dio sino que además consiguió el apoyo del caudillo de los Julṭ y del jefe de los Haskūra. Sin embargo, Yaḥyà, volvió a Marrakech ayudado por el jeque de Hintāta, y dispuesto al saqueo. Al-Ma’mūn no pudo evitarlo ya que tuvo que ocuparse del inicio de la rebelión protagonizada por Ibn Hūd en Murcia desde mayo de 1228, convirtiéndose en el principal desafío a la autoridad almohade en el territorio andalusí. Al-Ma’mūn tuvo que retirarse, ya que Murcia y sus habitantes resistieron con entereza todos los ataques y fueron fieles apoyando a Ibn Hūd. Al-Ma’mūn con el apoyo de Fernando III, tras firmar un acuerdo, volvió a Marrakech. Yaḥyà se encontraba allí dispuesto a iniciar el combate, pero la milicia cristiana de al-Ma’mūn derrotó a las fuerzas de Yaḥyà, que tuvo que buscar refugio en las montañas del Atlas. Muchos de los que lo habían acompañado fueron ejecutados por al-Ma’mūn. Las penas impuestas fueron duras pues al-Ma’mun no sólo se contentó con derrotar a su sobrino Yaḥyà sino que a los jeques que habían renegado de él y le habían sido infieles también los persiguió y les dio muerte. Poco después, al-Ma’mūn perdía todas las posibilidades de control sobre al-Andalus, ya que Sevilla se había entregado a Ibn Hūd.
Tras sucederse varios episodios sangrientos, y después de que al-Ma’mūn intentase abolir todas las instituciones tradicionales de los almohades, Yaḥyà trató de poner freno a estos excesos que se estaban produciendo en Marrakech, pero al-Ma’mūn contaba con una enorme superioridad, puesto que los cristianos y los Julṭ estaban con él. A partir de esta derrota Yaḥyà regresó nuevamente al Atlas pero fue seguido por sus enemigos que desde el 14 de julio hasta el 12 de agosto de 1230 lo acorralaron, saliendo victoriosos.
En el año 629/1231 el sayyid ‛Umrān b. al-Manṣūr, hermano del califa, se rebeló en Ceuta, otorgándose el sobrenombre de al-Mu’ayyad. Inmediatamente al-Ma’mūn se dispuso a asediar dicha posición, clave en el control del Estrecho y, por lo tanto, para el mantenimiento del control de las posesiones peninsulares. Ello fue aprovechado por Yaḥyà para bajar de las montañas del Atlas y razziar Marrakech. El califa no logró someter a su hermano y, siendo consciente de que la capital corría peligro, volvió a ella, muriendo de forma repentina el sábado último día de dū-l-ḥiŷŷa (17 de octubre de 1232).
La muerte de al-Ma’mūn no supuso el fin de la discordia ni permitió a Yaḥyà hacerse con el poder, ya que el califa fallecido fue sucedido por su hijo ‛Abd al-Wāḥid, que adoptó el nombre de al-Rašīd, contando con tan sólo catorce años de edad. El apoyo de su madre fue decisivo, ya que dirimió junto a los jefes del ejército la proclamación del futuro califa en secreto para evitar que Yaḥyà se hiciese con el poder: con la ayuda de aquellos y de la milicia cristiana, puesto que los jeques almohades se habían retirado tras las cruentas represalias de al-Ma’mūn, se dirigió hacia Marrakech con el propósito de enfrentarse a Yaḥyà y disputarle la capital, en octubre de 1232. A pesar de salir perdedor, Yaḥyà volvió a enfrentarse a su primo en Marrakech donde los habitantes habían nombrado como protector a Abū-l-Faḍl Ŷa‛far para que tratase de recomponer la situación ya cansados de tantas revueltas. Esto inclinó la balanza hacia al-Rašīd que, tras perdonar a los que habían desertado con anterioridad, consiguió ser reconocido, entrando en la capital el 15 de muḥarram de 630 (1 de noviembre de 1234).
Todavía pudo Yaḥyà disputar el poder a al-Rašīd en una segunda oportunidad, aunque de nuevo fracasó. Tras enfrentarse a los Julṭ y mandar asesinar a su jeque y algunos de sus notables, en 632/1235 al-Rašīd hubo de abandonar Marrakech, lo que permitió a Yaḥyà recuperar de forma momentánea el control de la capital. Desde su refugio en Siŷilmasa, aliado con los árabes ṣufyān, al-Rašīd preparó su regreso. Gracias al apoyo de los contingentes cristianos, que tuvieron un protagonismo destacado, derrotó a Yaḥyà y a los Julṭ, quienes se dieron a la huida, recuperando la capital a mediados de 633/primavera de 1236. Acto seguido, emprendió una operación de persecución hacia el territorio occidental, donde había buscado refugio Yaḥyà. Abandonado por los Julṭ, buscó el apoyo de los árabes al-Ma‛qil, quienes le reclamaron a cambio todo tipo de donaciones, siendo finalmente asesinado por ellos el 29 de šawwāl de 633 (6 de junio de 1236). Su cabeza fue enviada a al-Rašīd, que ordenó colgarla de una de las puertas de Marrakech.
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Alejandro García Sanjuán