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Miguel de la Torre y Pando

Biografía

Torre y Pando, Miguel de la. Conde de Torre-Pando (I). Bernales (Vizcaya), 13.XII.1786 – Madrid, 27.V.1843. Militar.

En 1800 ingresó como soldado distinguido en el Regimiento de Infantería de Saboya, con el que intervino en la campaña contra Portugal, pasando, cuatro años más tarde, al Real Cuerpo de Guardias de Corps. Al producirse el levantamiento del 2 de mayo consiguió huir de Madrid. Se le concedió, en el mes de julio, el empleo de teniente del batallón Ligero de Plasencia. Dos meses después, ascendió a capitán del mismo Cuerpo.

En 1809, combatió en varias acciones. Entre ellas destaca su participación en la batalla de Medellín (Badajoz), en el mes de marzo, en la que cayó herido y prisionero. Consiguió fugarse y volvió a resultar herido en noviembre en la batalla de Ocaña (Toledo), retirándose a Almadén (Ciudad Real) para atender a su curación. Una vez recuperado, a principios de 1810, reclutó en quince días a quinientos hombres en el partido de Plasencia, dándosele su mando. En el mes de octubre, se le encomendó la organización del batallón de Cazadores de Castilla, al que, en tres meses, dotó de mil plazas, siendo trasladado a él. En abril de 1811, ascendió a teniente coronel, grado con el que se halló en la batalla de Fuentes de Oñoro (Salamanca), mereciendo su destacada intervención que le felicitaran los aliados ingleses.

En 1813, destinado en el batallón de Cazadores de Barbastro, se batió en Pamplona y Sorauren (Navarra), penetrando a continuación en Francia en persecución del enemigo, al que al año siguiente se enfrentó en la batalla de Tolosa. Terminada la guerra, fue ascendido a coronel y destinado al batallón de Voluntarios de Aragón, con el que, al año siguiente, pasó a América, formando parte de la expedición de Morillo. Intervino en la toma de la isla Margarita y posteriormente en el sitio y rendición de la plaza de Cartagena de Indias.

En 1816, una vez promovido al empleo de brigadier, se le nombró comandante general del Oriente del Magdalena, marchando al mando de una pequeña división al interior del Nuevo Reino de Granada, con la que ocupó, en el mes de mayo, Tunja y Santafé de Bogotá, arrojando de ellas a los enemigos. Seguidamente, emprendió la campaña de los Llanos de Casanare, atravesó la cordillera de los Andes y pasó a Venezuela, donde batió en numerosas ocasiones a las partidas enemigas que se oponían a su marcha.

En enero de 1817, al mando de mil doscientos hombres, consiguió batir en la sabana de Mucuritas, junto al río Apure, a tres mil soldados de caballería que estaban a las órdenes del insurgente Páez. Dos meses después se embarcó con destino a la Guayana para socorrer a su capital. En el mes de abril participó en la acción de San Félix, en la que sus fuerzas, tan sólo ochocientos hombres, derrotaron a otras cinco veces superiores, viéndose obligado posteriormente a replegarse a Angostura, donde resistió por espacio de cuatro meses un riguroso sitio, hasta que se vio obligado a evacuarla. En el mes de diciembre, se le dio el mando de la 1.ª División, a cuyo frente derrotó, en la batalla del Hato de la Hogaza, a un enemigo que le doblaba en número, destruyendo al mejor cuerpo de tropas de que disponía los contrarios y consiguiendo paralizar sus operaciones. En esta acción resultó gravemente herido y su heroica actuación fue recompensada con la Cruz Laureada de San Fernando. Posteriormente, recibió la Gran Cruz de la misma Orden en consideración a los méritos contraídos como general al mando de una división como jefe del Ejército de Costa Firme, así como por el cambio de gobierno que introdujo en la isla de Puerto Rico.

El 2 de marzo de 1818, se enfrentó a Bolívar y el 16 se hizo cargo del mando del Ejército Expedicionario de Costa Firme, al resultar gravemente herido el general Morillo en la acción de la Puerta, persiguiendo a Bolívar hasta las inmediaciones de Calabozo, y causándole muchas pérdidas. Resistió el 26 en Ortiz el ataque de numerosos cabecillas, a los que deshizo su infantería tras siete cargas a la bayoneta causando una grave derrota el 2 de mayo a las tropas de Páez, acción en la que fue nuevamente herido. Al mes siguiente, fue ascendido a mariscal de campo, en recompensa al mérito contraído en el Hato de la Hogaza.

Nombrado jefe del Estado Mayor de dicho Ejército, en enero de 1819 combatió al enemigo en el Apure y en la boca del Arauca, dedicándose al mes siguiente a proteger y organizar la provincia de Barinas. Tras la desgraciada acción de Boyacá (7 de agosto), al mando de la 3.ª División ocupó y trató de conservar los valles de Cúcuta, batiendo al frente de una pequeña columna el 23 de septiembre al general Soublette en el alto de Las Cruces, entre San Antonio y Capacho, volviendo a continuación a hacerse cargo del Estado mayor.

En el mes de julio de 1820 propuso a Bolívar la suspensión de hostilidades, por orden de Morillo, quien, tras ajustar en el mes de noviembre un armisticio por seis meses, regresó a la Península, cediendo a De la Torre y Pando el mando del Ejército realista. Una vez Bolívar hubo roto la tregua en el mes de marzo de 1821, reinició la lucha armada, siendo batido el 24 de junio por aquél en Carabobo, viéndose obligado a retirarse a Puerto Cabello, en donde, por espacio de dos años y medio, resistiría el sitio puesto a esta plaza por mar y tierra, sufriendo ataques y bombardeos continuos por parte de las fuerzas del general Páez. Durante este tiempo hizo frecuentes salidas que le permitieron recuperar algunas zonas de la parte occidental de Venezuela, enfrentándose en la Vela de Coro en el mes de enero de 1822, al mando de medio millar de hombres, a fuerzas tres veces superiores mandadas por el general Gómez, al que hizo prisionero.

El 4 de agosto de 1822 entregó el mando del Ejército de Costa Firme y se hizo cargo de la Capitanía General de Puerto Rico, dedicando sus esfuerzos a sofocar diversos conatos de revolución, a cambiar el sistema de gobierno y a organizar las milicias, mejorando las vías de comunicaciones de la isla y otras obras públicas, así como las fortificaciones, dando un gran impulso a la agricultura y al comercio, y contribuyendo a un aumento considerable de su población y rentas. En 1825, fue ascendido a teniente general, continuando al frente del Gobierno de la isla, a pesar de sus achaques, que le hicieron en 1829, solicitar el relevo al verse agravada su salud como consecuencia de las heridas recibidas en la campaña de Costa Firme. Su petición no fue atendida entonces, por lo que en 1836 volvió a insistir, ya que, además de su falta de salud, su situación había empeorado al no disponer la isla de establecimientos idóneos donde poder educar a sus ocho hijos. Esta vez sí serían atendidas sus razones, recompensándosele en junio de 1836 con el título de conde de Torre-Pando y se le concedió tres meses después el relevo, poniendo así fin a un largo y fructífero mandato.

En el mes de diciembre, el ministro de la Guerra ordenó al capitán general de Andalucía que a su llegada a cualquiera de los puertos del Distrito se le retuviese hasta que llegasen instrucciones, pero nada se pudo hacer al respecto pues había embarcado en una fragata francesa que le llevó a Burdeos. Allí desembarcó en el mes de abril de 1837, y se dirigió desde allí a la Reina Gobernadora dos meses más tarde solicitando de ella autorización para permanecer en aquella ciudad con objeto de que se le extrajese una bala y tomar baños medicinales, por haber empeorado de sus heridas a consecuencia del largo viaje que había hecho. En mayo de 1838, fue sometido a juicio de residencia por el tiempo permanecido como gobernador y capitán general de Puerto Rico, no resultando cargo alguno contra él.

Una vez aliviada su enfermedad, en noviembre de 1839 dejó a su numerosa familia en Burdeos y pasó a residir en Madrid en situación de cuartel, hasta que, un mes después, se decidió aprovechar sus conocimientos nombrándosele vocal y vicepresidente de la Junta Consultiva de Gobernación de Ultramar. En marzo de 1840 se le concedieron cuatro meses de licencia para trasladarse a Burdeos a recoger a su mujer e hijos y traerlos a España.

En septiembre de 1841 se le confió la Capitanía General de Castilla la Nueva, cargo del que dimitió un mes más tarde debido a sus dolencias, volviendo a la situación de cuartel, hasta ser nombrado en febrero de 1842 ministro suplente del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.

El 21 de mayo de 1843 se le concedieron cuatro meses de licencia para tomar baños termales y de mar en las Provincias Vascongadas, no pudiendo hacer uso de este permiso debido a su fallecimiento, que tuvo lugar días después a consecuencia de un fallo cardíaco.

Poseía las Grandes Cruces de Isabel la Católica (1824), San Fernando (1825), San Hermenegildo (1840) y de Carlos III (1841). En 1829 tomó el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Fue gentilhombre de Cámara de Su Majestad (1830) y prócer del Reino (1834), habiéndosele concedido en 1836, como se ha dicho, la merced de conde de Torre-Pando.

En 1819 había contraído matrimonio en Caracas con María de la Concepción de Vegas y Rodríguez del Toro.

En el Archivo Histórico de la Nación, en Caracas, se conserva el archivo de este general. El pintor Eliab Metcalf (Massachussets, Estados Unidos, 1785 – La Habana, Cuba, 1834) pintó un gran retrato de Torre y Pando (230 x 162 cm) firmado y fechado en 1826. En la cartela del retrato consta: “Al Excelentísimo Señor Don Miguel de la Torre, Caballero Gran Cruz, De las Reales Ordenes Americanas de Isabel la Católica y de Su majestad Fernando, de cuarta clase de esta misma. Condecorado con varias cruces de distinción por diferentes batallas. Teniente General de los Reales Ejércitos, Gobernador y Capitán General de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico.

/ Por el tino con que procedió a restablecer el Gobierno de Su Majestad en toda su soberanía. / Por el desvelo con que procuro mantener la Isla en Seguridad.

/ Por la vigilancia con la que supo perseverar de sus enemigos exteriores. / Por su energía en la destrucción de piratas y malhechores / Por su especial cuidado en sostener la paz y unión entre los habitantes / Por sus sabias y oportunas presidencias en favor del comercio y la agricultura, / Por la obras públicas de Teatro, Caminos, Puentes, Canales, Iglesias y Casas del Rey con que embelleció la capital y muchos pueblos de la Provincia./ Por la confianza con que supo inspirar durante sus mandos haciendo que por ella no se advirtiese el menor disturbio, disgusto, vejación a ningún y que todos formara una sola familia. / Por haber conseguido quedasen desiertos los Tribunales acallando las disensiones políticas y concluyendo los pleitos antes de darles principios. / Por el acierto con que coadyuro a plantear el arreglo de la administración de Real hacienda aumentando extraordinariamente sus ingresos y llenado las atenciones publicas. / Por la organización miliar en que puso la Isla. / Por su adhesión al Rey nuestro Señor. / Su probidad, desinterés, carácter justiciero, imparcial y recto. / Por todas estas virtudes, y cualidades eminentes unidas a las que desplegó en las campañas de la Península contra el Tirano de la Europa y en Costa firme, batiendo a los enemigos del Rey en las cuales manifestó su valor, pericia, prudencia y conocimiento Le tributa este pequeño bosquejo de gratitud. / El Excelentísimo Ayuntamiento de la Capital de la Isla de Puerto Rico. / El día 341 de Diciembre de 1826”.

 

Fuentes y bibl.: Instituto de historia y Cultura Militar (Madrid), Célebres, caja 161, exp. 17.

T. Pérez Tenreiro, Don Miguel de la Torre y Pando: relación de sus campañas en Costa Firme, 1815-1822, Valencia, Edición Publicada por el Ejecutivo del Estado Carabobo en el año Sesquicentenario de la Batalla, Valencia, 1971.

 

José Luis Isabel Sánchez

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