Cañizares y Álvarez, Manuela. Quito (Ecuador), 1769 – 1814. Independentista, heroína de la independencia del Ecuador.
Mujer de buena clase social, con educación hogareña conforme a la época, pero con clara vocación revolucionaria que fue perfeccionando en el trato con los “patriotas” quiteños de todas las clases sociales. Vivía con un hermano y una hermana, jóvenes, en parte de una casa arrendada a la Congregación de El Sagrario, junto a la capilla del mismo nombre, en el centro de Quito. Otra parte ocupaba el presbítero Castelo. Por las ventajas de ubicación de la que ya se llamaba “la casa de Manuela”, por la dignidad personal de la Cañizares, que daba confianza para que los varones concurrieran a las reuniones políticas de los intelectuales, los nobles y los líderes populares, esa casa también sirvió para la última reunión de los “patriotas” que preparaban la revolución contra el régimen local hispano, cuyo monarca había sido sustituido en la Península por José Bonaparte, en vista de la deposición de Fernando VII.
Las reuniones políticas, disfrazadas de sociales, entre otras en “la casa de Manuela”, comenzaron a principios del año 1809 y culminaron el 9 de agosto y las primeras horas del 10, día en que la Junta soberana sustituyó pacíficamente al gobierno de la Junta de Cádiz presidido por el presidente de la Real Audiencia de Quito, conde Ruiz de Castilla. Se instaló así, con todas las funciones, el primer gobierno criollo independiente, de carácter republicano de Hispanoamérica, lo cual repercutió enseguida en todas las demás jurisdicciones de la Corona en este continente, que al siguiente año de 1810 empezaron a organizarse en forma autónoma.
La discreta y eficaz acción de Manuela Cañizares en su casa, el día 9, tuvo su más relevante momento cuando cerró el portón y amenazó a los varones conspiradores que quedaban (treinta y siete) a decidir en esos momentos la toma del palacio presidencial, la prisión de todas las autoridades y la acción amistosa pero enérgica y riesgosa con la fuerza pública. Si Manuela no hubiese tomado esa actitud, es muy posible que la revolución quiteña por la independencia se hubiera demorado varios años. El historiador español Mariano Torrente, al referirse al hecho, calificó a la Cañizares como “la mujer fuerte” de la independencia, en una época en que las mujeres no debían actuar en política. Admirada por sus compañeros, protegida por todos ellos, esa mujer heroica pasó a ser la mujer callada que se ocultaba de las autoridades peninsulares en diversos lugares del país, hasta que, por su destruida salud, murió en 1814 en la ciudad de Quito.
La casa que arrendaba ha pasado a ser oficialmente la “casa de la independencia del Ecuador”, y a Manuela Cañizares le han consagrado las sucesivas generaciones, desde 1809, y el Estado ecuatoriano, como “la heroína de la independencia del Ecuador”.
Bibl.: M. Torrente, Historia de la Revolución Hispanoamericana, Madrid, L. Amarita, 1829; A. Salazar y Lozano, Recuerdos de los sucesos principales de la Revolución de Quito, Quito, 1854; M. de Guzmán Polanco, Manuela Cañizares-Heroína de la Independencia del Ecuador, Quito, Comisión Nacional Permanente de Celebraciones Cívicas, Presidencia de la República, 2006.
Manuel Guzmán de Polanco