Castilla, Fernando. Cuenca, 29.XI.1189 – Madrid, 14.X.1211. Infante de Castilla. Hijo y heredero de Alfonso VIII, esperanza del reino de Castilla frustrada en la flor de la edad.
Quinto vástago de Alfonso VIII y de su esposa Leonor de Inglaterra; le precedieron un varón, fallecido a los pocos meses de su nacimiento, y tres hembras, lamayor de las cuales, la futura doña Berenguela, la madre de Fernando III, era la infanta heredera hasta el día que nació su hermano Fernando, destinado desde ese día a suceder a su padre en el trono de Castilla.
De su educación, formación y carácter como futuro monarca se tiene en la Crónica Latina de los Reyes de Castilla una descripción única en su género: “Cuando llegó Fernando a los años de la pubertad era de tanta liberalidad, por no decir prodigalidad, que, aunque mucho diera, pensaba que no había dado nada […] de todas partes de España confluían a él en caterva nobles, a todos los cuales recibía como conocidos, y aliviaba su indigencia con muchos regalos. Joven finalmente imberbe, tras burlar a su guardián, gozaba con los caballos y perros, y con la hierba del campo soleado; jugaba con aves de diverso género; sus costumbres se alababan fuera de toda medida por sus iguales”.
De su afición a las armas escribe el mismo cronista: “Pero al hacerse un poco mayor, revistiéndose de prudencia al final de su adolescencia, comenzó con el vigor de la edad juvenil, a despreciar todo aquello en lo que antes se gloriaba y a aficionarse al uso de las armas, eligiendo la compañía de aquellos que conocía como valerosos en las armas y expertos en los temas bélicos. Deseaba la guerra con los musulmanes y dando al tema muchas vueltas ya no tenía otro afán que la milicia y el uso de las armas. Su padre contemplando los deseos de su hijo, su belleza, pues era muy hermoso, y la fuerza de su juventud, se gozaba en él y daba gracias a Dios por un hijo así, que podía ser ya su socio en el gobierno del reino y sustituirlo en los temas bélicos”.
En consecuencia, acabadas el año 1210 las treguas, que venían renovándose periódicamente, desde hacía casi quince años entre los almohades y el rey de Castilla, y mientras el emir de Marrakech con sus fuerzas estaba atravesando el Estrecho de Gibraltar, Fernando, acompañando a su padre participó en mayo de 1211 en una cabalgada militar, integrada por las milicias de los concejos de Madrid, Guadalajara, Huete, Cuenca y Uclés, que partiendo de Cuenca penetró en el Levante musulmán llegando hasta Játiva y el mar Mediterráneo.
Atravesado el Estrecho, el califa almohade pasando por Sevilla y Córdoba había cruzado el puerto del Muradal y asediado el castillo de Salvatierra defendido por los freires de la Orden de Calatrava; Alfonso VIII por su parte ordenó a Diego López de Haro, señor de Vizcaya, y a otros magnates que se concentraran en la comarca de Toledo en actitud defensiva ante un posible ataque almohade; el ejército que Alfonso VIII había logrado reunir permanecía vigilante en la sierra de San Vicente, al norte de la provincia de Toledo y al oeste de Escalona, pues resultaba muy reducido para cualquier operación ofensiva, dado que eran muy pocos los concejos que se habían concentrado en aquella ocasión, pero suficientes para hacer frente a cualquier cabalgada depredadora. Entretanto el Rey recorría las villas y los castillos de la Trassierra, esto es, de Castilla la Nueva, exhortando y levantando los ánimos de los hombres.
Al mismo tiempo, según nos cuentan los Anales Toledanos Primeros, Alfonso VIII confiaba al infante Fernando la dirección de una cabalgada que con las gentes de Trujillo y Montánchez realizó en el mes de agosto una incursión por territorio enemigo.
Al regreso de esta expedición el infante se reunió con su padre, participando en la consulta, que el Rey sometió al infante y a los magnates con él reunidos, acerca de si decretaba el comienzo de los preparativos para al año siguiente ir en busca del ejército almohade y provocar una batalla campal. A los quince días de esta deliberación y decisión, que conducirá al año siguiente a la batalla de las Navas de Tolosa, fallecía en Madrid el 14 de octubre de ese año 1211 el hijo del Rey, Fernando, en la flor de la juventud.
Acerca de las causas de su muerte el cronista sólo nos indica que murió correptus acuta febre, esto es “presa de aguda fiebre”.
La sorpresa y el dolor que causó, no sólo en su padre sino en todo el reino, la muerte del príncipe heredero en la flor de la juventud, que era ya la esperanza del reino y mano derecha de su padre, mereció una descripción hiperbólica en la Crónica latina de los Reyes de Castilla, lo mismo que el duelo de su madre la reina Leonor.
El cadáver del infante acompañado por su hermana Berenguela y el arzobispo de Toledo fue conducido al monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, fundación de sus padres, para recibir sepultura en él, mientras Alfonso VIII con la Reina y Diego López de Haro permanecían en la Trassierra, retenidos por la necesidad de permanecer atentos a la amenaza almohade.
Bibl.: J. González, El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, vol. I, Estudio, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960; R. Ximenius de Rada, “Opera Omnia I. Historia de rebus Hispaniae sive historia gótica”, en Corpus Christianorum. Continuatio medievalis, n.º LXXII, Turnhout, Brepols, 1988, lib. 7, cap. 36; J. Porres MartínCleto (ed.), Anales Toledanos I y II, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios-Diputación Provincial de Toledo, 1993; Juan (atrib.), Crónica Latina de los Reyes de Castilla, ed. de L. Charlo Brea, Cádiz, Ariel, 1999.
Gonzalo Martínez Díez, SI