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Josep Trueta i Raspall

Biografía

Trueta i Raspall, Josep. Barcelona, 27.X.1897 – 19.I.1977. Cirujano ortopeda, catedrático en Oxford.

Josep Trueta i Raspall nació el 27 de octubre de 1897 en el seno de una familia de médicos de Barcelona. Su padre era médico y su bisabuelo cirujano de la Armada. Tras cursar la educación primaria en las Escuelas Pías de San Antonio, entró en el Instituto General y Técnico y en 1916 inició sus estudios de Medicina en la Universidad de Barcelona. Fue alumno interno residente del Departamento de Medicina Interna dirigido por Francesc Ferrer Solervicens. Se licenció en 1921 y un año más tarde obtuvo el doctorado y se incorporó como residente al Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Allí fue ayudante de Manuel Corachán, catedrático de cirugía. En 1933 inició su carrera docente como ayudante de patología quirúrgica en la Universidad de Barcelona y al ser nombrado cirujano jefe se convirtió en profesor de cirugía, una carrera docente iniciada en 1933 como ayudante de patología quirúrgica. Durante la década de 1929 a 1939 fue contratado también como cirujano jefe por la Caja de Previsión y Socorro, una empresa que, según el testimonio de Trueta, atendía unos cuarenta mil accidentes al año. Por todo ello, al iniciarse la Guerra Civil, Trueta ocupaba una posición estratégica como cirujano jefe del mayor hospital de Cataluña y del mayor servicio de atención a accidentes de todo el país.

De ideología liberal-conservadora, Trueta no tuvo durante la República ni la Guerra Civil otro activismo político que su profundo sentimiento catalanista. Nunca había ostentado cargo ni responsabilidad política y cuando el avance de las tropas franquistas hizo prever el desenlace, dudó si permanecer en Barcelona, aunque albergaba la certeza de que el ejército franquista arrasaría Cataluña, puesto que, en su opinión, una de las principales razones que habían desencadenado la sublevación era frenar el avance del nacionalismo vasco y catalán. Ya entonces había realizado una sólida obra científica y era miembro de la Sociedad de Cirugía de Barcelona (1928), de la Société Internationale de Chirurgie (1932), de la Association Française de Chirurgie (1933), de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (1935), de la Academia i Laboratori de Ciències Mediques, de la Societat de Cirurgia de Catalunya y de la Società Italiana di Anestesia e di Analgesia.

El 3 de febrero de 1939 cruzó la frontera de Francia junto con miles de refugiados y en Perpignan contactó con dos médicas británicas, que le invitaron a viajar a Inglaterra para asesorar a los responsables de defensa civil de Londres. Sin dinero ni documentación, Trueta viajó a Londres, donde debatió con especialistas británicos la organización sanitaria ante un previsible ataque aéreo alemán. Conscientes de la amenaza que el conflicto bélico internacional representaba para la asistencia a los heridos, se desencadenó en esa época una polémica sobre el tratamiento quirúrgico de las heridas de guerra en diversas publicaciones médicas británicas. La práctica habitual de los cirujanos era contraria a las ideas y a la experiencia de Trueta. Su presencia en Londres despertó el interés de médicos y cirujanos por discutir su método empleado en la guerra de España y fueron muchas las cartas que recibió solicitando su presencia pública. Publicó entonces una carta en The Lancet y fue invitado a impartir una conferencia ante un selecto grupo de cirujanos británicos en la Royal Society of Medicine el 14 de julio de 1939. Poco después recibió una invitación del cirujano ortopédico G. R. Girdlestone para visitar Oxford, quien consiguió fondos para que Trueta y su familia permanecieran en Inglaterra durante seis meses a comienzos de la guerra mundial, con una ayuda de 50 libras mensuales. Como solución provisional, el ministro de Sanidad le nombró asesor en el Wingfield Hospital de Oxford, lo que le permitía operar sin tener que homologar su título español.

Nada más iniciarse la Guerra Civil empezaron a llegar heridos al servicio de cirugía. Ante la imprevisible dimensión del problema, Trueta pensó que convenía establecer un protocolo para el tratamiento de las heridas de guerra. Se establecía entonces que el período crítico para el tratamiento era a las ocho o diez horas de producirse y el resultado final podía preverse al final de la primera semana. Algunos cirujanos planteaban una sucesión de intervenciones quirúrgicas en vez de una sola inicial. Buscaban evitar la inflamación séptica que sucedía en muchos procesos postoperatorios.

El uso del bisturí no parecía poder prevenir la supuración y la única esperanza eran los antisépticos. Las bacterias encontraban un excelente medio de reproducción en los fragmentos de tejidos blandos dañados por las heridas. Por eso Trueta pensó que la extirpación meticulosa de los restos de tejido muscular desvitalizado por la herida era la mejor forma de antisepsia. Cuanto mejor se hiciera esa limpieza, mejores tenían que ser los resultados. Otros cuatro principios complementarios le sirvieron para obtener los mejores resultados de curación en el tiempo más corto posible y con el mínimo sufrimiento para el paciente: a) inmovilización y protección de la herida; b) evitar la retención de los fluidos extravasados mediante el oportuno drenaje; c) eliminación de la suciedad y las bacterias mediante el lavado de la herida y sus alrededores con agua y jabón y d) acabar el tratamiento antes de que las bacterias tengan tiempo de penetrar por la superficie de la herida y alcanzar los tejidos sanos subyacentes. Pensó que el mejor método para inmovilizar y proteger una herida reciente era envolver la región afectada con yeso y posteriormente elevar el miembro.

Los resultados fueron espectaculares y un mes después de iniciarse la guerra ya escribió un primer artículo describiendo el método y los resultados. En 1938 apareció una monografía en catalán, que enseguida se tradujo al inglés y al español, pero el método era considerado peligroso o demasiado revolucionario y no se publicaron otros trabajos que dieran apoyo a la nueva técnica. La mayor dificultad derivaba del miedo de los cirujanos a enyesar una herida y a realizar cuidadosas escisiones de los tejidos desvitalizados. De los mil setenta y tres casos que había tratado al final de la Guerra Civil, sólo seis habían muerto, y eso también gracias a la ayuda del sistema de organización de las transfusiones de sangre impulsado por Frederic Durán-Jordá, otro médico catalán también exiliado en Reino Unido tras la guerra. Según Trueta, la inmovilización tenía un efecto favorable porque el reposo ayuda a las defensas naturales del organismo. Otros beneficios inmediatos eran la ausencia de dolor, la rápida desaparición del shock, la recuperación del sueño y el apetito y la mejor consolidación del hueso fracturado.

Cuando se incorporó provisionalmente al Wingfield Morris Orthopaedic Hospital, G. R. Girdlestone contaba con un equipo muy reducido de colaboradores. El Hospital había sido creado durante la Primera Guerra Mundial, y era el único y principal escenario de la ortopedia en Oxford. Girdlestone se jubiló de la Cátedra de Ortopedia y le sucedió Herbert James Seddon, quien tomó posesión de la cátedra el 15 de enero de 1940, cuando Trueta llevaba unos meses trabajando en el Hospital y ya era miembro de la Royal Society of Medicine. Se inauguró entonces un nuevo Servicio de Accidentes en la Radcliffe Infirmary, el hospital más grande de Oxford. Inicialmente el canadiense Jim Scott se hizo cargo del servicio, pero en 1942 tuvo que incorporarse a la aviación militar y Trueta asumió la dirección del servicio, que contaba inicialmente con treinta camas, que se incrementaron considerablemente a partir de entonces. La preocupación por los traumatismos y las heridas de guerra hizo que impartiese más de ochenta conferencias entre 1939 y 1944. Entre ellas, las más destacables fueron seguramente las dos impartidas en la Royal Society of Medicine La falta de un permiso para trabajar oficialmente en el hospital le permitió plantearse la investigación experimental de su tratamiento de las heridas de guerra. Con la ayuda de Girdlestone consiguió permiso para trabajar en el laboratorio de Howar Florey en la William Dunn School of Pathology, donde inició una fructífera colaboración con biólogos, químicos y otros investigadores. En el equipo de Florey estaban el bacteriólogo Gardner, Ernst Chain —un bioquímico judío alemán exiliado de la Alemania nazi—, la química Scheontal, Abraham, Duthie y Orr-Ewing. Era el laboratorio que se haría famoso por liderar la era antibiótica al poner en práctica el uso de la penicilina.

Scheontal llamó su atención sobre una reciente publicación que hablaba de un antagonismo biológico que hace desparecer los organismos tóxicos piogénicos ante las colonias de B. Pyocyaneus. Trueta había descubierto en Barcelona en torno a setenta casos en que la presencia del B. Pyocyaneus limpiaba la herida de gérmenes. El concepto de “antagonismo biológico” aparecía formulado en el libro de Trueta sobre el tratamiento de las heridas de guerra y Scheontal le sugirió investigar sus mecanismos biológicos. Estudió también con John Barnes la influencia del movimiento y la inmovilización de los miembros sobre la circulación linfática y su efecto sobre los procesos de absorción tisular en conejos. Después de una serie de trabajos experimentales llevados a cabo en aquel laboratorio entre 1940 y 1941, Barnes y Trueta empezaron a investigar el problema del shock traumático, que solía producirse especialmente tras los bombardeos aéreos. Trueta pensaba en un factor de origen vascular y nervioso, que podía ser la causa de un espasmo de las arterias renales que bloquease la circulación sanguínea y la formación de orina. Publicaron sus resultados en el British Journal of Surgery y demostraron que se produce un espasmo vascular de las arteriolas abdominales semejante al riñón y eso es causa del cese de orina. En 1945 retomaron las investigaciones experimentales sobre el mecanismo fisiológico de la circulación renal y describieron aspectos fundamentales de la microcirculación del riñón. Otro de los campos de interés de Trueta fue el tratamiento de las secuelas de la poliomielitis, que no sólo provocaba los conocidos problemas en el desarrollo óseo, sino también situaciones dramáticas de parálisis respiratorias en niños afectados durante la etapa terminal de la enfermedad.

En 1949, Trueta tomó posesión de la Cátedra de Cirugía Ortopédica de la Universidad de Oxford, creada en 1937 y cuyo primer ocupante había sido G. R. Girdlestone. En los años 1960, la parte clínica de la Oxford Medical School estaba formada por cuatro Nuffield Chairs, una de ellas la ocupada por Trueta. Con la puesta en marcha del National Health Service se produjo un cambio radical en la asistencia sanitaria en Gran Bretaña. Trueta consideró entonces que cualquiera que fuesen los efectos del nuevo modelo sanitario, durante los siguientes quince años en que iba a ostentar la cátedra, las condiciones asistenciales y laborales iban a cambiar mucho y nadie tenía experiencia de lo que podía suceder. La cátedra le ofrecía una oportunidad única para crear un centro de investigación dotado de un entorno hospitalario y de un nuevo laboratorio, sala de rayos X y un edificio para experimentación animal. La institución diseñada por Trueta se convirtió en un centro de referencia, donde acudían especialistas de todo el mundo y se formaban jóvenes cirujanos. Ya entonces resultaba imposible la investigación en ortopedia sin medios hospitalarios, aparatos de radiografía y recursos clínicos, sin pacientes externos y un archivo de historias clínicas. El nuevo centro diseñado por Trueta se inauguró el 27 de octubre de 1958 con la presencia de la reina Isabel y Lord Nuffield. Era el día del sesenta y un aniversario del cirujano catalán.

Aunque se mantuvo escrupulosamente al margen del movimiento asociativo republicano en el exilio, mantuvo sin embargo una estrecha amistad con refugiados españoles. En 1946, publicó The Spirit of Catalonia, que dedicó a su amigo Pau Casals “gran artista y gran catalán”. En sus páginas se descubre una dimensión humanista del Trueta, que se sentía partícipe de una comunidad intelectual: la de la elite científica y cultural catalana. Al final de su vida, retirado y de nuevo en Cataluña, Josep Trueta escribió un ameno libro de memorias que tituló Fragments d’una vida, donde, con mirada serena, ofrecía sus reflexiones y sus vivencias personales sobre los acontecimientos políticos y científicos que habían jalonado su intensa vida.

Trueta recibió a lo largo de su vida un sinfín de distinciones a su labor científica. Fue miembro de la Royal Society of Medicine (1940), de Londres, Honorary Fellow de la British Orthopaedic Association; doctor honoris causa por la Universidad de Oxford (1943), por la Universidad de Buenos Aires (1950), Universidad de Brasil (1958) y la University of Gothenburg (1964); Honorary Fellow del Royal College of Surgeons of Canada (1947), Fellow del Royal College of Surgeons of England; Prix Laborie de la Académie Française de Chirurgie (1948); miembro honorario de las siguientes asociaciones científicas: Società Italiana di Ortopedia e Traumatología (1949), Sociedade Brasileira de Ortopedia e Traumatología, Sociedad Argentina de Ortopedia y Traumatología, Royal Faculty of Physicians and Surgeons, de Glasgow, Association of Surgeons of Great Britain and Northern Ireland, Société International de Chirurgie Orthopédique et de Traumatologie, Societas Orthopaedica Scandinavica, Société Française d’Urologie, Sociedad Latino-Americana de Ortopedia y Traumatología, Sociedad Colombiana de Cirugía Ortopédica y Traumatología, Colegio de Médicos del Estado de Mérida, Sociedad Médico-Quirúrgica del Zulia, Deutsche Orthopädische Gesellschaft, Hellenic Society for Crippled Children, Atenas, American Association for the Surgery of Trauma, Asociación Española de Médicos Forenses y de la Sociedad Catalana de Pediatría. Caballero de la Legión de Honor (1953), comandante de la Ordem Nacional do Cruceiro do Sul, Brazil (1957), profesor visitante de las Universidades de Pittsburg, Ohio State University College of Medicine, Padua (1960), miembro de la Academia Nacional de Medicina de Argentina, presidente perpetuo honorario de la Société Internationale de Chirurgie Orthopédique et de Traumatologie, Honorary Fellow del American College of Surgeons, socio Straniero de la Società Nazionale di Scienze, lettere ed Arti in Napoli (1963), Officier de la Legión d’Honneur, Premio Robert Danis, de la Société Internationale de Chirurgie, Emeritus Fellow del Worcester College, Oxford, y Nuffield Professor Emeritus de Orthopaedic Surgery de la University of Oxford (1966).

Unos días antes de su muerte, el rey Juan Carlos I le impuso la Gran Cruz de Carlos III.

 

Obras de ~: “El tratamiento de la fracturas de guerra”, en Revista de Cirugía de Barcelona, 12 (1936), págs. 27-30; Tractament de les fractures de guerra, Barcelona, Biblioteca Médica de Catalunya, 1938 (ed. inglesa: Treatment of war wounds and fractures with special reference to the closed method as used in the war in Spain, London, Hamish Hamilton Medical Books, 1939); con J. M. Barnes, “Absortion of Bacteria, Toxins and Snake Venoms from the Tissues. Importance of the Lymphatic Circulation”, en The Lancet, I (1941), págs. 623-626; The Principles and Practice of War Surgery, London, 1943 (eds. 1944 y 1946); The spirit of Catalonia, London, Cumberledge, 1946 (ed. cat., L’esperit de Catalunya, México, 1950); Studies of the renal circulation, Oxford, Blackwell Scientific, 1947 (ed. esp. Estudios sobre la circulación renal, Barcelona, Publicaciones Médica-José Janés, editor, 1949]; An Atlas on Traumatic Surgery. Illustrated histories of wounds of the extremities, Oxford, Blackwell Scientific Publication, 1949; con A. B. Kinnier Wilson y M. Agerholm, Handbook on Poliomyelitis, Oxford, 1956 (trad. esp. en 1958); Poliomielitis: principios y práctica de su tratamiento, Barcelona, Ed. Juventud, 1957; Orthopaedics at Oxford. Past, Present & Future. Reflections after ten years in the Oxford Chair of Orthopaedic Surgery. Lecture delivered at the Nuffield Orthopaedic Centre, Oxford (3 de diciembre de 1959) Oxford, 1960; A list of appointments, distinctions and publications, Oxford, 1967; Studies of the development and decay of the human frame, Londres, Heinemann Medical, 1968; Girdlestone Orthopaedic Society, London, 1971; Fragments d’una vida, Barcelona, Edicions 62, 1978 (ed. inglesa Trueta, surgeon in war and peace, Londres, Víctor Gollancz, 1980].

 

Bibl.: M. Díaz-Rubio, “Josep Trueta Raspall (1897-1977)”, en 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, 2000, pág. 191; F. Guerra, La medicina en el exilio republicano, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares, 2003; J. L. Barona Vilar, “Josep Trueta I Raspall (1897-1977). La biografía científica de su exilio en Oxford”, en Laberintos, 3 (2004); “Josep Trueta I Raspall, Josep (1897-1977)”, en W. T. Bynum y H. Bynum, Dictionnary of Medical Biography, London, Greenwood Press, 2005; A. Zarzoso y A. Martínez Vidal (eds.) Medicina, guerra i exili. Una generació destruïda per la guerra, Barcelona, Publicacions de la Residència d'Investigadors, 2011; M. Aznar Soler y J. R. López García (eds.), Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, vol. 4, Sevilla, Renacimiento, 2016, págs. 484-486.

 

Josep Lluís Barona Vilar

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