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Josep Tapiró Baró

Biografía

Tapiró Baró, Josep. Reus (Tarragona), 7.II.1836 – Tánger (Marruecos), 4.X.1913. Pintor, acuarelista de género orientalista y primer artista español establecido en Marruecos.

La trayectoria de Josep Tapiró Baró permaneció unida, durante años, a la de su amigo y compatricio, el insigne pintor Marià Fortuny Marsal. Se formaron juntos en Reus, su ciudad natal, en las clases de Domènec Soberano y, posteriormente, en Barcelona, bajo las órdenes de Claudi Lorenzale. Josep Tapiró consolidó su estilo en la Ciudad Eterna, en la década de 1860, aplicándolo predominantemente a una temática costumbrista. Pintó tipos pintorescos, ciocciaras, músicos ambulantes, eclesiásticos etc. En el año 1871 acompañó a Fortuny y a Bernardo Ferrándiz en su último viaje a Marruecos. Su estancia en el país vecino fue decisiva para su orientación pictórica posterior, ya que el mundo magrebí le sedujo profundamente y le abrió los ojos a un nuevo universo temático.

Dos años después de la muerte de su amigo, en 1876, volvió a viajar a Marruecos acompañando una legación diplomática. Fue en ese momento cuando decidió instalarse de manera permanente en la ciudad de Tánger. Compró un antiguo teatro en el barrio judío de la Fuente Nueva y lo convirtió en su estudio y museo de su colección de objetos árabes y bereberes.

En este lugar de la vetusta medina norteafricana vivió durante treinta y siete años, hasta su muerte acaecida en el mes de octubre de 1913. Desde el punto de vista estrictamente pictórico, el ejemplo de Tapiró fue extraordinariamente singular, ya que la mayoría de los seguidores del pintor de La Vicaría jamás cruzaron el estrecho de Gibraltar y se limitaron a emular los clichés de Fortuny cuando trataron el tema oriental. Tapiró, en cambio, le tomó el relevo y culminó su acercamiento pictórico y vital a la cultura musulmana, que había iniciado su compañero en 1860. Tapiró fue incluso más lejos y se estableció en el norte de África para pintar una sociedad islámica concreta y no un sueño oriental para la recreación pictórica del cual era innecesario salir de Europa. Ciertamente, representó el caso del artista hechizado por su tema. Para elaborar la mayor parte de su obra escogió la técnica de la acuarela como medio de expresión. En dicha disciplina fue un verdadero maestro y durante casi cuarenta años la utilizó para inmortalizar las tradiciones vistosas y las peculiaridades étnicas y culturales del Marruecos precolonial.

Casi siempre encontró su motivo de inspiración en la medina de Tánger. La ciudad se caracterizaba por su carácter abierto y por la convivencia pacífica de diferentes culturas, lo que enriquecía sin duda el aspecto visual de sus calles. Los cuadros de Tapiró son verdaderos documentos visuales del mundo que describen las obras de Charles de Foucault y de los relatos de viajeros, como Joaquim Gatell o Josep Boada y Romeu. En su caso, el orientalismo se ha desprendido al fin de la fantasía y, a pesar de estar motivado por el deseo de evasión de la clientela occidental, se había transformado ya en pura descripción y conocimiento.

Es evidente que el pintor escogía los aspectos de la realidad que resultaban pintorescos en extremo para los europeos. De este modo, los signos de renovación y modernización del país, impulsados por el sultán Mulay Hassan no aparecen en sus obras, como tampoco se plasman escenas de la vida cotidiana de la numerosa y acomodada colonia europea del Tánger de fin de siglo. A Tapiró sólo le interesaban los aspectos más genuinos y tradicionales de una sociedad que empezaba a cambiar a causa de la introducción de la cultura occidental.

Sus acuarelas fueron muy cotizadas en el mercado artístico internacional, especialmente en el anglosajón, donde la afición a esta técnica posee una larga tradición.

Comercializaba sus obras a través de distintos marchantes de arte y con cierta periodicidad exponía sus obras en Barcelona, Madrid, Londres y en otras ciudades europeas. Mostró, exitosamente, su conocida acuarela Preparativos de boda de la hija del jerife de Tánger en la Exposición Universal de París de 1878. En este sentido, cabe señalar que obtuvo sus mejores éxitos durante las décadas de 1880 y 1890, cuando se le otorgaron algunos premios internacionales.

En Tánger era apreciado como el pintor de la ciudad, como prueba el hecho de que la calle donde se encontraba su estudio-museo se llamaba, ya en vida del artista, calle Estudio Tapiró. Durante mucho tiempo era preceptivo para los visitantes ilustres de la ciudad hacer una visita al taller del pintor. Por otra parte, a lo largo de los casi cuarenta años que vivió en Marruecos no perdió el contacto con su país. Hizo numerosos viajes y pasó temporadas en su Reus natal, donde siempre fue considerado como uno de sus personajes ilustres. Al final de su vida legó su estudio a su discípulo y amigo Mesod Benitah, que después de la desaparición del pintor lo cuidó y lo conservó durante años. Tapiró fue el primer artista que profundizó en la temática africanista.

Con él perdió su carácter fantástico, que fue sustituido por la verosimilitud y el objetivismo. En cierto modo se convirtió en el precedente de los pintores de la época del Protectorado, especialmente de Mariano Bertuchi, que consagró su pintura a representar la vida de las calles de las ciudades del norte de Marruecos con un estilo que ya había asimilado la visión del impresionismo, muy distinto al realismo detallista del pintor de Reus. Por otra parte, Josep Tapiró fue el último representante pictórico europeo del Marruecos precolonial.

Los nuevos pintores ya no viajaron a un mundo ajeno a la cultura occidental, sino a una posesión colonial de facto, y sus representaciones estuvieron de acuerdo con la nueva realidad.

 

Obras de ~: Ciocciara, c. 1870; Preparativos de la boda de la hija del jerife, c. 1880; Fiesta en Tánger, 1880; Músicos gnawa a la Casba de Tánger, c. 1885; El santón Dalcaqui, 1896; Belleza Tangerina, c. 1900; El santón Darcagüei, c. 1900; Novia Berebere, c. 1905; Retrato masculino, 1905-1910; Retrato de mujer, 1905-1010.

 

Bibl.: J. Ortega, “Tapiró”, en Gaceta de Bellas Artes (Madrid), vol. XIX, n.os 347-348 (1928), págs. 17-18; “José Tapiró Baró”, en Mauritania (Tánger), año XIV, n.º 161, 1 de abril de 1941, págs. 103-105; F. Fontbona, “Africanismo y orientalismo en la renovación de la pintura catalana moderna”, en Africanismo y Orientalismo español, AWRÂQ (Madrid), anexo al vol. I (1990); E. Dizy, Los orientalistas de la escuela española, París, ACR édition, 1997; J. À. Carbonell, Visiones del Al- Maghrib. Pintores catalanes ochocentistas, Barcelona, Lunwerg, 2001; “Josep Tapiró i el Tànger precolonial”, en Butlletí del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Barcelona), n.º 5 (2001), págs. 151-159.

 

Jordi À. Carbonell