Morla Lynch, Carlos. París (Francia), 20.X.1888 – Madrid, 15.I.1969. Hispanista, diplomático y escritor chileno.
Hijo del embajador y ministro Carlos Morla Vicuña y de Luisa Lynch Solar, ingresó en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile en 1906, donde permaneció como jefe de protocolo e introductor de embajadores hasta 1915. A partir de entonces trabajó en varias empresas periodísticas, reingresando en el Cuerpo Diplomático como primer secretario de la legación chilena en Francia, permaneciendo siete años en ese destino, donde fue acreditado, en algunas ocasiones, como encargado de negocios ad interim.
En octubre de 1928 fue nombrado consejero de la embajada de Chile en España, relacionándose con las grandes figuras de las artes y las letras, como Gerardo Diego, Federico García Lorca, Pablo Neruda y Gregorio Marañón.
El 18 de julio de 1936 sorprendió a Carlos Morla y a su esposa en Alicante, desde donde pensaban viajar hasta las Islas Baleares. Ante el estallido de la guerra, el Gobierno chileno le concedió libertad para salir o permanecer en España, eligiendo esta última opción y regresando a Madrid. En abril de 1937 fue nombrado cónsul en la capital, mientras participaba en las tareas humanitarias de protección a más de dos mil trescientos refugiados —hombres, mujeres y niños— a los que la embajada de Chile había concedido asilo diplomático, salvándolos de la represión desatada en la zona republicana. Sus responsabilidades aumentaron cuando las legaciones de El Salvador y Guatemala en la capital española pusieron sus refugiados bajo la protección de Chile, al reconocer sus respectivos Gobiernos a la España nacional.
El ministro de Estado republicano, Álvarez del Vayo, logró la expulsión del embajador chileno Aurelio Núñez Morgado en abril de 1937, por lo que —desde esa fecha— Carlos Morla Lynch le sustituyó como encargado de negocios. Asumió la dirección de la representación diplomática en unas difíciles circunstancias, pues debía alimentar a miles de asilados mientras tramitaba, con las autoridades republicanas, su evacuación hacia Francia. Para lograr su colaboración, Morla entregó las armas que tenían en la embajada al Ejército Popular y donó 72.000 pesetas para la asistencia de niños pobres en la capital. Sus continuas gestiones lograron que 1.178 refugiados fueran evacuados, en ocho expediciones, entre abril de 1937 y enero de 1938. Al prohibirse la salida de asilados militares y civiles en edad militar, Morla propuso varios proyectos de intercambio de refugiados por prisioneros republicanos en la España nacional. De esta manera logró varios canjes parciales —con ayuda de la Cruz Roja Internacional—, visitó cárceles republicanas y abogó por cuantiosos prisioneros, logrando evitar el fusilamiento de numerosas personas.
Al final de la guerra, la embajada chilena recibió solicitudes de asilo por parte de oficiales y políticos republicanos, temerosos de la represión franquista. En abril de 1939, mientras los asilados de derechas salían a la calle, por otra puerta de la representación de Chile entraron una veintena de republicanos, acogidos por Morla, el cual también intentó, infructuosamente, que se acogiera al asilo diplomático el escritor Miguel Hernández. Con la llegada de la paz, Enrique Gajardo —representante chileno ante la España nacional— asumió la dirección de la embajada de Madrid, sustituyendo a Carlos Morla, pero aceptando la defensa de los refugiados republicanos, los cuales fueron evacuados al año siguiente.
A mediados de 1939, el presidente Arturo Alessandri envió a Morla a Alemania, con la categoría de ministro plenipotenciario y encargado de negocios, para que lograra la reanudación de relaciones entre Berlín y Santiago de Chile. El Gobierno alemán le condecoró en agradecimiento por la protección de personas y bienes alemanes que había ejercido la embajada de Chile en España durante la guerra.
Entre 1940 y 1947 representó a su país en Suiza como ministro plenipotenciario, así como en Suecia (1947-1950) y Holanda (1950-1953). Tres años más tarde, Carlos Morla fue nombrado embajador ante la UNESCO y, en 1959, ante el Gobierno francés.
Se jubiló en 1964, fijando su residencia en Madrid hasta su fallecimiento.
El 1 de octubre de 1968, el Gobierno español le concedió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica como agradecimiento por su labor humanitaria durante la Guerra Civil y por su constante labor hispánica, como señaló el decreto de concesión. En el año 2000, se publicó una edición facsímil de la revista Luna —escrita por los asilados republicanos que protegió Carlos Morla— a cuya memoria se dedicó esta nueva impresión, defendiendo su gestión frente a las injustas críticas de Pablo Neruda.
Además de la condecoración citada, Morla fue distinguido con la Gran Cruz Estrella Polar de Suecia, la Gran Cruz Orange-Nassau de los Países Bajos, la Legión de Honor, la Gran Cruz del Mérito y la Estrella Negra de Francia, la Orden de Francisco José de Austria, el Tesoro Sagrado de Japón, la Orden de la Corona de Italia, el Águila Roja de Alemania, el Sol de Perú y la Gran Cruz del Mérito Civil de España.
Carlos Morla contrajo matrimonio, en Santiago de Chile, con María Manuela Vicuña Herboso en 1912, con la cual tuvo tres hijos: Verónica (1915-1919), Colomba (1920-1928) y Carlos (1913-1982). Escribió obras de teatro, poesía y dos libros de memorias.
Obras de ~: El año del Centenario, Santiago de Chile, Minerva, 1921; Escenas, Santiago de Chile, Minerva, 1922; El príncipe de la perlas azules, Madrid, Aguilar, 1934; Memoria presentada al Gobierno de Chile correspondiente a mi labor al frente de nuestra embajada en Madrid durante la Guerra Civil (1937- 1939), Berlín, 1939; En España con Federico García Lorca (Páginas de un diario íntimo, 1928-1936), Madrid, Aguilar, 1957.
Fuentes y bibl.: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Condecoraciones, C. 304, exp. 11; r. 5.405, exp. 218 y r. 11.806, exp. 42; Expedientes Personales, caj. 355, carp. 24.605; Estado, r. 672, exp. 10 y 11; r. 756, exp. 66 y 67; r. 789, exp. 36.
A. Núñez Morgado, Los sucesos de España vistos por un diplomático, Buenos Aires, Gráficos Argentinos L. J. Rosso, 1941; R. Marín, Chile y la intervención en España, Santiago de Chile, Imprenta de El Imparcial, 1946; J. Rubio, Asilos y canjes durante la Guerra Civil Española, Barcelona, Planeta, 1979; A. del Hoyo, “Dramatis personae: Carlos Morla Lynch y Miguel Hernández”, en Insula. Revista de Letras y Ciencias Humanas, 400-401 (1980), págs. 8-25; J. E. Vargas, J. R. Couyoundjian y C. G. Duhart, España a través de los informes diplomáticos chilenos, 1929-1939, Santiago de Chile-Madrid, CSIC, 1994; Revista Luna, ed. facs., Madrid, Edaf, 2000; C. Garay Vera, Relaciones tempestuosas. Chile y España (1936-1940), Santiago de Chile, Universidad Pontificia, 2000; A. M. Moral Roncal, El asilo diplomático en la Guerra Civil Española, Madrid, Actas, 2001; “Chile ante la Guerra Civil Española: la cuestión del asilo diplomático (1936-1940)”, en Cuadernos de Investigación Histórica, 20 (2003), págs. 239-267.
Antonio Manuel Moral Roncal