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San Miguel Febres Cordero

Biografía

Febres Cordero, Francisco. Hermano san Miguel Febres Cordero. Cuenca (Ecuador), 7.XI.1854 – Premià de Mar (Barcelona), 9.II.1910. Religioso del Instituto de las Escuelas Cristianas, gramático, académico y santo.

Nació en el seno de una familia acomodada, que además contaba con un destacado papel político en aquella naciente república ecuatoriana, de la cual su abuelo general fue uno de sus fundadores. “Panchito”, como se le conocía familiarmente, iba a contar con dificultades para comenzar a andar. Terminó dando sus primeros pasos a los cinco años. Su familia se opuso a su decisión de entrar en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, llegados a su ciudad natal en 1863, y de los cuales había sido él uno de sus primeros alumnos. Sus padres le querían como estudiante de una carrera liberal. Cuando vieron que éste no iba a ser el camino, en octubre de 1867, fue admitido en el seminario, único establecimiento de educación superior de Cuenca. Allí permaneció tres meses, que le parecieron tres siglos, como dijo él. Para sus padres, aquel Instituto no era el más adecuado por la relevancia social de su familia. Francisco Febres volvió a la Escuela de los Hermanos, presentando su deseo para ser admitido. El director se lo comunicó a su padre, entonces en Lima, y en 1867 éste manifestó el deseo de aplazar la entrada de su hijo en el noviciado, aunque finalmente recibió el hábito el 24 de marzo de 1868 y el nombre de Hermano Miguel. En respuesta, el padre le retiró el trato por espacio de cinco años.

Sin embargo, fue el primer natural ecuatoriano de aquellas tierras admitido en este Instituto religioso.

Los superiores consideraron su envío a Quito, estrenándose como maestro en mayo de 1869, a pesar de que su padre intentó recuperarlo, no terminando la tensión entre ellos hasta febrero de 1875. Pronto, el hermano Miguel empezó a dar muestras de su preparación y talento. Aquellos eran años de expansión para el Instituto de las Escuelas Cristianas. En 1875 contaban en Ecuador con cincuenta y dos hermanos y cuatro mil alumnos. Protección primero por las autoridades de la República, para después sufrir las inestabilidades políticas. Finalmente, el presidente Plácido Caamaño favoreció la escuela donde vivió el hermano Miguel: la del Beaterio. Ésta contaba en 1888 con mil seiscientos discípulos. Entre 1869 y 1907, se distinguió Febres Cordero como profesor y escritor, avalado por la experiencia para lo segundo. Cuando tenía tan sólo veinte años, publicaba una gramática de lengua española, que se iba a convertir en un texto clásico, siendo la primera de sus numerosas obras. En aquellos momentos, sentía que no contaba para el ejercicio docente con los manuales necesarios y por eso decidió componerlos. No solamente se utilizaron estos libros en los colegios lasalianos, sino que el Gobierno ecuatoriano decidió adoptarlos para las escuelas estatales.

Sus investigaciones se centraron en el campo de la literatura y de la lingüística, adquiriendo un notable prestigio.

Su enseñanza era metódica y clara, con explicaciones sencillas y luminosas, lecciones precisas, distinguiéndose como un magnífico pedagogo y demostrando interés por adaptar los contenidos a la edad. Para ello, también escribió los textos que necesitaba: varias gramáticas, traducción de obras ascéticas necesarias para los hermanos, cursos de historia sagrada, devocionarios, poesías. Muchas publicaciones pero también numerosos manuscritos que permanecen inéditos, como un curso de catecismo, aunque casi siempre el autor se ignoró a sí mismo y se convirtió en anónimo. Fue muy elogiado su Compendio del curso teórico-práctico de Gramática castellana.

Todo ello, porque el hermano Miguel quiso ser antes profesor que escritor e investigador. Enseñó casi todas las asignaturas del programa, pero sobre todo Lengua castellana. No obstante, como hermano de La Salle pensaba que debía ser catequista, especialmente en la preparación de los niños a la primera comunión. Utilizaba además la llamada exhortación de la mañana o de la tarde. El catecismo tenía que dirigirse a la inteligencia, la exhortación hacia el corazón. Estuvo al frente de los Hijos de María, en forma de Congregación.

Con el grupo más selecto formó la Congregación del Sagrado Corazón, cuyo fin era la “defensa de los intereses del Corazón de Jesús, mediante el amor, la reparación y la imitación”, tal y como afirman los Estatutos escritos por el propio hermano Miguel. Por algo él fue un difusor de esta devoción.

El 14 de noviembre de 1887 salió de Quito hacia Guayaquil, para encaminarse a París y Roma. Tras su primer viaje por mar, en la capital francesa y junto a la Casa Generalicia del Instituto, debía arreglar algunos pormenores de las obras que estaba publicando.

Llegó a Roma en febrero de 1888, asistiendo el día 19 de febrero a la beatificación de su fundador Juan Bautista de La Salle. Deseaba regresar por Francia, postrarse ante la Virgen de Lourdes y solicitar con fe un milagro para sus torpes piernas. El trayecto se desvió.

En junio de 1888 regresó a Quito, ocupándose de su trabajo favorito: la preparación para la primera comunión.

Otros veinte años en Ecuador le llevaron a convertirse en el miembro más popular de la comunidad de Quito. Sus superiores le enviaron al Instituto de La Salle o Externado, entonces recién fundado y destinado a los hijos de las familias distinguidas. La protección gubernamental se volvió a romper en 1895, obligando a una salida de los religiosos cuando la revolución alcanzó Quito. Regresaron con una nueva escuela, de nuevo para pobres, con el nombre de La Sagrada Familia. Los religiosos que quedaron estuvieron dirigidos por el hermano Miguel. En tiempos de crisis para el Instituto, le ofrecieron un lugar para la enseñanza oficial, que él no aceptó. Desde octubre de 1903, dirigió la mencionada escuela para pobres, sin olvidar sus responsabilidades en el noviciado. Eso sí, su brillantez como escritor no suponía éxito en la autoridad.

Fue propuesto, en febrero de 1892, como miembro de la Academia Ecuatoriana, correspondiente de la Real Española, a pesar de que él afirmará que era un “hombrecillo de agua y lana”. En su discurso de recepción, trató de la influencia del cristianismo en la moral, las ciencias y las artes, el 2 de agosto de ese mismo año. No será la única. En 1906, la Academia Nacional de Venezuela le nombró miembro correspondiente, aunque de esta distinción nadie se enteró en la comunidad, pues el diploma apareció después de su muerte como doctor Francisco Febres Cordero.

Además, el cónsul general de Francia en el Ecuador le entregaba en 1900 la palma de oficial de la Academia, de parte del Gobierno francés. Ese mismo año, tan especial para el Instituto de las Escuelas Cristianas, tradujo al español la obra de Armando Ravelet sobre la vida del nuevo santo que era Juan Bautista de La Salle.

Por eso, realizó diversos opúsculos para presentar su trayectoria vital ante la juventud, utilizando ilustraciones y componiendo himnos, odas y cánticos.

Ante las medidas anticlericales del Gobierno francés y la expulsión de numerosos religiosos de este Instituto a sus vecinos países pero también a América Latina, sus superiores pensaron que el hermano Miguel debía completar la colección de manuales clásicos en lengua castellana. Además traduciría textos pedagógicos del francés al castellano. Así se lo propuso su asistente. La promesa a los que le rodeaban, no a él, era que Febres Cordero regresaría a Ecuador en cuatro o cinco años. Tras unos meses en la capital parisina —llegó el 11 de abril de 1907—, se entregó a la composición de textos en la Casa Generalicia belga de Lembecq-lez-Hal. En total, entre los propios de sus labores docentes y de formación de otros hermanos llegaron a los cincuenta los que publicó el hermano Miguel. Muchos de ellos son variantes sobre un mismo tema o traducciones. Acompañó, posteriormente, a un grupo de novicios menores a la localidad barcelonesa de Premià de Mar, tras haberse establecido en Lembecq, uno de los primeros noviciados reconstituidos. Era julio de 1908. Su estado de salud le impedía una adecuada adaptación a los rigores europeos del norte del continente. Le ocupaban sus ministerios habituales, también el docente, aunque no dejaba de añorar su tierra natal: “pasado mañana haré dos años que dejé mi querida casa de Quito para venir a este viejo mundo. No crean ustedes que haya olvidado mi corazón, los lugares donde transcurrieron tantos años de mi vida religiosa”.

En Premià, vivió momentos políticos complicados.

Tuvo que preocuparse de la evacuación por mar y hacia la Ciudad Condal de los jóvenes que se hallaban bajo su responsabilidad. Operación de traslado a la que se vieron obligados los hermanos tras los sucesos revolucionarios de la Semana Trágica de 1909. El primer refugio iba a ser el embarcadero del puerto barcelonés y, después, el colegio de Nuestra Señora de Bonanova. Antes de regresar a Premià, sus trabajos le llevaron al noviciado de Bujedo, en Burgos. Falleció en febrero de 1910, a causa de una neumonía. En aquellos momentos, la República del Ecuador proclamaba duelo nacional. No solamente contó entre sus contemporáneos con la llamada “fama de santidad”, sino como religioso de La Salle con el prestigio propio de un hombre de letras y de gran preparación intelectual.

Su cuerpo fue trasladado, en 1936, a su Ecuador natal, en los primeros momentos de la Guerra Civil, y recibido en América en medio del entusiasmo. Finalmente, su proceso de santificación culminó con su beatificación por el papa Pablo VI (30 de octubre de 1977) junto con el religioso belga de La Salle Mutien- Marie, y finalmente alcanzó la canonización con Juan Pablo II (21 de octubre de 1984), siendo el primer santo ecuatoriano. Hasta entonces, solamente Pío XII había canonizado a la conocida como la “Azucena de Quito”, Mariana de Jesús Paredes y Flores.

 

Obras de ~: Compendio de la Gramática de la Lengua castellana con un método de análisis gramatical y lógico, destinado á las clases medias de Instrucción Primaria de la República del Ecuador por los Hermanos de las Escuelas Cristianas, París, imprenta de Víctor Goupy, 1875; Gramática de la Lengua castellana con un método de análisis gramatical y lógico, seguida de algunas nociones de literatura, escrita para el uso de las clases superiores de Instrucción Primaria y para los colegios y liceos de la República del Ecuador por los Hermanos de las Escuelas Cristianas, París, imprenta de Víctor Goupy, 1875; Corona Poética en honor del Beato Juan Bautista de La Salle, fundador del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Quito, Imprenta de las Escuelas Cristianas, por J. Sáenz R., 1891; Vida del Beato Juan Bautista de La Salle, fundador del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, escrita en francés por Armando Ravelet, con una introducción por monseñor D’Hulst, traducidas por un miembro de dicho Instituto; Oda a San Juan Bautista de La Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en su canonización, Quito, Imprenta del Clero, mayo 1901; Compendio de la Vida de Nuestro Señor Jesucristo, arreglado según la concordancia de los cuatro evangelistas por los Hermanos de las Escuelas Cristianas, París, Procuraduría General, 1902; Recuerdo de las fiestas de la Canonización de San Juan Bautista de La Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas celebradas en Quito en los días 16, 17, 18 y 19 de mayo de 1901, Quito, Imprenta de la Universidad Central, 1902; Ceremonial de la Primera Comunión, Quito, Imprenta Julio Sáenz R., 1906; Discurso del Hermano Miguel en su incorporación a la Academia ecuatoriana, correspondiente de la Real Española, el 2 de agosto de 1892, Quito, Imprenta de La Salle, 1942.

 

Bibl.: Un religioso ecuatoriano, El Hermano Miguel del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas 1854-1910, Barcelona, Imprenta de Manuel Tasis, 1915; Una gloria americana. Biografía abreviada del Siervo de Dios Hno. Miguel de las Escuelas Cristianas, Barcelona, Luis Gili, 1926; Biografía del Siervo de Dios Hno. Miguel de las Escuelas Cristianas, nueva ed., Barcelona, Luis Gili, 1926; V. M. Albornoz, El Hermano Miguel, Cuenca del Ecuador, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1955; E. J. Guerrero Gala, Hermano Miguel: el santo de la Inmaculada, Quito-Madrid, Villena, 1977; E. Muñoz Borrero, Con los pies torcidos por el camino recto: vida del Hermano Miguel, del Instituto Lasaliano, Madrid, Eduardo Muñoz Borrero, 1978.

 

Javier Burrieza Sánchez

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