Curicuillor era una hermosa joven, hija de Huaskar que se enamoró de Quilaco, uno de los capitanes y embajadores del ejército de Atahualpa. Éste era hermanastro de Huaskar y estaba enfrentado a él, pues representaba los intereses de la nueva nobleza inca asentada en Quito, frente a Huaskar que defendía a los nobles de la capital histórica, Cuzco.

El amor de la pareja se vio truncado por la guerra civil y, durante varios años, vivieron en bandos y ciudades enfrentadas. Después de muchas vicisitudes, la llegada de los españoles propició el encuentro en Jauja. El relato de su aventura y la belleza de la noble indígena atrajo e impresionó a Hernando de Soto. El español ejerció de padrino de bautizo de la pareja, en el cual Quilaco se convirtió en Hernando Yupanqui y su amada en Leonor Curicuillor, instantes después celebraron la boda. Pero el destino se conjuró contra la pareja y Quilaco murió unos meses más tarde. Soto acogió en su casa a la joven viuda y la hizo su amante. [...]