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Antonio Jaén Morente

Biografía

Jaén Morente, Antonio. Córdoba, 3.II.1879 – San José (Costa Rica), 8.VI.1964. Político, ministro plenipotenciario, gobernador civil, historiador y crítico de arte.

Hijo de Tomás Jaén Dorado y de María Morente, de esa vecindad, miembros del estado llano. En 1912 fue catedrático por oposición de la Universidad de Sevilla.

El 1917 ocupó el rectorado del instituto de Córdoba, comenzó a recopilar información histórica sobre su ciudad natal y casó con Carmen Domingo Sanchís, natural de Valencia, soprano y cantante de zarzuelas en el Teatro Real de Madrid. Ya era autor de Historia de América Geografía de América, textos aprobados en España, de lectura obligada para todo estudiante, y se le consideraba uno de los más completos americanistas, a la par de político republicano de gran prestigio.

En 1921 editó su Historia de Córdoba, que dedicó a la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de España, y quiso organizar una escuela de estudios mozárabes, para poder comprender el romanticismo de los sefardíes.

En 1926 fue invitado a almorzar por Alfonso XIII, para proponerle un Ministerio, que rechazó cortésmente por su credo republicano.

Al proclamarse la Segunda República en 1931 era gobernador civil de Málaga, y viajó a Madrid, donde se enteró de que las turbas habían iniciado el saqueo y quema de las iglesias y conventos malagueños. Tomó un vehículo para tratar de detener la barbarie, pero no llegó a tiempo. En 1933 fue de ministro plenipotenciario a Perú. En 1936, de nuevo en España, salió electo diputado a Cortes por la provincia de Córdoba y, cuando se inició la Guerra Civil y los nacionalistas ocuparon dicha ciudad, el Ayuntamiento le declaró “Hijo maldito de Córdoba” en represalia a los virulentos artículos que diariamente publicaba en el diario Ahora de Madrid.

En 1937 pasó de ministro plenipotenciario a Filipinas.

Dos años más tarde falleció una de sus hijas en Madrid, que padecía del corazón y se asustó con los bombardeos.

Su vida en Manila transcurría pobremente ya que le adeudaban sus sueldos, además era diabético. Trabajaba como profesor y conferencista y comenzó a escribir una autobiografía, pero, acosado por la inminencia de la Guerra del Pacífico que parecía que iba a ser peor que la Civil Española, escribió a su amigo ecuatoriano, el crítico de arte José Gabriel Navarro, quien le consiguió la cátedra de Historia de América en la Universidad Central de Quito, capital que le deslumbró por la magnificencia de sus iglesias barrocas coloniales, llenas de retablos minuciosamente labrados, con cuadros al óleo y esculturas de madera policromada en pan de oro. Ni en Perú ni en Filipinas había encontrado algo similar, por lo que comenzó a describir lo que veía en interesantísimos folletos que revelaron al público detalles antes poco conocidos. Se le reconocía como erudito y humanista.

En 1942 pasó a dirigir la recién creada Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad de Guayaquil y dictó la cátedra de Historia General de la Cultura, pero una úlcera le hizo crisis y fue operado.

En 1943 dictó varios cursos en la Universidad de San José de Costa Rica. A la vuelta, dio conferencias en las principales ciudades de Ecuador y publicó el epistolario de Juan Montalvo y Emilia Pardo Bazán.

Su amigo Navarro y él eran los mayores críticos del barroco quiteño.

En 1948 vivía en Costa Rica bajo la protección del ilustrado presidente José Figueres. Ecuador le designó agregado cultural ad honores en ese país. En 1950 el Ayuntamiento de su ciudad natal derogó el infamante Acuerdo.

Entre 1953 y 1955 vivió viudo y solo en España, amnistiado por el Gobierno. Sufría de ceguera paulatina a causa de su diabetes y casó con María Cristina Goicoechea, una alumna que le admiraba mucho.

Matrimonio blanco pero muy feliz, pues ella fue la enfermera de sus días postreros. Volvió a Costa Rica y esperó inútilmente una pensión jubilar de España, que nunca le llegó. En cambio, los gobiernos y universidades centroamericanas le invitaban a visitar esos países para escuchar sus conferencias, y conoció las principales ruinas mayas.

En 1963 brindó un ciclo de conferencias en la Universidad de Guayaquil. Fue un acto emocionante, estaba casi ciego, recitó “A un olmo viejo” de Antonio Machado y sus antiguos alumnos se emocionaron con él. Fue como el canto del cisne, pues el anciano maestro falleció a los ochenta y cinco años de edad, en 1964.

En su casa de Córdoba existe una placa que dice: “En esta casa vivió don Antonio Jaén Morente, gloria de Córdoba”.

 

Obras de ~: España extrapeninsular: Marruecos, Sáhara, Río de Oro, Guinea, Sevilla, Imprenta y Librería de Eulogio de las Heras, 1910; Historia de España, Sevilla, Eulogio de las Heras, 1926; Iniciación geográfica, Córdoba, La Ibérica, 1931; La lección de América, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1933; Historia de la ciudad de Córdoba, Madrid, Sucesores de Ribadeneyra, 1935; Arte colonial ecuatoriano, Guayaquil, Universidad, 1946.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 137 n.º 16 y 141 n.º 16.

R. Pérez Pimentel, Diccionario Biográfico del Ecuador, t. XXXIII, Guayaquil, Imprenta de la Universidad de Guayaquil, 2002 (2.ª ed.); A. Gorrell Jaén de McKay, Antonio Jaén Morente, hijo predilecto de Córdoba: biografía ilustrada, Córdoba, Utopía Libros, 2016; www.diccionariobiograficoecuador.com.

 

Rodolfo Pérez Pimentel

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