Núñez Quixano, Indalecio. San Juan (Puerto Rico), 25.XI.1874 – Ferrol (La Coruña), 19.V.1965. Vicealmirante de la Armada.
Hijo del capitán de navío de 1.ª Clase Indalecio Núñez Zuloaga y de Daría Quijano de Artacho, nació en la ciudad de San Juan cuando su padre, a la sazón teniente de navío de 1.ª Clase, mandaba allí el guardacostas Guadiana. Ingresó en la Escuela Naval Flotante, establecida en la fragata Asturias, el 20 de julio de 1891.
De guardia marina estuvo embarcado en diversos buques y el 16 de mayo de 1894 salió de transporte para Filipinas, en cuyo apostadero sirvió hasta el 2 de octubre de 1895. Estuvo en Nanking, a bordo del crucero D. Antonio de Ulloa, para desembarcar al destacamento de Infantería de Marina que debería proteger la Embajada de España en Pekín durante la guerra chinojaponesa. Tras diversas navegaciones por el mar de la China, regresó a la Península y, superados los exámenes para alférez de navío con éxito, fue promovido a dicho empleo el 14 de enero de 1897, regresando a Filipinas.
Embarcado en diferentes buques de aquel apostadero, asistió a diversas comisiones de guerra, como el bombardeo de San Francisco de Malabán o la toma de San Nicolás, hasta que, el 29 de marzo de 1898, transbordó al crucero Don Juan de Austria, uno de los que formaba parte de la escuadra Montojo. Dicha escuadra zarpó para Subic y regresó a Cavite, por no encontrarse todavía en condiciones de defensa aquella bahía, donde el 1 de mayo de 1898 sucumbió ante la escuadra norteamericana del almirante Dewey.
En el parte elevado por el comandante del Don Juan de Austria, Juan de la Concha, decía: “Creo un deber de justicia recomendar a V.E.I. por su brillante comportamiento [...]; alférez de navío D. Indalecio Núñez Quijano, que cooperó a remediar la avería causada en la maquina por haberle pedido auxilio el maquinista mayor D. Ramón Alfonsin [...] quedando remediada con sumo acierto y habilidad la avería”. Al resultar hundido su buque, regresó a nado al arsenal de Cavite.
El 2 de mayo de 1898 fue destinado al Batallón de Marinería y, al día siguiente, salió para Manila, donde fue destinado al Batallón de Artillería de Plaza y, mandando una batería de obuses “Mata” de 5 cm de calibre, participó en su defensa.
Tras la capitulación de Manila, verificada el 13 de agosto de 1898, y autorizado por el capitán general, logró evadirse y trasladarse a Ilo-Ilo, donde permaneció hasta el 8 de enero de 1899, en que se trasladó a Zamboanga, después de navegar dos meses en misiones de guerra por Mindanao y Joló. Tras esas acciones, fue pasaportado para España, donde embarcó en el crucero Alfonso XII para realizar un crucero de dos meses por las costas gallegas.
Por su actuación en la guerra recibió las siguientes condecoraciones: dos Cruces rojas del Mérito Militar, por las operaciones de los sitio de Manila e Ilo-Ilo, Cruz roja del Mérito Naval por las operaciones de Cebú y las Medallas de Cavite y de la Campaña de Luzón.
Su hermano mayor, con el tiempo almirante José Núñez, también fue náufrago en Cavite, donde era ayudante personal del almirante Montojo, y fue timonel de fortuna en el puente del María Cristina cuando cayó herido el marinero que lo ocupaba. El segundo, Francisco, que falleció siendo contralmirante, fue el oficial comisionado por el comandante general de Marina en La Habana para traer a España la documentación del expediente abierto para averiguar las causas de la voladura del Maine.
Durante el empleo de alférez de navío realizó la especialidad de torpedos y, una vez ascendido, embarcó en el crucero Emperador Carlos V, asistiendo en junio de ese mismo año a las operaciones montadas con motivo de los disturbios del protectorado marroquí, así como a la campaña de Marruecos de 1909. En mayo de ese mismo año zarparon para Buenos Aires, donde asistirían al primer centenario de la independencia de la República Argentina, escoltando al trasatlántico que transportaba a la infanta Isabel de Borbón, delegada regia en dicho magno acontecimiento. Núñez Quixano ejercía, a bordo del Carlos V, el destino de oficial de derrota. De dicho buque pasó a la segunda comandancia de la Estación Torpedista de Mahón y, por Real Orden de 28 de diciembre de 1912, se le concedió excedencia forzosa para pasar a la Compañía Arrendataria de Tabacos como comandante del vapor n.º 2, armado para la reprehensión del contrabando. La base de este buque estaba en Valencia y su zona de operaciones era la costa española mediterránea.
Durante la huelga general declarada en España en mayo de 1914, mandó sucesivamente, entre los días 11 al 24 de dicho mes, los vapores Bellver, Cataluña e Isleño, realizando diversas navegaciones entre Palma de Mallorca, Marsella y Alicante, por lo que se le dieron las gracias por Real Orden.
Tras reintegrarse al servicio en la Armada, ascendió a capitán de corbeta, nombrado fue destinado al Estado Mayor Central de la Armada y jefe de Estudios del Colegio de Huérfanos de la Armada. El 30 de octubre de 1920 tomó el mando de la división de torpederos del departamento de Ferrol y el del torpedero n.º 3, después fue profesor de los guardia marinas embarcados en la División de Instrucción de la Escuadra, de donde pasó destinado al Ramo de Electricidad del arsenal de Ferrol.
En 27 de febrero de 1923 ascendió a capitán de fragata y el 29 de julio de 1923 fue nombrado segundo comandante del acorazado Jaime I, que había varado en cabo Tres Forcas, colaborando en las tareas de salvamento que lograron recuperar toda la artillería del buque.
El 27 de noviembre de 1924 tomó el mando del buque escuela Galatea, siendo el primer comandante que salió con este buque a la mar armado ya como escuela de marinería. Permaneció en él hasta el 8 de septiembre de 1926, realizando durante su mando diversos cruceros de instrucción. Ejerció después, durante dos años, el cargo de director de la Escuela de Marinería instalada a bordo del crucero Carlos V, pasando a mandar enseguida la base naval de La Graña (Ferrol).
Por Real Orden (R. O.) de 1 de mayo de 1926, la obra que escribió en colaboración con su yerno, el más tarde almirante Pedro Fernández Martín, Motores de combustión interna, fue declarada de texto para los alumnos de la Escuela Naval Militar, lo mismo que por R. O. de 28 de mayo de 1929 su otra obra, ya escrita en solitario, Turbinas de vapor marinas y turbomotores.
Ascendido a capitán de navío, fue nombrado jefe del Estado Mayor del departamento de Ferrol y el 9 de marzo de 1929, comandante de quilla del crucero Miguel de Cervantes, ejerciendo también como capitán de pruebas durante las de dicho buque. Del Estado Mayor de Ferrol pasó a mandar del acorazado Jaime I, en el cual permaneció hasta el 27 de noviembre de 1930, cuando tomó la jefatura del Estado Mayor de la Escuadra, destino en el que se encontraba al advenimiento de la Segunda República.
Por Decreto del presidente de la República del 26 de enero de 1932, fue ascendido a contralmirante y nombrado jefe del arsenal militar y segundo jefe de la base naval principal de Ferrol. El 15 de octubre de 1934 se encargó del mando de dicha base naval, por fallecimiento del almirante Suances. Fue notable su actuación, como jefe del arsenal ferrolano, con motivo de los sucesos de la Revolución de Asturias, en los cuales tuvo amplia y destacada actuación la Marina de Guerra. Por decreto del 11 de junio de 1935 fue nombrado director de la Escuela de Guerra Naval, cargo en el que permaneció hasta el 25 de junio de 1936, por haber ascendido el 17 próximo anterior al empleo de vicealmirante (entonces el más alto de la Armada, al haber suprimido la República los empleos de teniente general y almirante), y el 30 de junio de 1936 tomó el mando de la base naval principal de Ferrol.
En Ferrol le sorprendió el levantamiento de 1936 y su orden de cerrar las puertas del arsenal militar e impedir la salida de las compañías de marinería que debían ocupar ciertas zonas del pueblo de Ferrol, hizo que se contuviera el movimiento revolucionario iniciado el día 21 de julio a las 15:00 horas. En la junta de jefes del departamento, celebrada en su despacho y a la que no convocó al contralmirante Azarola por saberlo contrario a participar en cualquier acción contra el Gobierno, el almirante se opuso a la declaración del estado de guerra, que le proponían algunos de sus subordinados, optando por el estado de alarma “C”, en el cual las fuerzas de Marina y del Ejército de Tierra ocuparían diversos sectores de la población, previamente señalados, lo cual constituía una especie de estado de guerra sin bando, porque una vez proclamado no se podía hacer más que lo que los jefes de los sectores permitiesen. Con esas disposiciones y tras dos días de lucha contra el crucero Almirante Cervera y el acorazado España, amén de los obreros armados y agrupados en torno a las formaciones políticas izquierdistas y sindicalistas, controló la situación en Ferrol, de la que todos los autores destacan que algo menos de cuatrocientos hombres contuvieron a cuatro mil, y que fue determinante, como explica con claridad Cerezo Martínez, para la consolidación de la sublevación en la Península. Por ello el almirante recibió una carta de agradecimiento del general Franco, fechada el 29 de agosto de 1936, que está publicada por Mauricio de Oliveira en su A tragédia espanhola no mar (Lisboa 1936: 105-106).
Debido a su actitud opuesta a la represión sin formación de la correspondiente causa y, sobre todo, al no firmar la condena de muerte del comandante del crucero Almirante Cervera, capitán de navío Juan Sandalio Sánchez Ferragut, cuya causa envió a Burgos en demanda de que se repitiese la sumaria por la vía ordinaria, fue cesado en su cargo el día 23 de septiembre de 1936 por la Junta de Defensa Nacional (Burgos) pasando por decreto n.º 198 (Boletín Oficial, n.º 105) a la situación de retirado. De ahí el comentario de Cervera Pery: “Quedó incorporado al movimiento y más tarde sustituido en el mando por el contralmirante Castro Arizcun. La impecable caballerosidad del almirante Núñez tuvo que ver algo en esto”.
Previamente había sido cesado por el Gobierno de la República, por un telegrama enviado al contralmirante Azarola, en la mañana del día 21, que recibió también el alcalde de Ferrol, Santamaría, que pertenecía al Frente Popular. No surtió efecto porque el almirante Núñez se negó a obedecerlo y su nombre encabezó la lista de “Jefes y Oficiales de la Armada que causan baja definitiva”, publicada en la Gaceta de Madrid n.º 135, de 29 de julio de 1936 (primera en la que se mencionaba a la Marina de Guerra desde el 17 de julio próximo anterior).
En la revolución sufrida por la escuadra, y a primeros de agosto de 1936, perdió a su hijo el alférez de navío Francisco Núñez Iglesias y a su yerno el capitán de corbeta Juan Garat Rull, ambos de la dotación del Libertad, que fueron asesinados con la mayoría de sus compañeros y con el comandante, el capitán de navío Hermenegildo Franco Salgado-Araujo, suegro de su hijo, el entonces teniente de navío Pedro Núñez Iglesias.
El almirante Núñez, que estuvo casado con Eva Iglesias Sierra, falleció en Ferrol el 19 de mayo de 1965, cuando contaba noventa años de edad, dejando 140 descendientes directos. Dos de sus hijos alcanzaron también el almirantazgo.
Obras de ~: con P. Fernández Martín, Motores de combustión interna, Ferrol, Imprenta del Correo Gallego, 1926; Turbinas de vapor marinas y turbomotores, Ferrol, Imprenta del Correo Gallego, 1930; Fieroavanzzo, Bases Navales del Mundo, trad. de ~, Madrid, Editorial Naval, 1941.
Bibl.: M. de Oliveira, A tragédia espanhola no mar, Lisboa, Parceria A. M. Pereira, 1936 (2.ª ed.); J. Cervera Pery, Alzamiento y Revolución en la Marina, Madrid, Editorial San Martín, 1978; R. Cerezo Martínez, Armada española siglo xx, vols. II y III, Madrid, Ediciones Poniente, 1983; G. Chocano Higueras, La Escuela de Guerra Naval, 75 años de Historia, Madrid, Ministerio de Defensa-Secretaría General Técnica, 1999.
José María Blanco Núñez