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Pedro de Valdés Menéndez-Lavandera

Biografía

Valdés Menéndez-Lavandera, Pedro de. Roces, Gijón (Asturias), 1544 – Asturias, p. t. s. xvii. Gobernador y capitán general de la isla de Cuba, capitán general de las Armadas, almirante.

Hijo de Juan de Valdés de Villar el Mozo, regidor del Ayuntamiento de Gijón, y de Teresa Menéndez Lavandera. Pedro de Valdés no fue hombre llamado al sosiego del estudio, sino más bien hombre de vida azarosa, militar y marino de tormentoso vivir, que apenas se inició en las letras, pues, antes de los dieciséis años, ya estaba navegando muy probablemente con Pedro Menéndez de Avilés, el adelantado, su primera escuela de mar y guerra.

Por un Memorial que dirigió a Felipe III, se sabe que Pedro de Valdés con dieciséis años, se fue a Nápoles en 1560 como entretenido del virrey Parafán. Pronto pasó a servir en galeras, donde por una hazaña de guerra le fue concedido, según consta en un nuevo pedimento de su hijo Fernando Valdés, el hábito de la Orden Militar de Santiago y la encomienda de Oreja. Antes había sido nombrado gentilhombre de boca de Su Majestad.

En 1565 dejó Nápoles y se trasladó a Cádiz, donde embarcó con la escuadra del adelantado Pedro Menéndez de Avilés, su futuro suegro, a la conquista de La Florida. El 24 de marzo del mismo año de 1565 se firmó la escritura de las capitulaciones matrimoniales de Pedro de Valdés con la hija del adelantado, Ana Menéndez de Avilés. La firma se realizó entre los padres de los contrayentes, firmando también Diego Valdés, abad de Cenero que había sido camarero del arzobispo de Sevilla, Fernando Valdés Salas, famoso por el proceso inquisitorial contra Bartolomé de Carranza. El matrimonio de Pedro de Valdés y Ana Menéndez de Avilés apenas duró dos meses. No tuvieron tiempo los padres de ella, ni siquiera de hacer efectivo el vínculo de mayorazgo a favor de su hija Ana, pues ésta fue asesinada por orden de Juan de Valdés el Mozo, ante los rumores de que había manchado el honor de la familia. Asesinato muy sentido en Gijón y cuyo proceso desapareció de los archivos oficiales, aunque alguna copia pueda existir probablemente en algún archivo familiar. El hecho sucedió a finales del año de 1568, cuando el adelantado y Pedro de Valdés, estaban en La Florida y nada pudieron hacer por sus deudos, pues venidos a la Corte, uno a pedir justicia y el otro a solicitar piedad, Felipe II fue implacable con Juan de Valdés y lo mandó degollar, mientras desterraba de Gijón a su mujer Teresa Menéndez Lavandera.

Terminada ya la conquista de La Florida, el adelantado y Pedro de Valdés, éste sin permiso real, volvieron a España. En el mismo año de 1570 hay una certificación del adelantado firmada en Madrid, a favor de Pedro de Valdés. Fueron unos años en los que Pedro de Valdés se dedicó, por mandato del Rey, a reclutar como comisario de Infantería, compañías para Nápoles y a construir buques para el Rey, en el Cantábrico, hasta que en 1575 fue nombrado capitán general de la Armada de Poniente y Costas de Andalucía.

El 10 de febrero de 1574 le otorga el Rey al adelantado, por décima vez, el nombramiento de una potente Armada que se reunió en Santander, para sofocar los conflictos de Flandes. No pudo mandar dicha armada porque murió en puerto el 17 de septiembre de 1574.

El año de 1575 en el mes de septiembre, muerto el adelantado, Pedro Valdés fue nombrado capitán general de una nueva Escuadra. Formada en su mayoría con la misma Armada de Poniente, llevó como almirante a Juan Martínez de Recalde a Flandes y le dejó allí (en realidad en el propio Canal de la Mancha, de lo que se quejó Recalde) con todo el avituallamiento necesario, en pataches, zabras, pinazas etc., y él se volvió con los buques gruesos, otra vez para las costas de Andalucía. Aunque el Rey sabía perfectamente que sin apoyo naval y, por supuesto, sin dinero era prácticamente imposible mantener los Países Bajos. Inmediatamente Felipe II le nombró otra vez comisario de Infantería para la recluta de tropas que debían embarcarse para Italia. A principios de 1580, los acontecimientos históricos y la voluntad de Felipe II consiguieron que Portugal pasase a la Corona española y que las Cortes de Tomar le elijieran Rey en 1581. Únicamente el prior Antonio de Ocrato y la isla Terceira de las Azores no se rinden ante el rey español, apoyados como estaban por Francia y en cierto modo por Inglaterra también. Ante el cariz que iban tomando las cosas, y los informes que tenía el Rey (los servicios secretos de Felipe II eran numerosos y los mejor organizados de Europa) de las pretensiones francesas, organizó, al mando de Valdés, la Armada de las islas de Bayona, con la misión de vigilar y patrullar la costa portuguesa. Muy pronto, en junio de 1580 Felipe II, comunicó a Pedro de Valdés que se pusiera con toda la armada a las órdenes del duque de Alba.

En 1581 el Rey mandó preparar una armada de al menos ocho naves para ir a la isla Terceira de las Azores, con la misión de esperar en sus alrededores a las flotas de Nueva España, Tierra Firme y las Indias Orientales, para acompañar a aquéllas a Sanlúcar y a ésta, convoyarla hasta Lisboa. Así cumplió Pedro Valdés lo ordenado, pero, mientras patrullaba las costas de la Terceira, en espera de las flotas atlánticas, al ser más bien hombre de impulso que de reflexión, lanzó un desembarco en la playa de Angra, donde ocurrió el gran desastre de la estampida de los bueyes que arroyaron a los españoles hasta la playa, muriendo gran cantidad de deudos de Pedro Valdés, que tuvo que abandonar la isla y salir a la mar. Por este desastre fue encarcelado en el castillo de Lisboa. Entre tanto en 1580 le nació en Madrid un hijo de Isabel de Tovar, hija de Hernando de Tovar del linaje de los Tovar de Valladolid, siendo ambos solteros, al que llamaron Fernando, que con el tiempo sería el heredero del mayorazgo Valdés. Liberado de la prisión de Lisboa, por la influencia del marqués de Santa Cruz y del duque de Alba y por la necesidad de mandos para la gran Armada, fue nombrado almirante de la Escuadra de Andalucía e incorporado con ella a la Armada Invencible.

Con motivo de dos abordajes sucesivos con sus propios barcos, quedó el galeón Nuestra Señora del Rosario, que mandaba Pedro Valdés, sin gobierno, lo que propició que sir Drake lo vigilase toda la noche y al amanecer, después de una fuerte resistencia española, consiguiera la rendición de Pedro de Valdés, con condiciones más o menos favorables para los españoles. Después de tres o cuatro años prisionero en Inglaterra en casa de la familia Drake, fue liberado a cambio de un rescate. Felipe II, aprovechando su regreso, le ordenó que, antes de volver a España, hiciera un estudio de las defensas costeras de Flandes. Entre tanto, el Rey había ordenado la prisión en Burgos de Diego Flórez, primer consejero naval de Medina Sidonia, por haber convencido a éste, de no entretener la flota en el salvamento de Pedro Valdés.

Fallecido Felipe II, su hijo Felipe III le nombró, en el año 1600, gobernador y capitán general de la isla de Cuba, hasta que fue retirado previo juicio de residencia, por supuesto. Regresó a Gijón y después de intentar en la Corte un nuevo servicio para el rey Felipe III, no lo consiguió, retirándose de nuevo a su casa solariega, donde después de cinco años, tres de ellos ciego y enfermo, murió en el primer tercio del siglo xvii, habiendo cumplido cincuenta años de servicios bajo Felipe II y su hijo Felipe III.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Familiar del Conde de Revillagigedo; Archivos de los Ayuntamientos de Valladolid, Oviedo, Avilés y Gijón.

L. Cabrera de Córdoba, Filipe Segundo, Rey de España, Madrid, 1876; J. Nadal Oller, “La revolución de los precios españoles en el siglo xvi”, en Hispania (Revista Española de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas), t. XIX (1959); A. de Freitas de Meneses, Os Açores e o Dominio Filipino (1580-1590), Angra do Heroísmo, Terceira, Instituto Histórico da ilha Terceira, 1987; C. Martín y G. Parker, La Gran Armada, Madrid, Alianza Editorial, 1988; M. de Pazzis Pi Corrales, Felipe II y la lucha por el dominio del mar, Madrid, Editorial San Martín, 1989; J. I. Tellechea Idígoras, La Invencible vista desde la Nunciatura de Madrid, Salamanca, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca y Caja Salamanca, 1989; G. Solís de Merás, Pedro Menéndez de Avilés y la conquista de la Florida (1565), Oviedo, Grupo Editorial Asturiano (GEA), 1990; G. Parker, La Gran Estrategia de Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1998; J. Urueña Hevia, Don Pedro Menéndez de Avilés, Capitán General del Rey Felipe II, Avilés, 1999; B. Bennassar, La España de los Austrias (1516-1700), Barcelona, Editorial Crítica, 2001.

 

Jesús Marino Galán Braña