Caballé i Folch, Montserrat. Barcelona, 12.IV.1933 – 6.X.2018. Cantante lírica
Bautizada como María Montserrat Viviana Concepción, fue una de las intérpretes operísticas más importantes de finales del siglo XX. Su impecable técnica vocal, su pasión interpretativa y su virtuosismo, especialmente en el repertorio del bel canto romántico, la convirtieron en una cantante legendaria con una trayectoria artística de más de cincuenta años de actividad. Vinculada al Gran Teatre del Liceu de su ciudad natal desde sus comienzos, antes de cumplir diez años inició su instrucción en el Conservatori Superior de Música del Liceu, primero ante el piano y más tarde en el canto, institución en la que se graduó con las máximas calificaciones en 1955 (el Conservatorio le concedió la Medalla de Oro en 1987). Pedro Vallribera, Eugenia Kemmeny, Conchita Badía y Napoleone Annovazzi fueron sus primeros maestros, quienes le ayudaron a moldear su técnica ejemplar y la iniciaron tanto en el repertorio operístico como de cámara.
Después de superar una infancia económicamente difícil y cursados sus estudios gracias al apoyo de becas y del mecenazgo privado, Montserrat Caballé comenzó su trayectoria artística realizando actuaciones con la orquesta de su maestro Annovazzi, con quien cantó, entre otras obras, la Novena sinfonía de Beethoven en Valencia. Su debut operístico se produjo con la compañía de la Ópera de Cámara del citado Annovazzi en el papel de Serpina de La serva padrona, de Pergolesi, en Reus (Tarragona), obra con la que también realizó una gira por Cataluña.
Después de realizar una frustrante gira de audiciones por Italia, ingresó en la compañía del Teatro Municipal de Basilea en 1956, con la cual debutó el 17 de noviembre de 1956 interpretando a Mimì de La Bohème, de Giacomo Puccini. Le siguieron otros personajes emblemáticos muy variados en cuanto a estilo, como Nedda de Pagliacci (Leoncavallo), Tosca (Puccini), Martha de Tiefland (D’Albert), Donna Elvira de Don Giovanni (Mozart), Fiordiligi de Così fan tutte (Mozart), Aida (Verdi), Jaroslavna de El principe Igor (Borodin) o Antonia de Los cuentos de Hoffmann (Offenbach), además de participar en Arabella (Richard Strauss) y de incorporar a la protagonista de Salome, también de Strauss. En ese período, Caballé no le dio la espalda a la ópera contemporánea, ya que participó en el estreno absoluto de Tilman Riemenschneider, de Casimir von Pászthory y debutó además como artista invitada en Hannover (Aida) y en la Staatsoper de Viena (1958, Salome). Después estableció una relación contractual con el teatro de la ópera de Bremen, ciudad en la que inauguró la temporada 1959-1960 con el personaje de Ginevra de Ariodante (Händel); en ese escenario cantó por primera vez títulos como La Traviata (Verdi), Il Trovatore (Verdi), Die Fledermaus (Strauss), La novia vendida (Smetana), Armida (Dvorák) o Evgeni Onegin (Chaikovsky), además de actuar en el estreno absoluto de Lady Godiva, de Ludwig Roselius. En esta época también actuó en Lisboa y debutó en La Scala de Milán como una de las Muchachas-flor de Parsifal (Wagner).
El 7 de enero de 1962 cantó por primera vez en el Gran Teatre del Liceu con Arabella (R. Strauss). Ese mismo año se presentó en San Sebastián, Florencia y Toulouse, en estas dos últimas ciudades con el oratorio El Pessebre, de Pablo Casals, además de realizar su debut en la importante carrera discográfica que caracterizará su trayectoria con un disco de canciones de Eduard Toldrà grabado en Barcelona.
En la temporada siguiente Caballé emprendió una gira de recitales por una cincuentena de ciudades españolas y debutó en A Coruña con Madama Butterfly (1963), donde conocerá a su futuro marido, el tenor Bernabé Martí, con quien se casó al año siguiente.
Después de una gira por Centroamérica Caballé debutó en Francia (Don Carlo, Rouen) y en Madrid, en un concierto con la Orquesta Nacional de España con Las cuatro últimas canciones, de Strauss, y la escena final de la ópera Salome del mismo compositor.
En 1964 ya había debutado en casi toda Sudamérica y tenía contratos para presentarse en Inglaterra y en Estados Unidos. En Nueva York reemplazó a Marilyn Horne en Lucrezia Borgia (en versión de concierto en el Carnegie Hall, en abril de 1965) y ese debut fue su consagración internacional. A partir de entonces le lloverían las ofertas, tanto de la entonces potente industria discográfica como de los principales teatros de todo el mundo.
Se sucedieron sus presentaciones en los escenarios más importantes del mundo, como el Festival de Glyndebourne (Der Rosenkavalier, R. Strauss), la Metropolitan Opera House de Nueva York (Faust, Gounod), el Teatro Colón de Buenos Aires (Liù de Turandot, Puccini) y en ciudades como Dallas, Bruselas, Filadelfia y París, entre otras, regresando cada año a Barcelona para actuar en el Liceu. En ese tiempo su repertorio comenzó a enriquecerse con el Donizetti revival que estaban llevando a cabo importantes sopranos en complicidad con la industria discográfica. En poco tiempo, Caballé se colocó a la cabeza de ese movimiento, convirtiéndose en una reputada experta internacional en el repertorio belcantista y en las obras del citado Donizetti y también en las de Vincenzo Bellini.
En 1972 regresó a La Scala, ahora con un papel protagonista, nada menos que con Norma (Bellini), mientras que en la Royal Opera House de Londres se presentó con su inigualable Violetta de La Traviata ese mismo año.
La pureza de su timbre, la rotundidad de su voz y el control técnico de su material vocal, unidos a unos pianísimos sostenidos por un fiato prodigioso la convirtieron en mítica y la entronizaron como una de las divas de su época, realizando actuaciones en todo el mundo, desde Tokio hasta San Francisco, de Madrid a Moscú. Su carácter y fuerza interpretativa se centraron en una emisión vocal inmaculada, más que en aspectos dramático-teatrales como haría María Callas, de quien heredaría parte importante de su repertorio.
Al final de su carrera su repertorio resultó ser inmenso, habiendo interpretado más de ciento cincuenta obras entre óperas, cantatas y oratorios. Con más de ochenta papeles operísticos en su haber, se distinguió no sólo como una gran intérprete del citado bel canto romántico, sino también como una referencia para todas las heroínas de Puccini, Verdi y Richard Strauss, habiendo también incorporado títulos como Tristan und Isolde (Wagner), La Fiamma (Respighi) o Semiramide (Rossini), además de participar en el estreno absoluto de la ópera Cristóbal Colón (Balada). Con su participación en la ceremonia de presentación de Barcelona como ciudad olímpica, junto al artista pop Freddy Mercury, Montserrat Caballé se hizo popular en todo el mundo. Su discografía es una de las más completas y extensas de la historia, abarcando estilos que van desde el Barroco a la música contemporánea, con óperas completas, recitales de arias, de Lied y de canción española.
En la década de 1990 y en los primeros años del siglo XXI la carrera de Montserrat Caballé se caracterizó por su encomiable interés en descubrir y rescatar óperas olvidadas, especialmente del repertorio francés y belcantista. Estuvo en activo incluso cumplidos los 82 años, con actuaciones que se centraron en recitales y conciertos principalmente en Alemania y Rusia, países en los cuales llegó a ser tremendamente popular. Estuvo en posesión de la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña y recibió una gran cantidad de reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. También dedicó esfuerzos a obras de beneficencia, siendo nombrada embajadora de buena voluntad de la Unesco. El concurso de canto que llevaba su nombre y que se organizó durante más de una década tuvo como sedes Andorra, la Seo de Urgel y, desde 2000, Zaragoza, competición que en 2014 recibió el Premio Ópera Actual por su contribución a la lírica internacional.
Bibl.: A. Pâris, Diccionario de Intérpretes y de la interpretación musical en el siglo xx, Madrid, Turner, 1989; R. Pullens y S. Jay-Taylor, Montserrat Caballé. Casta Diva, trad. de E. Riera i Arbussà, Barcelona, Plaza y Janés Editores, 1995; A. Batta (ed.), Ópera: compositores, obras, intérpretes, Colonia, Könemann, 1999; P. Meléndez-Haddad, “Montserrat Caballé: Lo que emociona es lo que se escucha”, en Ópera Actual 49 (enero-febrero de 2002), págs. 35-38.
Pablo Meléndez-Haddad