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Gonzalo El Seniz

Biografía

Seniz, Gonzalo El. Bérchules (Granada), p. m. s. XVI – ?, s. m. s. XVI-p. s. XVII. General morisco.

Morisco de noble linaje, en 1564 fue preso por asesinar a un hombre, escapando de su prisión en 1567, fecha en la que, junto a sus hermanos López y Esteban El Seniz, se encaramaron en las sierras alpujarreñas y dirigieron partidas de monfíes que asesinaban y robaban a los cristianos viejos en fechas anteriores a la rebelión. Sus acciones se ganaron las simpatías de los albaicineros que pronto lo nombraron, junto a El Partal, diputado permanente de los alpujarreños en la junta de conjurados. El 27 de septiembre de 1568 apoyó a El Zaguer para proclamar rey a su sobrino, Hernando de Córdoba y Válor, si bien fue elegido Farax abén Farax. Durante el último trimestre con El Zaguer la rebelión alpujarreña en fechas anteriores a las previstas por los sediciosos. A partir del día 20 de diciembre, siguiendo las instrucciones de Farax ben Farax, sus monfíes desestabilizaron las tahas de Poqueira, Ferreira y Órgiva. Sin embargo, y en connivencia con El Zaguer, a partir del día 22 sus hombres siguieron a los escribanos de Ugíjar hasta darles muerte pocos días después en Poqueira, fecha que se establece como el inicio del alzamiento de la tierra.

El día 26 de diciembre se dirigió a Güéjar, donde se encontraba Farax abén Farax y El Nacoz, alzando sus partidas las villas de Pinos, Cenes, Quéntar y Dúdar, desde allí se dirigieron en los días siguientes al Albaicín para alzarlo, si bien el populoso barrio granadino no se levantó, obligando a éste y demás capitanes monfíes a marchar a La Alpujarra.

Fracasado en su intento de tomar Granada, sus partidas de monfíes volvieron a La Alpujarra, donde, con apoyo de El Partal, obligó a los moriscos alzados a martirizar y asesinar a los cristianos viejos que tenían prisioneros. Representante del ala radical morisca, su crueldad fue usada por Abén Humeya en sus inicios para afianzar la revuelta alpujarreña, convirtiéndose en un enemigo mortal de los moderados, que únicamente lo toleraban por su eficacia militar. Sus peleas con El Zaguer y su grupo, daría lugar a no pocas discusiones políticas que terminaron a mediados de mes con la polémica decisión de Abén Humeya de asesinar a su suegro y al círculo familiar que propugnaba la rendición. Tras este hecho luctuoso, fue relegado del poder, al que no volvería hasta octubre de 1569, fecha de la entronización de Abén Aboo y la radicalización de los postulados moriscos. Cercano al Estado Mayor del nuevo rey, El Seniz actuaría de consejero, desestimando cualquier idea de reducción morisca que propugnaba El Habaqquí. Con apoyo de su círculo consiguió que el reyezuelo asesinase a este general y que rechazase los contactos de diálogo con Juan de Austria.

El acoso de las tropas reales le llevó a finales de 1570 a levantar una barca para huir a Berbería con su familia, sin embargo el reyezuelo la quemó, obligándole a continuar la lucha. Convertido en capitán de la guardia personal del reyezuelo, logró noquear diferentes intentonas de apresamiento y asesinato de Abén Aboo. Sin embargo, a mediados de 1571, y a tenor de un nuevo giro del rey morisco hacia la paz, le llevó a conspirar con su secretario regio, Abú Amer, para traicionarlo a cambio de salvar su vida y la de los suyos. Sirviendo de contacto un platero granadino, Francisco Barredo, El Seniz se entrevistó con Leonardo Rótulo, gobernador de los presidios alpujarreños, consiguiendo la garantía del duque de Arcos —capitán general de Granada— de su indulto; tras lo cual, el 13 de marzo, conjurado con sus parientes, asesinó al rey morisco en la cueva en la que se escondía entre Los Bérchules y Mecina Bombarón. Gracias a ello pudo el corregidor de Granada, que se encontraba en Cádiar, terminar de reducir a los moriscos más recalcitrantes. Luego, ordenó “[...] que Leonardo Rótulo y Barredo, llevasen a Granada el cuerpo de Abén Aboo y los moros reducidos. Entraron por la ciudad con gran concurso de gente, deseosos de ver el cuerpo de aquel traidor, que había tenido nombre de Rey de España. Delante iba Leonardo Rótulo, y luego Francisco Barredo a la mano derecha, y a la izquierda El Seniz con la escopeta y el alfanje de Abén Aboo; todos tres a caballo. Luego seguía el cuerpo sobre un bagaje enhiesto y entablado debajo de los vestidos, de manera que parecía ir vivo; y de un lado y de otro los parientes del Seniz con sus arcabuces y escopetas.

Detrás todos iban los moros reducidos con sus bagajes y ropa [...] De esta manera entraron por la ciudad, haciendo salva los arcabuceros y respondiendo la artillería de la Alhambra, y fueron hasta las casas de la Audiencia, donde estaban el duque de Arcos, y el presidente don Pedro de Deza, y los del Consejo, y gran número de caballeros y ciudadanos. Apeáronse Leonardo Rótulo y Francisco Berrado y El Seniz, y subieron a besar las manos al Duque y al Presidente, a quien El Seniz hizo su acatamiento y entregó el alfanje y la escopeta de Abén Aboo, diciendo que hacía como el buen pastor, que no pudiendo traer a su señor la res viva, le traía el pellejo. Tomó el duque las armas, agradeciéndoles a todos tres lo bien que se había gobernado en aquel negocio, y ofreciéndoles que intercedería con Su Majestad para que les hiciese particulares mercedes. Mandó luego arrastrar y hacer cuartos el cuerpo de Abén Aboo, y la cabeza fue puesta en una jaula de hierro sobre el arco de la puerta del Rastro, que sale al camino de Las Alpujarras”.

 

Bibl.: L. del Mármol Carvajal, Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, Málaga, Imp. Juan René, 1600 (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1945; ed. con est. prelim. de Á. Galán Sánchez, Málaga, Ed. Arguval, 1990); D. Hurtado de Mendoza, De la guerra de Granada, ed. crit. de M. Gómez-Moreno, Madrid, Real Academia de la Historia, 1945 (col. Memorial Histórico Español, vol. XLIX); V. Sánchez Ramos, “La guerra dentro de la guerra: los bandos moriscos en el alzamiento de Las Alpujarras”, en VV. AA., Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1999, págs. 507-522; V. Sánchez Ramos, “La guerra de Las Alpujarras (1568-1579)”, en M. Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, Granada, Editorial Universidad, 2000, págs. 507-542.

 

Valeriano Sánchez Ramos