Sor Montadas, José Fernando Macario. Barcelona, 13.II.1778 – París (Francia), 10.VII.1839. Compositor y guitarrista.
La grafía del primer apellido ha dado lugar a cierta confusión. B. Saldoni, basándose en la partida de bautismo, utiliza la forma “Sors”; B. Jeffery, la de “Sor” que es la utilizada por el biografiado. Se sostuvo durante tiempo que el guitarrista había quitado la ese final en el transcurso de su exilio. J. M. Mangado ha establecido, de manera exhaustiva y documentada, que la forma correcta, de origen francés, es “Sor”.
José Fernando Macario nace en el seno de una familia acomodada, hijo de Joan Sor Bargibant e Isabel Montadas de Serrat. Su padre, comerciante al nacimiento de Fernando, llegará a ser oficial de Superintendencia de Caminos. La precoz afición de Sor por la música fue atendida por sus padres con las enseñanzas de Joseph Prats, sacerdote violinista de la Catedral de Barcelona, que Sor combinó con la práctica de la guitarra a la que era aficionado su padre. La muerte de éste en 1790, colocó a la familia en una difícil situación económica que llevó a su madre a ingresarlo en la Escolanía de Montserrat, donde recibió una sólida formación musical a cargo del padre Anselmo Viola.
Permaneció allí hasta que en el transcurso de la guerra con Francia, cuando las tropas francesas entraron en Cataluña, Sor se alistó voluntario y fue destinado al Regimiento de Villafranca con el grado de subteniente en febrero de 1795. Pocos meses después se firmó la Paz de Basilea y Sor se licenció ingresando al año siguiente, como “caballero particular”, en la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona.
La juventud de Sor transcurre entre sus estudios de matemáticas y el ejercicio de la música, con frecuencia es animador de fiestas y reuniones donde muestra sus habilidades con el canto y la guitarra como joven “currutaco” y “catedrático en boleros” en el decir de crónicas coetáneas. Paralelamente va dando sus primeros pasos en la composición que culminan con el estreno en Barcelona de la ópera Telémaco en la isla de Calipso, basada en el popular texto de Fénelon, en 1797. Con diecinueve años obtuvo un notable éxito que se refleja en las quince representaciones que alcanzó la obra. Durante los meses que había participado en la guerra había tenido oportunidad de oír música de Federico Moretti y le causó profunda impresión el modo en que era tratada la guitarra como instrumento capaz de exponer una polifonía clara.
Sor toma para sí los nuevos procedimientos. En 1799 se estrenó la tonadilla Las preguntas de la Morante atribuida a Sor que entonces ya se presenta en la sociedad barcelonesa como sobresaliente intérprete de guitarra.
Hacia 1800 viajó a Madrid donde encontró el mecenazgo de la duquesa de Alba, Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, inmortalizada por Goya, que pretende que renuncie a la carrera militar facilitándole la dedicación a la composición (Sor tendría que examinarse en Madrid para obtener la acreditación de los estudios militares realizados en Barcelona y acceder definitivamente al estamento militar) y estrena en Madrid, en 1801, el melodrama La Elvira portuguesa e inicia la ópera Don Trastullo (que no llegaría a finalizar) pero duró poco el mecenazgo por el fallecimiento de la duquesa en 1802. El duque de Medinaceli contrató entonces a Sor como administrador de sus propiedades en Cataluña. En los siguientes años vivió entre Barcelona y Madrid y buscó la protección de Godoy a quien dedicó la Sonata op. 22, con motivo de la presencia de la familia real en Barcelona el otoño de 1802. Obtuvo la jefatura de una administración real en Málaga y en esta ciudad, donde dirigió los conciertos del cónsul americano M. Kirkpatrik, vivió hasta la Guerra de la Independencia. Compuso en estos años varias obras de carácter sinfónico y de cámara. Practicó el género de la canción en las seguidillas y boleros y su música para guitarra se ofrecía mediante anuncios en la prensa, en copistería manuscrita pues las primeras ediciones impresas no serán hechas hasta alrededor de 1810 por Salvador Castro y Gistau en París. En Barcelona estrena Draps i ferro vell obra vocal basada en los dichos y expresiones de la calle barcelonesa.
A principios de 1808 Sor está de nuevo en Madrid.
La entrada de las tropas de Murat en la Corte permitió a Sor, como él mismo recordará, tratar a excelentes músicos franceses, pero el secuestro de la Familia Real y los sucesos de mayo decantaron a Sor por la causa patriótica. Las tropas victoriosas en Bailén entraron en Madrid cantando el Himno de la victoria, con letra de Arriaza y música de Sor. También con letra de Arriaza compuso la canción Los defensores de la Patria, que alcanzó enorme popularidad y cuyos primeros versos “Vivir en cadenas...” se parodiaron, al regreso de Fernando VII, en la coplilla “Vivan las cadenas...”. En diciembre de 1808 cuando las tropas francesas retoman Madrid, Sor marcha a Andalucía, se alista en el regimiento de Voluntarios Cordobeses y en los siguientes meses alterna las acciones militares en La Mancha con visitas a Málaga, en cuya catedral estrenará, en 1809, el motete O salutaris hostia. Se encuentra probablemente en esta ciudad cuando entran las tropas francesas en su campaña de Andalucía, Sor jura entonces fidelidad al rey José y pasa a ocupar el cargo de comisario político en Jerez. En 1812 es evacuado a Valencia donde permanece alrededor de un año. Allí compone una Cantata para la duquesa de la Albufera, esposa del mariscal Suchet y en la primavera de 1813, tras pasar un breve tiempo en Barcelona pasa a Francia y se traslada a París. De estos años finales de la guerra es su canción Adonde vas Fernando incauto, cuya letra, del propio Sor, tiene ecos de la propaganda josefina, los males que acarrea a la nación tan inútil resistencia, enviada a las guerrillas y sus dirigentes para captar su adhesión y abandono de las armas.
En París Sor trató de abrirse camino en el mundo de la ópera, pero fue rechazado su lenguaje italianizante.
Su obra para guitarra que ya era conocida en París se incrementó con la publicación de dos nuevas obras en 1814: Fantasía op. 7, dedicada al polifacético Ignaz Pleyel (compositor, constructor de instrumentos, promotor musical) y Six Petites Pièces op. 5 dedicada a su propia esposa, enigmática figura de la que no se tiene dato alguno sobre su identidad, Sor le confiará a un amigo, poco antes de fallecer, que su esposa había fallecido muchos años atrás. Estas son las dos únicas referencias conocidas. Durante esta estancia en París nace su hija Carolina que le acompañará toda la vida.
Sor intentó hacerse con un puesto en la capilla real de Luis XVIII, en cuyos fastos, a su llegada a París tras la caída de Napoleón, había participado. No logrando su propósito Sor se trasladó a Londres en 1815.
A su llegada a la capital británica desarrolló una intensa actividad concertística en los salones aristocráticos de la ciudad presentándose, en marzo de 1817, en la Philharmonic Society, en la que había sido admitido como asociado, con un “concertante” para guitarra y cuerdas, obra hoy perdida. Paralelamente se había granjeado un prestigio como maestro de canto por lo que se iría decantando hacia la enseñanza de la guitarra y el canto juntamente con la publicación de música para guitarra y para voz y piano. Ya se habían publicado en Londres en 1810 algunas de sus canciones patrióticas y sus canciones de género español tenían acogida en los círculos de exiliados españoles.
Pocos años después, la hija del que fuera ministro en el Trienio Liberal, Cangas Argüelles, y esposa del general Pedro Méndez Vigo, conocida como Madame Vigo, cantaría estas canciones para un entusiasta público español en Londres. De la relación de Sor con el exilio liberal español vendría la dedicatoria de la Marche Composée pour la Musique Militaire, publicada en París hacia el año 1837, al general Antonio Quiroga, compañero de Riego en el levantamiento de Cabezas de San Juan que dio lugar al Trienio Liberal.
Sin embargo, durante sus años londinenses Sor compuso para voz, con acompañamiento de piano, casi exclusivamente en el género italiano; las publicaciones de sus series de “ariettas” italianas, en número de diez entre los años 1816-1822, tuvieron una excepcional aceptación. Sólo le dedicó al estilo español el Impromptu dans le genre du Bolero para dos voces y piano, publicado en 1819. Además de la edición de música de salón para piano, sobre todo tandas de valses, Sor mantuvo su actividad como compositor de guitarra dando a la imprenta un buen número de obras, que paralelamente también se iban publicando en París por su nuevo editor Meissonnier que además reeditaba obras anteriormente publicadas por Castro y Gistau. En Londres vieron la luz varias fantasías, varias series de divertimentos y, en 1821, una de sus obras que más fama ha alcanzado: Variaciones sobre un tema de La Flauta Mágica de Mozart op. 9, dedicada a su hermano Carlos, también guitarrista que llegó a publicar alguna obra.
En 1821 se le ofrece a Sor la oportunidad de componer en un género nuevo: el ballet, espectáculo de gusto francés en auge en Londres. En ese mismo año presentó La Feria de Smyrne y poco después Le Seigneur Généreux. Logró el éxito con el estreno, el 26 de marzo de 1822, del ballet Cendrillon basado en el cuento de Perrault. Sor había conseguido una muy destacada posición en el mundo musical londinense, había sido elegido miembro honorario de la prestigiosa Royal Academy of Music, pero el éxito internacional de Cendrillon, que llegaría a alcanzar en la Ópera de París más de cien representaciones, y su relación con la bailarina Félicité Hullin llevarían a Sor a un viaje por toda Europa hasta Moscú.
A primeros de 1823 Sor se encuentra en París, participa en un concierto benéfico y en marzo asiste a las representaciones de Cendrillon. En Alemania los editores Simrock de Bonn y Peters de Leipzig comienzan la publicación de buena parte de su obra para guitarra y para voz y piano. Compone entonces dos pasos de danza para el Teatro Real de Berlín y el palacio de Sans Souci en Potsdam, pero el propio Sor se lamentará de no haber conseguido una buena relación con Spontini, principal gerente de la música en Berlín.
En octubre, cuando el duque de Angulema ha puesto fin al Trienio Liberal y Fernando VII inicia una dura reacción absolutista, Sor se presenta en concierto en Varsovia, en el que también cantará su hija, entonces de ocho años de edad. Sor pudo leer las noticias de la política española en el mismo periódico que reseñaba su concierto. Al mes siguiente llega a Rusia.
En Moscú, donde Hullin había sido contratada como primera bailarina, Sor presentó varios ballets: Amour et Psyché, Cendrillon, a primeros de 1824 y Alphonse et Léonore, ampliación a tres actos del ballet en un acto, l’Amant Peintre, basado en una comedia de Moliere de tema español, y estrenado con anterioridad en Londres. Para la inauguración del Teatro Bolshoi, el 6 de enero de 1825, fue elegido el ballet Cendrillon. La protagonista, representada por las más afamadas bailarinas del momento, en Londres la española María Mercandotti y en París por Bigottini, en Moscú es bailada por Hullin que llegará a ser coreógrafa de dicho teatro. Sor, que había obtenido un gran predicamento entre los miembros de la familia real según relata Ledhuy, fue el encargado de componer una Marcha Fúnebre para el funeral del zar Alejandro en San Petersburgo el 26 de marzo de 1826, y en los actos de coronación del zar Nicolás estrenó el ballet Hercule et Omphale. No se tiene noticia de que Sor mantuviera una actividad concertística intensa, fuera de un concierto dado en Moscú en octubre de este año, ni contacto directo con los guitarristas rusos, sin embargo sí dejo una influencia, visible en los numerosos arreglos de su música para la guitarra rusa de siete cuerdas, en los más destacados de ellos: Sychra, Vyssotsky y Morkov.
A primeros de 1827 Sor y Félicité Hullin regresaron a París donde la bailarina presentó a su alumna Carpacova. Hullin volvió a Moscú y Sor se instaló en París donde permaneció el resto de su vida. Ese mismo año de 1827 Sor escribió en colaboración con Jean Madeleine Schneitzhoeffer la música de la pantomima Le Sicilien ou l’Amour Peintre, que estrenó en París y un año después en Londres, donde también estrenó Hassan et le Calife. En la capital francesa aún se siguió representando hasta 1830 Cendrillon, y en 1831 en Bruselas, pero poco a poco Sor fue desvinculándose del ballet, aunque no totalmente, pues en 1834 estrenó en Londres de The Fair Sicilian or the Conquered Coquette y en 1839, un mes después de su muerte, se estrenó en Bruselas Arsène oú la baguette magique, compuesta en colaboración con el violinista Jean Baptiste Singelèe. Pero a partir de su definitivo establecimiento en París se centró cada vez más en la guitarra, tocando, enseñando y componiendo para ella. También fue relegando la voz, para la que sólo compuso Tres seguidillas boleras, dedicadas a la esposa del embajador español en París, y seis canciones en francés con texto de Emile de Tarade, una de ellas Le dernier Cri des Grecs alude a la guerra de independencia de los griegos, apoyada por Francia y referencia del movimiento romántico. La actividad concertística de Sor en estos años fue muy intensa participando en numerosos conciertos, junto a intérpretes como Johann Nepomuk Hummel, Manuel García o Franz Liszt, organizando sus propios conciertos y llegando a actuar para la nueva casa real de Orleans en 1830, en el mismo inicio de su reinado. El Morceau de Concert op. 54 está dedicado a la hermana del Rey, la princesa Adelaida. La prensa calificó sus actuaciones en términos de “rara perfección” o “asombrosa ejecución”.
En la capital francesa no se había dejado de editar su obra para guitarra durante su ausencia, pero el mismo año de su regreso vio la luz un buen número de obras nuevas, probablemente compuestas en Rusia, entre las que cabe destacar la Sonata op. 25 e Introducción y variaciones sobre “Malbroug” op. 28. A mediados de 1828 Sor rompe la relación con el editor Meissionnier (a él debemos la caótica numeración de las obras de Sor, que, al menos hasta el número 23 no tiene ordenación cronológica) y establece un nuevo acuerdo con el editor Pacini, a partir de entonces Sor será su propio editor de parte de sus obras, que por otro lado se estaban publicando en Alemania e Inglaterra. El Método de guitarra fue editado en 1830 simultáneamente en París por él mismo, en Bonn por Simrock y en Londres por Johanning & Whatmore, en francés e inmediatamente traducido al inglés y al alemán. Compuso también Sor tres piezas para la “harpolira”, instrumento derivado de la guitarra pero con tres diapasones, que fueron publicadas por su inventor, Salomon.
Cuando Sor regresó a París a primeros de 1827 pudo recuperar el trato, que se convertiría en estrecha amistad, con el guitarrista madrileño Dionisio Aguado, que acababa de instalarse en la ciudad. Compartieron vivienda durante varios años, Aguado fue el dedicatario del op. 30 de Sor, Fantaisie et Variations Brillantes y del op. 52 Fantaisie Villageoise, y colaboraron tocando juntos en concierto a pesar de la disparidad de los criterios técnicos de ambos. Aguado era el único guitarrista al que Sor perdonaba el uso de las uñas en la pulsación de la mano derecha, y aquél, a su vez, siempre elogió la interpretación de Sor sin ellas. Hasta este momento la formación de dos guitarras, habitual entre los guitarristas de principios del siglo XIX, no había recibido la atención de Sor, que no le había dedicado ni una página, pero a partir de entonces compondrá doce obras para ella de muy diferente carácter, desde la pretensión meramente didáctica, en varias de ellas las partes vienen señaladas como “alumno” y “profesor”, hasta el virtuosismo del Souvenir de Russie op. 63 y, sobre todo, Les Deux Amis op. 41, dedicada a Aguado y en la que las partes aparecen con la indicación de “Aguado” y “Sor”. Acabó esta colaboración con el regreso de Aguado a Madrid a finales de 1838, pero no la admiración de éste, que años después recordará ante sus amigos y discípulos (y dejará escrito en su Método de 1843) la extraordinaria interpretación de Sor.
En dos ocasiones también Sor intentó regresar a España, alrededor de 1828 había consolidado una prestigiosa posición en París, su música se había escuchado y elogiado en varias Cortes europeas, sus obras para guitarra se distribuían por todo el continente y firmaba su música con el título de “Cavaliere” por haber recibido una condecoración papal. Envió entonces a Fernando VII la obertura de su ballet Hercule et Omphale, obra que en su opinión era lo mejor que había compuesto. No obtuvo respuesta y unos años después, tras el fallecimiento del Rey, se dirigió a María Cristina con un Himno para el cumpleaños de S.M. la Reina Gobernadora, la carta adjunta contiene expresiones de queja como “ha tenido la intriga bastante poder para impedir que fuera nunca llamado a Palacio”, siendo “ignorado en mi patria [...] donde solo se me conoce como un mero guitarrista”. Ciertamente su producción era olvidada e ignorada en España, a excepción de algunas obras para guitarra, que bien discurrían manuscritas entre los aficionados o aparecían en publicaciones periódicas como El nuevo Anfión y Colección selecta de música instrumental. Algunas de sus canciones verán la luz en España muchos años después de su muerte.
Los últimos años de la vida de Sor transcurrieron en París, dedicado a la enseñanza, se le atribuye el magisterio guitarrístico sobre el general San Martín, componiendo para guitarra y participando en conciertos, en colaboración con Aguado y a solo. En 1835 A. Ledhuy y H. Bertini iniciaban la publicación de la Encyclopédie Pittoresque de la Musique en la que Sor, además de tener su propia entrada, colaboró con la redacción de la voz “Bolero”, donde explica las características y evolución de uno de los bailes españoles de mayor difusión internacional. En junio de 1837 falleció su hija y, aunque mantuvo su actividad, publicando para guitarra e incluso actuando en concierto, probablemente dio el último en abril de 1838 con su discípulo Napoleón Coste, dedicatario de su última obra, centró su trabajo en la composición de una Misa en recuerdo de su hija para cuyo estreno invitó a la reina de Francia, que aceptó la invitación, pero no llegó a estrenarse por la enfermedad de Sor.
En el verano de 1839 recibió la visita de Eusebio Font y Moresco que años después relató en la prensa barcelonesa la impresión causada por el encuentro.
Vivía Sor en un modesto pero acomodado apartamento, se encontraba abatido por la ausencia de su hija y “ulcerados interiormente su pecho y garganta, apenas podía hablar”. Font y Moresco pudo escuchar al propio Sor la interpretación al piano de algunos fragmentos de la Misa hoy perdida. Unas semanas después fallecía acompañado de sus amigos Antonio de Gironella y José de Lira quien cedió su tumba para el entierro de Sor en el cementerio de Montmartre.
Son diversas las influencias que conforman la música de Sor: la música popular española, género que trató, sobre todo, con la voz en el casticismo de las seguidillas y boleros, la ópera italiana y su tratamiento del canto, cosa que podemos ver en su propia ópera y en las arias italianas, la polifonía tradicional religiosa, en la que se insertan sus motetes e himnos, y la música vienesa, de donde tomó Sor como modelos a Haydn y Mozart, así la Obertura de su ballet Hercule et Omphale, donde combina la forma sonata con el fugado, es de marcado carácter mozartiano. Sor abordó prácticamente todos los géneros musicales, tanto para la escena como para el auditorio y el salón, y compuso para casi toda suerte de agrupaciones instrumentales, desde la orquesta (en los ballets, acompañando al coro en cantatas e himnos, concierto para violín, sinfonías) y la banda hasta el piano y formaciones camerísticas pero, sin duda, el instrumento al que más atención prestó fue la guitarra, en ella vertió todos sus conocimientos de la composición.
El lugar de honor que ocupa en la historia de la música Sor, que ya fue calificado por su coetáneo Fétis como “el Beethoven de la guitarra”, se debe a la obra dedicada a este instrumento.
En su abundante producción guitarrística se observa observar también la presencia de buena parte de las influencias antes señaladas junto con una evolución de sus procedimientos compositivos; partiendo de la claridad y equilibrio formal de sus primeros años que entronca con las maneras del clasicismo vienés, llegará con el tiempo a una expresión propia del primer romanticismo. Puede agruparse la música de Sor en tres grandes líneas: obras con finalidad didáctica: los estudios, lecciones, ejercicios y piezas breves calificadas de fáciles y presentadas progresivamente; género de música de salón: valses, minuetos, sicilianas y otras piezas menores bajo los epígrafes de divertimentos y piezas de sociedad, y obras de mayor ambición y envergadura, como las sonatas, fantasías y temas con variaciones. Los estudios, más allá de los problemas técnicos abordados, y que van de una mera iniciación al más elaborado virtuosismo, evidencian un impulso musical que los convierte en pequeñas piezas de concierto, como son los pertenecientes al opus 6 y al opus 29. Resultaron difíciles al aficionado, y Sor, sabedor de ello, fue publicando colecciones de piezas cada vez más sencillas cuyos títulos reflejaban irónicamente la polémica suscitada: Voyons si c’est ça, Est-ce bien ça? o A la bonne heure. En su Método de guitarra Sor transciende la mera clasificación y sistematización de la técnica del instrumento abordando cuestiones musicales que le convierten en uno de los textos teóricos más notables de la historia de la guitarra. Su prestigio le ha llevado hasta el presente a ser traducido a los idiomas más importantes excepto el español, idioma en el que sólo se conoce una traducción de una revisión bastante alejada del original realizada años después de fallecer el autor por su alumno Napoleón Coste.
Sor practicó las formas del lenguaje clásico-romántico: la sonata y la variación. Afrontó la sonata sobre todo en su primera época. El Gran Solo op. 14 y la Sonata op. 15(b), en un solo movimiento y la Gran Sonata op. 22, dedicada al Príncipe de la Paz, en cuatro, fueron compuestos en España y siguen fielmente los patrones del clasicismo vienés en la claridad de la forma tripartita, en el equilibrio y contraste entre motivos de carácter enérgico y motivos melódicos, en la regularidad rítmica y la funcionalidad de la armonía.
Los cuatro tiempos de la sonata dedicada a Godoy, Allegro, Adagio, Minueto y Rondo, tienen las hechuras de una sonata para gran orquesta ó sinfonía. La Gran Sonata op. 25, publicada en París a su regreso de Rusia, ordena sus cuatro movimientos de manera distinta, el tiempo lento ocupa el primer lugar y con su final en el tono de la dominante adquiere sentido de introducción, de modo similar a sus fantasías, al tiempo propio de la sonata, cuyo plan, por otra parte, desatiende los preceptos clásicos. Tras un tema con variaciones acaba la sonata con un minueto, lo que traslada el centro de interés dramático hacia el principio de la obra rompiendo el equilibrio manifiesto en la sonata op. 22. El ritmo, en los dos primeros tiempos, ha pasado de ser el sustrato regular a participar mucho más en la caracterización de los motivos y la armonía refuerza la expresión y contrastes dramáticos, lo que sitúa esta obra en el ámbito romántico.
La variación, como recurso compositivo y como forma en sí fue pródigamente usada por Sor, de suerte que aparece en los divertimentos, como tiempo de sonata, bajo el título de fantasía o como forma independiente.
Los temas tienen diversos orígenes: de creación propia, procedentes de la ópera en muy pequeña medida, tan sólo Mozart y Paisiello, y de la tradición popular española, escocesa, rusa y francesa, y son expuestos de manera regular y simétrica, generalmente en frases de ocho compases. En las variaciones, de igual estructura, y de menor número en las piezas de menor ambición dirigidas al público aficionado, despliega toda suerte de recursos técnicos, que con los años irán dotando a cada variación de una caracterización emocional que transciende el mero virtuosismo.
Anuncian esta evolución las variaciones op. 9, aún insertas en el clasicismo, y son de madurez las variaciones op. 28 sobre el tema popular Malbroug: Una breve introducción, que usa células del propio tema, crea el ambiente de expectativa de éste, que es presentado primeramente en una frase de ocho compases armonizada de modo sencillo, y tras un período contrastante de cuatro compases derivado de la misma frase, vuelve a aparecer de nuevo pero ahora con una riqueza armónica anunciada en el período contrastante.
Cada variación obedece al mismo plan pero es tratada con gran libertad respecto de la melodía del tema. La última variación, de carácter coral en arpegios, es seguida de una coda en la que recuerda, mediante armónicos, células del tema ya utilizadas en la introducción lo que proporciona a la obra un sentido coherente y cerrado en sí mismo.
La fantasía con variaciones de Sor es un intento de dotar a éstas de unas proporciones formales que en sí mismas no tienen. La inexistente o breve introducción adquiere dimensiones de movimiento independiente como sucede en el op. 7 dedicado a Pleyel. Ejemplo de esto es el tema variado de su op. 3, que en sus dos versiones (en la segunda le añade un minueto) carece de introducción y coda, mientras que al utilizar el mismo tema para la fantasía op. 12 dedicada al pianista Frederick Kalkbrenner, amén de reelaborar y aumentar las variaciones, le proporciona una introducción amplia y una coda donde anuncia los procedimientos cíclicos del op. 28. En ocasiones añade un movimiento de carácter vivo y brillante, así lo hace en el Morceau du Concert (que es una fantasía) op. 54, y sobre todo en los dúos de guitarras donde, tras las variaciones, presenta un vals en L’encouragement op. 34, una mazurca en Les Deux Amis op. 41, un Allegro dans le genre Espagnol en el op. 54 bis y otro Allegro en el Souvenir de Russie op. 63.
Sor, que había desechado con el tiempo la forma sonata, nunca abandonó el uso de las variaciones, que aparecen en su última obra, el opus 63, sobre un tema popular ruso, pero desarrolló una manera de fantasía sin tema variado que fue ganando en ambición.
La fantasía de construcción libre de su primera época puede ejemplificarse en Les Adieux op. 21, dedicada al violinista de la Corte española Francisco Vaccari, compuesta en un solo movimiento con dos secciones.
El carácter nostálgico del modo menor usado está ponderado por una armonía clara y afirmativa del tono principal fuera de algunas incursiones en el relativo mayor. Las fantasías libres de sus últimos años parisinos adquieren proporciones mayores y según el destinatario diferentes pretensiones, como la de lucimiento y brillantez en las dedicadas a guitarristas profesionales: Souvenir d’Amitié op. 46, para el joven Julio Regondi y la Villageoise op. 52, para Aguado o la dedicada a su amigo Lira Souvenirs d’une Soirée à Berlin op. 56 más cercana ésta a las piezas de sociedad.
Las tres fantasías comienzan con un movimiento lento de complejidad y envergadura seguido de un movimiento vivo con carácter de danza. La obra más sobresaliente en este género es la Fantaisie Elégiaque op. 59, publicada c. 1836, estructurada en dos movimientos: Andante Largo como introducción y una Marcha Fúnebre.
Tiene elementos comunes con la fantasía op.
21 pero el lenguaje es propiamente romántico. En lugar de comenzar con la afirmación de la tonalidad principal como en Les Adieux despliega un acorde de dominante enfatizando la novena menor, intervalo asociado a la figura retórica del lamento, que usará repetidamente en los primeros compases eludiendo en la armonía una consolidación evidente de la tonalidad fundamental, lo que unido a la variedad de motivos rítmicos dota a la sección de una profunda inestabilidad.
La Marcha Fúnebre alterna la marcha objetiva del ritual con el uso de cromatismos descendentes, asociados retóricamente a un abatimiento moral, y la recuperación del lamento inicial, de manera que el contenido emocional desborda los preceptos formales. La inclusión al final de unas palabras sobre el pentagrama recuerda prácticas de Beethoven.
El lenguaje de Sor, lejos de anquilosarse en una escolástica del clasicismo evolucionó hacia el nuevo lenguaje romántico. Hombre de su tiempo, llevó a su música los profundos cambios de su sociedad, desde el Antiguo Régimen en el que nació y se educó hasta la implantación del liberalismo que él no pudo llegar a ver en España. Su persona y obra fueron referencia para las inmediatas generaciones posteriores de guitarristas, aunque desde Francisco Tárrega hasta Andrés Segovia no pasó de ser un precedente histórico cuya música apenas incorporaban a su repertorio. Las décadas finales del siglo XX han visto la plena recuperación, en ediciones, enseñanza, conciertos y grabaciones, de su obra como cumbre de la guitarra.
Obras de ~: Voz y piano: Arietas italianas, Londres, c. 1817- 1822. Voz y guitarra: Seguidillas y Boleros. Coro: Motete O crux, ave spes unica, c. 1825. Música de ballet: Cendrillon, Londres, 1822, Hercule et Omphale, Moscú, 1826. Dúo de guitarras: L’Encouragement op. 34, París, 1828; Les Deux Amis, op. 41, París, c. 1829; Fantasía op. 54b, París, c. 1833; Souvenir de Russie op. 63, París, 1838. Guitarra: Gran Solo op. 14, París, c. 1810; Sonata op. 15b, París, c. 1810; Fantasía op. 7, c. 1814; Variaciones sobre un tema de La Flauta Mágica op. 9, Londres, 1821; Sonata op. 22, París, 1825; Sonata op. 25, París, 1827; Variaciones sobre Malbroug op. 28, París, 1827; Fantasía Elegiaca op. 59, París, c. 1836. Obra didáctica: Doce estudios op. 6, Londres, c. 1815; Veinticuatro lecciones op. 31, París, 1828; Veinticuatro ejercicios op. 35, París, 1828; Método de guitarra, París, 1830.
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Miguel Ángel Jiménez Arnáiz