Ayuda

Cristóbal Guerra de Solís

Biografía

Guerra de Solís, Cristóbal. Salamanca, c. 1565 — Portobelo (Panamá), c. 1635. Soldado aventajado de varias Armadas de Indias, armador en las flotas de la carrera de Indias, transportista y comerciante en la ruta transístmica de Panamá, propietario de esclavos y casas, procurador general y alcalde ordinario de Portobelo, castellano del San Felipe de Todo Fierro.

El capitán Cristóbal Guerra de Solís, natural de Salamanca, “caballero hijodalgo notorio” debió de nacer hacia 1565. No se sabe quiénes eran sus padres. En diciembre de 1622, teniendo ya una posición consolidada en la sociedad panameña y ocupando el cargo de castellano del castillo de San Felipe de Todo Fierro en Portobelo, presentó a la Audiencia de Tierra Firme solicitud para que levantara una Información secreta de los méritos y servicios que había prestado al Rey durante veintiséis años. Esto sugiere que iniciaría su carrera entre 1595 y 1596.

Empezó como “soldado aventajado” en los galeones que convoyaban la Carrera de Indias. El primer viaje lo hizo en la Compañía del capitán Pablos de Aramburu “en el Tercio de la Guarda de las Indias”, y luego en la Compañía del capitán Fadrique Cáncer, “gobernador del Tercio de las Indias”. El siguiente viaje lo hizo en el navío San Marcos, también como soldado aventajado, en la Compañía del capitán Juan Pérez de Oporto, en la flota comandada por Luis Fernández de Córdoba. Hizo otro viaje en las mismas condiciones de “aventajado”, “con la ventaja de dos escudos”.

En estas flotas visitó por primera vez Tierra Firme, primero cuando las ferias se celebraban en Nombre de Dios (hasta 1596) y luego a partir de 1597 cuando empezaron a realizarse en Portobelo. Desde entonces empezaron a conocerle y tratarle los vecinos y autoridades de Panamá.

Cabe especular que estos viajes debieron revelarle las posibilidades que ofrecían los galeones para hacer negocios, ya que durante esos años la carrera gozaba de un gran dinamismo. Esto podría explicar que muy poco después tuviese suficiente capital para fabricar a su costa dos navíos en el puerto de La Habana, uno que bautizó Las Dolores y otro San Juan Bautista, este último de ochocientas toneladas. En las dos flotas siguientes que arribaron a Portobelo, ambas al mando del general Francisco del Corral y Toledo, el capitán Cristóbal Guerra de Solís llevó dos “naos marchantas” de su propiedad, y en calidad de capitán de las mismas por nombramiento que para ello le hizo la Casa de Contratación de Sevilla.

En 1600 en la flota despachada para la isla La Española a cargo del general Francisco Coloma, nuevamente la Casa de Contratación le nombró como almirante de ocho de las naos, pero tras derrotar la capitana en la que iba su general, Coloma le encomendó toda la flota, nombrándole cabo de la misma.

El capitán Guerra de Solís las condujo a salvo a Santo Domingo, “sin perder ninguna”, pese a estar las costas infestadas de corsarios.

En 1605, nuevamente la Casa de Contratación le comisionó llevar un navío de aviso para Nueva España “por la mucha satisfacción que tenía de mi persona, por haber nueva de enemigos y fui por capitán del dicho y de la gente del”. Hizo el viaje y regresó, “y de todo di buena cuenta”. Poco después, viaja nuevamente a las Indias y en esta ocasión le acompañaba el capitán Gaspar de Zurita, quien haría su carrera en Panamá y dio testimonio de este viaje.

Entre 1606 y 1607, Guerra de Solís se encuentra en Cartagena de Indias, donde sólo se sabe que sirvió un año como alférez de Infantería de la Compañía del capitán Esteban de Alcibia. Estando en esta ciudad y casado con Paula de Latras, nace hacia 1608 su hijo y futuro heredero, el doctor Matías Guerra de Latras.

Este mismo año, o tal vez poco antes, el capitán Guerra de Solís ya se encuentra definitivamente radicado en Portobelo, puesto que el primero de enero es elegido por el Cabildo de esta ciudad procurador general. Debió haber impresionado mucho a los vecinos porque le eligen en los años sucesivos como alcalde ordinario durante ocho períodos e incluso le reeligen dos veces: una certificación del escribano del Cabildo recordaba las elecciones de 1609, 1610, 1613, 1617 y 1618.

En Portobelo se dedicaba a sus negocios y a prosperar económicamente. Tenía dos “casas principales”, con seis cuartos y cuatro entresuelos, lo que sugiere que una de ellas era para alquiler, uno de los negocios más lucrativos de la ciudad, sobre todo cuando se celebraban las ferias. Tenía esclavos, que en “tiempo muerto” (cuando no había ferias) alquilaba. Una cuenta del mayordomo de la fábrica de la iglesia de Portobelo, de 1609 y 1610, registra que el capitán Guerra de Solís cobraba 318 pesos con dos reales por 818 “jornales de negros que dio para trabajar a razón de 3 ½ reales cada jornal”. También empleaba a sus esclavos en el servicio de su casa y en el barco de su propiedad en el que transportaba mercancías entre Portobelo y el río Chagre, actividad que era entonces altamente lucrativa. En la nómina de vecinos que aportaron donativos a la Corona entre 1622 y 1623, Guerra de Solís prometía “lo que pudiere dar para la armada”, lo que indica una cantidad indeterminada, dependiendo de las ganancias que obtuviera en la siguiente feria. En la Audiencia de Tierra Firme, donativos, préstamos, fianzas, compra de cargos públicos y casi cualquier otro compromiso financiero se prometía pagar a plazos o al contado según los resultados de la siguiente feria.

El capitán Guerra de Solís tuvo un momento estelar en 1617 cuando una nave pirata inglesa amenazaba las aguas del Caribe. Había capturado dos fragatas, y una de ellas, que transportaba al oidor de Santo Domingo Cristóbal de la Zerda, que iba en camino a Chile, arribó a Portobelo con la mala noticia. Luego, la nave inglesa se acercó a las costas de Portobelo, para atacar las embarcaciones que navegaban con mercancías entre esta ciudad y la boca del río Chagre, una ruta vital para el comercio transístmico y para el sistema de las ferias. El primer barco que capturaron fue el de Guerra de Solís, robando todas las mercancías que llevaba. El problema era grave porque desde que llegó la noticia de su captura ninguna embarcación se atrevió a navegar esa ruta y el tráfico por la costa quedó detenido.

El presidente y gobernador Diego Fernández de Velasco, comisionó entonces al capitán Guerra de Solís, en su calidad de alcalde ordinario y en consideración a su experiencia militar y marinera, que armase dos fragatas con una lancha para proteger la ruta. Luego de varios patrullajes exitosos, consiguió que el enemigo se retirase, asegurando de esa manera el libre tránsito entre el Chagre y Portobelo. De esa manera, el 16 de noviembre de 1620, mediante Real Provisión, la Audiencia de Panamá, a cargo del gobierno por muerte del presidente Fernández de Velasco, quiso premiar al capitán Guerra de Solís con el nombramiento de castellano del castillo de San Felipe de Todo Fierro, en consideración a que su titular, el almirante Miguel de Valdés, se encontraba gravemente enfermo “de apoplejía y privado del habla”, y por tenerse noticia de que nuevamente había piratas merodeando la costa. Sin embargo, tras una breve recuperación de su salud, Miguel de Valdés apeló de este nombramiento pidiendo que se sobreseyera, y el teniente y el sargento del castillo se resistieron a entregarle el mando del fuerte a Guerra de Solís. Pero al morir Valdés, Guerra de Solís fue confirmado en el cargo por el príncipe de Esquilache Francisco de Borja y Aragón, quien se encontraba de paso por Portobelo de regreso como virrey del Perú (1615-1621).

De esa manera, el 7 de agosto de 1621 pudo Cristóbal Guerra de Solís recibir las llaves del castillo, su bandera, sus armas y pertrechos y dos días después tomó formal posesión del mismo. Nuevamente, en 1622, al llegar el nuevo presidente, gobernador y capitán general de Tierra Firme, Rodrigo de Vivero y Velasco, éste volvió a confirmarle en el puesto.

En diciembre de este año, y ya ejerciendo el cargo de castellano en propiedad, el capitán Guerra de Solís pedía a la Audiencia que levantara una Información de sus méritos y servicios para solicitar a la Corona que le premiase por sus muchos servicios con algún cargo, tales como “uno de los gobiernos de las Indias, o corregidor o en alguna de las cosas de guerra conforme a la calidad de mi persona y servicios”.

En el grueso expediente de esta Información varios deponentes declararon que mientras fue castellano, además de mantener la tropa disciplinada, reparó las murallas, los almacenes, y varias puertas que se encontraban inservibles, construyó una nueva garita sobre la plataforma, y mantuvo siempre limpio de arbustos y maleza las murallas y los alrededores del fuerte San Felipe.

Todos estos gastos los hizo a su costa y utilizando sus propios esclavos. Declararon también que por falta de dinero en las Cajas Reales y retraso de las pagas durante cinco meses, a los soldados del castillo “les socorrió de su hacienda”, por lo que todos le querían y apreciaban.

No se sabe si su solicitud fue atendida por el Consejo de Indias. Probablemente no. El hecho es que una década más tarde ya es difunto y le hereda su hijo el doctor Matías Guerra de Latras, conocido en sus tiempos como uno de los hombres más ricos de Tierra Firme, gracias a lo que heredó de su padre.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Panamá, 63 B, N.º 3, Información de méritos y servicios del capitán Cristóbal Guerra de Solís, castellano del San Felipe de Portobelo, Panamá, diciembre de 1622; Panamá, 65, Información de méritos del Dr. D. Matías Guerra de Latras, quien pide plaza de oidor o fiscal en Indias, Panamá, 30 de abril de 1643; Panamá, 32, Memoria presentada por el alcalde ordinario capitán Cristóbal Guerra de Solís, de los vecinos que de presente hay en la ciudad de Portobelo, 8 de junio de 1618; Panamá, 47, Liquidación e inventario de lo que entró en el donativo y préstamo que a S. M. han hecho diferentes personas por escrituras, cédulas y memorias [...], con carta de remisión del presidente Rodrigo de Vivero, Portobelo, 14 de julio de 1622; Panamá, 57, Declaración de Matías Guerra de Latras en Testimonio de autos del mulato Manuel Botacio Grillo, pidiendo título de notario en Panamá, Portobelo, 10 de julio de 1638; Panamá, 19, Autos de la renuncia de M. A. Íñiguez de Aragón, remitidos con carta al rey por el fiscal Méndez de la Vega, Panamá, 14 de septiembre de 1645; Panamá, 70, Informe del Dr. Matías Guerra de Latras sobre la situación de Tierra Firme, Panamá, 17 de diciembre de 1647; Panamá, 222, Carta del Cabildo de Panamá, 4 de julio de 1638, Panamá 31; Carta del obispo F. Ramírez al rey, Panamá 15 de noviembre de 1651.

A. Castillero Calvo, Sociedad, Economía y Cultura Material, Historia Urbana de Panamá la Vieja, Buenos Aires, Editorial e Impresora Alloni, 2006, págs. 626-628.

 

Alfredo Castillero Calvo