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Lorenzo Asensio de Otaduy y Avendaño

Biografía

Asensio de Otaduy y Avendaño, Lorenzo. Oñate (Guipúzcoa), c. 1543 – Ávila, 4.XII.1611. Obispo, catedrático y teólogo.

Fue hijo de Juan de Otaduy, de la casa solar de Otaduy, y de Miquelina de Avendaño. Recibió los primeros estudios en su ciudad natal, para ingresar en 1576 en el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares.

Catedrático de Artes por la Universidad de Alcalá, fue profesor de Física, Metafísica y de Teología en la Cátedra Mayor de Escoto, en horario de Prima. Fue canónigo en la colegiata de San Justo y Pástor de Alcalá y canónigo magistral en la catedral de Cuenca, en tiempos del obispo Juan Fernández Vadillo (1587-1595). En 1591 asistió a la clausura del Capítulo de separación de carmelitas calzados y descalzos —conforme al breve pontificio de 22 de junio de 1580—, siendo todavía catedrático de Escoto en la universidad y presidente del cabildo de Alcalá. Fue presentado por el rey Felipe II (1527-1598) para la diócesis de Lugo, desde Aranjuez, el 1 de junio de 1591; confirmado por el papa Inocencio IX el 4 de noviembre de 1591; consagrado en Cuenca el 16 de febrero de 1592 y posesionó en su nombre el VI conde de Lemos, Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal (1548-1601) el 20 de febrero de 1592.

De su paso por Lugo nos queda la fundación del seminario, que bajo la advocación de san Lorenzo, debía albergar treinta y seis seminaristas, y donde dejó plasmadas sus armas. Durante su pontificado lucense cabe también señalar la celebración de un sínodo diocesano (1594), la resolución de antiguos pleitos relacionados con el cabildo catedralicio y la ayuda para detener los ataques ingleses a las costas gallegas. Siendo Romano Pontífice Clemente VIII, en Consistorio celebrado el 1 de febrero de 1599, Lorenzo de Otaduy es trasladado desde la sede de Lugo a la de Ávila; previamente, desde El Escorial había sido presentado el 22 de agosto de 1598 por el Príncipe, futuro Felipe III, “por mandato del Rey nuestro señor”. A causa de la epidemia de peste presente en Galicia, que alcanzaría más tarde a Ávila, su entrada en la nueva diócesis se retrasa más de lo habitual; tomó posesión de la sede de San Segundo, el 3 de julio de 1599, el mismo año en que se inicia el reinado de Felipe III.

De Lugo trae la fama de “celosísimo defensor y custodio infatigable de las atribuciones de su dignidad”, conforme a las normas tridentinas, al decir de Tello Martínez.

Es posible que ya en aquellos momentos su salud hubiera comenzado a resentirse, siendo ésta la constante presente en su pontificado abulense: “la enfermedad con que Nuestro Señor ha sido servido regalarme [...]”, en palabras del propio prelado. De hecho, así parece deducirse de los prolegómenos de las dos relaciones que envía a la Sede Apostólica, en 1601 y en 1610, excusándose ante Su Santidad por no poder viajar a Roma para realizar las canónicas visitas ad limina.

Continuó la labor emprendida por sus predecesores de reglamentación del seminario como institución conciliar, “labró la casa y colegio que hoy permanece junto a la iglesia de San Millán, adonde se ven sus armas en las portadas principales de la obra [...]. Edificó el nuevo edificio con larga mano, poniendo en él sus primeros colegiales estudiantes”. Mejoró la asistencia a enfermos a través de los numerosos hospitales existentes en la ciudad del Adaja —llevando su preocupación más allá de la capital, como fue el caso de Arévalo—, mantenidos por órdenes y congregaciones religiosas y diversas y numerosas fundaciones, cofradías, pías uniones e, incluso, en algún caso, por patronato laico, entre los que destacaban los de Dios Padre —de enfermos contagiosos—, Santa Escolástica y La Magdalena —ambos con recursos suficientes—; los restantes, además del de la Obra Pía de La Misericordia, insuficientemente dotado, sumaban siete u ocho, si bien, asimismo, “ninguno de ellos tiene renta para poder curar de por sí”. Lorenzo Asensio trató de reducir el número de estos centros asistenciales, agrupándolos y concentrando sus respectivos recursos, para optimizar así su eficacia. A tal efecto, convocó y presidió una reunión extraordinaria del cabildo, celebrada el 15 de agosto de 1601, con el fin de conocer la opinión de los canónigos sobre estos extremos. Singular mención debe hacerse de la fundación en 1600, de la mano del propio prelado, de un convento de carmelitas descalzos, con ocasión de la visita de los reyes a Ávila. La comunidad se fijó inicialmente junto a la iglesia de San Segundo, en donde permaneció hasta 1610, pasando a ocupar posteriormente diversos emplazamientos, llegando a establecerse en 1636 en la misma casa solar de santa Teresa. Lorenzo de Otaduy donó a la comunidad diez mil ducados para la construcción del convento, a la vez que la dotó de una renta anual de otros quinientos ducados para atender a su subsistencia.

Otras efemérides, de diversa índole, dignas de destacar en el pontificado abulense de Lorenzo de Otaduy fueron, entre otras, el descubrimiento y exposición de los restos de san Pedro del Barco, en acto litúrgico solemne celebrado en la iglesia parroquial de San Vicente el 12 de agosto de 1610 —con la instalación del retablo y baldaquino que adornan el sepulcro del santo—, la donación de una lámpara de plata a la catedral de Ávila, el establecimiento en la diócesis de la Orden Jerónima y la ayuda prestada para incrementar las retribuciones de los catedráticos alcalaínos.

En su tierra natal, tuvo el propósito de fundar un colegio, regentado por la Compañía de Jesús, junto a la Universidad Sancti Spiritus de Oñate, pero por su fallecimiento no pudo llevarlo a cabo. En el ámbito doméstico ha de mencionarse que es en los años de su pontificado abulense cuando instituye el mayorazgo de su casa. En efecto, el mayorazgo de Otaduy fue fundado por Lorenzo Asensio el 31 de octubre de 1607 con los bienes que fueron de Miguel Pérez de Hernani y se recuperaron de la casa de Zarauz. Devoto de santo Tomás, a quien siempre guardó reverencia, gozó fama de sabio y de acendrado celo apostólico y se dice, existiendo testimonios fidedignos de ello, que murió santamente, en Ávila, a las ocho de la tarde del domingo 4 de diciembre de 1611, recibiendo cristiana sepultura en la capilla mayor de la santa iglesia catedral.

 

Bibl.: M. Rodríguez Pazos, El Episcopado Gallego a la luz de Documentos Romanos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jerónimo Zurita, 1946; T. Sobrino Chomón, Episcopado abulense. Siglos xvi-xviii, Ávila, Institución Gran Duque de Alba de la Excma. Diputación Provincial, 1983; A. López Varcárcel, Episcopologio Lucense, Lugo, Fundación Caixa Galicia, 1991; J. Sánchez Sánchez, Cinco Hospitales del Antiguo Régimen en la Ciudad de Ávila, tesis doctoral, Facultad de Medicina, Universidad Complutense de Madrid, 1994, págs. 101-103; J. M. Abel Expósito, “Heráldica Episcopal Lucense”, Lvcensia (Lugo, Biblioteca Seminario Diocesano), n.º 21, vol. X (2000), pág. 289; O. Oliveri Korta, Mujer y herencia en el estamento hidalgo guipuzcoano durante el Antiguo Régimen (siglos xvixviii), San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 2001.

 

Antonio Rueda de Andrés y Carlos Viscasillas Vázquez

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