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Juan Bautista de Toledo

Biografía

Toledo, Juan Bautista de. ?, c. 1515 – Madrid, 19.V.1567. Arquitecto.

Fue uno de los más destacados arquitectos renacentistas españoles de su tiempo. No se conocen datos exactos acerca de sus progenitores, su nacimiento y su infancia. Tampoco ha quedado del todo claro cuál fue su nacionalidad: se ha planteado la posibilidad de que Juan Bautista de Toledo naciese en Italia; otra teoría es que posiblemente fuera nieto de judíos de Toledo e hijo de conversos, lo que explicaba la formación y el aprendizaje durante su juventud, que le permitió convertirse en aprendiz de varios maestros del Renacimiento.

Sin embargo, algunos escritores del siglo XVII, como Sigüenza o Cabrera, manifestaron que era español (teoría con más peso).

Se formó en Italia al lado de grandes maestros, donde recibió una educación humanista. Pudo ser conocido como Giovanni Battista de Alfonsis en Roma y Florencia; ambos arquitectos tenían la misma caligrafía, por lo que es posible que su verdadero nombre fuera Juan Bautista de Alfonsis de Toledo.

Comenzó su aprendizaje hacia 1531 y, como ayudante de Antonio Sangallo el Joven, aprendió la profunda transformación de la llamada ciudad eterna; junto a él, se le atribuyen algunos trabajos, como el de la Fortaleza de San Juan Bautista. Poco a poco, con dibujos y modelados, fue aprendiendo el conocimiento del “arte nuevo”, de tal forma que hacia 1536 llegó a oficial. Durante su período de ayudante de Sangallo también colaboró en algunos trabajos urbanísticos como la apertura de nuevas vías y plazas y la construcción de nuevas iglesias y mansiones señoriales; en estos años, el cardenal Farnesio levantó su palacio (encargado a Sangallo), que, más tarde, se convertirá en el palacio pontificio.

En septiembre de 1546 murió Antonio Sangallo el Joven, que se encargaba de la obra de la nueva basílica de San Pedro en El Vaticano y fue Miguel Ángel quien le sustituyó como arquitecto jefe. El artista recurrió a Juan Bautista, que trabajó a sus órdenes como aparejador (cargo situado por encima de oficial pero por debajo de maestro) y participó de forma directa en los trabajos y la organización de la Basílica de San Pedro; en ese momento se le conocía como Juan Bautista de Alfonsis. De esta forma, ambos arquitectos debieron de conocerse antes del citado encargo, por la importancia del mismo que Miguel Ángel puso sobre Juan Bautista, y, posiblemente, pudieron haber trabajado juntos en otras obras y en distintos lugares.

El 18 de diciembre de 1546, el papa Pablo III le nombró arquitecto segundo de la Basílica de San Pedro bajo el nombre “Joanne Bapta Hispano”, con el sueldo de doce escudos y medio y empleo hasta el 20 de septiembre de 1548, fecha en la que apareció su nombre por última vez en los documentos vaticanos.

Durante esos dos años, Juan Bautista jugó un papel importante en la Basílica Vaticana en cuanto a su actividad como arquitecto, pero también con opiniones propias sobre la obra y como mediador entre Miguel Ángel y los monseñores del Colegio. Gozó de la total confianza del arquitecto jefe y se sintió protegido por el propio Pablo III. Entre noviembre y diciembre de 1546 fue clara su participación en la construcción de una maqueta general de la obra que se estaba realizando y que se presentó a finales del año siguiente.

Además, por orden de Miguel Ángel, se encargó de dirigir y organizar los trabajos, tener a punto los materiales que se necesitasen, administrar los gastos... A finales de 1548, el arquitecto español se vio obligado a abandonar San Pedro debido a las continuas intrigas y enfrentamientos de los discípulos de Sangallo y de los diputados del Colegio de la Fábrica, que presionaron al pontífice.

Juan Bautista gozaba de un importante prestigio por su actividad en la primera iglesia de la Cristiandad y por haber trabajado junto a Miguel Ángel; eso hizo, entre otras cosas que en 1549 fue llamado por el virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, para trabajar, durante once años, en varias obras como arquitecto de Carlos V y director de las reales fábricas de Nápoles. Allí realizó varias obras importantes de arquitectura y urbanismo, entre las que se encuentran la Strada di Toledo (desde 1870, llamada la Strada di Roma), la iglesia de San Giacomo degli Spagnuoli, los bastiones de Castel Nuovo, el Castel Sant´Elmo y varias fuentes, calles y edificios que embellecieron la ciudad. Sin embargo, toda esta información sobre la participación de Juan Bautista en las obras apareció citada en la bibliografía española, pero no en la italiana y local, que analizaba y estudiaba esos monumentos, a excepción del caso de Castel Nuovo, aunque la mayor parte de los archivos del Reino se destruyeron en la Segunda Guerra Mundial.

El 15 de julio de 1559 Felipe II, informado de todos los méritos del arquitecto, firmó en Gante la cédula en la que ordenaba a Juan Bautista su traslado de Nápoles a Madrid y le nombró su primer arquitecto.

De esta forma, Juan Bautista se convirtió en la persona que definió el programa arquitectónico del reinado de Felipe II.

De todo su aprendizaje durante su etapa en Italia, sacó modelos que empleó en el Palacio de Aranjuez y en El Escorial.

La etapa española de Juan Bautista fue intensa y trabajó como arquitecto, constructor y tracista en varias obras, entre las que se encontraban algunos reales sitios, destacando el Real Sitio de Aranjuez, el Alcázar de Madrid, el monasterio de San Lorenzo de El Escorial o el Real Sitio de El Pardo, y como director de las empresas encargadas de forma continuada hasta su muerte.

En 1557 Felipe II encargó la construcción de un palacio nuevo en el Real Sitio de Aranjuez y, a partir de 1560, se firmó el proyecto definitivo y se inauguraron las obras, dirigidas por Juan Bautista de Toledo, nada más trasladarse a la Corte. Sin embargo, el arquitecto murió tan sólo siete años después de comenzar el proyecto, de tal forma que sólo le dio tiempo a dejar hechas algunas maquetas (la capilla y la totalidad del palacio) y fueron sus sucesores, Jerónimo Gili y Juan de Herrera, los que lo realizaron, con muy pocas variaciones del propio Herrera en los alzados.

Juan Bautista de Toledo, junto con Juan de Herrera, llevó a cabo las iniciativas de Felipe II en Aranjuez; junto a los jardines y huertas, se construyó un nuevo núcleo palatino, diseñado por Juan Bautista, que comprendía el Palacio y la Casa de Oficios. En esas huertas, se impuso una estructura geométrica, típicamente manierista, con calles arboladas, tal y como el propio Juan Bautista hizo en Nápoles y en Fontana (Roma). De esta forma, el arquitecto fue capaz de ordenar un terreno puntiagudo, mientras que las calles arboladas ofrecían una escenografía de la racionalización de las calles por el hombre y su dominio en términos geométricos. Esa ingeniosa solución estaba basada en las teorías urbanísticas del manierismo italiano; aprovechó la utilización del ángulo de treinta grados para ordenar, mediante triángulos, los espacios irregulares, donde, por las curvas del río, la cuadrícula era inaplicable. Las doce calles que había intercaladas entre las huertas se atribuían al reinado de Felipe III, pero lo cierto es que ya fueron diseñadas por Juan Bautista. También trazó una larga calle que unía el Puente de la Alhóndiga con el Puente de la Reina.

Toda esa ordenación del Palacio y sus alrededores fue cuidadosamente respetada en el siglo XVII.

El palacio de Aranjuez, proyectado por Juan B. de Toledo, se organizaba en torno a un patio cuadrado y se solapaba con dos jardines cerrados; esos jardines adquirieron su estructura definitiva en 1560, coincidiendo con la llegada de Toledo, que, al parecer, dedicó un año a la planificación del Sitio. El jardín se organizó en rectángulos y se instalaron fuentes de mármol. Juan Bautista de Toledo llevó a cabo, también, gran parte de las obras hidráulicas y organización de cañerías, destacando la navegación y la empalizada; la primera consistió en hacer navegable una parte del río Tajo desde Aranjuez hasta Toledo, y la segunda sirvió para contener el propio río.

El proyecto de la presa el “mar de Ontígola” fue comenzado por el arquitecto en 1561, según los cronistas, con el resto de proyectos que llevó a cabo en Aranjuez, al igual que la Presa de Palacio, que es la presa que contenía el río Tajo ante el Palacio de Aranjuez.

Finalmente, antes de su muerte, dejó trazado un proyecto para las Casas de Oficios, en 1563.

Además de El Escorial, fue en Aranjuez donde Juan Bautista de Toledo brilló como un excelente arquitecto, organizador y un valioso ingeniero hidráulico y convirtió al Real Sitio en el más hermoso de la Corona.

En lugares anejos a Aranjuez, pertenecientes, desde el punto de vista administrativo, a la hacienda de Aranjuez, Juan Bautista también llevó a cabo algunas obras: la construcción de las caballerizas de la casa de Ocaña, que comenzó en 1558 y se reiniciaron con su llegada a la Corte y la reparación de las casas de Borox y del Monte, en 1563.

En abril del año 1561, Juan Bautista de Toledo se hizo cargo de las trazas para la restauración del Palacio de Aceca, que fue iniciada en 1556 por Gaspar de Vega. Sin embargo, la cantidad de gastos que había en Aranjuez y en otros lugares interrumpía de forma continua la reconstrucción del Sitio, hasta el punto en que Juan Bautista falleció y la obra seguía paralizada.

Finalmente, las obras terminaron al mando del calabrés Jerónimo Gili, que aportó una traza propia.

Durante más de tres décadas, el arquitecto Luis de Vega se ocupó de reacondicionar el Alcázar de Madrid pero su muerte propició que Juan Bautista fuera el sucesor de dicha tarea como director máximo de las obras a partir de 1562. Gracias a su aportación y a la de Alonso de Covarrubias, se consiguió la configuración definitiva del Alcázar.

La presencia de Juan Bautista en el Alcázar se hizo notar ya que supuso un giro radical en el diseño de las trazas, sustituyendo la tradición mudéjar y el naturalismo plateresco de Vega por la aportación de la estética italiana, con frescos, pinturas de perspectivas y escenas mitológicas. La principal aportación del arquitecto en el Alcázar fue la remodelación de la parte más antigua, que correspondía al ala occidental, con la reconstrucción de galerías, pasillos, salas (destacando los cuartos del Rey y la Reina), la decoración más suntuosa de los interiores hasta entonces... También destaca la construcción de la Torre Dorada, que se convirtió en la primera obra completa con los elementos clásicos, llamados escurialenses, que aparecieron en la arquitectura próxima posterior.

De forma paralela, Felipe II ordenó unificar todas las armerías dispersas en una, a continuación del Alcázar, para albergar la colección real de armas; de esta forma, Juan Bautista construyó las Reales Caballerizas y la Real Armería en un solo edificio, con relativa belleza aunque con unas limitaciones económicas constantes. Para ello, convirtió el piso de viviendas de la antigua armería en una sola.

El Alcázar de Madrid se convirtió en una referencia de innovación estética que comenzó por implantarse en la mente del Monarca, con la combinación de todas las características básicas del clasicismo manierista oficial italiano que llevó a inaugurar el estilo Austria.

Tras la muerte de Juan Bautista fue Gaspar de Vega quien ocupó su puesto en las obras del Alcázar.

La introducción del jardín del manierismo en España vio otro ejemplo en los jardines (con el uso de figuras geométricas), fuentes (de estilo italiano, morisco, adosadas y monumentales), y parques de la Casa de Campo que Juan Bautista comenzó a diseñar a partir de 1562, en colaboración con otros arquitectos; también se organizaron la apertura de estanques y la construcción de presas y diques para evitar crecidas.

Con todo, el lugar se acabó convirtiendo en un ejemplo renacentista italiano.

El palacio de El Pardo ya había sido construido, pero, en torno a 1559, Felipe II decidió renovar los tejados de la mayoría de las casas españolas para que tomaran el aspecto de los palacios de Flandes.

Las obras fueron encargadas a Luis de Vega, pero su muerte hizo que recayeran en Juan Bautista, de tal forma que el 8 de agosto de 1563 fue nombrado, además de sus títulos, maestro mayor de las obras de El Pardo. El arquitecto dirigió las obras de cambio de tejas por pizarra en los tejados de la Casa del Servicio y del Palacio y, después, se encargó de la redistribución y reformas de ciertas torres, ventanas, escaleras, huecos, junto con un equipo de decoración para modernizar estéticamente el Palacio; al igual que en el Alcázar de Madrid, se llevó a cabo una italianización.

Sin embargo, tuvo que oponerse a algunos de los caprichos que el Monarca quería para el palacio. Paralelamente, acomodó la capilla para que el altar se viera desde otras estancias, dotó al Palacio de una nueva red de saneamiento porque pensaba que la que habían realizado los Vega era insuficiente y llevó a cabo la ordenación de los jardines manieristas.

Pero una de las obras más importantes de Juan Bautista de Toledo fue la del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, para la cual Felipe II le dio el título de “nuestro arquitecto”, con un sueldo anual de 220 ducados; aunque El Escorial no fue fruto de un solo arquitecto sino de una colaboración con Juan de Herrera (el que fue su sucesor). Se trataba de concebir una obra que fuera una ciudad real, palaciega y también monacal. La “traza universal” fue el primer proyecto que Juan Bautista de Toledo presentó al Rey el 12 de agosto de 1561 y el Monarca hizo vitalicia la cédula anterior, y le dobló el sueldo. El arquitecto dio otra copia al prior de los jerónimos y se guardó una para sí mismo; esa traza se identificó con la planta general del edificio, en la que se organizaban de forma clara los espacios del monasterio; las ideas que regían la planta eran tradicionales y estaban arraigadas en la arquitectura monástica medieval. Ese proyecto fue aprobado tanto por el Rey como por los jerónimos, aunque Felipe II pidió algunas correcciones en cuanto a cuestiones prácticas y en comparación con otras plantas de otros monasterios jerónimos. Tres años después, el prior se quejó de que Juan Bautista no hubiera visitado algunos monasterios jerónimos para estudiar mejor la distribución; los modelos también fueron criticados ampliamente por Paciotto (sobre todo en lo que se refiere a la Iglesia).

A Juan Bautista le correspondió la disposición de la planta general y la mayor parte de las trazas, aunque fueron más proyectos y dibujos que construcciones, por la interrupción de su muerte. La “traza universal”, también entendida como la “parrilla”, transmite una gran impresión por quien contemplase el Monasterio, por su regularidad implacable; todas las partes del edificio quedaban sumidas en el concepto de totalidad.

El Rey vigilaba de forma constante la realización de las trazas y condicionaba la forma de realizar los planteamientos de las dependencias.

Un precedente inmediato que influyó en la traza de El Escorial fue el de los Hospitales de planta cruciforme.

Además, Juan Bautista pudo haberse inspirado para un sector del Monasterio en modelos italianos o en realizaciones españolas; el lenguaje arquitectónico que empleó en el Monasterio fue una versión serliana del clasicismo, además de un italianismo en las formas (por la formación romana y napolitana).

Los planos definitivos se entregaron en la primavera de 1562 durante la cual, Juan Bautista realizó una maqueta de madera que el Rey deseaba ver cuanto antes. De cualquier forma, influyeron mucho las trazas que Gaspar de la Vega y Francisco Paciotto realizaron, también en 1562.

En el verano de 1563, y bajo la supervisión del Monarca, se colocó la primera piedra. Pero los problemaspara las obras renacieron durante los primeros meses de 1564, cuando Juan Bautista tuvo que reajustar la forma del edificio porque el Rey quiso aumentar el número de monjes de cincuenta a cien, algo que le resultó complicado porque tenía que dar una mayor capacidad dentro del mismo área; todo eso le obligó a aumentar ciertas salas (como la sacristía o la sala capitular) y a extender otros edificios por el exterior (edificios subsidiarios), algo con lo que el arquitecto no estaba de acuerdo en base a su ideario. Después de ciertos cambios, Juan Bautista tenía terminado el proyecto el 9 de octubre de 1564.

A la muerte de Juan Bautista de Toledo, quedó diseñado el cuarto real, la traza de la Iglesia, de la que puede decirse que era una de las máximas expresiones clasicistas del autor, cuyo modelo inmediato fue la Basílica de San Pedro, adaptándolo al modelo de El Escorial; las modificaciones que se llevaron a cabo en la Iglesia derivaban de las críticas que Paciotto vertió sobre los primeros planos. También el conjunto de nichos de la explanada sur, el claustro principal y, en los exteriores al monasterio, los corredores del sol fueron trazados por el arquitecto, y se concibieron para separar el jardín monástico del exterior y como galería de paseo. El costado sur de la fachada principal también fue iniciado y se duda si pudo haber pasado lo mismo con la fachada norte. Se le atribuye, al menos, una parte de la Galería de Convalecientes y del patio de los Mascarones.

Juan Bautista de Toledo murió sin ver terminada su magna obra, aunque dejó casi terminada La Granjilla de La Fresneda, el Patio de los Evangelistas y los claustros menores del Monasterio. Sin embargo, antes de morir, dejó al Rey unos memoriales para la prosecución de las obras, con varios planos, no sólo para El Escorial, sino también para el resto de Reales Sitios.

Su ayudante, Juan de Herrera y, posteriormente, Juan Gómez de Mora fueron los que terminaron el proyecto.

Con el título de maestro mayor de las obras reales de Madrid, Juan Bautista de Toledo se vio en la obligación de realizar todas aquellas que tuvieran ese carácter real, por lo que hubo otras obras que contaron con la aportación del arquitecto en la capital: la construcción del cuarto real y la adaptación y reforma de la cabecera de la iglesia en el Monasterio de San Jerónimo en 1561, acorde con los nuevos gustos estéticos del clasicismo italiano, combinado con la tradición hispana; la construcción de sus propios aposentos, junto con los de otros artistas en el Palacio de la puerta de Balnadú, que pasó a ser la residencia de artistas del Alcázar, unida con éste por medio de una galería; el diseño de la planta del convento de Santa María de los Ángeles; la iglesia de San Gil en, donde se encargó de la reconstrucción de una parte de la fachada, del atrio y las escaleras en 1565; la construcción de la casa del enano Estanislao.

Se le han atribuido otras obras como la construcción de la fachada y, posiblemente, el diseño del templo del convento de las Descalzas Reales de Madrid, porque el carácter estético plasmado en la obra coincidía con el de Juan Bautista y recordaban al palacio y la capilla de Aranjuez, con el uso geométrico dentro de un estilo clasicista. Sin embargo, también se pensó que Francisco Paciotto pudo ser el autor (también concordaba con su estilo artístico) y que pudo haber sido una obra conjunta. Por otra parte se le atribuye el muro sur del Palacio Real de Valsaín, abierto por una serie de ventanas y con características italianas; igualmente, se piensa que realizó las trazas generales de las caballerizas de los príncipes de Bohemia y la casa de los Pajes porque firmó todas las libranzas y pagas en 1564.

En su testamento se deducía que tenía una casa en Nápoles, donde vivía su esposa, Úrsula, con la que tuvo varias hijas (nunca se supo cuántas). La familia se trasladaba desde Nápoles en el año 1563, pero nunca llegaron a Madrid; en la Corte se dijo que la embarcación naufragó, aunque la teoría con más peso era que su mujer e hijas fueron apresadas por los turcos.

La pérdida de su familia, junto con la gran amplitud de trabajo, influyeron de forma negativa en el arquitecto, aunque ello no impidió la consolidación de un lenguaje clasicista y cortesano, que sería continuado por algunos de sus discípulos. Fue enterrado en la iglesia de Santa Cruz.

 

Obras de ~: Fortaleza de San Juan Bautista (ayudante de Sangallo en las trazas), Florencia, 1534; Basílica de San Pedro (ayudante de Sangallo y Miguel Ángel en las trazas), Ciudad del Vaticano, c. 1546; Castelnuovo (baluartes), Nápoles, 1550; Castel Sant´Elmo (ayudante en trazas para la reconstrucción), Nápoles, c. 1550; San Giacomo degli Spagnoli (traza general), Nápoles, c. 1550; Strada di Toledo (traza general; desde 1870, Strada di Roma), Nápoles, c. 1550; Regio lagno del bosco di S. Arcangelo (participación en las trazas de canales, puentes y caminos), Nápoles, 1558; Palacio de Valsaín (caballerizas, torre nueva y jardínes), Segovia, c. 1560 (atrib.); Casa de Ocaña (caballerizas), Toledo, 1560-1563; Palacio de Aranjuez (palaciocapilla, jardines, fuentes, proyecto de navegación, proyecto de las casas de materiales, proyecto de estanques, diques, presas, puentes, proyecto de la empalizada, traza para las Casas de Oficios, plantaciones, ordenación y embellecimiento de las calles), Madrid, 1560-1567; Convento de las Descalzas Reales (traza de la fachada), Madrid, 1561 (atrib.); Alcázar de Madrid (Torre Dorada, colectores, privadas. Reconstrucción de los cuartos del rey, de la reina y sus damas, y trazas generales de la armería, las caballerizas reales, la casa de los hielos, la capilla real, las cocinas, la torrecilla, el reloj, los jardines de la Casa Real y construcción de cubiertas y tejados), Madrid, 1562-1567; Palacio de Aceca (trazas de la Casa principal, la Casa de Oficios, las caballerizas y proyecto de restauración del Palacio), Toledo, 1561; Monasterio de San Jerónimo (traza del cuarto real y adaptación de la cabecera de la iglesia), Madrid, 1561; Casa de Campo (traza general de los jardines, bosques, estanques y fuentes), Madrid, 1562; Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (traza universal), Madrid, 1562; Casa de Borox (reparación), Toledo, 1563; Casa del Monte (reparación), Toledo, 1563; Palacio de la puerta de Balnadú (construcción de la residencia de artistas), Madrid, 1563; Convento de Santa María de los Ángeles (traza general), Madrid, 1563; Casa de Estanislao (construcción), Madrid, c. 1563; Palacio de El Pardo (cubierta de pizarra en los techos, redistribución y redecoración de los interiores, construcción de la red de saneamiento y de los jardines), Madrid, 1563-1567; Caballerizas de los príncipes de Bohemia y Casa de los pajes (trazas generales), Madrid, 1564 (atrib.); Iglesia de San Gil (reconstrucción), Madrid, 1565.

 

Bibl.: “Juan Bautista de Toledo”, en Semanario Pintoresco Español (Madrid), año XXI (1856), págs. 386-387; J. Fernández Montaña, Los arquitectos escurialenses Juan de Toledo y Juan de Herrera y el obrero mayor A. de Villacastín y sus memorias. Apéndice de otros sabios, Madrid, Hijos de Gregorio del Amo, 1924; L. Cervera Vera, “Libros del arquitecto Juan Bautista de Toledo”, en La Ciudad de Dios. CLXII (1950) y CLXIII (1951), págs. 71-97 y 125-193; C. Vicuña, “Juan Bautista de Toledo, arquitecto segundo de la fábrica de San Pedro de Roma”, en Archivo Español de Arte, 39 (1966), págs. 1-8; L. Cervera Vera, “Juan Bautista de Toledo y sus disposiciones testamentarias”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid, 38 (1972), págs. 287-322; S. Giner Guerri, “Juan Bautista de Toledo, segundo archirecto de la Basílica Vaticana junto a Miguel Ángel (estudio crítico sobre su actividad en Italia)”, en Analecta Calasanctiana, 19 (1977), págs. 59-121; A. Bustamante García, “Juan Bautista de Toledo”, en VV. AA., Diccionario de Arquitectura, Madrid, Alianza, 1980; G. Kubler, La obra de El Escorial, Madrid, Alianza, 1983; J. Rivera Blanco, Juan Bautista de Toledo y Felipe II. La implantación del clasicismo en España, Valladolid, Universidad, 1984; “La elección del arquitecto: una cuestión de estilo”, en Ideas y Diseño (La Arquitectura), IV Centenario del Monasterio de El Escorial, Madrid, 1986, págs. 47-65; F. Chueca Goitia, “Sobre Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera”, en Herrera y el clasicismo, Valladolid, 1986, págs. 56-61; J. Rivera Blanco, “De Juan Bautista de Toledo a Juan de Herrera”, en Herrera y el clasicismo, Valladolid, 1986, págs. 69-83; C. J. Hernando Sánchez, Castilla y Nápoles en el siglo xvi. El virrey don Pedro de Toledo, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1994; J. L. Sancho, La arquitectura de los Sitios Reales. Catálogo histórico de los Palacios, Jardines y Patronatos Reales del Patrimonio Nacional, Madrid, Editorial Patrimonio Nacional, 1995; J. Rivera Blanco, Juan Bautista de Toledo en Nápoles (en prensa).

 

Gema Rivas Gómez-Calcerrada