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Gonzalo Guerrero

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Biografía

Guerrero, Gonzalo. Palos de la Frontera (Huelva), ú. t. s. XV – Honduras, c. 1536. Marinero, estratega y jefe militar de los indios mayas.

Poco se sabe de la vida de Gonzalo Guerrero anterior a la conquista de México. Debió de llegar a América en alguna de las expediciones que zarparon de España a finales del siglo XV o principios del XVI, sin que de ello haya quedado constancia documental.

En 1511 navegaba en un barco de la flota de Diego de Nicuesa, gobernador de Veragua (actual Panamá), que se dirigía de Panamá a Santo Domingo y que, desviado de su ruta por una fuerte tormenta, naufragó en las proximidades de Jamaica, en unos bajos llamados de las Víboras. Sólo unos veinte hombres consiguieron salvarse del naufragio. Éstos, en un pequeño batel, sin agua y sin alimentos, fueron arrastrados durante trece días por la corriente hasta arribar a la costa de Yucatán (México), aún desconocida por los españoles. La mitad de ellos murieron en el camino.

Los que consiguieron llegar a tierra fueron inmediatamente apresados por los indios mayas, quienes sacrificaron a algunos. Los pocos que quedaron con vida lograron huir, pero pronto volvieron a ser apresados, pasando a ser esclavos de los diferentes señores mayas de la zona. Ocho años después de estos sucesos, sólo quedaban dos hombres con vida: Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, convertidos en servidores del cacique de Xamanhá (actual estado mexicano de Quintana Roo).

Hacia el año 1514, Guerrero pasó al servicio del cacique maya de Chetumal (actual Quintana Roo), de nombre Na Chan Can, cuya confianza se ganó al integrarse en la vida y cultura mayas. Comenzó por vestirse como indígena y horadarse las orejas y el labio inferior y paulatinamente fue adoptando los usos y costumbres de los mayas e incluso, según algunos cronistas de la Conquista, su religión. Poseedor de un talento militar excepcional, pronto destacó como hábil estratega y empezó a asesorar a los indígenas en las tácticas de guerra occidentales y en la construcción de fuertes, trincheras y baluartes, al tiempo que él aprendía la manera de guerrear de los mayas, hasta llegar a convertirse en un jefe militar prestigioso. Al frente de partidas de guerreros mayas, combatió contra los primeros intentos españoles de conquistar México: las expediciones de Hernández de Córdoba (1517) y Juan de Grijalva (1518).

La total asimilación de Guerrero a la cultura maya se produjo al casarse con una mujer indígena que, según algunos autores, era hija del propio cacique Na Chan Can. Con ella tuvo varios hijos, los primeros mestizos de tierras mexicanas.

Cuando el 6 de marzo de 1519, Hernán Cortés, marchando a la conquista de México, desembarcó en la isla de Cozumel, frente a la costa de Yucatán, supo, por algunos indios de la zona, que cerca de allí había dos náufragos españoles. Cortés se aprestó a despachar misivas a ambos supervivientes invitándoles a unirse a su expedición. En cuanto Jerónimo de Aguilar se enteró de la llegada de los españoles, se apresuró a reunirse con ellos, a quienes acompañó en la conquista de México como intérprete de la lengua maya.

Sin embargo, Gonzalo Guerrero, que ya era más maya que español, rehusó el ofrecimiento de Cortés, pretextando que su mujer y sus hijos le obligaban más que toda la gloria que pudiera alcanzar en la conquista de México o de ningún otro lugar. Cuando le fue dicho que podía llevar en la expedición a su familia, siguió resistiéndose, afirmando que como esclavo que era no tenía libertad para elegir.

Guerrero permaneció en tierras mayas hasta el final de sus días, combatiendo contra todos los intentos de los españoles de conquistar la península de Yucatán.

Sus acciones militares contribuyeron en buena medida a que la conquista del área maya no se consumara hasta bien avanzado el siglo XVI.

Fue el máximo responsable del fracaso de la expedición del adelantado Francisco de Montejo en el año 1527. Montejo, conociendo el prestigio militar de Guerrero y su entrenamiento en las tácticas de guerra indígenas, intentó que éste se sumara a sus tropas y le ayudara en la conquista de Yucatán. Para ello le envió una carta en la que le instaba a que abandonara sus costumbres indias y volviera al servicio de la Corona de España, prometiéndole los más altos honores. Pero Guerrero, nuevamente, decidió seguir fiel a su pueblo de adopción. Así pues, le remitió a Montejo su carta tras escribir en el reverso que como esclavo que era no podía romper con los indios, pero que tanto él como todos los españoles podían considerarle como su amigo. Acto seguido, conocedor de los planes de Montejo de marchar sobre Chetumal y dispuesto a impedir a toda costa que consiguiera su objetivo, comenzó a organizar con los mayas la fortificación de esta ciudad.

Francisco de Montejo, tras fundar una ciudad en Yucatán que le sirviera de base de operaciones, a la que puso el nombre de Salamanca, distribuyó a sus soldados en dos grupos. Uno de ellos, comandado por él personalmente, se dirigió por mar hacia el sur, mientras que la otra hueste, formada por ciento cincuenta infantes y dieciséis caballos, partió por tierra bajo el mando de Alonso de Ávila. Ambos ejércitos debían juntarse en Chetumal para sitiar la ciudad, pero Gonzalo Guerrero elaboró un ardid para impedir que los españoles llegaran a su destino. Así, cuando las dos tropas estaban a mitad de camino, hizo llegar a Alonso de Ávila un mensaje en el que le informaba de la muerte de Montejo, mientras que a éste le llegaban informes de que Alonso de Ávila y sus hombres habían sido aniquilados por los indígenas en el camino. Ambos se dejaron engañar por estas informaciones.

Así, Alonso de Ávila consideró inútil seguir al encuentro de Montejo, quien a su vez, creyendo que éste y sus hombres habían muerto, decidió regresar a Salamanca.

Posteriores intentos de conquista de la península de Yucatán habrían también de fracasar ante la hostilidad de los indígenas, siempre capitaneados por Gonzalo Guerrero, al servicio de Na Chan Can. Así, a mediados del año 1531, cuando las huestes bajo el mando de Alonso de Ávila intentaron nuevamente conquistar Chetumal, tuvieron que enfrentarse con la sublevación de los indígenas. Todo el sureste de Yucatán se levantó en armas contra los intrusos, y aunque Alonso de Ávila intentó por todos los medios reprimir la sublevación, le fue imposible; en el otoño de 1532 la situación se había hecho tan insostenible que todo el ejército español tuvo que huir en canoas hacia Honduras.

Finalmente, en el año 1536, Guerrero marchó a Honduras, cuando los mayas de la zona estaban siendo atacados por los españoles. Capitaneando las tropas del cacique Cicumba contra sus antiguos compatriotas, murió de un disparo de arcabuz. Un informe de 14 de agosto de 1536 del gobernador de Honduras, Andrés de Cereceda, dice que fue encontrado muerto un hombre blanco vestido como un indígena, con el pelo trasquilado a la manera maya, pintado y con toda la apariencia de un indio.

A medio camino entre la historia y el mito, Gonzalo Guerrero se ha convertido en un personaje ambivalente para los mexicanos: para los hispanistas es sólo un renegado traidor, mientras que el nacionalismo le ha convertido en paradigma de la aculturación y en mártir de la lucha anti-imperialista y ha conseguido que perviva en la memoria colectiva mexicana como símbolo del mestizaje. En su honor, una estatua en la que aparece ataviado como los jefes militares mayas se alza en el paseo de Montejo de la ciudad yucateca de Mérida.

 

Bibl.: W. Prescott, Historia de la conquista de México, Buenos Aires, Imán, 1944, 2 vols.; M. Orozco y Berra, Historia antigua y de la conquista de México, México, Porrúa, 1960, vol. IV, págs. 88-90; D. de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, México, Porrúa, 1966; D. Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme, México, Porrúa, 1967; A. de Solís, Historia de la conquista de México, Madrid, Espasa Calpe, 1970; R. S. Chamberlain, Conquista y colonización de Yucatán 1517-1550, México, Porrúa, 1974; F. López de Gómara, Historia de la conquista de México, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979; S. de Madariaga, Hernán Cortés, Espasa Calpe, 1979; B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid, Historia 16, 1985; E. Aguirre, Gonzalo Guerrero, México, Planeta-De Agostini, 2004.

 

Cristina González Hernández