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Enrique de la Cuadra y Gibaja

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Biografía

Cuadra y Gibaja, Enrique de la. Marqués de San Marcial (I). Utrera (Sevilla), 19.III.1842 – ?, 11.IX.1894. Mecenas de la cultura, las ciencias y las artes.

Hijo primogénito de Clemente de la Cuadra y Gibaja, un hidalgo de la montaña santanderina que hizo fortuna en México, y de María Teresa Gibaja y López- Dóriga, de antecedentes familiares semejantes.

Quedó huérfano de madre con apenas dos años, y fue criado y educado, junto con su hermano Federico, por su tía Feliciana, hermana del padre, que residía en Rasines (Santander). Estudió en el colegio que la Orden Jesuita tenía en Santander y continuó su formación en otros dos centros docentes, ubicados en Nantes (Francia) y Bélgica, donde se licenció en Leyes y aprendió el oficio de sombrerero, ya que en cierta ocasión su padre, recordando su pasado de emigrante en América, le escribió, para contarle una ingeniosa y falsa treta: que la mala marcha de sus negocios le habían dejado sin un céntimo y, por lo tanto, era necesario qué aprendieran y se ejercitaran en un trabajo que le permitiera costearse su viaje de regreso a España.

En 1860 heredó de su tío Simón de Gibaja una importante fortuna en fincas rústicas y urbanas en Utrera (Sevilla), que redondeó al contraer matrimonio en Rasines, en 1867, con Marciala Sainz de la Maza y Gómez de la Puente, hija de Santos Sainz de la Maza y Ezquerra, que, al igual que su padre, montañés de origen y emigrante muy joven a México, creó uno de los más ricos e importantes emporios mineros y comerciales en el Real de Catorce, estado de San Luis de Potosí.

Comenzó la década de 1870 —período durante el cual nacieron sus tres hijos— siendo concejal del Ayuntamiento de Utrera, y en unión de su cuñado Gregorio Sainz de la Maza, se dedicó a la explotación de sus fincas de olivar, creando una sociedad comercial llamada Cuadra-Maza que fue recompensada con una mención honorífica en la Exposición Universal de Viena (1873). En ese año, a la muerte de su padre y de su suegro, tomó entera posesión de una gran fortuna que comprendía una docena de cortijos en Utrera, Alcalá de Guadaira, Los Molares, Morón de la Frontera y Lebrija, en Sevilla, con una superficie conjunta de casi 5.000 hectáreas; casas y fincas rústicas en Santander, en los pueblos de Rasines, Cereceda y Ojébar; la mitad de las haciendas de Pastoriza, Carbonera y San Juan de Venegas, en el Real de Catorce y la mitad de las acciones de las minas situadas en este último lugar, así como la mitad de la Casa de la Moneda de San Luis de Potosí.

En 1874, tras ser derrocada la República, fue nombrado alcalde de Utrera, cargo en el que permaneció poco tiempo y que coincidió con su estreno como ganadero de caballos de pura raza española, tras adquirir yeguas de la acreditada ganadería de Francisco Delgado y Zuleta. Con sus ejemplares obtuvo diversos premios en exposiciones celebradas en Madrid y Sevilla. Tras ser elegido diputado provincial por el gobierno de Romero Robledo, figuró como presidente de la comisión que recibió al rey Alfonso XII durante su visita a Utrera (1877) en la que, a petición suya, el Monarca concedió el título de ciudad a la hasta entonces villa.

Tras la derrota sufrida en las elecciones celebradas en 1879, en que la victoria fue para el Partido Conservador liderado por Manuel Delgado Zuleta, se apartó de la política para centrarse en la remodelación de su casa-palacio del siglo xviii, que había pertenecido a los condes de Vistahermosa, y a la que aportó una nutrida colección de arte, así como a sus negocios, construyendo una moderna fábrica de elaboración de aceite con la que obtuvo sonados éxitos, premiados con una Medalla de Oro en la Exposición Universal de Barcelona (1888), un premio del Ministerio de Fomento y menciones honoríficas en las exposiciones de Viena, París y Filadelfia. Al mismo tiempo inició el mecenazgo en su ciudad natal. En 1885 costeó el alcantarillado de varias calles utreranas, coincidiendo con su nombramiento como jefe provincial del Partido Liberal; al respecto, y tras otra derrota electoral, llevó a cabo la unión de su partido con la Izquierda Liberal de López Domínguez, creándose así el Partido Liberal Reformista. Sin embargo, dejó la política activa para interesarse por el mundo de la cultura, fundando la revista Archivo Hispalense y costeando las ediciones de varias obras, a la vez que sufragaba íntegramente la restauración de la parroquia de Santiago el Mayor de Utrera, donde lo habían bautizado, incluyéndose en estas obras el desmonte de una gran cuesta y la urbanización de las calles adyacentes al templo.

Además, su gran afición a la música le llevó a construir el lujoso teatro de La Scala en Utrera, que fue inaugurado en 1887 con la puesta en escena de la obra Los Hugonotes, de Meyerbeer, por una compañía italiana en las que figuraban la prima dona Carolina Cepeda, la contralto Elisa Volpini y los primeros tenores Capelletti y Pasquali. A estas mejoras ciudadanas sumó, en 1888, la compra de solares a las afueras de Utrera donde construyó una amplia avenida, bautizada Vía Marciala, en cuya glorieta central colocó la estatua de su padre, obra de Antonio Susillo. También a sus expensas se llevó a cabo la reedificación del convento de la Concepción, de carmelitas calzadas, y la restauración del santuario de Nuestra Señora de Consolación, del que Enrique de la Cuadra era hermano mayor, lo que motivó que el papa León XIII le concediera el título de marqués de Gibaja, y la reina regente María Cristina, en 1892, el marquesado de San Marcial. Este afán de reformas concluyó con la adquisición del castillo del cercano pueblo de Los Molares, del siglo xiv, que fue enteramente restaurado con el fin de dar en él una fiesta medieval, contándose con el doctor Thebussen para la elección del menú y los utensilios. Finalmente, la temprana muerte de la única hija de Enrique dio al traste con este proyecto. No mucho tiempo después, Enrique de la Cuadra falleció también, siguiendo a su muerte en Utrera una gran manifestación de duelo, que incluso suspendió las tradicionales fiestas patronales de la Consolación, como homenaje a su memoria.

 

Bibl.: F. de la Cuadra Durán, Don Enrique de la Cuadra y Utrera, Utrera (Sevilla), Ayuntamiento de Utrera, 1994; E. González de la Peña y de la Peña, Cuatro familias en Utrera. Origen, historia y genealogía de las familias Gutiérrez de Piñeres, de la Cuadra, de los Ríos y Sainz de la Maza, Sevilla, Bekinsa, 1995.

 

Eduardo González de la Peña y de la Peña

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