Buen y del Cos, Odón de. Zuera (Zaragoza), 18.XI.1863 – Ciudad de México (México), 3.V.1945. Naturalista y oceanógrafo.
Hijo mayor del matrimonio formado por Mariano de Buen y Ropín y Petra del Cos y Corroza, pasó en Zuera —donde su padre era sastre— los años de infancia y estudió hasta el primer año de bachillerato.
Cuando contaba diez años, y con el objeto de que pudiera continuar sus estudios, la familia al completo se trasladó a Zaragoza. El padre pasó, entonces, a trabajar de acomodador en un cine y el joven Odón tenía que ayudar a la economía familiar, con algunas clases de repaso que daba a alumnos de cursos inferiores.
Terminó el bachillerato en el instituto de la capital aragonesa, y entró a continuación en la Universidad de Zaragoza a estudiar el curso preparatorio, que era común, en su Facultad de Medicina.
Como tenía decidido cursar la licenciatura en Ciencias, Sección de Naturales, para lo que debía trasladarse a Madrid, obtuvo sendas ayudas del Ayuntamiento de su pueblo y de la Universidad de Madrid para poder seguir los estudios que deseaba. En Madrid, entre otros profesores, se formó al lado de Ignacio Bolívar, que le llevó a la primera excursión que con alumnos universitarios se hizo por territorio marroquí, concretamente en el año 1883. También resultó sumamente valiosa para su formación la amistad que entabló con Tomás Andrés y Tubilla —joven auxiliar del Jardín Botánico— y con Blas Lázaro Ibiza, con los que salía frecuentemente al campo y con los que estudiaba en el Botánico.
El 1885, año en que terminó la licenciatura en Naturales, se declaró el cólera, con grave incidencia en las riberas de los ríos Ebro y Gállego y que, entre otras fatalidades, provocó el fallecimiento de su padre.
Quedaron a su amparo, entonces, su madre y sus dos hermanas (Benigna y Pilar). Tras el verano fue seleccionado para realizar investigaciones científicas a bordo de la fragata Blanca, expedición que en principio se proyectó como una vuelta al mundo, pero que a la postre se redujo a una media vuelta por Europa y norte de África, pues a la salida del fiordo de Kristianía, camino de Copenhague, se rompió el eje de la máquina auxiliar. Esta experiencia, que sería decisiva para su futura inclinación a la oceanografía, la recogería en el libro De Kristianía a Tuggurt (1887). Dos especies de isópodos, recogidos en aquel viaje, fueron clasificados con nombres alusivos a su descubridor: Metopontus Bueni y Porcelio Bueni.
En 1889 obtuvo la cátedra de Historia Natural de la Universidad de Barcelona y contrajo matrimonio con Rafaela Lozano, hija de Fernando Lozano (Demófilo), director del conocido y combativo periódico Los Dominicales del Libre Pensamiento. Al hacerse cargo de la cátedra se encontró con un amplio y vistoso museo, formado en su mayoría por ejemplares adquiridos mediante compra, pero ni sombra de un laboratorio.
Como desde el principio estuvo decidido a renovar los métodos de enseñanza, poco a poco fue introduciendo, junto a las lecciones orales, las prácticas de laboratorio y las salidas al campo para estudiar la naturaleza en la naturaleza misma. Montó un pequeño laboratorio de análisis mineralógico con treinta puestos de trabajo y en el museo, junto a los ventanales, situó amplias mesas donde podían trabajar hasta un centenar de alumnos.
Adquirió, además, un aparato de proyecciones que, instalado en la cátedra, hacía más atractivas e instructivas las lecciones orales.
Las primeras excursiones con los alumnos las giró por los alrededores de Barcelona, llegando de un lado hasta Gavá y Castelldefels, y del otro hasta Papiol. Luego fueron siendo más largas, incluso de algunas semanas.
Despertaba gran interés la excursión anual a Mallorca, en la que, además de la travesía por mar y de observarse algunas de las singularidades de la isla, se visitaba al archiduque Luis Salvador en su finca de Miramar. Estas excursiones sirvieron también para estrechar relaciones con el laboratorio marino de Banyuls sur Mer (Francia), situado a pocos kilómetros de la frontera española, y que había fundado Henri de Lacaze-Duthiers, profesor de la Facultad de Ciencias de París.
Su labor pedagógica se vio completada con la publicación de textos adaptados a la enseñanza universitaria, manuales de consulta y obras de divulgación dirigidas a las clases populares, todos ellos concebidos en línea positivista y en los que se exponían abiertamente las ideas evolucionistas. Entre los primeros, hay que dejar constancia de la publicación en 1890 de un Tratado elemental de Geología y de un Tratado elemental de Zoología, que por Decreto de 14 de junio de 1895 fueron incluidos en el índice de libros prohibidos tanquam pradamnatum in Regulis Indicis. Entre los manuales de consulta ocupa lugar destacado su Diccionario de Historia Natural, que publicó al comienzo de los años noventa con el objeto —según apunta— de reunir condiciones que le hicieran útil, lo mismo al hombre de ciencia que a las personas de menor cultura. Dedica el Diccionario a la Sociedad Española de Historia Natural, “a esa asociación importantísima, que es una prueba elocuente del reconocimiento en nuestro país de los estudios histórico- naturales y á [sic] la vez el más poderoso agente de este mismo renacimiento”.
En octubre de 1895, los elementos reaccionarios de Barcelona lograron que el Gobierno de Cánovas del Castillo le suspendiera del desempeño de la cátedra.
En septiembre, Odón de Buen había organizado una expedición de más de trescientos españoles y portugueses que se habían desplazado a Roma con motivo del Congreso Internacional de Librepensadores, que en aquella ocasión presidió el célebre naturalista Ernest Haeckel. Al día siguiente de conocerse la suspensión, y cuando se dirigía a dar la clase, ante el edificio universitario le esperaba una muchedumbre de estudiantes y de obreros que le acompañaron, entre vítores, hasta el aula e invadieron las galerías, además de arrojar los muebles del rectorado por la ventana.
Los disturbios continuaron en las calles, con apedreamiento de las residencias del obispo, del marqués de Comillas y de otros significados clericales. Los disturbios se reanudaban todos los días y no cesaron hasta que el Gobierno dispuso que en el siguiente mes de enero, Buen y del Cos podía volver a impartir sus clases.
Abierta la Universidad, y después de un primer día de entusiasmo, pudo proseguir su actividad docente, sin nuevas interrupciones, hasta el curso de 1911- 1912 en que se trasladó a Madrid. Precisamente, en uno de los últimos cursos que permaneció en Barcelona, el de 1909-1910, le tocó en turno dictar el discurso inaugural de la Universidad, que dedicó a la enseñanza de la geografía en España, y que fue tan bien aceptado que mereció una tirada especial de propaganda por parte de la Sociedad Geográfica de Madrid.
También en esos años puso en funcionamiento el laboratorio de biología marina de Porto Pi (Palma de Mallorca), del que fue nombrado director (1908), participó en numerosas campañas oceanográficas nacionales e internacionales e incluso intervino activamente en política, siendo elegido concejal (1901) y senador (1907) por Barcelona.
En la Universidad de Madrid, y desde la cátedra de Mineralogía y Botánica de la Facultad de Ciencias, continuó sus enseñanzas, con similares planteamientos, durante veintitrés años más. Consiguió, además, que en 1914 se fundara el Instituto Español de Oceanografía (RD de 17 de abril de 1914) cuyo objetivo fundamental era el estudio de las condiciones físicas, químicas y biológicas de los mares que bañaban el territorio español, con sus aplicaciones a los problemas de la pesca. Desde el Instituto llevó a cabo numerosas campañas científicas y consiguió relacionarse con los más eminentes oceanógrafos del momento, entre ellos el príncipe Alberto I de Mónaco.
Las primeras campañas del Instituto se llevaron a cabo, con la participación de la Armada, en el cañonero Núñez de Balboa (1914-1915) por el Mediterráneo y estrecho de Gibraltar, y en el cañonero Hernán Cortés (1916) y el crucero Río de la Plata (1917) por aguas gallegas. Desde el principio, además de Odón de Buen, tuvieron una participación muy relevante en estas campañas sus hijos Fernando y Rafael.
De las obras publicadas en estos años que tuvo la residencia en Madrid, cabe apuntar su Origen de los mares (1921), monografía dedicada a la geología marina, y Metamorfosis de los animales marinos (1932), tratado sobre diversos aspectos larvarios de la fauna marina, del que es coautor junto a Louis Joubin. El prestigio internacional que fue adquiriendo hizo que recibiera numerosas distinciones académicas y que fuera incluido en los más importantes organismos internacionales de su ramo, por ejemplo, en la Comisión Internacional para la Exploración Científica del Mediterráneo (1919), en la Unión Internacional de Geodesia y Geofísica, en el Consejo Internacional de Investigaciones Científicas, en el Consejo Internacional para la Exploración del Mar y en el Consejo Oceanográfico Iberoamericano.
De todas maneras, ninguna de esas participaciones le procuró mayor satisfacción que la presidencia del Primer Congreso Internacional de Oceanografía que se celebró en Sevilla en mayo de 1929.
Aunque la jubilación de la plaza de catedrático le correspondía en noviembre de 1933, por decisión unánime del claustro de la Facultad de Ciencias se le permitió concluir el año académico 1933-1934, y recibió entonces un gran homenaje jubilar. En la circular que convocaba al mismo, y que firmaban entre otros León Cardenal (rector de la Universidad), José Estadella (ministro de Trabajo), Eduardo Hernández-Pacheco, Pedro Carrasco, José Giral y François Dumas (Rector de la Universidad de Burdeos), se resaltaba la amplia labor pedagógica, divulgadora y científica de Odón de Buen.
El comienzo de la Guerra Civil le sorprendió en el laboratorio de Palma de Mallorca, donde se había trasladado unos días antes. Enseguida fue encarcelado por la autoridad militar, que lo mantuvo preso cerca de un año. El hecho de que su hijo Sadí de Buen —médico e investigador brillante, que había llegado a ser jefe del Servicio Antipalúdico de España— fuera asesinado en Córdoba al comienzo de la contienda, debilitó su ánimo y agravó su enfermedad (sufría cataratas y una fuerte diabetes). Tras gestiones del Gobierno de la República se consiguió su canje por la hermana y la hija (Pilar) del general Primo de Rivera, amigo suyo desde la niñez. Pasó a Barcelona, donde se le nombró presidente del Consejo Superior de Cultura.
Finalizada la guerra, durante algún tiempo residió en la localidad francesa de Banyuls sur Mer, donde el 17 de agosto de 1940 comenzó a escribir sus Memorias.
Contaba en esos momentos setenta y seis años y se encontraba en un ambiente muy distinto al de la casa de Zuera, en donde hubiera querido retirarse, rodeado de los papeles, documentos, cuadernos y libros que en esos momentos no tenía.
En 1941 pasó a México, donde ya se habían exiliado sus hijos Fernando, Demófilo (especialista en Derecho Civil) y Eliseo (médico), y en donde aún se mantuvo intelectualmente activo. Además de algunas colaboraciones con la Universidad Autónoma de México, publicó en la prensa diversos artículos sobre la política española y sobre ciencia. Incluso en la revista Ciencia publicó en 1944 su trabajo “La oceanografía y los temblores de la tierra”, asunto de máxima preocupación en México por los frecuentes terremotos que ocurren en este país.
También en 1944, se publicó en Buenos Aires, con el título de Síntesis de una vida política y científica, una recopilación de algunos de los discursos que había pronunciado en ocasiones señaladas y a los que hace preceder de una “Advertencia previa”, en donde señala: “Tengo la satisfacción de poder afirmar que he merecido el respeto y aun el afecto de cuantos me han tratado, teniendo ideas diametralmente opuestas a las mías. Sólo los que no me trataron o los guiados por la pasión insana, que ciega, me combatieron y me persiguieron”.
Odón de Buen murió en Ciudad de México en 1945.
Dos años antes había consignado, en el testamento que dirigió a sus hijos, sus últimas voluntades: “Escribo estas líneas al cumplir los ochenta años. Persisto en mis ideas librepensadoras de siempre. Desde muy joven he vivido fuera de toda comunión religiosa y en un feliz hogar librepensador os habéis educado. Enterradme civilmente. Si a última hora la pérdida de la razón o cualquier acto de fuerza me arrancara declaraciones contrarias no las respetéis; no representará mi voluntad consciente y libre. Que mis restos reposen, si es posible, al lado de los de vuestra santa madre. Nuestra religión se cifraba en una gran rectitud de conciencia, en el culto del bien, de la familia, de la ciencia, de la libertad, de la justicia y del trabajo.Hicimos todo el bien que nos fue posible; no hicimos a sabiendas mal a nadie”.
Los restos de Odón de Buen permanecieron en México durante casi seis décadas, pero el 4 de abril de 2003 fueron depositados en un mausoleo, preparado al efecto, en el cementerio de Zuera, su villa natal. Previamente, el presidente de la Diputación General de Aragón, Marcelino Iglesias, y el alcalde de Zuera, Javier Poyuelo, habían hecho entrega a la familia, concretamente a sus nietos Jorge y Rafaela, del nombramiento, a título póstumo, de Hijo Predilecto de la Villa. También en ese año 2003, y tras varios intentos fallidos, aparecieron publicadas por la Institución Fernando el Católico las Memorias de Odón de Buen.
Obras de ~: De Kristianía a Tuggurt (Impresiones de un viaje), Madrid, Fortanet, 1887; Tratado elemental de Geología, Establecimiento Tipográfico-Editorial La Academia, 1890; Tratado elemental de Zoología, Establecimiento Tipográfico- Editorial La Academia, 1890; Diccionario de Historia Natural. Comprende los términos técnicos y los términos vulgares españoles, cubanos, filipinos y americanos de las materias siguientes [...], Barcelona, Salvador Manero Bayarri, editor, s. a., [1891]; Historia Natural. Barcelona, Manuel Soler, s. f. [c. 1897]; Discurso inaugural del Curso Académico 1909-10 [“La enseñanza de la geografía en España”], Barcelona, Universidad, Tipografía La Academia, 1910; “Oceanografía”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Suplemento 1934, Madrid, Espasa Calpe, 1935, págs. 919-927; “La Oceanografía y los temblores de tierrra”, en Ciencia, 7 (1944), págs. 12-16; Síntesis de una vida política y científica, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1944; Mis memorias (Zuera, 1863-Toulouse, 1939), transcritas de manuscrito original por María del Carmen de Buen López de Heredia, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2003.
Bibl.: C. Bolívar y Pieltain, “Odón de Buen”, Ciencia, 6 (1945), págs. 310-312; T. Glick, “La ciencia contemporánea en las Memorias de Odón de Buen”, en VV. AA., Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, vol. I, Murcia, DM y Barcelona, PPU, 1991, págs. 229-243; F. Bujosa i Homar y Th. F. Glick, “Odón de Buen y del Cos. L’oceanografia”, en Ciència i Tècnica als Països Catalans: una aproximació biográfica, 1, Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, 1995, págs. 761-791; S. Sánchez Carrillo, “Los oceanógrafos españoles en el exilio: la Familia De Buen y sus aportaciones a la ciencia española y mexicana”, en A. Sánchez Andrés y S. Figueroa (eds.), De Madrid a México, El exilio español y su impacto sobre el pensamiento, la ciencia y el sistema educativo mexicano, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, 2001, págs. 161-207; A. Gomis Blanco, “Los libros de texto de Ciencias Naturales desde el siglo XVIII al XX”, en Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 2.ª época, III (2004), págs. 73-115.
Alberto Gomis Blanco