Tulga. Flavius Tulga Rex. ?, p. s. vii – 17.IV.642 post. Rey de España (639-642).
Tulga pertenecía a una poderosa familia goda. Su padre fue el rey Quintila (636-639), al que sucedió en el Trono. El uso del mismo formante antroponímico, su posición de poder y su comportamiento con el derrocado Tulga podrían inducir a pensar que el rey Quindasvinto (642-649) también formara parte de este mismo linaje nobiliario godo. Un linaje que descollaba por la amplitud de sus posesiones fundiarias. Con seguridad éstas habían aumentado considerablemente en el reinado de Quintila. Además este último Rey había procedido a repartir un gran número de posesiones entre los nobles adictos a su causa. Estas medidas —a las que se trató de reforzar con la sanción eclesiástica de los concilios quinto y sexto de Toledo, de junio del 636 y enero del 638 respectivamente— permitieron que a la muerte de Quintila la corona goda pasara a su hijo Tulga. Un hecho que tuvo lugar el 20 de enero del 639.
El escaso carácter de Tulga, en parte también debido a tratarse todavía de un adolescente, no hizo más que aumentar las apetencias de miembros de la nobleza a suplantarle en el Trono. Más de un conato de rebelión se produciría en los dos años y poco más de cuatro meses que duró el reinado de Tulga. El riesgo para la coalición nobiliaria en el poder de que triunfara alguna protagonizada por alguien ajeno a la misma, con la ayuda del exterior probablemente, propiciaría el final alzamiento del miembro más experimentado y prestigioso de aquélla: el anciano Quindasvinto que tenía a sus espaldas setenta y nueve años de edad y un turbulento pasado como partícipe en numerosas conspiraciones nobiliarias. La pertenencia a la misma coalición nobiliaria en que se había apoyado Quintila, e incluso al mismo linaje de éste, explican tanto el fácil éxito de la usurpación así como el respeto de la vida del depuesto Tulga. Inhabilitado para reinar al joven Tulga mediante su tonsura eclesiástica el 17 de abril del 642. La lógica permite suponer que ingresara entonces en un monasterio donde acabaría sus días en fecha y condiciones que se ignoran.
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Luis Agustín García Moreno