Mejías Jiménez, Manuel. Manolo Bienvenida. Dos Hermanas (Sevilla), 21.XI.1912 – San Sebastián (Guipúzcoa), 31.VIII.1938. Torero.
Hijo primogénito de Carmen Jiménez Álvarez y del torero Manuel Mejías Rapela, conocido como el Papa Negro, Manolo fue el cuarto miembro de tan famosa dinastía taurina que utilizó el apodo Bienvenida, el mismo que lucieron su abuelo Manuel, su padre Manuel, su tío José y sus hermanos Pepe, Rafael, Antonio, Ángel Luis y Juan, e incluso, muchos años después y de manera muy breve, su sobrino Miguel (hijo de Ángel Luis).
Manolo Bienvenida comenzó a torear de becerrista, siendo todavía un niño, en América y en España, siempre en compañía de su hermano Pepe. Fueron varias temporadas de jugar al toro de salón en la sevillana Alameda de Hércules, de aprender el oficio en becerradas, de formar una histórica pareja de jóvenes novilleros de gran fama, de presentarse en Sevilla, en Madrid y en otras muchas plazas, de viajes a América (visitaron Nueva York en julio de 1927, y por sus calles pasearon vestidos de traje campero y sombrero ancho), primeros años triunfales de Manolo, en tantas cosas idénticos a los de su hermano Pepe.
El mayor de los hermanos Bienvenida tomó la alternativa, con dieciséis años de edad, en Zaragoza el 30 de junio de 1929, de manos de Antonio Márquez — que le cedió el toro Mahometano, de la ganadería de Antonio Flores—, y con el testimonio de Francisco Royo Turón Lagartito. Sobre la corrida del doctorado, el crítico Gregorio Corrochano escribió: “¿Qué interés tenía la alternativa de Manolo Bienvenida? Para mí uno exclusivamente: ver si el muchacho se asustaba de los toros. Que conoce el toreo lo hemos visto con los becerros. Pero ¿y el toro? Manolo Bienvenida es un niño y el toreo parece cosa de hombres, y no de todos los hombres. ¿Se asustaría del toro Manolito Bienvenida? Después de la alternativa de Zaragoza, ya sabemos que este niño no se asusta de los toros...”.
Tras la corrida del doctorado, Bienvenida adquirió un gran ambiente. El importante hombre de negocios taurinos Eduardo Pagés dijo, en declaraciones recogidas (igual que todas las siguientes) por María de la Hiz Flores: “Después de vistas las completísimas faenas realizadas por Bienvenida en el primer toro de hoy, me afirmó en la creencia de que estamos ante la gran figura del toreo”. El 13 de agosto conquistó en Santander el Estoque de Oro, en la Corrida de la Prensa. Confirmó la alternativa en Madrid, mano a mano con Marcial Lalanda, el 12 de octubre de ese mismo año 1929, con el toro Huerfanito, de Alipio Pérez Tabernero. Debido al mal juego de los toros no pudo lucirse en tan importante festejo. De ese día, el crítico Don Quijote escribió: “Acontecimiento y expectación desbordada. Se le acoge con simpatía, está valiente en un manso y se le aplaude. Pero luego fracasa en los otros dos; tiene una de esas tardes aciagas que no hay torero niño u hombre, bueno malo, hoy como ayer, que no haya tenido. Y el caminito de rosas se convierte en senda de abrojos”. No obstante, la corrida de su presentación en Madrid en nada influyó ni en el resto de la temporada ni tampoco en el discurrir de su trayectoria como torero. Ese primer año sumó treinta y dos corridas de toros.
Tampoco triunfó en las primeras corridas que en Madrid toreó en 1930. La afición recordaba la tarde de su confirmación, y se mostraban muy exigentes con él. Sin embargo, el día 22 de junio conquista, por fin, la plaza de la capital, tras su faena al toro Montesillo, de María Montalvo, al que cortó una oreja. El crítico Clarito escribió: “Breve, y sin embargo larga por ser toda ella con la izquierda, la faena, de viejo cuño, como el oro viejo, se termina con dos pinchazos y una estocada. En un instante se puebla el redondel. El gentío levanta en volandas a Bienvenida, y mientras lo pasean por el ruedo, arriba, una mancha blanca, nieve perpetua que corona las cumbres de estas faenas, demanda la oreja, que se concede naturalmente.
¡Naturalmente!”.
Mantuvo durante el resto de la temporada ese tono triunfal, sumando al final de 1930 setenta y cuatro corridas (perdió ocho por diferentes motivos); cortó sesenta y cuatro orejas y veintidós rabos; salió catorce veces por la puerta grande y resultó cogido en una ocasión... Don Quijote resumió su segundo año como matador de toros: “Bienvenida irrumpió con aire de héroe nuevo, conservando hasta el final el mismo ritmo acelerado de victoria. El año ha sido de Bienvenida, el Príncipe”.
Todavía mejor fue la temporada siguiente, la de 1931, en la que hizo ochenta y dos paseíllos. Manolo Bienvenida era en esos momentos indiscutible figura del toreo. El 16 de mayo logró un éxito apoteósico en Madrid, que relató así Don Quijote: “Toreo en verso, es decir, toreo todo ritmo, todo gracia, toreo esculpido en mármol, fue la faena de Bienvenida la tarde del XI aniversario de Joselito. El toro reservón, quedado, escarbaba la arena. Había que tirar de él... Para conseguir con un toro así, dar al toreo el temple, el ritmo, que le dio Bienvenida a su faena, hay que torear en verso. Faena cumbre; faena de las que hacen efemérides. Áurea página en la historia del toreo”.
Hasta 1938, Manolo Bienvenida se mantuvo como figura indiscutible del toreo. Su toreo alegre, variado y poderoso tenía claros ecos de “gallistas”. Sobre él escribió Néstor Luján: “Es, con Marcial Lalanda, la figura de esta época más parecida a Joselito El Gallo [...], con la ventaja a favor de Bienvenida de que su arte era más puro, más enjoyado [...]. Bienvenida representa la alegría torera, la explosión de vitalidad.
Como artista, derramó un repertorio variado y exquisito con la capa, de una fertilidad inagotable [...]; con las banderillas, sus preparaciones y la seguridad en la ejecución [...]; con la muleta era hábil y brillante, con una vitalidad inextinguible y un ritmo vivo y encendido en las faenas [...]; en cambio, con la espada raramente daba a los bichos una muerte lucida. Así era Manolo Bienvenida, el mejor de los seis hermanos toreros, el más templado de su casta”.
Su última corrida en España la toreó el 17 de abril de 1938 en San Sebastián, alternando con Niño de la Palma y Vicente Barrera. El toro se llamó Alcarabán, de Graciliano Pérez-Tabernero. Bienvenida mostraba evidentes síntomas de estar enfermo, pero aún así viajó a Lisboa, para torear el 2 de mayo. El último paseíllo de su vida lo hizo el 15 de mayo en esa misma plaza lisboeta de Campo Pequeño, junto a Vicente Barrera y el rejoneador Casimiro. Volvió a San Sebastián, donde se encontraba su madre, y allí se le diagnóstico un quiste hidatídico en ambos pulmones, mayor el del derecho. Fue operado en esa ciudad, y en la intervención se descubrió que tenía un sarcoma. Aguantó con entereza las intervenciones, los dolores y las curas, pero falleció el 31 de agosto de ese mismo año 1938 en la clínica de San Ignacio de San Sebastián.
Bibl.: S. Íbero, Los chicos de Bienvenida son grandes, Barcelona, Graficas A. Porta, s. f.; Dos Aficionados, Vida y muerte de gran torero sevillano Manuel Mejías Jiménez (Bienvenida), el Papa Blanco de la torería, Inca (Mallorca), s. f.; A. Orts Ramos, Manolo Bienvenida. El torero precoz, Barcelona, Ediciones Biblioteca Films, 1931 (Col. Los triunfadores del ruedo, 18); M. del Campo, Figuras cumbres del toreo. Manuel Mejías Jiménez. Bienvenida, Valencia, 1936; J. L. Ribeiro, A vida e a arte de Manuel Bienvenida. A historia dum famoso toreiro, Lisboa, Imprenta Beleza, 1938; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 582-586; L. de Armiñán, Don Manuel Mejías. El Papa Negro. Vida y novela de un matador de toros, Madrid, Biblioteca Nueva, 1953 (1999); A. Vera, Los Bienvenidas, Madrid, Gráficas Barandilla, 1958; C. Guillén (seud.), Dos dinastías famosas de toreros. Los Bienvenida. Los Dominguín, Madrid, A. Vasallo, 1961; C. Jalón, Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; F. Mira, Antonio Bienvenida. Historia de un torero, Madrid, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, 1977; A. Santainés Cirés, La dinastía de los Bienvenida, Barcelona, Mira Editores, 1988; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989, pág. 257; R. Gómez López-Egea, Antonio Bienvenida, Madrid, Ediciones Palabra, 1990; C. Abella, Historia del toreo, vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1992, págs. 76-79; M. de la Hiz Flores, Bienvenida. Dinastía torera, Madrid, Espasa Calpe, 1993; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.), págs. 258-259.
José Luis Ramón Carrión