Matos de Azofra, Matías. Islas Canarias, 26.X.1790 – ?, s. XIX. Militar y caballero laureado de San Fernando.
Fueron sus padres el capitán de Infantería Matías Matos y María Josefa de Azofra. En 1803 obtuvo la gracia de cadete en el Regimiento de Canarias, de guarnición en Santa Cruz de Tenerife, en el que inició su preparación militar, concediéndosele en 1806 licencia para trasladarse a la Península con el fin de estudiar Matemáticas en la Real Academia Militar de Zamora, donde le sorprendió el inicio de la Guerra de la Independencia, en la que combatió a los franceses.
Se halló en 1808 en la acción de Cabezón de la Sal (Cantabria) y en la batalla de Medina de Rioseco (Valladolid), cayendo herido de bala de fusil en esta última.
En el mes de agosto fue promovido a subteniente por elección.
Al año siguiente luchó en las batallas de Talavera, Puente del Arzobispo y Ocaña, alcanzando el empleo de teniente por antigüedad.
En 1810 estuvo presente en la retirada desde Sierra Morena y más tarde participó en la defensa del castillo de San Luis, en Marbella (Málaga), con ocasión de los cuatro sitios que le fueron puestos por el enemigo; un año después, destinado en el Regimiento de Ronda, tomó parte en las acciones de Monteja, Zahara y Arriate, y defendió la plaza de Tarifa (Cádiz).
Continuó en campaña hasta el término de la guerra, prestando los años siguientes servicio de guarnición en diversos lugares, siendo en 1818 agregado al Estado Mayor de la plaza de Pamplona.
En 1822 fue nombrado teniente de la Compañía de Milicia Activa de Huelva, con la que al año siguiente se incorporó a las tropas del general López Baños, sufriendo el sitio puesto a Cádiz por los franceses hasta el 1 de octubre que se produjo la capitulación, pasando a continuación a la situación de licencia indefinida, en la que se mantuvo hasta que en 1833 se le concedió destino en el Regimiento de Córdoba con el empleo de capitán.
Combatió en la Primera Guerra Civil, siendo en el mes de agosto trasladado al Regimiento de Borbón, con el que persiguió durante 1833 a partidas carlistas en el distrito de Castilla la Vieja, enfrentándose en el mes de diciembre en las inmediaciones de Castrogonzalo a la partida de Cuevillas, que cayó derrotada y fue disuelta.
En 1834 pasó a las Provincias Vascongadas, interviniendo en la acción de La Población y en la persecución del brigadier Basilio García, obligándole a repasar el Ebro. En el mes de marzo pasó a formar parte de guarnición de Maestu (Álava), compuesta por nueve compañías del Regimiento de Borbón al mando del 1.er comandante Francisco Álvarez del Manzano, siendo gobernador de la plaza el coronel Juan José de Caula.
El enemigo puso sitio a la plaza en varias ocasiones, pero su guarnición resistió bravamente. El 30 de enero de 1835 sufrió un primer ataque en presencia de don Carlos y dirigido por Zumalacárregui al mando de siete batallones de Infantería, Caballería y varias piezas de artillería, siendo rechazado el asalto.
En el mes de febrero se produjo otro ataque de tres batallones, que se repitió el 7 de marzo, siendo el más duro el que tuvo lugar el 3 de abril, en el que fueron rechazados los carlistas tras doce horas de combate y después de haber hecho más de doscientos disparos de cañón.
Liberada la plaza el 7 de abril por el general Luis Fernández de Córdoba, en ese mismo día se publicaba la siguiente Orden General alusiva a los defensores de Maestu: “La guarnición de Maestu se ha hecho digna del aprecio de la Reina nuestra Señora, de la admiración y gratitud de la patria.
Durante 15 meses de continuo sitio o bloqueo ha visto estrellarse contra sus débiles fortificaciones los perseverantes esfuerzos del enemigo, ha sufrido con heroica constancia las mayores privaciones y fatigas.
En completa incomunicación con todas partes, ha sacrificado a su Reina y a su patria todas las afecciones privadas del ciudadano; un solo desertor, un solo hombre débil o cobarde no ha empañado la gloria de sus brillantes armas: la disciplina se ha conservado en toda su pureza: oficiales, sargentos y soldados, todos han rivalizado en bravura y decisión: todos se han hecho merecedores de que el ejército los conozca como el verdadero modelo de las virtudes que siempre le caracterizaron. Su noble ejemplo no puede dejar de excitar la admiración, y de hallar imitadores entre los militares españoles.
Para hacer justo homenaje al relevante mérito de dicha guarnición hasta donde alcanza mi autoridad, y mientras imploro de S.M. las debidas recompensas, he resuelto: 1º.- Dar las gracias en nombre de S.M. y del Excmo. Sr. General en jefe del ejército, al gobernador, señores jefes, oficiales, sargentos y tropa de la benemérita guarnición de Maestu, y que esta orden se publique en la general del ejército que opera en las provincias de mi mando, hasta que el Excmo. Sr. General en jefe mande hacer extensiva a la de todo el ejército del Norte. 2º.- Que el gobernador y los jefes de la guarnición me pasen con toda brevedad noticia de las personas y acciones más sobresalientes, para que recaiga sobre ellas la debida recompensa y estímulo. 3º.- Que el primer día que formen las tropas de aquella guarnición con las que se hallan a mis inmediatas órdenes en la ciudad de Vitoria, y a presencia de su vecindario, pasen formadas en columnas con distancia por delante de todos los cuerpos, y que éstos, con las armas presentadas y banderas desplegadas, saluden a tan bizarros compañeros de armas a la voz de sus respectivos jefes por la aclamación de viva la guarnición de Maestu, honor a sus virtudes”.
Nombrado el general Valdés ministro de la Guerra y comandante general en jefe de los Ejércitos de Operaciones y Reserva, se dirigía a éstos desde Vitoria el 18 de abril de 1835, recogiendo el artículo 3.º de la Orden General de dicho día las siguientes concesiones: “Quedan condecorados con la cruz de S. Fernando de segunda clase todos los oficiales, y con la de Isabel II los demás individuos de las guarniciones de Olazagoitia y Maestu, sin perjuicio de otras recompensas”.
La concesión de la Cruz laureada de San Fernando a todos los oficiales que participaron en la citada defensa fue muy controvertida, ya que no se realizó el preceptivo juicio contradictorio, no obstante lo cual les sería concedida por Real Orden de 16 de mayo de 1840.
Una vez liberada Maestu, luchó en Artaza (Navarra), en el puente de Castrejana y en Arrigorriaga (Vizcaya).
En marzo de 1836 fue trasladado al Regimiento del Príncipe, tomando parte al año siguiente en la batalla de Barbastro (Huesca), en el paso del río Cinca y en la batalla de Gra (Lérida), persiguiendo al año siguiente al cura Merino en la provincia de Soria.
Pasó los años siguientes de guarnición en Burgos y diversas plazas de Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra.
En 1842 fue ascendido a 2.º comandante y destinado al Regimiento de la Princesa, con el que al año siguiente se unió al pronunciamiento contra Espartero, trasladándose a Madrid bajo las órdenes del general Narváez e interviniendo en el bloqueo de esta plaza y en la acción de Torrejón de Ardoz. En el mes de septiembre fue ascendido a 1.er comandante por méritos de guerra y se le concedió el grado de coronel por gracia general, causando baja en el Regimiento de la Princesa y pasando a la situación de reemplazo en Madrid y posteriormente en la provincia de Guadalajara en Cogolludo y Tamajón, hasta que en agosto de 1848 se le expidió el retiro.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. M-2347.
A. de Ceballos-Escalera y Gila, J. L. Isabel Sánchez y L. Ceballos-Escalera y Gila, La Real y Militar Orden de San Fernando, Madrid, Palafox & Pezuela, 2003.
José Luis Isabel Sánchez