Trevit Diris, Teodoro. Justino María. Burdeos (Francia), 18.II.1831 – Madrid, 16.II.1894. Primer visitador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en España.
Nacido en Burdeos, fue alumno de los Hermanos de La Salle en la escuela de San Nicolás. Muy pronto, ingresó en el noviciado menor de las Escuelas Cristianas en Toulouse, tomando tres años después el nombre de religioso de Hermano Justino María.
Concluido su período de probación fue destinado a la escuela de Bazas, en su clase elemental, siendo enviado dos años después a Périgueux, a una clase superior. De manera temprana, dio pruebas de sus dotes de gobierno, encargándose de la dirección de ese centro. Diecisiete años duró su estancia en Aiguillon, demostrando su preparación científica como maestro. En 1869 se le encomendaba la fundación de la escuela de Orhtes. Desde 1877, fue especialista en dirigir Ejercicios Espirituales a los religiosos del Instituto, encomendándosele, de nuevo, la dirección de la comunidad de Pau. Dos años después se encargaba de la misión más importante de su vida: la entrada y consolidación de los Hermanos de la Salle en España, mientras en Francia se estaba desarrollando un ataque hacia la enseñanza religiosa. Su superior general, el Hno. Irlide le había nombrado visitador de España.
Alcanzaba la capital madrileña a finales del mencionado año, acompañado de tres auxiliares. Para entonces, los Hermanos de la Salle, que habían entrado en su nuevo país en 1878, gozaban de la protección de Ernestina Manuel de Villena, la que Pedro Miguel Lamet llamó “la santa de Galdós”, habiendo recibido la responsabilidad del Asilo del Sagrado Corazón de Jesús, la primera obra de los Hermanos de la Salle en España. Así, hasta su muerte en 1894, los nuevos maestros lasalianos, más allá de los Pirineos, se asociaron a los trabajos e iniciativas del hermano Justino María: “Ya no hay Pirineos para San Juan Bautista de la Salle”, exclamó el nuevo visitador.
El contexto político de España, en aquellos momentos, era el más adecuado para el establecimiento de una Orden religiosa docente, tras la consolidación de la Restauración alfonsina y el Gobierno del conservador Cánovas del Castillo. En realidad, hacía años que habían llegado hasta París distintas peticiones para emprender en tierras españolas la labor docente popular de los Hermanos. El Hno. Justino María, a su entrada, desconocía muchas cosas. No sabía cómo los más privilegiados, necesarios para las fundaciones, iban a acoger una empresa de enseñanza de los más pobres. Por otra parte, en el panorama eclesiástico español resultaba una novedad un superior religioso que no fuese sacerdote. Era un extranjero de una Congregación laical que tenía que abrirse paso entre los más influyentes. En realidad, supo manejarse entre esos sectores sociales privilegiados, utilizándolos en favor de la expansión de su Instituto. Uno de ellos fue Giacomo della Chiesa, secretario del cardenal Rampolla, nuncio en España. Della Chiesa habría de convertirse en 1914 en el papa Benedicto XV. El Hno. Justino María ocupó el lugar reservado para el obispo de Cádiz en el primer Congreso católico de Madrid, por deseo expreso de este prelado que se hallaba enfermo. No faltaron tampoco los apoyos de las familias nobles que se mostraban inquietas por la educación. Como visitador, inspeccionó el conjunto de las fundaciones de un distrito único para España —el de Madrid— expandido por toda la geografía nacional. Cuidaba las complicadas negociaciones de cada uno de los nuevos colegios con delicadeza y sin precipitación. Su carácter seguro lo manifestaba, incluso, en los rasgos de las letras que conformaban los informes que enviaba a su superior general en París. Era hombre inteligente, preparado, sagaz y agudo, cualidades propias de un fundador. Tras quince años de trabajo, es decir, a la fecha de su muerte, en España había trescientos hermanos de la Salle, cincuenta novicios, treinta y nueve escuelas y casi ocho mil alumnos.
Puso los cimientos, no solamente de la formación de los jóvenes, sino de los propios religiosos que empezaban a descubrir su vocación. Con ese fin compró el antiguo monasterio burgalés de Bujedo, habitado siglos antes por los premostratenses, donde estableció desde 1892 el noviciado. Su residencia como provincial la fijó en el colegio de Nuestra Señora de las Maravillas de Madrid. Murió víctima de una neumonía, en enero de 1894. Había regresado de un viaje por las casas de Andalucía, habiendo pasado por Granada y Málaga donde se empezó a producir un deterioro de su salud aunque había negociado una fundación. Su entierro fue una destacada manifestación del prestigio social con el que contaba, recibiendo el testimonio incluso de la reina regente, María Cristina de Habsburgo. Su sucesor como visitador del nuevo Instituto en España fue el Hno. Exuperio de Jesús. Sus restos fueron trasladados al cementerio del monasterio de Bujedo, donde descansan actualmente.
Bibl.: Anselmo Pablo, fsc, Los Hermanos de las Escuelas Cristianas en España. Su labor educadora durante medio siglo, 1878 á 1928, Madrid, talleres tipográficos Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1928; S. Gallego, Sembraron con amor. “La Salle” Centenario en España 1878-1978, Madrid, Hermanos de la Salle, 1978; Varios Autores, Bujedo 1892-1992. Cien años al servicio de la Escuela Cristiana, Bujedo, 1992; E. M. Peirotén y C. Cantalapiedra, “Hermano Justino María”, en Revista Distrito, n.º 161, número monográfico (1994); P. Miguel Lamet, La santa de Galdós, Madrid, editorial Trotta, 2000.
Javier Burrieza Sánchez