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José Tejada Martín

Biografía

Tejada Martín, José. Pepe Marchena. Marchena (Sevilla), 4.V.1903 – 4.XII.1976. Cantaor de flamenco.

En sus principios era conocido como Niño de Marchena.

Hijo primogénito de Juan Perea, campesino de Marchena, y de Rita Tejada Martín, sirvienta en Sevilla, en su infancia fue zagal borriquero, tabernero y aprendiz de herrero, trabajos que alternaba con su dedicación a cantar por las noches en las ventas y tabernas, pasando luego la bandeja. En 1916 obtuvo el primer premio en un concurso de aficionados, celebrado en Fuentes de Andalucía (Sevilla), comenzando así su trayectoria profesional, recorriendo varios pueblos de la provincia sevillana. Con catorce años debutó en el Café La Lipa de Badajoz. En Sevilla lo hizo en el Café Novedades cobrando 25 pesetas diarias. Después pasó a Córdoba y, dado el entusiasmo despertado entre la afición, el cantaor Rafael Pareja lo recomendó para actuar en Madrid, lo que ocurrió en 1921, en el merendero Casa Juan, alcanzando un gran éxito. Al año siguiente el empresario Carcellé lo contrató para cantar en el Teatro La Latina madrileño, con un sueldo 200 pesetas por noche. Seguidamente grabó su primer disco, acompañado a la guitarra por Ramón Montoya.

En junio del mismo año, con motivo de la visita a Madrid de los Reyes de Italia, cantó ante ellos en el Palacio de Liria, en compañía de Antonio Chacón, Pastora Pavón Cruz La Niña de los Peines y otras figuras. A partir de entonces, se sucedieron sus actuaciones por toda España, entre las que hay que destacar la que tuvo lugar en Sevilla, en 1925, con motivo de la inauguración del Hotel Alfonso XIII. El mismo año ganó el tercer premio en el concurso del Teatro Pavón madrileño.

En 1926, se incorporó al elenco más importante de la época, en el que figuraban Chacón, Manuel Escacena García Niño Escacena, Manolo Pavón, Pedro Martín El Chato de las Ventas, Manuel Jiménez Centeno Manuel Centeno y Pedro del Valle Pichardo Perico del Lunar, actuando por toda la geografía española durante el verano. En septiembre reapareció en Madrid, en el Teatro Fuencarral. A continuación tomaría parte en espectáculos en gira y, en 1929, estrenó en el Teatro Pavón de Madrid, la comedia flamenca La copla andaluza, convirtiéndose en el primer cantaor-actor de la historia, así como en el Teatro Maravillas de la misma capital, la obra flamenca El valle de la pena. Su fama fue creciendo y el 19 de abril de 1934, en el Teatro Rosalía de Castro, de La Coruña, ofreció por primera vez un concierto de cante flamenco, con Ramón Montoya a la guitarra. El mismo año participó en un concierto de motivos andaluces celebrado en el cine Capitol de Madrid. En 1935 estrenó el sainete Consuelo La Trianera en el Teatro Cervantes madrileño, y a seguidamente intervino en la película Paloma de mis amores.

Y en 1936, antes de la Guerra Civil, estrenó la versión flamenca de Cancionera, la célebre obra de los hermanos Álvarez Quintero. El inicio de la Guerra le sorprendió en Cartagena (Murcia), y pasó los años de la contienda en esta comarca. A su término, se estrenaron dos películas en la que figuraba: La Dolores y Martingala.

Su vuelta a los teatros tuvo lugar en 1943, con la versión folklórica de La encontré en la serranía, en el Teatro Fontalba de Madrid, interpretando después en el mismo escenario El alma de la copla y repuso La copa andaluza, obras de Quintero y Guillén. Durante el resto de las décadas de 1940 y 1950 llevó a cabo como cabecera de cartel de diversos espectáculos, continuas y sucesivas giras por los teatros españoles, con salidas alternadas al extranjero, destacando su presentación, en 1944, en el Teatro Avenida de Buenos Aires, junto a Carmen Amaya, con el espectáculo Feria de Sevilla, y su actuación en 1951, en la Sala Pleyel de París. Durante las décadas citadas, sus espectáculos se titularon Siguiriya, Pasan las coplas, Motivos de Andalucía, Entre mujeres y flores, Así se canta, Mensajeros del cante, Pasan las coplas, Historia del cante, Así se canta en Andalucía, Pasan las estrellas, Yo soy el cante, Vivir el arte y Ronda de coplas, en los que participaron los más destacados intérpretes del cante, el baile y la guitarra de la época, mientras surgían múltiples seguidores, porque sin proponérselo había creado escuela. Al final de la década de 1960 restringió sus actuaciones, pero cabe reseñar las que tuvieron lugar en 1970, en Sevilla y Marchena, con motivo, respectivamente, del I Festival de Cante Flamenco y de la IV Fiesta de la Guitarra.

Además de las citadas, participó en otras películas cinematográficas como María del Carmen y La reina mora. Con ocasión de sus bodas de oro con el cante, en 1976 se le rindió un homenaje en su tierra natal, consistente en un festival, y en noviembre, ya gravemente enfermo de cáncer, se le concedió la Medalla de Oro de Marchena, y el cantaor Juanito Valderrama organizó un festival a su beneficio en el Teatro Alcalá Palace de Madrid, con la intervención de numerosos intérpretes flamencos. En tan significativo acto, dio a conocer su mensaje de despedida, en el que se lee: “Si he consentido que se celebre este acto es porque siento ya mi hora final, antes de rendir cuenta a Dios he querido despedirme de todos los públicos de España, y ante la intemporalidad de hacerlo pueblo a pueblo, como hubiera querido, acepté que, desde Madrid, me despidieran para siempre de toda España [...] Fue mi norma de conducta llevar el cante andaluz con el máximo de dignidad, con la pretensión de alcanzar sus más grandes cotas”. Al agravarse su estado de salud fue trasladado a Sevilla, donde falleció. Diez años después, en 1986, se erigió en Marchena un monumento en su honor, obra del escultor Rafael Armenta. Los elogios a su arte se han sucedido a lo largos de los tiempos, muchos de ellos a cargo de grandes figuras de todas las artes, desde Manuel de Falla a Greta Garbo, pasando por Andrés Segovia y Charles Chaplin. Además de cantaor de excepción, Marchena ha sido el andaluz que más veces a cantado en público, dada su intensa y larga trayectoria artística. El flamencólogo Anselmo González Climent, en su ensayo Pepe Marchena y la Opera Flemanca, afirma: “Marchena no canta o vida o muerte. Por fuerte que sintiese la demanda humana del flamenco en su primera época, es un tipo predominantemente esteticista. Su patentizado es la revolución formal. Si admitimos que singularizase es meta estable del flamenquismo. Marchena lo ha logrado con creces, cualquiera que sea la interpretación de sus métodos o la nobleza de sus productos [...] Marchena pretendió solamente ofrece un universo, el suyo, desasistido de inhibiciones escolásticas, respondiendo a su irreprimible instinto de individualización”.

 

Obras de ~: Discografía: Flamenco viejo: el flamenco como suena, Sevilla, Pasarela, 1990; Arte Flamenco. Vol. 15. Las flores de la decadencia, Tarragona, Mandala, 1990; Leyendas del cante, Madrid, EMI, 1992; Niño de Marchena, Labao de Paradas, Sevilla, Pasarela, 1993; Antología de cantaores flamencos, vol. 7, Madrid, EMI-Odeón, 1996; Un monumento al cante, Madrid, EMI-Odeón, 1997; Memorias antológicas del cante flamenco, Barcelona, Divucsa Music, 2002, 3 vols.; Antología de las mejores voces flamencas, vol. 1, Barcelona, Star Music, 2004.

 

Bibl.: A. GonzÁlez Climent, Pepe Marchena y la Opera Flamenca, Madrid, Ediciones Demófilo, 1975; J. Blas Vega y M. Ríos Ruiz, Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, Madrid, Cinterco, 1988; Maestros del Flamenco, Barcelona, Planeta-Agostini, 1988; E. Cobo, Vida y cante del Niño de Marchena, Córdoba, Virgilo Márquez Editor, 1990; A. Álvarez Caballero, La discoteca ideal del flamenco, Barcelona, Enciclopedias Planeta, 1995; M. Ríos Ruiz, El Gran Libro del Flamenco, Madrid, Calambur, 2002; J. M. Gamboa, Una historia del flamenco, Madrid, Espasa Calpe, 2005.

 

Manuel Ríos Ruiz