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Jorge Manuel Theotocópuli

Biografía

Theotocópuli, Jorge Manuel. Toledo, 1578 – 29.III.1631. Arquitecto, ensamblador y pintor.

Hijo natural del Greco y de Jerónima de las Cuevas, nació en Toledo en 1578, según el más entrañable testimonio posible: la fecha reseñada junto a su firma “doménikos theotokópolis e’poiei”, en el pañuelo del bolsillo del niño —Jorge Manuel de unos ocho años— que introduce al espectador en la escena de El entierro del conde de Orgaz (1586-1588) de la toledana parroquia de Santo Tomé.

Seguramente en 1603, Jorge Manuel se casó en primeras nupcias con Alfonsa de los Morales, que murió en 1617; el hijo de ambos, Gabriel, nacido en 1604, profesó con el nombre de fray Gabriel de los Morales en el desaparecido Convento de San Agustín el Real de Toledo, junto a la Puerta del Cambrón, en 1622, fecha en la que renunciaba, en favor de su padre, a sus bienes materiales, y Jorge Manuel realizaba, a cambio, un Monumento de Semana Santa, de propiedad perpetua de los monjes.

En 1621 contrajo nuevo matrimonio con la acomodada viuda Gregoria de Guzmán; de esta unión nacieron dos hijas, Claudia y María, y un tercer vástago, Jorge, días antes del fallecimiento de su madre, que, al carecer de datos posteriores, se supone que murió siendo niño. Constan aún unas terceras nupcias de Jorge Manuel, de nuevo viudo, con Isabel de Villegas, entre 1629 y 1631. Jorge Manuel y su familia, durante toda su vida, continuaron viviendo en las dependencias del palacio toledano del marqués de Villena, que habitara el Greco.

Éste y su hijo habían adquirido en 1612 una capilla con su cripta en la iglesia del Convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, para la que había pintado el cretense la Adoración de los pastores, actualmente en El Prado, y aquí fue enterrado el Greco tras su fallecimiento en abril de 1614. Surgieron todo tipo de desacuerdos tanto respecto a la valoración del lienzo citado, que el pintor Luis Tristán tasaba en 3500 reales y la parte del convento en 1200 reales menos, como en relación al Monumento de Semana Santa que las cistercienses de Santo Domingo encargaran a Jorge Manuel, también en 1612. El desenlace fue que las monjas anularon el contrato de la capilla funeraria y Jorge Manuel adquirió otra en la iglesia conventual de San Torcuato de Toledo en 1619, para la que realizó un retablo con su versión del Martirio de san Mauricio. Aquí fue enterrada Gregoria de Guzmán en 1629 y es de suponer que el resto de la familia también, incluso que se trasladaran los restos mortales del Greco; en cualquier caso, la destrucción del Convento e iglesia de San Torcuato en 1868, conservándose hoy día únicamente la portada jorgemanuelina de su templo, impide otros juicios y precisiones al respecto. Aquí, en San Torcuato, tras estos y otros avatares profesionales y económicos, siempre negativos, acabaría Jorge Manuel Theotocópuli, arruinado y destrozado, en 1631.

Por una parte, es imposible desligar su figura de la del padre, cosa que, por otro lado, no es pertinente hacer, puesto que dependió del Greco la educación y formación artísticas de su único hijo, que creció en el taller del cretense, disponiendo de sus tratados, biblioteca, estampas, etc.; en suma, que transmitió a Jorge Manuel todo su bagaje cultural, concretamente la preocupación e interés del Greco por la arquitectura, heredando el hijo, incluso, determinadas actitudes ante tales temas. Pero por otra parte, sí que habría que tratar, en aras de la objetividad, de separar la figura del Greco, tal como hoy se aprecia, de Jorge Manuel y su obra; es decir, evitar la comparación de un personaje genial, como fue el cretense, con su hijo y su actividad, que quedaría así minusvalorada. De este modo, se evitaría el juicio frecuente al tratar sobre Jorge Manuel Theotocópuli, a todas luces evidente, de que la importancia del hijo, como figura artística, no es ni mínimamente comparable a la del padre.

En lo que a pintura se refiere, es especialmente evidente, y recomendable, lo dicho. Antes y después de 1603, la actividad pictórica de Jorge Manuel en el taller paterno debió ser amplia; a partir de esta fecha y hasta la muerte del Greco, contando el hijo con la edad legal entonces requerida, se convirtió en auténtico factotum, hoy se diría comercial, de un próspero y exitoso obrador de pintura cuya cabeza era el genial cretense. Los lienzos de Illescas (Toledo), primera actuación de Jorge Manuel en el sentido señalado y en nombre de su padre, supuso ya un oneroso pleito con los responsables del Hospital de la Caridad de esta localidad (c. 1605- 1607). Desde otra óptica, es preciso asociar a Jorge Manuel, también en grado de amistad, con pintores ligados en su formación a este taller, como es el caso del citado Luis Tristán, pero también con Pedro Orrente, padrino de bautismo de dos de los hijos de su segundo matrimonio, y tal vez incluso con Blas de Prado, Juan Sánchez Cotán y los tempranos inicios del bodegón español del siglo XVII.

En cuanto a la actividad pictórica independiente de Jorge Manuel, el uso y abuso de los modelos figurativos paternos, ahora más humanizados y materializados, así como una voluntad concretizadora en los fondos, de los que desaparecen las improntas poéticas y evocadoras del Greco, suponen una significativa pérdida de calidad respecto a los patrones primigenios. Elocuentes al respecto, son los lienzos conservados del desaparecido retablo mayor de la iglesia parroquial de Titulcia (Madrid), cuya parte escultórica, y al parecer también la arquitectónica, corrió a cargo de Giraldo de Merlo, documentado en 1607-1609, y entregado en 1621. Contundente resulta la cláusula contractual, que explícitamente alude a que sea de mano de Dominico Greco, del lienzo para la capilla Oballe de San Vicente de Toledo, la Inmaculada-Asunción de la Virgen (1608- 1613), hoy en el Museo de Santa Cruz.

La labor de Jorge Manuel como ensamblador, también derivada de la paterna, alcanza cotas artísticas superiores a su faceta pictórica, y así fue entendida en la época, desde su actividad como enseñante de este arte hasta sus trazas y proyectos, singularmente de retablos. De éstos son varios los documentados y muy pocos los conservados, siendo acaso el ejemplo más significativo el que hace las veces de retablo mayor (1623) de la iglesia de dos naves del Convento de Santa Clara la Real de Toledo, con lienzos de Luis Tristán. Los “antivitruvianismos”, el desentendimiento del entorno y el no tener en cuenta leyes de proporción, caracteres exacerbados aquí por Jorge Manuel, en contra de un purismo impuesto en Toledo por Juan Bautista Monegro, suelen ser factores positivos cuando de los retablos del Greco se trata, y negativos en exceso, en cambio, respecto a los de su hijo, cuyo conservadurismo es evidente.

Dentro de esta faceta del ensamblaje, es preciso aludir a la arquitectura efímera. De forma segura, en 1621 y en compañía del pintor Luis Tristán, proyectó y construyó Jorge Manuel el túmulo en la Catedral de Toledo para las honras fúnebres de Felipe III. Para obras como ésta, y las religiosas erigidas periódicamente en iglesias toledanas en determinadas festividades —Monumentos de Semana Santa, por ejemplo, ya mencionados—,consta que en 1617 disponía en su taller de todo tipo de elementos estructurales al efecto, que también alquilaba a otros maestros.

Por otro lado, el nombramiento de maestro mayor de obras de la ciudad, otorgado en 1621 a Jorge Manuel, aunque ad honorem, significaba la posibilidad de trazar, al menos, las arquitecturas y tramoyas que el Ayuntamiento disponía en las festividades del Corpus Christi en la plaza ante su sede. Del túmulo erigido en 1611 para las exequias de la reina Margarita de Austria, tradicionalmente atribuido al Greco, y que tanto ensalzara en sus versos fray Hortensio Félix Paravicino, sólo puede asegurarse que Jorge Manuel se encargó de su realización, quedando por aclarar si realmente fue con trazas de su padre, o éstas las realizó Monegro.

Los retablos de la iglesia del hospital Tavera, fueron trazados por el Greco en 1608, y conforme a estas trazas realizó Jorge Manuel los laterales entre 1614 y 1621, fallecido ya su padre. El retablo mayor fue ejecutado para su ubicación en la cabecera plana prevista en principio; al realizarse el ábside semicircular, la estructura retablística no se adecuaba al mismo. En 1625, tras la desavenencia, una serie de maestros toledanos declararon exonerando de responsabilidades al hijo del Greco y, por tanto, contra los administradores del Hospital, iniciándose un ruidoso pleito en el que Jorge Manuel llevó la peor parte, siéndole embargados sus bienes y amargando los últimos años de su vida. El actual retablo mayor es producto de una serie de transformaciones y adecuaciones, que no concluyeron hasta fines del siglo XVIII.

El estreno en el campo propiamente arquitectónico de Jorge Manuel Theotocópuli data de 1604-1605, y constituyó un rotundo éxito. Se trataba de reestructurar y adecuar el edificio de mercado de frutas y verduras, conocido como Mesón de la Fruta en la Plaza Mayor de Toledo, a espaldas de la Catedral, para que sirviera también como corral de comedias. El 24 de marzo de 1605, la obra estaba prácticamente concluida, decidiendo entonces el municipio toledano regalar al hijo del Greco una fuente de plata, “por haber hecho las trazas de la casa de las comedias, que es cosa de más de lo que es obra de entendimiento, de mucho trabajo por los dibujos de planta y de fábrica, y haber acudido a maestrar dicha obra hasta sacarla de planta muchas veces, y al tiempo derribar lo antiguo y tomar medidas”. Tales declaraciones fueron seguramente el detonante de las envidias de otros maestros, que muy pronto se materializarán. Este edificio estuvo en pie y en uso hasta que un aparatoso incendio lo destruyó la noche del 28 de agosto de 1630.

En 1612 se hacía cargo Jorge Manuel de la conclusión de las obras de las Casas Consistoriales de Toledo, realizando importantes cambios sobre la traza que Juan de Herrera diera en 1574, a la que responden los dos primeros pisos del edificio. Las modificaciones jorgemanuelinas, que condicionan la imagen del Ayuntamiento toledano y por ende de su plaza, afectaron fundamentalmente a su piso más alto, que vio reducida su altura, el adintelamiento de sus vanos entre las columnas jónicas y el añadido de un pequeño frontón, de filiación palladiana, de remate central de la fachada; no se olvide que I quattro libri dell’architettura de Palladio figuraba entre los volúmenes de la biblioteca del Greco. Un cuerpo más en las torres, a las que dotó asimismo de chapiteles, trataban de paliar la marcada horizontalidad del conjunto; los chapiteles actuales y todavía un último cuerpo de las torres, son obra de Teodoro Ardemans de finales del siglo XVII. El trazado de la escalera, de las yeserías de las diversas bóvedas y las escaleras de caracol de las torres, se deben también a Jorge Manuel. Ya una tasación de 1613, supuso determinadas rectificaciones a su costa, tras la apreciación de maestros y alarifes; no obstante continuó con la obra, que quedaba rematada en 1618.

En 1612, también, trazaba Jorge Manuel la pétrea portada del toledano Colegio de San Bernardino; sustituido su ático por un balcón, resta hoy día su cuerpo, de acceso adintelado entre dos robustas columnas toscanas con sus correspondientes contrapilastras. Al año siguiente, acometía la remodelación del corredor de las casas del marqués de Villena, según modelo y condiciones propias; de nuevo aquí surgieron problemas en 1615, no terminando la obra por sucesivas disconformidades y rectificaciones hasta 1618.

Entre 1612 y 1618-1620, trabajó para las agustinas de San Torcuato de Toledo, en obras para su convento e iglesia. Hoy sólo resta la portada de esta última que, según se hace constar el 11 de octubre de 1618, ha de ser “de piedra berroqueña como lo ordenare y trazare Jorge Manuel”. De nuevo aquí resonancias palladianas, en una estructura cuyo cuerpo lo conforman dos columnas jónico-dóricas, con sus contrapilastras de idéntico orden híbrido tan del Greco, acceso adintelado y frontón curvo partido; el ático, más sencillo, es de pilastras toscanas y remate en frontón triangular, que delimitan la hornacina del santo titular.

De 1623 son las trazas y condiciones de Jorge Manuel para la capilla mayor de la iglesia conventual de Santa Clara la Real de Toledo. Sobre el espacio rectangular disponible, levantó una sencilla cúpula elíptica, de eje menor en profundidad, sobre pechinas, a partir de las cuales dispone un pequeño anillo de base con molduras, del que arranca directamente la cúpula, ciega y con lunetos rectangulares en su base con mínimas orejetas; los citados lunetos —cuatro— están sobre los extremos de la elipse de base, comportando vanos efectivos sólo los correspondientes al eje mayor.

La superficie interna de la cúpula queda fajeada por molduras que arrancan de un fingido óvalo cenital, también elíptico.

El 10 de marzo de 1625 fue nombrado Jorge Manuel maestro mayor de obras de la Catedral, máxima aspiración de un arquitecto en el Toledo de entonces; invariablemente desde esta fecha, en las escrituras públicas, se une a este título el de “maestro mayor de obras de los reales alcázares de Toledo”. Como maestro mayor catedralicio hubo de atender a las obras pendientes en esos momentos de la Dives Toletana: la capilla Mozárabe y el Ochavo o capilla de las reliquias del conjunto del Sagrario.

El 19 de febrero de 1626 se hace constar que se ha de realizar “la traza y condiciones que ha hecho el maestro mayor Jorge Manuel para la Capilla de los Mozárabes”, que se refiere a la pétrea cúpula de la misma, sobre el tambor ochavado ya construido por Toribio González que, a su vez, se levanta sobre la obra gótica de Enrique Egas. La cúpula se concluyó a fines de 1631, ya fallecido su autor, y constituye un referente clave tanto en el imafronte de la propia Catedral como en la plaza del Ayuntamiento; la trasdosada curvatura y el peralte de la misma, así como su peculiar linterna, sustituyen a la teórica segunda torre que nunca se erigió.

Tres proyectos de Jorge Manuel Theotocópuli para el Ochavo han llegado hasta la actualidad que, como tantos otros para esta obra catedralicia, no fueron ejecutados. Dos de ellos, interior y exterior (c. 1628), son prácticamente una utopía arquitectónica o un mero ejercicio proyectivo que pone de manifiesto la fértil imaginación de su autor, que sigue, al pie de la letra, la máxima paterna de que “para ser arquitecto basta un papel”; se muestra aquí interesado en motivos decorativos sobre las superficies internas, a base de combinar polígonos y círculos, como coetáneamente realiza en la iglesia de los trinitarios, así como por problemas de iluminación cenital, que le llevarán a plasmar una desmesurada linterna provista de un enorme cuerpo de luces, que minusvalora la propia cúpula. El tercero es en sí un proyecto viable, tanto que se plantea el alzado en dos cuerpos y cúpula, como se decide que sea el Ochavo a inicios de 1629; lleva la aprobación pertinente, pero tampoco fue llevado a la práctica. Se propone aquí orden jónico para el primer cuerpo, corintio para el segundo y cúpula que trasdosa su curvatura y dispone de vanos termales en su base; los vanos del segundo cuerpo muestran el mismo juego rítmico del ático de la portada trinitaria: vanos alternados de medio punto y adintelados, sobremontados respectivamente por frontones circulares y triangulares. Es el único caso en que esto ocurre de todos los proyectos conocidos del Ochavo.

De 1628 es el proyecto de Jorge Manuel para la iglesia del Convento de los Trinitarios Calzados de Toledo, bajo advocación de la Santísima Trinidad, que en el siglo XIX, tras la exclaustración, pasó a ser sede de la parroquia mozárabe de San Marcos y hoy día, propiedad del Ayuntamiento de Toledo, ha sido rehabilitada como sede cultural aneja al archivo municipal.

Se trata de las trazas generales del templo, que se irán materializando durante el resto del siglo XVII; su cúpula se concluye en 1693 y es ajena al proyecto jorgemanuelino, en tanto que las capillas absidales son añadidos del siglo XVIII.

Ancha, muy capaz y alta nave central cubierta con un medio cañón con lunetos rectangulares, como en la capilla mayor de Santa Clara, contrasta con dos bajas naves laterales, cubiertas a tramos con bóvedas vaídas; amplio crucero, capilla mayor poco profunda y testero plano; coro en alto a los pies de amplias dimensiones que deviene un profundo sotocoro; un cuadrilóbulo central y dos rectángulos laterales, son los motivos que dibujan unas sencillas yeserías decorativas en cada uno de los cuatro tramos del cañón central y sobre el presbiterio. Todo ello conforma un amplio y diáfano espacio, uno de los más grandiosos con que hoy cuenta Toledo, donde la finura y acabado de detalles son notorios en la articulación de los alzados interiores generales, a base de pilastras toscanas y el entablamento correspondiente. Libre de condicionamientos y pies forzados de obras ya iniciadas, constituye esta iglesia de la Santísima Trinidad de Toledo la culminación de la creatividad y de las posibilidades proyectivas de Jorge Manuel Theotocópuli.

 

Obras de ~: El Expolio, Madrid, Museo del Prado, c. 1595; El Expolio, Orgaz (Toledo), iglesia parroquial, c. 1605-1606; Asunción de la Magdalena, Titulcia (Madrid), iglesia parroquial, 1607-1609; Aparición del Ángel a la Magdalena, Venecia, colección Francesco Pospisil, 1607-1609 [del retablo de Titulcia]; Cristo en casa de Simón, Nueva York, Hispanic Society, 1607-1609 [del retablo de Titulcia]; Cristo en casa de Marta y María, Buenos Aires, Fundación Alejandro Shaw, 1607-1609 [del retablo de Titulcia]; Noli me tangere, Madrid, Fundación Lázaro Galdiano, 1607-1609 [del retablo de Titulcia]; Natividad de la Virgen, Zurich, colección Emil G. Bührle, c. 1610-1620; Pentecostés, Montfort l’Amaurg, Seineet-Oise (Francia), condesa Jacques Zogheb, c. 1620; San Francisco meditando de rodillas, Toledo, Hospital Tavera, c. 1620-1625.

Obra arquitectónica: Conclusión del edificio del Ayuntamiento, Toledo, 1612-1618; Portada del Colegio de San Bernardino, Toledo, 1612; Portada de la iglesia del Convento de San Torcuato, Toledo, 1618; Capilla y retablo mayores de la iglesia del Convento de Santa Clara la Real, Toledo, 1623; Cúpula de la capilla Mozárabe de la Catedral, Toledo, 1626; Iglesia de la Santísima Trinidad, Toledo, 1628.

 

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Diego Suárez Quevedo