Rivera Pérez, Francisco. Paquirri. Zahara de los Atunes (Cádiz), 5.III.1948 – Córdoba, 26.IX.1985. Torero.
Hijo de Antonio Rivera Alvarado y de Agustina Pérez Núñez; hermano de José Rivera Riverita y padre de Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, todos ellos matadores de toros.
En las ganaderías gaditanas comenzó su aprendizaje. Toreó su primer becerro con doce años y vistió el primer traje de luces el 16 de agosto de 1962, en Barbate, adonde la familia se había trasladado a vivir.
En ese festejo, como en otros muchos, alternó con su hermano Riverita. Debutó con picadores en Cádiz el 28 de junio de 1964, alternando con Adolfo Ávila El Paquiro y Rafael Jiménez Márquez. El balance de Francisco Rivera fue de una oreja en cada novillo. Al año siguiente, comenzó a apoderarle la importante familia Camará, convirtiéndose Paquirri en figura de los novilleros. En 1965 mantuvo esa privilegiada posición, con triunfos en Córdoba, Zaragoza y Bilbao, entre otros. En 1966 logró éxitos de gran importancia, como el que obtuvo en Sevilla el 1 de mayo, al cortar tres orejas y salir en hombros por la Puerta del Príncipe, y los logrados en Barcelona los días 27 de marzo, 19 de junio y 24 de junio.
Se anunció su doctorado para el 17 de junio siguiente, con Antonio Bienvenida y Antonio Borrero Morano Chamaco como padrino y testigo, respectivamente, de la ceremonia, pero el primer toro le hirió al torearle de capote, sin que llegase a consumarse la alternativa. Finalmente, se hizo matador de toros en esa misma ciudad el 14 de agosto, en esta ocasión con Paco Camino y Santiago Martín Sánchez El Viti en el cartel. El toro de la ceremonia se llamó Zambullido, y pertenecía a la ganadería de Carlos Urquijo.
Confirmó la alternativa en Madrid el 18 de mayo de 1967, de nuevo con Paco Camino como padrino de la ceremonia. José Fuentes fue el testigo y el toro se llamó Alelado, de Juan Pedro Domecq.
Toreó mucho en 1967 y en 1968. Sin embargo, su primera temporada en la cumbre del toreo fue la de 1969, cuando tres salidas a hombros por la puerta grande de Las Ventas (los días 17 y 22 de mayo, y 12 de junio, esta última en la Corrida de Beneficencia) pusieron a Paquirri en figura del toreo. Durante las temporadas siguientes, Francisco Rivera mantuvo su hegemonía en el toreo, situado siempre en los primeros puestos, y sin que le hicieran mella algunos percances gravísimos que sufrió en este tiempo. Uno de los más importantes de su carrera lo padeció en Sevilla el 21 de abril de 1978. Reapareció un mes después en El Puerto de Santa María, y cortó tres orejas y un rabo. En esos años, la regularidad en el triunfo fue absoluta, y era rara la tarde en que no salía a hombros de la plaza. Entre otras muchas grandes faenas, los aficionados recuerdan la que el 23 de mayo de 1979 le hizo en Madrid al toro Buenasuerte, de la ganadería de Torrestrella, una heroica y entregada pelea ante un ejemplar bravo y fiero. En el total de su carrera, Paquirri toreó veintinueve tardes en Las Ventas y salió seis veces por la puerta grande.
Su trayectoria comenzó a decaer en los primeros años de la década siguiente. Y, casi al mismo tiempo, su figura se hizo asidua de la denominada “prensa rosa”. Su divorcio de Carmina Ordóñez, la hija de Antonio Ordóñez, y su posterior matrimonio con la tonadillera Isabel Pantoja, hicieron de Paquirri una figura extremadamente popular, que de cara al gran público ocultó su fondo verdadero de lidiador poderoso y valiente. Según José Carlos Arévalo, “Paquirri era un lidiador excepcional y sustituía su ausencia de goce estético por un valor explicado con alardes y sustentado en el conocimiento. La belleza del toreo de Paquirri nacía de la razón y del coraje”.
Entrado ya en una etapa de cierta decadencia física, Francisco Rivera resultó mortalmente herido en la plaza de Pozoblanco (Córdoba), por el toro Avispado, de Sayalero y Bandrés, en la que iba a ser la última corrida de su temporada española. Compartió cartel con José Cubero Yiyo (que murió en las astas de un toro al año siguiente en Colmenar Viejo) y Vicente Ruiz El Soro. Tras una durísima situación en la enfermería, con Paquirri mostrando una hombría conmovedora, que recogió una cámara de televisión y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, murió unas horas después al entrar en el Hospital Militar de Córdoba.
La muerte del torero se vivió en España con dolor y pasión. Así describen Arévalo y Del Moral aquellos últimos momentos: “Y toda Sevilla se echó a la calle. Ocho kilómetros repletos de llanto multitudinario: desde la casa de la avenida Ramón de Carranza, en el límite de Los Remedios, hasta el cementerio de San Fernando, donde Paquirri fue enterrado muy cerca de la tumba de Joselito ‘El Gallo’. La comitiva se detuvo dos veces. En la iglesia de los Padres Blancos y en La Maestranza. A Paquirri le abrieron de nuevo la Puerta del Príncipe”.
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José Luis Ramón Carrión