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José Caballero Muñoz-Caballero

Biografía

Caballero Muñoz-Caballero, José. Huelva, 11.VI.1915 – Madrid, 26.V.1991. Pintor, dibujante, grabador y escenógrafo.

Nace José Caballero en el seno de una familia acomodada de gran peso en la sociedad onubense. Formado en la Academia de Bellas Artes de Huelva con el maestro malagueño José Fernández Alvarado, coincide con otros artistas de proyección nacional, como Ramón Pontones, Manuel Moreno Díaz o José Pablo Martínez Coto.

Durante su adolescencia onubense, Caballero denota una extraordinaria sabiduría en el dibujo, lleno de precisión, sensibilidad y maestría, y en la pintura, a la que somete a una precoz e insaciable dirección hacia los movimientos de vanguardia de la época, surrealismo y, en menor medida, cubismo, gracias al influjo de Manuel de la Corte Amo, Rogelio Buendía, Adriano del Valle y José Cádiz Salvatierra, y de publicaciones tan interesantes como Papel de Aleluyas y Meridiano.

En 1929 se traslada a Madrid para estudiar Ingeniería Industrial, enseñanzas que abandona pronto para comenzar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y, sobre todo, en el taller de su paisano Vázquez Díaz. Desde muy joven bebe en los conocimientos y en los sueños, que jamás abandonara, de García Lorca, Buñuel, Dalí, Salazar, Alberti, Ponce de León, Alberto, Lanz, Prieto o Bergamín en el Madrid republicano y en el taller experimental de La Barraca, en el que colabora. De estos años son sus ilustraciones para Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, o los decorados para Bodas de sangre, de García Lorca, o para la revista Caballo Verde para la Poesía, dirigida por Neruda.

Buena prueba de la indudable capacidad artística del joven Caballero se testimonia en las dos exposiciones, ambas en el Ateneo Popular, que muestra en Huelva. La primera, en 1931, individual, de retratos a sepia y lápiz, con un indudable éxito. La segunda, en 1932, una colectiva titulada Semana de arte nuevo, con obras de Federico García Lorca, Pepe de la Puente, Carlos Fernández Valdemoro, Caballero y el escultor Pablo Gener. Todo un fracaso, como escándalo, de crítica y público en la “primera exposición (en Huelva) que se aventura a exponer y considerar la pintura más reciente como un conjunto”, según se recoge en su catálogo.

Al estallar la Guerra Civil, sus amistades onubenses, caso de Manuel de la Corte, figura importantísima en la amistad y en su formación intelectual, le libran de su pasado republicano. Desde los primeros días de la contienda en Huelva, se convierte con el propio De la Corte, los poetas Jesús Arcensio y Rafael Manzano, el dibujante Escassi, el músico Emilio Molero y, posteriormente, en 1938, con el director Luis Escobar, en uno de los activos promotores de La Tarumba, recorriendo Andalucía y España con su teatro clásico español. En estos años de guerra, Caballero participa activamente con el aparato del nuevo Gobierno, primero en su ciudad natal y posteriormente en Burgos, donde prodiga sus magníficas ilustraciones para revistas como Vértice o libros como Eugenio o la proclamación de la primavera, de Rafael García Serrano.

Al finalizar la guerra, Caballero, sin abandonar del todo la pintura, condena a su obra, como a su vida, a una melancólica orfandad. Son años en los que se dedica más al teatro, al cine y a la publicidad; si bien, en las escasas obras de esta época, aún se percata el instinto vivo y fresco del surrealismo, de corte daliniano y ecos de Ernst, y las deformaciones diamantinas de aires cubistas que se acercan a Bores, confiriendo a la dimensión corpórea del cubismo movimiento y elegancia.

A mediados de los cincuenta, y con un vigor extraordinario, Caballero va a someter a su pintura a una evolución constante, aún llena de referencias literarias, pero ya de una rigurosa síntesis plástica, que, como dice el pintor onubense, “parto de la realidad a la inquietud. De un hecho concreto a la incertidumbre de lo desconocido”. Es la época de sus concreciones formales —de Homenaje a Zurbarán (1956) a Sangre en la barrera (1960)—, cuando despeja las querencias “dibujísticas” y oníricas para reducir al mínimo el objeto, yendo a su esencia mínima, consecuente, simple y esquemática, ordenada, rigurosa y constructiva, de un pensamiento austero, muy castellano, hondo y místico, que, en su abstracción intelectual, trae a la memoria el espacio de Julio González y el organicismo de Alberto.

De la concreción del objeto, pasa, a partir de un viaje a Oriente en 1966, a una obra matérica, telúrica, presidida por el signo y la caligrafía. Caballero evoluciona, consecuente y meditado, próximo a los límites de la abstracción, en lo que se puede llamar una figuración “geometrizante”, todo un espectáculo de color, formas y gestos. Puro símbolo: Albero negro (1968), Signos monetarios (1970), La línea azul (1975), El puente (1984), Algo camina hacia el infinito (1990).

Desde los años cincuenta, su obra es una obligada referencia por su calidad y su instinto devorador en una España que sueña con la libertad de creación.

Aunque cerca de los grandes grupos y las individualidades que dinamitan las férreas estructuras artísticas españolas en esa década, Caballero no goza de la protección oficial necesaria. Guiado sólo de su herencia, no al alcance de todos, busca y encuentra hasta el final de sus días los espacios del prestigio que sólo se otorgan a los grandes de la pintura.

A pesar de navegar por otros estilos, Caballero es, en esencia, un pintor surrealista. Desde sus comienzos construye un universo de símbolos concretos. La luna, el sol y la mar, tres de sus constantes plásticas, junto al componente tierra, indisoluble, marcan la totalidad de su obra. Su surrealismo, verista, onírico o abstracto, es, partiendo de la realidad, de sueños concretos y tangibles. Pocas veces agresivo y subversivo.

Siempre deudor, mas propio. Nunca imitador.

José Caballero está en posesión del Premio de la Crítica en la International Exhibition of Art de Londres (1953), el Gran Premio III Bienal de Arte Hispanoamericano (1955), la Beca de la Fundación Juan March (1959), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1984) y el Premio Artes Plásticas Cultura Andaluza (1989), entre otros. Sus cuadros se conservan en reconocidos museos y fundaciones, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), el Texas Memorial Museum (Austin), el Museo Tamayo (México), el Museo de Arte Moderno (Buenos Aires), el Museo del Teatro (Spoletto), el Carnegie Institute (Pensylvania), el Chase Manhattan (Nueva York), la Galería Nacional (Sofía), la Fundación Juan March o la Fundación Telefónica (Madrid).

 

Obras de ~: El baile, 1933; Las enfermedades de la burguesía, 1935-1937; La infancia de María Fernanda, 1948-1949; Dolorosa de los clavos de Cristo, 1954; Gallo con espino, 1955; Homenaje a Zurbarán, 1956; Sangre en la barrera, 1960; Albero negro, 1968; Signos monetarios, 1970; La línea azul, 1975; Huelva, 1976, Cherno more, 1981; Algo camina hacia el infinito, 1990.

Ilustraciones en R. del Valle-Inclán, Vísperas de la gloriosa, Madrid, Atlántida, 1930; F. García Lorca, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Madrid, Ediciones del Árbol, 1935; R. Gómez de la Serna, Escaleras: drama en tres actos, Madrid, Cruz y Raya, 1935; L. Panero, Escrito a cada instante, Madrid, Cultura Hispánica, 1949; J. Gyenes, Antonio, el bailarín de España [ils. de ~, Picasso y J. Cocteau], Madrid, Taurus, 1964; G. Diego, Biografía incompleta, Madrid, Cultura Hispánica, 1967 (2.ª ed.); J. Bergamín, Al toro, Madrid, Hispánica de Bibliofilia, 1983; M. Hernández, Prosas líricas y aforismos, ed. de M.ª de Gracia Ifach, Madrid, Ediciones de la Torre, 1986.

Escritos: “Paralización del arte”, en La Provincia, Huelva, 22 de noviembre de 1936; Cuadernos de Huelva, pról. de R. Alberti, Huelva, Diputación Provincial, 1985.

 

Bibl.: E. d’Ors y E. Lafuente Ferrari, Nuevo Glosario, Madrid, M. Aguilar, 1947-1949; “Gracia y capricho en la pintura de José Caballero”, en Clavileño (Madrid), n.º 24 (1953); C. Rodríguez Aguilera, Antología española del arte contemporáneo, Barcelona, Seix y Barral Hnos., 1955; R. Faraldo, José Caballero, Madrid, Ateneo, 1958; C. A. Areán, Veinte años de pintura de vanguardia en España, Madrid, Editora Nacional, 1961; V. Aguilera Cerni, Panorama del nuevo arte español, Madrid, Guadarrama, 1966; J. M. Moreno Galván, José Caballero, Madrid, Teyre, 1972; R. Chávarri, José Caballero, Bilbao, Ministerio de Educación y Ciencia, Subdirección General de Información y Publicaciones, 1974; P. Neruda, Confieso que he vivido, Barcelona, Seix Barral, 1974; A. M. Campoy, 100 maestros de la pintura contemporánea, Madrid, Ibérico Europea, 1976; J. M. Caballero Bonald, José Caballero: Obra Retrospectiva. 1932-1977, Granada, Banco de Granada, 1977; J. Brihuega, Las vanguardias artísticas en España. 1909-1936, Madrid, Istmo, 1981; A. Bonet Correa, El Surrealismo, Madrid, Cátedra, 1983; F. Calvo Serraller, España. Medio siglo de arte de vanguardia. 1939-1985, Madrid, Fundación Santillana-Ministerio de Cultura, 1985; A. Bonet Correa, José Caballero, Huelva, Ayuntamiento, 1986; J. Herrera y L. García de Carpi, José Caballero. Del símbolo al signo, Sevilla, Consejería de Cultura y Medio Ambiente, 1991; R. Alberti, “José Caballero”, en El País, Madrid, 28 de octubre de 1991; J. M. Bonet, Diccionario de las vanguardias en España. 1907-1936, Madrid, Alianza Editorial, 1998; J. Velasco, Historia de la pintura contemporánea en Huelva: 1882- 1992, Huelva, Diputación Provincial, 2003; R. Hernández Nieves, Museo de Bellas Artes de Badajoz. Catálogo de pinturas, Badajoz, Diputación Provincial, 2003.

 

Jesús Velasco Nevado

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