Pastor de los Cobos, Vicente. Granada, 1686 – 20.VIII.1759. Canónigo del Sacromonte de Granada, historiador, teólogo y místico.
Fue colegial de San Dionisio Areopagita, del Sacromonte de Granada, y luego, desde 1713, canónigo de la Abadía (electo el 9 de enero; con bulas de la Santa Sede tomó la posesión el 31 de mayo del mismo año), en la vacante del padre Torres. Leyó cinco cursos de Filosofía y la Cátedra de Vísperas de Teología, y fue rector del colegio muchos años. Como señala el Libro de entradas de los señores Canónigos y Abades del Sacromonte, fue “infatigable en el confesionario y misiones” y, luego, trabajó “manuscritos doctísimos sobre las reliquias de los santos mártyres”, es decir, sus Guerras Cathólicas Granatenses e Historia apologética sobre las ya postradas Láminas Granadinas, como desagravio hacia su fundación por haber permanecido demasiado tiempo al margen de esta obligación, absorbido por sus otras dedicaciones y por la infravaloración de esa tarea: “No había tenido lugar de enterarse del negocio de los libros y de sus circunstancias y incidencias, pareciéndole tiempo perdido y ocioso el que ocuparía en la instrucción radical de estas noticias”.
Una vez en el nuevo camino, se inflamó tanto su ánimo, que, sin faltar al rigor de su vida espiritual, tomó “en penitencia de su omisión” el nuevo trabajo.
Enviados a Roma y Madrid los frutos de su entusiasta dedicación, se valoró su labor, lo que le ganó el nombramiento de miembro (correspondiente) de la Real Academia de la Historia y la concesión de licencia para leer libros prohibidos, todo ello en 1742. Después de una vida ejemplar dedicada al estudio, la escritura y la oración, murió en olor de santidad el 20 de agosto de 1759.
Hay en el currículum de Pastor una serie de factores y circunstancias que merece la pena subrayar, especialmente la vinculación estrechísima con Luis Francisco de Viana, el gran sostenedor de la llama laminaria, que fue su confesor por muchos años, y que se califica a sí mismo de “su fiel amigo y venerador” (se gloría de haber gozado de su conocimiento por más de cincuenta y cinco años). Proclama Viana una admiración sin límites por su vida ascética hasta el heroísmo. Esta vida ascética (en letra de Viana) le condujo a las “sendas ordinarias por donde se labran las almas grandes”; así, “las grandes inspiraciones, los raptos y vuelos de espíritu, las comunicaciones internas, las ilustraciones y afectos íntimos” fueron abundantes en “ese siervo de Dios, de que dimanaban aquellas gracias y dones que son proprias de esta clase de almas, como la profecía, la fe y el discernimiento de espíritus que poseía en grado eminente, como se lo oí testificar a muchos de sus hijos espirituales”. Trascendió esta entrega, además de su dedicación a las misiones, al confesionario y a la enseñanza, de tal manera, que, “quando llegó la ora de poner el cuerpo en el féretro en la yglesia para decirle el oficio y hacerle las exequias, fue tanta la deuoción y fervor de los hijos espirituales, que a no hauer el cauildo reprimídola por medio de algunos indidividuos no le hubieran dexado ropa alguna en el cuerpo”.
De todas las obras de Pastor, antes de su dedicación a la vindicación laminaria, la más importante es su Libro Grande de Mística, “así llamado porque es un admirable compendio de esta ciencia sublime y un repertorio general de todas las doctrinas de que usa su author” (Libro de entradas). El libro fue denunciado a la Inquisición por un teólogo escolástico imperito en doctrinas místicas y revisado luego por censores aún más ignorantes, que lo descalificaron con las más acerbas censuras, obligando al autor a redactar tres apologías, por mandado del tribunal, en las que mostró la ignorancia de sus censores y redujo las acusaciones a la nada.
Fue grande el ascendiente de Viana sobre el espíritu ensimismado de su compañero, y él sería, sin duda, el inductor de su dedicación a la defensa de las invenciones de fines del xvi, al abrigo de la incontinentia calami acreditada en incontables escritos anteriores (consultas morales, tratados teológicos, escritos a favor de la casa y obras místicas), que había leído y ponderado.
No es difícil percibir la mano atizadora de Viana en la redacción de las obras prolaminarias de Pastor: Guerras Cathólicas Granatenses e Historia apologética (que se conservan manuscritas en el Archivo de la Abadía del Sacromonte). Aunque dos obras, diferenciadas por sus respectivos títulos, de hecho componen una sola de cuatro libros, tres de la primera y un cuarto de la segunda, que sirve de complemento explicativo.
Es reseñable el amplio espacio que se dedica a relatar las vicisitudes de la redacción y edición de las Vindicias catholicas granatenses de Diego de la Serna en este último libro; explicable, pues al fin y al cabo era la propia razón de ser del escrito de Pastor. En cualquier caso, y aun no habiendo sido dadas a la imprenta, estas obras prolaminarias han proporcionado a su autor más fama que todos sus otros escritos, a lo que coadyuvó el título de fortuna, pues no otra cosa que “guerras” fueron en fin las controversias suscitadas por los hallazgos plúmbeos de finales del siglo xvi, mayormente notables por el encono irreductible de sus sustentadores y por su largo arco cronológico.
Se sabe con toda certeza que Guerras Cathólicas Granatenses sobre los antiquísimos monumentos plúmbeos descubiertos en suelo granadino se plantea, en 1736, como epítome (nunca como defensorio diferenciado y autónomo) de Vindicias catholicas granatenses, de Diego de la Serna Cantoral, el defensorio por excelencia (publicado en Lyon en 1706). Respondía Pastor a un encargo específico del Cabildo del Sacromonte basado en dos razones: primera, que la extensión descomunal de las Vindicias la hacía inviable como instrumento útil de la súplica; segunda, que era necesario suavizar su tono acre (el exceso de “acrimonia”) con un más humilde alegato. Ciertamente, la obra de Pastor es de menor volumen que Vindicias, pero demasiado extensa para ser un mero epítome; en el tono también dominan el apasionamiento y la apenas contenida ira de la irredención, por muchas que sean las declaraciones de moderación y suavidad del autor. Empero, no fueron estas cuestiones el impedimento para que surtiera el efecto previsto, es decir, ser presentado ante la Santa Sede en la súplica de revisión del juicio; el verdadero obstáculo (aparte el clima nada favorable en Roma: no se concretó la súplica) fue que cualquier vinculación con la obra de Diego de la Serna, en función de la cual se redactaba, era contraproducente y dañosa. Así se explica que en 1743, sólo cuatro años después de haberse completado el escrito de Pastor —la Historia apologética es de 1739—, el canónigo Diego Nicolás de Heredia Barnuevo anduviera solicitando del Rey el encargo formal de un nuevo defensorio, que sería el que se concretaría en el mandato que hizo Fernando VI a los canónigos Viana y Laboraría para la redacción de la Historia authéntica en 1756.
Obras de ~: Guerras Cathólicas Granatenses sobre los antiquísimos monumentos plúmbeos descubiertos en suelo granadino (obra escrita en 1736; AASMG, mss. C.10, C.11, C.14, C.15, C.17/Hagerty); Historia apologética sobre las ya postradas Láminas Granadinas en las cathólicas guerras por la decisión del Decreto último del Señor Inocencio XI (obra escrita en 1739; AASMG, mss. C.12, C.16/Hagerty); Libro Grande de la Mística (ms. no localizado). En el AASMG se conservan otros mss. con respuestas y disertaciones del autor a consultas de religiosos y misceláneos muy diversos (mss. núms. 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110/Calero).
Fuentes y bibl.: Archivo de la Abadía del Sacromonte de Granada, Libro de entradas de los señores Canónigos y Abades del Sacromonte (ms. no catalogado); Ymbentario (sic) de todas las láminas de cobre, libros, ynstrumentos, documentos, bullas, escripturas, y demás presiocidades (sic), que a el presente, en este año de mil cetesientos (sic) sesenta y cinco, se hallan en el archivo secreto de quatro llabes que previenen nuestras apostólicas constituciones aya en este Sacromonte, según el título veinte y seis de ellas, del canónigo Joseph Miguel Moreno y Rivera (obra compuesta entre 1765 y 1770; ms. C.26/Hagerty;), primera parte, fols. 157r.-162v.
J. de Ramos López, El Sacromonte de Granada, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1883; M. J. Hagerty, “Catálogo de manuscritos”, en J. Martín Palma et al., La Abadía del Sacromonte, Granada, Universidad, 1974, págs. 73-82; M.ª C. Calero Palacios, La Abadía del Sacromonte. Catálogo de manuscritos, Granada, Universidad, 1999; M. Barrios Aguilera, “Granada en escorzo. Luis Francisco de Viana y la historiografía del Sacromonte”, en Demófilo, 35 (2000), págs. 45-80; Los falsos cronicones contra la historia (o Granada, corona martirial), Granada, Universidad, 2004; “Pedro de Castro y los Plomos del Sacromonte. Invención y paradoja. Una aproximación crítica”, en M. Barrios Aguilera y M. García-Arenal (eds.), Los Plomos del Sacromonte. Invención y tesoro, Valencia, Universidad, 2006, págs. 17-50; “Claves de la historia laminaria en la formación y edición de Vindicias Catholicas Granatenses. ¿Una cuestión regalista?”, en Homenaje a María Isabel Pérez de Colosía, Málaga, Universidad, 2006.
Manuel Barrios Aguilera