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Antonio de Luna y Enríquez de Almansa

Biografía

Luna Enríquez de Almansa, Antonio de. Señor de Huértor-Tájar (III) y conde de Fuentidueña (I). Fuentidueña (Segovia), p. m. s. xvi – 1605. Militar.

Hijo de Álvaro de Luna Sarmiento y de Isabel Enríquez de Almansa, de la casa de los señores de Valderrábano.

Por la temprana muerte de su padre (1568), heredó los estados de su linaje a la muerte de su abuelo, Antonio de Luna, por entonces VI señor de Fuentidueña, en tierras toledanas, y, en el reino de Granada, I señor de Huértor-Tájar, por compra efectuada en 1558.

En enero de 1569, por orden de Felipe II, marchó a Granada para apoyar al capitán general en el aplastamiento de la rebelión morisca. La salida del marqués de Mondéjar a campaña en los primeros días de aquel año hizo vulnerable la ciudad de la Alhambra, que quedó a cargo del hijo de éste, el conde de Tendilla, quien asignó a Antonio de Luna el mando de toda la gente de a pie y a caballo de las guarniciones distribuidas por la Vega. En los meses siguientes reestructuró las defensas del alfoz granadino con un cinturón de presidios bien armados que evitasen la penetración de los rebeldes en las cercanías de la capital del reino, así como se hizo cargo de ir habilitando e integrando el resto de milicias que, de todos los lugares de España, llegaban a la ciudad. A mediados de aquel mes actuó en Lanjarón con el mando de mil infantes y cien caballos contra la ofensiva lanzada por Abençaba para romper el avance del marqués de Mondéjar. Junto a Juan de Mendoza constituyó un fuerte presidio en Órgiva, con la intención de cerrar la comarca sublevada por su extremo occidental, toda vez que sirviera de presidio de aprovisionamiento a la vanguardia del ejército.

En febrero, ante la ofensiva lanzada por El Macox sobre Salobreña, en la costa, el estado mayor granadino entendió que el flanco del litoral granadino estaba en peligro; de modo que diseñó una contraofensiva sobre el presidio de Las Albuñuelas, punto fuerte que velaba por la entrada al valle de Lecrín.

La ejecución de tan importante acción militar correspondió a Antonio de Luna, a quien se le ordenó “que con cinco banderas de infantería y doscientos caballos, amaneciese sobre el lugar, degollase los hombres, hiciese cautivar toda manera de personas, robase, quemase, asolase las casas”. Sin embargo, su efecto no fue grande, dado que los enemigos huyeron a la sierra, quedando poco después la tierra apaciguada por la crisis política que padecía el gobierno morisco. En abril, la sustitución del capitán general del reino por Juan de Austria, permitió a Antonio de Luna ascender, pues fue nombrado general de la Vega. La reactivación de la guerra en aquel verano le haría actuar, pues, por orden de Juan de Austria, Luna dirigió el día 24 de julio con tres mil doscientos infantes y ciento veinte caballos una operación de castigo al valle de Lecrín. En aquella jornada llegó a Tablate, asegurando aquel presidio que vigilaba el camino de La Alpujarra, pasando al día siguiente al valle, donde quemó y destruyó las villas de Pinillos, Melegis y Cónchar, pasando a la vuelta a Las Albuñuelas y Salares hasta Restával. En esta última villa fueron sorprendidos por los moriscos, que lanzaron una ofensiva que puso en grave aprieto a la caballería, dirigida por su hijo, Álvaro de Luna. La ofensiva fue tan fuerte que dio lugar a que Antonio ordenase la retirada a la ciudad granadina.

La vuelta de Antonio de Luna a Granada coincidió con la enorme crisis que padecía el cinturón defensivo de Baza, a punto de desplomarse, no sólo por la presión morisca sino por la incompetencia de Enrique Enríquez. Por orden de Juan de Austria en los primeros días de agosto salió hacia la ciudad del altiplano con un ejército de mil hombres y doscientos caballos, haciéndose cargo el día 10 del mando de la frontera mientras se reponía Enríquez de su enfermedad. Después de tomar medidas excepcionales, el 14 de aquel mes informó al Rey de la mejora de la situación. Poco después, el día 21, fallecía Enrique; de modo que el capitán general de Granada le proveyó el cargo de gobernador de la frontera de Baza. Sin embargo, la inoperancia de su ejército por falta de municiones no hizo sino provocar diferentes altercados de la tropa, generando un malestar general en la ciudad que era apoyado por la familia Enríquez de Guzmán, recelosa de haber perdido el poder militar. Este problema se agravó con el intento de El Maleh de tomar Baza el día 8 de septiembre, fallido intento que no impidió el éxito del alzamiento de las villas del alfoz bastetano.

Sólo la villa de Cúllar se salvó del alzamiento, gracias a la pericia de su hijo, Álvaro de Luna, quien el 13 de septiembre detuvo el ataque de mil quinientos hombres.

A pesar de haber salvado la ciudad de Baza a mediados de septiembre, Antonio de Luna no pudo impedir que en octubre la ofensiva de El Maleh tomase cuerpo al sitiar Oria, poniendo en grave aprieto el señorío de Los Vélez. Este nuevo ataque morisco, sumado al rigor militar de Luna por impedir los desmanes de su tropa, así como el miedo de la ciudadanía, alentado por la clientela de los Enríquez, terminaron por provocar un motín en Baza en contra de Antonio de Luna. La casual llegada de Juan Enríquez de Guzmán de la campaña del marqués de Los Vélez, permitió apaciguar a la muchedumbre alborotada. Éste fue el detonante para que, poco después, Juan de Austria destituyese a Antonio de Luna de su cargo, ordenándole el 15 de noviembre que volviese a su cargo de general de la Vega, donde permanecería en apoyo al duque de Sessa, quien quedó como teniente de capitán general, tras la campaña iniciada por Juan de Austria en el Almanzora.

En la segunda mitad de febrero de 1570, y poco antes de salir a campaña el duque de Sessa, Antonio de Luna fue destinado a la sierra malagueña de Bentomiz, para apoyar al corregidor Francisco Arévalo de Zuazo en el apaciguamiento de la tierra de Vélez-Málaga, recién alzada por El Garral. Al mando de mil quinientos infantes de tierra, varias compañías de los duques de Sessa y Alcalá, así como la caballería de los duques de Medina Sidonia y Arcos, Luna salió de Antequera a principios de marzo para aplastar el fuerte de Frigiliana. Con apoyo de los corregidores de Loja, Alhama y Alcalá la Real, así como los de Málaga y Vélez-Málaga, junto a un ejército de unos cinco mil hombres, dio la vuelta a la Axarquía, en cuya campaña recogió a los moriscos de paces, levantando tres presidios (Nerja, Zalía y Cómpeta), para dividir a los alzados, y contraatacando la costa hasta Almuñécar.

Su campaña finalizó el 15 de marzo con la deportación, tierra adentro, de los moriscos reducidos de El Borge, Comares, Cútar y Benamargosa. Tras su asiento por Castilla, volvió a su señorío de Fuendidueña, aunque participó tiempo después en nuevas campañas militares, por lo que recibió el 31 de enero de 1602 el título de conde de Fuentidueña. Dado que su hijo Álvaro había muerto en edad juvenil, en 1605 heredó sus bienes y título su única hija, habida de su primera esposa Juana de Mendoza (de los marqueses della Valle Siciliana), Juana de Mendoza y Toledo, mujer del conde de Montijo, Cristóbal de Portocarrero y Luna.

 

Bibl.: L. del Mármol Carvajal, Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, Málaga, Imprenta Juan René, 1600 (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1945; reimpr. con est. prelim. de Á. Galán Sánchez, Málaga, Editorial Arguval, 1990); D. Hurtado de Mendoza, De la guerra de Granada, ed. crit. de M. Gómez-Moreno, Madrid, Real Academia de la Historia, 1945 (col. Memorial Histórico Español, vol. XLIX); E. Soria Mesa, Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna, Granada, Universidad, 1997; V. Sánchez Ramos, “Huéscar y el alzamiento de los moriscos (1568-1571)”, en Uskar, 3 (1999), págs. 49-82; “Baza y su tierra en la rebelión de los moriscos”, en Péndulo, 2 (2001), págs. 18-37.

 

Valeriano Sánchez Ramos