Téllez Girón y Pacheco, Pedro de Alcántara. Duque de Osuna (IX), marqués de Peñafiel (X), conde de Urueña (XIII). Madrid, 8.VIII.1755 – 7.I.1807. Teniente general.
Era el segundo hijo del matrimonio entre Pedro Zoilo Téllez Girón y Guzmán, VIII duque de Osuna, y María Vicenta Pacheco y Téllez Girón (hija de los duques de Uceda y condes de la Puebla de Montalbán).
Siguiendo la tradición de su padre y de su abuelo, fue educado desde muy joven en la carrera militar, ingresando en el Regimiento de Reales Guardias Españolas.
Las circunstancias determinaron que al morir su hermano mayor, José María, el 15 de octubre de 1771, pasara a ser el nuevo marqués de Peñafiel y futuro sucesor del ducado de Osuna y resto de títulos anexos.
Este hecho sucedió cuando ya estaba pactado su matrimonio con Josefa Alonso Pimentel, hija de los condes-duques de Benavente; de los cuales como única heredera recibiría numerosos títulos, entre los más importantes, los de condesa-duquesa de Benavente, duquesa de Arcos, de Béjar, de Gandía, etc. Se registraron capitulaciones matrimoniales el 27 de diciembre de 1771, ante Simón de Rozas y Negrete, escribano de Madrid. El matrimonio se celebró el día 29 de dicho mes y año. De los numerosos hijos que tuvieron sólo le sobrevivieron cinco: María Josefa Manuela (1783-?), que se casó en Madrid el 21 de diciembre de 1800 con Joaquín María Gayoso y Sarmiento, futuro marqués de Camarasa; Joaquina María del Pilar (1784-1851), casada en Madrid el 11 de junio de 1801, con José Gabriel de Silva-Waldstein y Bazán, marqués del Viso y futuro X marqués de Santa Cruz, entre otros títulos; Francisco de Borja, desde 1807 X duque de Osuna, que se casó en Madrid el 19 marzo de1803, con Francisca Leopolda Beaufort y Toledo (1785-1830); Pedro de Alcántara, príncipe de Anglona y marqués de Jabalquinto, se casado en Cádiz el 7 de octubre de 1811, con María del Rosario Fernández de Santillán y Valdivia (1795-1857), hija de los marqueses de la Motilla; Manuela Isidra (1794-1838), que se casaría en Cádiz el 1 enero de 1813, con Ángel María de Carvajal, duque de Abrantes, entre otros títulos.
El matrimonio Téllez Girón y Alfonso Pimentel residió habitualmente en la villa y corte de Madrid, con excepción de sus estancias en Menorca y Barcelona, y las del duque en Cataluña y Navarra durante las campañas de la Guerra de la Convención (1793-1795). Se establecieron inicialmente en la calle Leganitos, aunque en mayo de 1781 pasaron a vivir a un palacio en la Cuesta de la Vega. A partir del año 1783, compaginarían esta casa con su palacete de la Alameda, a las afueras de Madrid. Se trataba de un palacete neoclásico, rodeado de jardines, templetes, fuentes esculturas y estanques, terminado en 1787. La Alameda fue un lugar habitual de encuentro y tertulias de diferentes personajes de la sociedad madrileña de la época, ya fueran políticos, altos funcionarios, cortesanos, etc.
Los duques fueron reputados mecenas de literatos, músicos y pintores del momento.
Entre septiembre y octubre de 1772, Pedro de Alcántara formó parte del séquito del duque de Arcos, que viajó a Italia con motivo de haber sido designado por Carlos III su representante como padrino en el bautizo de su nieta María Teresa Carlota (hija del Rey de Nápoles).
En 1779 fue nombrado coronel del Regimiento de Infantería de América. Ello motivó que otorgara poder para administrar sus estados señoriales y poder para testar a su esposa, el día 6 de agosto de 1779, ante Ventura Elipe, escribano de Madrid.
Ostentando la Coronelía de dicho Regimiento, intervino en la guerra mantenida por la coalición hispano- francesa contra Inglaterra, estando presente en el asedio de la plaza de Gibraltar (1779-1781). Posteriormente pasó a la conquista de Menorca, bajo dominio inglés. Durante esta campaña ganó prestigio y fue promovido a brigadier, tras ocupar con un destacamento el puerto y fuerte de Fornells (Menorca).
Permaneció en la isla tras la conquista de Mahón, donde supo la muerte de su primogénito Pedro Ramón de cuatro años, ante lo cual le solicitó por carta a su esposa que viajara hasta Menorca para reencontrase con él, la cual partiría en julio de 1782 del puerto de Barcelona, rumbo a Mahón.
En enero de 1783 el matrimonio viajó hasta Mataró, estableciéndose su Regimiento en Barcelona durante dos años (enero de 1783-enero de 1785). El duque residió en Barcelona a lo largo de todo el año 1783, donde nació su primogénita.
La relación de Francisco de Goya con los IX duques de Osuna se inició en 1785, cuando ejecutó dos retratos individuales de la pareja. Gran parte del prestigio y la prestancia que fue alcanzando el pintor aragonés se debió en buena medida al patrocinio de los Osuna.
Otro acontecimiento familiar significativo fue el fallecimiento de su padre, el 1 de abril de 1787, sucediendo en el título ducal de Osuna y demás títulos nobiliarios, y pasando a regentar sus respectivos mayorazgos y rentas. Pasó a ser camarero mayor del rey, notario y justicia mayor de los Reinos de Castilla, alcalde mayor de Sevilla, alcaide perpetuo de la real fortaleza de Soria y regidor preeminente perpetuo de la villa de Linares.
En enero de 1789, con motivo de la coronación de Carlos IV y María Luisa de Parma, intervino junto a su esposa en los distintos actos y recepciones que se celebraron, encargándole al pintor Francisco de Goya dos retratos de los nuevos Monarcas. El 26 de septiembre de dicho año, organizó una fiesta en honor de los nuevos Soberanos.
En el inicio del reinado de Carlos IV, pasó a ser mariscal de Campo, obteniendo la Coronelía y Dirección General de las Reales Guardias de Infantería Españolas, cargos que estaban vacantes desde la muerte de su padre (1787). En el año 1791 pasó a ser ieniente general, con cuya graduación intervendría en la Guerra de la Convención (1793-1795), contra Francia. Incluso a sus expensas levantó varias compañías de Cazadores, vestidos y armados.
Al comienzo estuvo sirviendo bajo el mando del general Ricardos, encargado del frente oriental de la frontera hispano-francesa. Intervino de forma muy destacada en la campaña del Rosellón y en concreto en la batalla de Mas Deu (20 de mayo de 1793), recibiendo el agradecimiento expreso del Monarca mediante Real Orden por su valor y acierto. Parte de la historiografía se extraña de que, por su personalidad y sus méritos, no alcanzara el grado de capitán general, atribuyendo a este hecho la interferencia del valido Manuel Godoy.
Sólo en una ocasión se dudó de su capacidad, y fue tras la batalla de Perpiñán (17 de julio de 1793). En aquel momento se le acusó de ser uno de los principales culpables del fracaso de la operación; es más: la suspicacia popular atribuyó la derrota a la rivalidad latente entre el general Ricardos y el mismo duque de Osuna, a raíz de haber obtenido el primero la Capitanía del Ejército de Cataluña, ya que se consideraba igualmente apto para tal cargo. La revisión historiográfica ha confirmado que no fue el único responsable, y que el fracaso se debió sobre todo a la falta de coordinación y armonía entre los generales españoles.
Otra acción en la cual el duque destacó durante esta campaña fue en la batalla de Trouille (22 de septiembre de 1793). En la campaña del año 1794, estuvo destinado en el sector occidental y central, interviniendo en la contención de la ofensiva francesa de los generales Moncey y Laborde sobre Navarra. En febrero ya se hallaba en dicha región. La pérdida de posiciones debido a la contraofensiva francesa fue constante a lo largo de los siguientes meses. En octubre tomó la decisión de replegar sus tropas y concentrarlas en Pamplona.
Aunque los franceses ocuparon el valle de Roncesvalles, su triunfo fue pírrico, ya que la actuación del duque de Osuna, propició salvaguardar la capital navarra, objetivo principal de la operación francesa.
El 9 de febrero de 1795, junto al conde de Colomera partió desde Navarra hacia Madrid, para tratar asuntos de la campaña venidera. Esta guerra desató en el seno del ejército español un debate sobre el nefasto respaldo y apoyo del gobierno. En este contexto se debe entender que Pedro de Alcántara escribiera en 1796 un trabajo sobre la organización del Ejército español, el cual no sería publicado hasta después de su fallecimiento, en la ciudad de Cádiz en el año 1813.
Tras la Paz de Basilea (1795) se produjo la alianza entre la España de Carlos IV y la Francia del Directorio. En este contexto internacional, el duque de Osuna fue designado por el Monarca a finales del año 1798, embajador español en Viena, con el objeto de sustituir al conde del Campo de Alange. Este alejamiento de la Corte se atribuye a las malas relaciones que siempre mantuvieron los duques con la reina María Luisa de Parma y el valido Manuel Godoy.
El viaje hacia Austria debía tener una primera escala en París. Los duques salieron de Madrid el 26 de enero de 1799, encontrando un largo y duro viaje, llegando a París el 15 de marzo de 1799, instalándose en el palacio de los duques del Infantado. El viaje y estancia en la capital francesa conllevaron enormes gastos y pasaron apuros económicos por falta de liquidez durante el año 1799, debido al alto nivel de vida que llevaron; el duque tuvo que pedir un crédito de 6 millones de reales. Ya por entonces sufrió una grave enfermedad de hígado de la cual ya sólo se recuperó parcialmente.
La familia ducal no se movió de la capital francesa, debido a que las circunstancias políticas impidieron que finalmente desempeñase su misión diplomática en Viena. El ministro de Asuntos Exteriores austríaco se negó a recibirlo como nuevo embajador en la Corte vienesa, debido a que Austria iba a entrar en la coalición europea contra el Directorio francés; y Osuna no podía ver los pasos y disposiciones que se tomaban para la guerra, ya que podía comunicarlas al Directorio, siendo Francia como era aliada de España. Tras meses de espera mientras llegaba la definitiva resolución de Austria, y con la mediación en su favor del embajador Azara con el gobierno español para que se le diera nuevo destino, fue nombrado en junio de 1799, inspector de los Ejércitos del Rhin, con la mitad del sueldo de embajador. Su misión sería la de informar de los movimientos y operaciones de las tropas francesas en la orilla izquierda del Rhin. Recibió mal la noticia, y expuso su enfermedad como motivo para no salir de París, lo que consiguió. Finalmente se le daría licencia para que volviera a España, partiendo de París el 4 de diciembre de 1799 y llegando a Madrid el 7 de enero de 1800.
Su inquietud intelectual y cultural fue constante en el último cuarto del siglo xviii dentro del contexto del más puro espíritu ilustrado. De él se conoce que fue miembro fundador de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País (1775), de la cual llegó a ser presidente. Dentro del contexto de esta corporación, demostró ser un constante defensor de la intensificación y modernización de la agricultura, concediendo premios a los estudios e innovaciones agronómicas. Los duques de Osuna destinaron fondos para obras sociales y fines educativos de la institución matritense. Ejercieron también de mecenas de la ursaonense. Pedro fue nombrado socio honorario de dicha Sociedad, siendo aún marqués de Peñafiel; ya como Duque ejerció de director de la Sociedad en la práctica, aunque no nominalmente.
Consta su enorme interés por el mundo del libro, y su labor de mecenazgo de la literatura y de las ciencias filológico-históricas. La biblioteca de la casa ducal de Osuna, originada aún siendo sólo condes de Ureña, era una de las más importantes bibliotecas privadas del país, y entre sus fondos más valiosos se encontraban manuscritos de los siglos xiv y xv, incunables, obras del Siglo de Oro, de historia, de viajes, de ciencia, etc. Como coleccionista de libros, incrementó el fondo heredado de sus antepasados, al irle agregando un enorme número de nuevos libros, muchos de ellos importados del extranjero y publicados en centros protestantes, a pesar de estar buena parte de ellos censurados en España. Su pretensión de extender el conocimiento motivó que ideara un proyecto de convertir su biblioteca de la calle Leganitos en un centro de carácter público; pero el hecho que en ella hubiera libros prohibidos implicó que fuera vetado por el gobierno y la Inquisición.
Pedro de Alcántara Téllez Girón, IX duque de Osuna, fue nombrado miembro honorario de la Real Academia Española el 10 de julio de 1787, y de número, el 23 de febrero de 1790, ocupando el sillón Letra T, sustituyendo a José Miguel de Flores. Igualmente obtuvo otras distinciones, caso de la Gran Cruz de la Orden Española de Carlos III (1789) y de la Orden del Toisón de Oro (1795). En 1792 fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Falleció en Madrid, el 7 de enero de 1807. Su féretro se expuso en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, del Convento de Nuestra Señora de la Victoria (Madrid), de los Padres Mínimos de San Francisco de Paula. Su viuda le sobrevivió bastantes años, dirigiendo realmente la casa ducal, hasta su fallecimiento el 5 de octubre de 1834.
Obras de ~: Discurso que en la Junta general de la Real Sociedad Económica de Madrid, en 10 de Noviembre de 1787 leyó el Excelentísimo Señor Duque de Osuna, su Director, Madrid, Imprenta de Sancha, 1787; Discurso leído por el Excmo. Señor Duque de Osuna, Director de la Sociedad Económica de Madrid en la Junta solemne de apertura del Colegio de Sordo-mudos, celebrada el día 9 de Enero de 1805, Madrid, Imprenta de Sancha, 1805; Sistema Militar para España que proponía el Duque de Osuna quando se trató de una organización nueva de nuestro ejército, y se formó para ello la Junta de Generales en Mil Setecientos Noventa y Seis, [Cádiz], por don Nicolás Gómez de Requena, impresor del Gobierno por S. M., Plazuela de las Tablas, 1813.
Bibl.: T. López, Mapa de la provincia de Valladolid dedicado al Excmo. señor Don Pedro de Alcántara Téllez Girón [...] Marqués de Peñafiel, Conde-Duque de Benavente, Duque de Béjar y de Gandía, etc., por Don Tomás López, Geógrafo de los Dominios de S. M. [...], Madrid, calle de las Carretas, 1779; D. Clemencin, Proyecto para la educación del Excmo. Sr. Marqués de Peñafiel y del Sr. Príncipe de Anglona. Dirigido a sus padres, los Excmos. Señores Duques de Osuna, Condes-Duques de Benavente, c. 1790 (Biblioteca Central del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Archivo de Francisco Rodríguez Marín, caja 78, documento 11); Anónimo, Empleos de Alférez, Coronel, Brigadier, Mariscal de Campo y Teniente General, dados al Duque de Osuna por Carlos III y Carlos IV, 1776-1791, 12 hojas, 1793 (Biblioteca Nacional de España [BNE], Sala Cervantes, Mss/11268/16); M. Broussein, Ciencia del Giro dedicada al Excelentisimo Señor Don Pedro Giron, Duque de Osuna, Conde Duque de Benavente, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1805; A. Bejarano Blázquez, Oración fúnebre, que en las exequias hechas en el lugar de Candelario, el día 20 de septiembre de 1807 por el ánima de D. Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pacheco, Duque de Osuna, predicó D. Andrés Bejarano Blázquez, cura Rector de Santa María de la villa de Jaraiz, obispado de Plasencia y Vicario Perpetuo de Partido, Manuscrito, 1807 (ms. en BNE, Sala Cervantes, Mss/10517); M. de Navas, Sermón del canónigo D. Martín de Navas, predicado el año de 1807, en San Isidro el Real de Madrid, por el alma de D. Pedro de Alcántara Téllez Girón, nono Duque de Osuna, 1807 (ms. en BNE, Sala Cervantes, Mss/10517); J. Ezquerra del Bayo, Retratos de la familia Téllez Girón, novenos Duques de Osuna, Madrid, Blass, 1934; Estado Mayor Central del Ejército, Campaña en los Pirineos a finales del siglo xviii. 1793-1795, t. II: Campaña del Rosellón, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1951, págs. 84-86, 98, 228, 232-233, 239, 322, 333, 427, 485-487, 824, 829-830; t. IV: La Guerra en los Pirineos occidentales y centrales, Servicio Histórico Militar, Madrid, 1959, págs. 196, 400, 426-428, 435, 439, 514, 524, 528, 531-536, 569-574; C. Muñoz de Roca Tallada, condesa de Yebes, La Condesa-Duquesa de Benavente, una vida en unas cartas, Madrid, Espasa Calpe, 1955; Marqués de las Amarillas, Recuerdos (1778-1873), vol. III, Pamplona, 1978; F. J. Campese Gallego, “Vida municipal de Osuna en el reinado de Carlos IV. Una aproximación”, en J. J. Iglesias Rodríguez y M. García Fernández (eds.), Osuna entre los tiempos medievales y modernos (siglos xiii-xviii), Sevilla, Universidad, Ayuntamiento de Osuna, 1995, págs. 471-489; P. J. Fernández, Quién es quién en la pintura de Goya, Madrid, Celeste Ediciones, 1996, págs. 68-69; B. Santamarina, “La platería madrileña y la Casa de Osuna, Las piezas de la vajilla de una duquesa ilustrada”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 38 (1998), págs. 99-142; F. Andújar Castillo, “La Corte y los militares en el siglo xviii”, en Estudis. Revista de Historia Moderna, 27 (2001), págs. 91-120, cit. pág. 118; V. F. Labaig y Lassala (OSA), Discurso christiano-político que en acción de gracias por haber preservado la persona del Exmo. Señor Duque de Osuna en la batalla dada en Masdeu, Valencia, Universidad, 2001; M. Heilbron Ferrer, “´Umilissimi, devotissimi servi´. Correspondencia de cantantes de ópera italiana con la Duquesa de Osuna. (Apuntes para el estudio de la circulación de la música y los músicos italianos en España entre el siglo xviii y XIX)”, en Anuario Musical, 57 (2002), págs. 199-227; F. J. Gutiérrez Núñez, “El IX Duque de Osuna, Político, militar y mecenas (1755-1807)”, en Actas XI Jornadas Nacionales de Historia Militar (Sevilla 11-15 de noviembre de 2002). Milicia y Sociedad Ilustrada en España y América (1750-1800), t. I, Madrid, Cátedra General Castaños R. M. Sur, Editorial Deimos, 2003, págs. 103-120.
Francisco Javier Gutiérrez Núñez