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Emilio Bonelli Hernando

Biografía

Bonelli Hernando, Emilio. Zaragoza, 7.XI.1855 – Madrid, 25.XI.1926. Militar, geógrafo y explorador.

El nombre de Emilio Bonelli hay que circunscribirlo en torno a dos grandes coordenadas que hacen de él una figura señera en el africanismo español. La primera gran coordenada es su labor de continuación, dentro de los españoles muchas veces olvidados de África, como fueron los grandes viajeros y exploradores por Marruecos durante los años sesenta y setenta del siglo XIX, citando a José María de Murga (El Moro Vizcaíno), Joaquín Gatell (El Caid Ismail) o el propio Manuel Iradier con sus distintas tribulaciones por las selvas inclementes de Guinea. En cuanto al segundo aspecto, se encuadra en el dinamismo colonial del momento, con la creación en España de la Sociedad Geográfica de Madrid (1876), la Asociación Española para la Exploración de África (1877) y la Sociedad de Africanistas y Colonistas (1883), posteriormente llamada Liga Africanista Española (1913). El hecho de ser Bonelli una personalidad sobresaliente radica en tomar para España la península de Río de Oro, desembarcando el 4 de noviembre de 1884, al que los nativos llamaron Dahla-es-saharía.

Emilio Bonelli nació en Zaragoza el 7 de noviembre de 1855. Su padre, Eduardo Bonelli Esppi, ingeniero agrónomo, natural de Turín, vino a España tras enviudar muy joven y con tres hijos: Camilo, Virginia y Cornelia. Casado en segundas nupcias con Isabel Hernando, adoptó la nacionalidad española y se estableció en Zaragoza, ejerciendo la profesión de químico; enseguida nació su hijo Emilio, que fue bautizado en la parroquia de San Gil. La primera infancia de Emilio Bonelli transcurrió entre los pueblos cercanos a la vega del Jalón, donde la familia de su madre tenía tierras en Calatayud y Maluenda. Muy pronto, el niño Emilio quedó huérfano de madre y ante este golpe del destino volvió a despertarse el espíritu viajero de su padre, siendo Marsella la primera escala, con ello el joven Emilio, además de sus primeros estudios y su bilingüismo, aprendió su tercer idioma, el francés.

Después de Marsella, pasó a África, recorriendo Argel, Túnez y Tánger, donde fijó su residencia, ya que un hermano de su padre ejercía de farmacéutico; además de su aprendizaje del idioma, se empapó de toda la cultura árabe del lugar, acudiendo a la escuela como un niño más. En el año 1869 su padre murió víctima del cólera y con sólo catorce años de edad tuvo que ganarse la vida como intérprete en el consulado de Rabat; durante cinco años permaneció realizando este trabajo con la intención de venir a España para ingresar por oposición en alguna plaza de funcionario de intérpretes del Ministerio de Estado o de la Presidencia del Gobierno en Madrid. En estos momentos de la década de 1870 surgieron en España asociaciones o corporaciones basadas en el estudio y conocimiento de África: la Sociedad Española de Historia Natural, fundada en 1871, es buena prueba de ello.

En 1874, Bonelli se trasladó a Madrid, pero tras ser llamado a filas, donde no presentó alegación alguna por ser huérfano de padre, se anunció un concurso para ingresar en la Academia de Infantería, del cual salió victorioso e ingresó en la misma. Fue un brillante cadete que se tuvo que costear el equipamiento con la realización de una serie de traducciones. En el momento de salir de oficial, la situación económica se complicó, la preocupación y el disgusto hicieron que pasara por sus peores momentos; ante ello recibirá ayuda, como la del profesor Rodríguez de Quijano y Arroquia. El 5 de julio de 1878 logró el despacho de oficial de Infantería, con destino al Regimiento de Princesa n.º 4, con sede en Madrid.

En 1877 nació la Sociedad Geográfica de Madrid, y, como filial de la de Bruselas, fundada por Leopoldo II de Bélgica, veía la luz la Asociación Española para la Exploración de África. A ella pertenecía Gatell, que junto a Fernández Duro y Climent marchó en una expedición hacia Marruecos. Otras expediciones de importancia fueron las realizadas por Juan Víctor Abargues de Sosten en Abisinia y la comisión presidida por Álvarez Pérez, con la intención de ocupar un punto en la costa del cabo Num, donde podría terminar la influencia del Mazjén.

En estos años, el joven oficial Bonelli luchó para abrirse camino, escribiendo en periódicos y revistas, y dando clases en el Ateneo y en el casino militar de francés, italiano y árabe; ascendió al grado de teniente por gracia especial el 2 de octubre de 1880. En 1881 se había iniciado la penetración española en el noreste de África con la compra de la península de Río de Oro a los Ulad Delim, ante un notario de Las Palmas; tres notables habían acudido a la capital de Lanzarote, para firmar la entrega de dicha península a la recientemente constituida Sociedad de Pesquería Canario-Africana. La primera aventura africana del aragonés se produce en 1882, a punto de ascender a capitán: desde Rabat recorre en solitario toda la cuenca del río Seb, visitó Fez, Mequinez y el territorio del Sus, estudió costumbres e instituciones políticas y guerreras. Habían pasado veinte años de las incursiones de Gatell. A su regreso a España presentó la obra El Imperio de Marruecos y su constitución, remitiendo un informe de sus viajes a la Junta Superior Consultiva y tras la conferencia pronunciada en la Sociedad de Africanistas y Colonistas, recibe elogios y alabanzas de todo tipo, junto a la concesión de la Cruz del Mérito Naval de 1.ª clase con distintivo blanco. Dicha sociedad se había creado en 1883 tras el Primer Congreso de Geografía Colonial y Mercantil. La Sociedad de Africanistas nace a partir del famoso mitin de Joaquín Costa en el teatro de la Alhambra, junto con las intervenciones de Coello, Gabriel Rodríguez, Azcárate, Saavedra y Carvajal. Son tiempos de moda para el africanismo y suenan los vítores de la Europa colonial con sus misiones exploradoras en África: Livingstone, Stanley, Brazza, Nachtigal, Faidherbe son los abanderados del continente africano, lleno de misterio, de leyenda, de gentes y costumbres distintas, pero que está siendo repartido; una fiebre de exploradores y aventureros europeos del último tercio del siglo XIX que debiera rendir, al menos un fugaz recuerdo al madrileño Pedro Páez que al recorrer Etiopía en el siglo XVII descubre el nacimiento del Nilo Azul.

En 1884, siendo Cánovas del Castillo presidente del Consejo de Ministros, encargó dos grandes expediciones: una, la de Iradier a Guinea Ecuatorial y otra, la de Bonelli, para tomar contacto de la costa occidental del Sáhara, esta última es una misión encuadrada en un híbrido entre comercial y de misión oficial de conquista, teniendo en cuenta que en 1876 el inglés Mackenzie se había instalado en cabo Juby con el pretexto de que aquello no era territorio del sultán de Marruecos. La idea de introducir a España en el reparto africano está presente y las vísperas de la Conferencia de Berlín mueve la intención de romper los complejos hispanos, prueba de ello es el mismo año 1883, anterior a la cita en la capital alemana, donde se crea el informe de Juan de Velasco, en él se afirma que el territorio denominado Aryla-Vider es la antigua posesión de Santa Cruz del Mar Pequeña, perteneciente a España por el Tratado de Uad-Ras de 1860; o el informe de la secretaría particular de Su Majestad, donde Luis Arostegui y Doz comenta los medios para conseguir en breve plazo una marina en condiciones para sostener nuestro pabellón.

Emilio Bonelli había estudiado los antecedentes saharianos del territorio con los tratados de Jorge Juan (en 1767) y de González Salmón (en 1789), donde se negaba la autoridad del sultán de Marruecos y el compromiso formal del emir del Adrar (12 de julio de 1866), y se cedía a España el llamado “país del Iyil” o Río de Oro, delimitado entre el cabo Bojador y el cabo Blanco. El capitán Bonelli partió de las Islas Canarias a bordo de la goleta Ceres en octubre de 1884, presentándose sucesivamente en cabo Bojador, Río de Oro, Angra de Cintra y Bahía del Oeste. Después de barajar la costa algún tiempo decidió llevar a cabo su primer desembarco en la península de Río de Oro, la Dahla-es-saharía, de los árabes. Desembarcó solo, sin apoyo militar; era el 4 de noviembre de 1884. Tras izar la bandera española pensó trazar los límites de la ciudad que él mismo decidió llamar Villa Cisneros. El desembarco no ofreció obstáculos, ya que los árabes optaron por retirarse al interior y aquel trozo de costa estaba desierto. La actividad del pequeño grupo de exploradores españoles se orientó, primero, a la asistencia de los grupos nómadas y pescadores, y después, a la limpieza de antiguos pozos que podían ser de agua potable. Tras los primeros contactos con los nativos, Bonelli, en nombre de España tomó bajo su protección los territorios de la costa occidental de África comprendidos entre Bahía del Oeste y el cabo Bojador. Tras firmar en noviembre de 1884 un acuerdo con los Ulad Bu Sbaa de cabo Blanco, establece España su protectorado con la fundación de Villa Cisneros en Río de Oro, Puerto Badía en la Bahía de Cintra y Medina Gatell en cabo Blanco. El procedimiento de ocupación se realizó por medio de la creación de la Compañía Mercantil Hispano-Africana, con domicilio en Sevilla y acompañado de un destacamento militar asentado en las Islas Canarias.

A finales de 1884, regresó Bonelli a Madrid, recibiendo felicitaciones de todo tipo por su actuación. El Gobierno español puso inmediatamente en conocimiento de otras potencias los hechos y los presentó el 26 de diciembre de 1884 como una declaración de protectorado español del Sáhara occidental. El 5 de julio de 1885, el presidente del Consejo de Ministros, Cánovas del Castillo, indicó al ministro de la Guerra que Bonelli, además del sueldo militar, recibiría cuanto necesitase para otros gastos en función de su cargo como director de la correspondiente Compañía Mercantil. A pesar de los éxitos obtenidos de forma pacífica en la región del Sáhara se produjeron una serie de sucesos desafortunados que pusieron en peligro la paz de aquellos territorios. En estos momentos, Bonelli se encontraba en la Península. La situación se resolvió favorablemente gracias a la lealtad de Sid Ahmed El Vali es Shai, firmante del acta con Bonelli. Posteriormente, fue nombrado por Real Decreto de 10 de julio de 1885 comisario regio para África occidental; desembarcó de nuevo en Río de Oro el 26 de julio, castigó a los culpables de los incidentes y prosiguió sus trabajos de exploración por el interior y sometimiento de diversas tribus. En estas expediciones le acompañaron otros árabes notables, como Marrashi, Habul y Hamed. Durante esta estancia llegó a tratar con Ma-el-Ainin, el famoso Sultán Azul. Regresó a la Península el 6 de enero de 1886.

A petición suya posiblemente, el Ministerio de Ultramar le dio el cese como comisario regio el 16 de junio de 1886.

Nuevas exploraciones en el golfo de Guinea esperaban al aragonés. En ese mismo año fueron Cervera, Quiroga y Rizzo quienes se internaron en el desierto hasta los territorios de la tribu de los “Hijos del León”, ya en la región del Monte de los Dátiles.

El 3 de julio de 1886, Emilio Bonelli Hernando contrajo matrimonio con María Rubio Ysern, con la que tuvo varios hijos: Eduardo (1887-1903); Eulalia (1888- 1957); Eugenio (1889-1969) y Emilio (1902-1962). Estos dos últimos eligieron la carrera militar, llegando ambos al grado de coronel; Elvira (1903-1983); Juan María (1904-1982), llegó hasta el empleo de capitán de fragata, posteriormente fue geógrafo y ejerció como gobernador general de los territorios españoles del golfo de Guinea, para terminar de secretario de la Real Sociedad Geográfica; y Ernesto (1906-1936), ingeniero de montes que fue fusilado en la Guerra Civil española.

El interés de Bonelli por la exploración y estudio de la costa africana pesa más que un destino ultramarino en Cuba o Filipinas, donde los dramáticos y tristes momentos por los que España atraviesa es la cara opuesta al incansable optimismo de Bonelli, no por ello exento de contrariedades. La opción de explorar las costas atlánticas del continente africano precede al desastre del 98. La primitiva Compañía Mercantil Hispano-Africana pasa pronto a ser propiedad de la Compañía Transatlántica, de Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas, quien encargó a Bonelli marchar a Guinea para estudiar la posibilidad de instalar factorías en la zona continental, territorios antes recorridos por Iradier, Ossorio y Montes de Oca, consolidando así los derechos que otorgaba a España el Tratado de El Pardo, ante las pretensiones francesas de ocupar la zona. En 1887 llegó a Guinea, y no volvió de allí hasta 1890, recorriendo las cuencas del Muni y el Benito. Además, estableció una factoría en Elobey y levantó mapas de aquellas regiones, siendo suyas las excelentes aportaciones cartográficas y los informes sobre las posibilidades de comercio para España. Ejemplo de ello es que rectifica algunos puntos del mapa de Pellón y levanta un plano de Santa Isabel. Ese mismo año de 1887 se había llevado la primera proposición de reparto de Marruecos entre España y Francia, según la correspondencia encontrada entre el conde de Benomar y Cambon. El período de Bonelli en Guinea no será solamente una lucha por lo desconocido, sino que deberá hacer frente a una serie de contrariedades por parte de los nativos. Así, el indígena que acompaña al capitán Bonelli, el conocido Maximiliano Jones, es herido de un balazo en una de las refriegas que se tienen con los elementos más inhóspitos de aquellas tierras. La fama de Emilio Bonelli crece y la Sociedad Geográfica de Londres le encarga que realice un viaje por el Sáhara para encontrar los restos de la expedición del coronel Flatters, asesinado por los tuaregs del Sáhara, hoy argelino, en 1881. El éxito es total y la sociedad inglesa quiere recompensarlo económicamente, pero él lo rechaza y simplemente pide el podómetro de Flatters. Su gran valía personal y profesional queda reflejada mediante dos formas complementarias: una como miembro de honor de la Real Sociedad Geográfica y otra como consejero y representante de la Compañía Transatlántica ante el Consejo de Estado. En 1896, el Gobierno de España encarga a Emilio Bonelli la realización de determinadas gestiones cerca del Gobierno de Liberia con el fin de conseguir braceros para nuestras posesiones de Guinea, encargo que se llevó a cabo satisfactoriamente.

El comienzo del siglo XX empezó atenuando la actividad exploradora y acentuando el trabajo de Bonelli a la Compañía Transatlántica, de la que fue director general. Pero nunca abandonó los sucesos que se desataron en el continente vecino: el Tratado de 1900 sobre los territorios españoles en Guinea y África occidental, el Tratado de 1904 entre Francia e Inglaterra sobre Marruecos, la Conferencia de Algeciras para el reparto de responsabilidades entre Francia y España en la acción protectora de Marruecos (15 de enero-7 de abril de 1906), la expedición del teniente coronel Bens al interior del Sáhara desde Tarfaya (luego Villa Bens) que se realiza a partir del 29 de junio de 1907, los tristes sucesos de Melilla de 1907 y el Tratado sobre el Protectorado franco-español sobre Marruecos de 1912. Emilio Bonelli realiza su último viaje a Guinea en 1909. Siguió viajando con frecuencia a Marruecos, atento a las notorias y nuevas exploraciones e investigaciones realizadas en el continente africano, como la de Font y Sagué en 1902, que emprendía un trabajo de campo en Canarias y Río de Oro, o la realizada en los años 1904 y 1905 por la Real Sociedad Española de Historia Natural, quien, de la mano de Manuel Martínez de la Escalera, propuso llevar aquel año una serie de investigaciones en Marruecos. Actuó como representante de la compañía hasta que le sobrevino la muerte el 25 de noviembre de 1926; un infarto de miocardio acabó con su vida cuando estaba preparando un nuevo viaje a África. Un hombre al que España en general y el africanismo en particular le deben reconocimiento y admiración por su gran aportación, de manera que con su presencia admirable, ya fuera como vicepresidente de la Liga Africanista Española o miembro de la Junta Directiva de la Real Sociedad Geográfica, marcó un talante difícilmente superable, recibiendo en vida la Gran Cruz de Isabel la Católica y llegando dentro del Ejército a teniente coronel.

 

Obras de ~: A. H. Brialmont, Manual de fortificación de campaña, trad. de ~, Madrid, Faquineto y Cía., Imprenta de Álvarez Hermanos, 1881; “Excursión por el interior de Marruecos”, en Escenas contemporáneas: Revista Bibliográfica (Madrid) (1882), págs. 224-225; El imperio de Marruecos y su constitución, Madrid, Imp. y Litog. del Depósito de la Guerra, 1882; Observaciones de un viaje por Marruecos, conferencia pronunciada en la Sociedad Geográfica de Madrid el 7 de noviembre de 1882, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1883; Nuevos territorios españoles en la costa del Sahara, conferencia pronunciada en la Real Sociedad Geográfica de Madrid el 7 de abril de 1885, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1885; “Cartas de Marruecos”, en La ilustración nacional (LIN) (Madrid), n.os5, 9 y 33, (1885), págs. 62, 114 y 480, respect.; “Viajes al interior del Sahara”, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, n.º 4 (1886), págs. 219-314; El Sahara: descripción geográfica comercial y agrícola desde Cabo Bojador a Cabo Blanco, viajes al interior, habitantes del desierto y consideraciones generales, Madrid, Tipolitografía de L. Péant é Hijos, 1887; Un viaje al golfo de Guinea, conferencia pronunciada en la Sociedad Geográfica de Madrid el 16 de mayo de 1888, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1888; “Comunicaciones en Marruecos”, en Revista de Geografía Comercial (Madrid), n.º 116 (1893), págs. 421-423; “Marruecos”, en LIN, n.º 4 (1894), págs. 53-54; Guinea española: apuntes sobre su estado político y colonial publicados en “El eco de las aduanas”, Madrid, Estab. Tip. “Sucesores de Rivadenyra”, 1895; “Colonización de Fernando Poo”, en Revista de Geografía Comercial (Madrid), n.os142- 145 (1895), págs. 225-227; “Prólogo”, en G. Granados, España en el Muni: estudios y observaciones hechos en el país, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1907; El problema de Marruecos, conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 21 de marzo de 1910, Madrid, Imp. del Patronato de los Huérfanos de la Administración Militar, 1910; Denominación de las regiones del protectorado español en la parte norte de Marruecos, Madrid, 1914; Marruecos y Tánger españoles, conferencia pronunciada en la sesión pública de la Real Sociedad Geográfica el 29 de marzo de 1920, Madrid, Imp. del Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención Militares, 1920; Poesía amorosa, trad. libre del teniente de Infantería Emilio Bonelli, s.f. (ms.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio (Madrid), Fondo reinados, Reinado de Alfonso XIII: Cajón 24/1.ª, Caja 12827/48, Cajón 13/2 y 7; Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales, 1.ª División, 3399B.

E. Arrojas Gómez, “Exploraciones Atlánticas”, en África, Revista de Tropas Coloniales (Madrid), n.º 16 (1943), págs. 32- 25; J. M.ª Bonelli Rubio, “Emilio Bonelli Hernando: un español que vivió para África”, en Archivos del Instituto de Estudios Africanos (Madrid), n.º 1 (1947), págs. 29-44; T. García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-IDEA, 1966; J. Morillas, Sahara Occidental. Desarrollo y subdesarrollo, Madrid, El Dorado, Biblioteca Hispanoamericana, 1988; J. L. Martínez Sanz, “Ciencia y colonialismo español en el Magreb: el estudio científico de las colonias españolas y sus posibilidades económicas”, en Estudios Africanos, Revista de la Asociación española de Africanistas (Madrid), n.os10-11 (1991-1992), págs. 109-139; C. García- Romeral Pérez, Bio-bibliografía de viajeros españoles (siglo XIX), Madrid, Ollero y Ramos, 1995; J. A. Rodríguez Esteban, Geografía y colonialismo. La sociedad Geográfica de Madrid (1876-1936), Madrid, Universidad Autónoma, 1996; A. Pedraz Marcos, Quimeras de África. La Sociedad Española de Africanistas y Colonistas. El colonialismo español de finales del siglo XIX, Madrid, Ediciones Polifemo, 2000; M. Alonso Baquer, “Emilio Bonelli Hernando (1855-1926). El Sahara Occidental”, en Exploradores españoles olvidados del siglo XIX, Madrid, Prosegur, 2001; M. Fernández-Aceytuno Gavarron, Ifni y Sahara, una encrucijada en la historia de España, Palencia, Simancas Ediciones, 2001; M. Alonso Baquer, “Emilio Bonelli Hernando (1855-1926). Adelantado de la presencia española en el Sáhara Occidental”, en M. Cuesta Domingo y M. Alonso Baquer (coords.), Militares y marinos en la Real Sociedad Geográfica, Madrid, Mariano Cuesta Domingo, 2005, págs. 103-135.

 

Javier Ramiro de la Mata

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