Ayuda

José María Bueno Monreal

Biografía

Bueno Monreal, José María. Zaragoza, 11.IX.1904 – Pamplona (Navarra), 20.VIII.1987. Obispo de Jaca, arzobispo de Antioquía, cardenal y conciliarista.

Sobrino de Santiago Monreal Oliver (1879-1963), decano del tribunal de la Rota de la nunciatura apostólica de Madrid, a los diez años ingresó en el seminario de Madrid, donde simultaneó los estudios eclesiásticos con los de bachillerato en el Instituto de San Isidro. Enviado a Roma, se doctoró en Teología y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana. Como alumno del Pontificio Colegio Español, aquí fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1927 por el cardenal Merry del Val. Al regresar a Madrid, ejerció como profesor de Moral en el seminario diocesano, fue fiscal del tribunal eclesiástico y canónigo doctoral de la catedral. Al estallar en 1936 la Guerra Civil se refugió en la embajada de México huyendo de la sangrienta persecución religiosa republicana que causó la muerte de miles de sacerdotes.

Pudo salir al extranjero y estuvo en Bélgica y Portugal.

Después pasó a Badajoz y por último a Zaragoza, ya casi al final de la guerra, como párroco en el pueblo de Munébrega, de la diócesis de Tarazona. El 25 de noviembre de 1945 fue nombrado obispo de Jaca y recibió la consagración el 19 de marzo de 1946 de manos del obispo de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo, asistido por su obispo auxiliar, Casimiro Morcillo, y por el obispo de Sigüenza, Luis Alonso Muñoyerro.

Fue trasladado a Vitoria en 1950, cuando esta diócesis vasca fue dividida en tres, y quedaron erigidas las sedes de Bilbao y San Sebastián.

El 27 de octubre de 1954 fue nombrado arzobispo titular de Antioquía de Pisidia y coadjutor con derecho de sucesión del cardenal Pedro Segura, arzobispo de Sevilla, con plenos poderes en la administración de la diócesis, por lo que a dicho cardenal sólo le quedó el título de arzobispo hispalense. El 2 de noviembre de 1954 llegó a Sevilla y el 31 de marzo de 1955 cesó como administrador apostólico de la diócesis de Vitoria.

El 30 de julio de 1955 erigió la primera parroquia de su pontificado, Nuestra Señora de los Remedios, que fue el inicio de una serie de parroquias nuevas coincidente con la expansión de la ciudad en los años sesenta. El 29 de octubre de 1955, al año de su estancia en Sevilla, fue nombrado administrador apostólico de la sede plena de la archidiócesis y el 8 de abril de 1957, tras la muerte del cardenal Segura, pasó automáticamente a la titularidad de la archidiócesis.

El 15 de diciembre de 1958 fue nombrado cardenal por el nuevo papa, el beato Juan XXIII, con el título de los santos Vito, Modesto y Crescencia. Ese mismo año comenzó las obras del Seminario Menor de Pilas, que por los avatares de los tiempos tuvo su inicio, apogeo y decadencia dentro de su pontificado.

Comenzó el año 1959 con la Semana del Evangelio y lo culminó con la bendición de las nuevas instalaciones de Radio Vida, unida posteriormente a la cadena COPE de emisoras de la Iglesia con el nombre de Radio Popular. La ciudad de Zaragoza le concedió la Medalla de Oro y su universidad le declaró doctor honoris causa, lo que era natural en un hijo de la tierra que había sido elevado al cardenalato. El 9 de febrero del mismo año abrió el proceso de canonización de santa Ángela de la Cruz y reconoció los restos mortales de su predecesor, el beato Marcelo Spínola, también en vistas a su futura beatificación. Abrió asimismo la causa de la madre Dolores Márquez, fundadora de las madres filipenses Hijas de María Dolorosa.

Durante cuatro años participó en las tareas del Concilio Vaticano II (19621966) y posteriormente convocó el Sínodo Hispalense, que culminó en julio de 1973, con masiva participación de seglares, y determinó una profunda renovación en la vida espiritual de la diócesis. Reestructuró la curia diocesana, renovó el movimiento de las cofradías, integró a los religiosos y religiosas a la vida diocesana, fomentó la participación de los seglares en las actividades apostólicas, creó el Centro de Estudios Teológicos y la Escuela de Magisterio de la Iglesia Cardenal Spínola y dio un nuevo estilo pastoral a la vida diocesana.

Cuando llegó a Sevilla en 1954 se acababa de erigir la diócesis de Huelva, desmembrando de la archidiócesis hispalense el territorio que comprendía la provincia del mismo nombre. Bajo su pontificado se cedieron a las diócesis de Córdoba y Málaga varias poblaciones pertenecientes administrativamente a sus provincias respectivas, aunque eclesiásticamente formaban parte de la archidiócesis hispalense. Por último, en el año 1980, fue erigida la diócesis de Jerez, que ocupa todo el territorio que, perteneciente a la archidiócesis, formaba parte de la provincia de Cádiz.

Al finalizar su mandato, la archidiócesis de Sevilla conformaba su territorio geográfico con la provincia de su nombre. Denunció las supuestas apariciones de la Virgen y las ordenaciones irregulares realizadas en El Palmar de Troya.

Participó en los tres cónclaves en los que fueron elegidos Pablo VI (junio de 1963), Juan Pablo I (agosto de 1978) y Juan Pablo II (octubre de 1978). Cuando acudió a Roma, a finales de enero de 1982, para realizar la visita ad limina con los obispos de su provincia eclesiástica hispalense, sufrió una trombosis cerebral que lo dejó disminuido físicamente. Había terminado prácticamente todos los trámites en Roma. El 4 de febrero, en la audiencia general de los miércoles, el papa Juan Pablo II evocó su figura ante los millares de fieles que se dieron cita. Después compartió la mesa con el Papa en la que se hallaban también los demás obispos sufragáneos. Aquella noche le sobrevino la dolencia que le privó del habla y de la movilidad de medio cuerpo hasta su muerte. Desde entonces vivió retirado en el palacio arzobispal de Sevilla. El 11 de septiembre de 1979, al cumplir los setenta y cinco años de edad, había presentado su renuncia a la sede hispalense, pero no le fue aceptada hasta el 22 de mayo de 1982. Fue el prelado de más largo pontificado tras la restauración fernandina en la archidiócesis de Sevilla, sólo superado en antigüedad por San Isidoro. A los veinticinco años de titular de la diócesis hay que añadir los tres años que la rigió con plenitud de poderes bajo el pontificado del cardenal Segura. Destacó por sus intervenciones en las conferencias de metropolitanos españoles y fue también presidente de varias comisiones episcopales, así como vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española en los años difíciles de la transición política. Junto con el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, fue uno de los artífices de la evolución interna de la Iglesia y de la aplicación en el territorio nacional de las decisiones del Concilio Vaticano II.

 

Obras de ~: Instituciones de Derecho Público, Madrid, 1930; Las relaciones entre la Iglesia y el Estado en los modernos concordatos (discurso), 1931; El día del Señor, Sevilla, Editorial Católica Española, 1961; Algunos problemas sociales de la archidiócesis de Sevilla, Sevilla, Instituto Diocesano de Pastoral, 1962; Carta pastoral en el V Centenario de la muerte de Fray Diego de San Nicolás del Puerto, vulgarmente conocido como San Diego de Alcalá, Sevilla, 1963; El movimiento seglar y su unión diocesana, Sevilla, 1963; El movimiento por la unidad de todos los cristianos en la Iglesia de Cristo, Sevilla, Instituto Diocesano de Pastoral, 1964; La Iglesia, pueblo de Dios, Sevilla, 1967; Fe en Dios y esperanza terrestre, Madrid, Sarpe, 1968; Conversión cuaresmal y educación de la fe, Sevilla, 1969.

 

Bibl.: c. ros, Los arzobispos de Sevilla, Granada, Anel, 1986, págs. 296-303; V. Cárcel Ortí, Actas de las Conferencias de Metropolitanos Españoles, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1994; Pablo VI y España (1963-1978), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, págs. 61 y 1040; J. M.ª Javierre, “La diócesis de Sevilla en el siglo xx”, en J. Aranda Doncel et al., Historia de las Diócesis Españolas, vol. 10. Iglesias de Sevilla, Huelva, Jerez y Cádiz y Ceuta, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002, págs. 467-489.

 

Vicente Cárcel Ortí