Silva y Figueroa, García de. Zafra (Badajoz), 29.XII.1550 – Océano Atlántico, 22.VII.1624. Embajador de Felipe III.
Según los datos de su partida de bautismo firmada por el bachiller Diego Fernández, cura de Zafra, nació el 29 de diciembre de 1551 en Zafra. Hijo de Gómez de Silva y de María de Figueroa, era el mayor de varios hermanos, siendo Pedro Fernández de Córdoba, conde de Feria y doña Catalina, su hija, sus padrinos.
Su familia parece que estaba emparentada con la nobleza española.
Como cortesano que era, comenzó siendo paje de Felipe II. Estudió Derecho en la Universidad de Salamanca y participó en las guerras de Flandes, llegando a alcanzar el grado de capitán. Ocupó diversos puestos en la Administración como corregidor. El primero en Badajoz, después en la Secretaría de Estado y más tarde como corregidor en Jaén (1595-1597), según consta en el nombramiento de Felipe II de fecha 7 de marzo de 1595, puesto en el que sustituyó a Gonzalo de Ulloa.
Como corregidor, fue destinatario de dos Cédulas Reales, una con fecha del 2 de julio de 1596 y otra con fecha del 19 de diciembre de 1596, con orden expresa de reclutar gente y mandarla lo antes posible bajo las órdenes del duque de Medina Sidonia, capitán general de Andalucía, para la defensa de las costas españolas contra los ataques de la Armada inglesa.
Tras finalizar su misión como corregidor y después de un período en el que no se tienen noticias de sus ocupaciones, fue elegido por el Consejo de Estado (12 de octubre de 1612) para dirigir una embajada a la Corte de sah Abbás I el Grande en Persia, el monarca más importante de la dinastía safaví, y así responder a las dos embajadas que había enviado sah Abbás I ante el rey Felipe III. Ambas embajadas persas habían llegado en 1611 a Madrid. Sin embargo, los planes se vieron modificados cuando a finales de 1613 llegaron a Madrid desde Persia dos agustinos con una carta de sah Abbás I para Felipe III, donde le proponía una alianza militar contra los turcos. Las diversas vicisitudes tras su nombramiento y el retraso que sufrieron los preparativos obligaron a García de Silva y Figueroa a permanecer durante dos años en suelo hispano, hasta que el 8 de abril de 1614 lograron zarpar desde Lisboa hacia Goa, y desde allí (21 de marzo de 1617) a Ormuz, llegando a su destino aproximadamente el 29 de abril de 1617.
Tras este largo periplo, por fin logró llegar a Ormuz y de allí pasar a Persia, donde permaneció durante dos años en un viaje que duró un total de diez años, desde 1614 a 1624. A lo largo de su estancia en Irán, visitó las ciudades de Lar (Lara), Shiraz, Isfahán, Kashan, Qom y Qazvin entre otras, y se presentó ante sah Abbás I el 15 de junio de 1618. Pese al interés que tenía Silva y Figueroa de acabar su misión, no le fue permitido. Este quería hacerle entrega de los presentes que portaba como regalos de Felipe III y tratar sobre el tema de la guerra contra el imperio otomano. Pero sah Abbás I, tras recibir los presentes, no permitió que se le expusieran los temas políticos que se le habían encomendado a don García en su legación.
Había motivos en sah Abbás I para mostrarse tan esquivo, pues no quería oír las quejas referidas a la toma de la fortaleza de Bander (Bander Abbás), la isla de Queshm ni las hostilidades que sufría Ormuz. Lo que sí hizo don García fue oír las quejas que el mismo sah Abbás I le expuso sobre la pretendida pasividad de los Reinos cristianos frente al Imperio otomano.
Al final, sah Abbás I ordenó a Silva y Figueroa que volviera a Isfahán, con lo que no puedo finalizar su misión diplomática.
Salió el 27 de julio de 1618 de Qazvin hacia Isfahán y esta circunstancia retrasó más su vuelta a España: el 13 de agosto de 1618 entraba en Isfahán. A partir de aquí, se dedicó a despachar la correspondencia con España y a realizar descripciones muy interesantes de Persia y de las ciudades que había visitado. Cabe reseñar su descripción de Persépolis, conservada también en una carta enviada al embajador en Venecia, el marqués de Bedmar. También describe la vida y costumbres de las gentes de Isfahán, entre las que cabe destacar las conmemoraciones chiítas de ashura.
Después de casi un año, llegó a Isfahán sah Abbás I, el 19 de junio de 1619, y después de las fiestas que se organizaron, el día 2 de agosto de 1619 se dio audiencia oficial a don García; en ella expuso las reclamaciones sobre las islas de Qeshm, Bahrain y la fortaleza de Bander, posesiones portuguesas que se habían perdido a manos de los persas y los árabes, junto a otros temas referidos a las alianzas contra los otomanos y diversas preguntas sobre los ingleses. Al final, obtuvo el permiso para regresar a Ormuz y de allí a España. La salida de Isfahán se produjo el 25 de agosto de 1619, llegando a Ormuz el 19 de octubre de 1619. Allí tuvo que esperar a que partieran navíos hacia Goa y de esta forma volver a España. Mientras tanto, tuvo tiempo de enviar a Felipe III informes de las pretensiones que tenían sah Abbás I y los ingleses de conquistar de una forma definitiva el enclave portugués de Ormuz y terminar así con su presencia en el Golfo Pérsico. Por fin zarpó de Ormuz el 7 de abril de 1620 llegando a Goa, no sin antes sufrir una fuerte tempestad, el 25 de abril de 1620, donde esperó hasta el 19 de diciembre de 1620, fecha en la que partió hacia España en la carabela Nuestra Señora de Nazareth. Tras una travesía accidentada, tuvieron que volver a Goa al no poder cruzar el cabo de Buena Esperanza, llegando a principios de junio de 1621.
Mientras tanto, el Rey de España había muerto el 31 de marzo de 1621, noticia que no llegaría a Goa hasta 1622. Durante los años que pasó en Goa, tuvo ocasión de vivir diversos hechos, como el bloqueo marítimo que ingleses y holandeses hacían a las naves que intentaban llegar a Goa en la ruta de África, o las reticencias que recibía por parte de las autoridades portuguesas en Goa y el recelo que hacia su persona mostraban. De todo ello dejó interesantes notas en sus Comentarios. Tal como había vaticinado, en 1622 cayó la fortaleza de Ormuz tras un ataque de persas e ingleses, circunstancia que describió, exponiendo las causas de aquella perdida. Finalmente y tras muchos impedimentos por parte del virrey Francisco de Gama para que partiera hacia España, zarpó el 1 de febrero de 1624. Durante la travesía y habiendo rebasado el cabo de Buena Esperanza con dirección hacia Lisboa, murió García de Silva y Figueroa el día 22 de julio de 1624 a las 8 horas de la noche, del mal de “loanda”, a 35 grados Norte y 110 leguas de las islas de Flores y Cuervo (Azores), tal como escribió alguien dando noticia de su muerte. Echaron su cuerpo al mar dentro de un ataúd con piedras, que permaneció dos días flotando alrededor de la nave. Según el prólogo de los Comentarios dejó una gran suma de dinero para edificar la capilla del Cristo que sus padres construyeron en la iglesia del Convento de San Benito, en Zafra.
El libro de García de Silva y Figueroa Comentarios de D. García de Silva y Figueroa de la embajada que de parte del Rey de España Don Felipe III hizo al rey Xa Abas de Persia es una crónica de la embajada a Persia, en la que se puede encontrar una gran cantidad de datos fielmente recogidos, como la descripción de Persépolis y de la lengua cuneiforme que supone una información muy valiosa, pues es la primera vez que se describe la lengua cuneiforme como una escritura.
Pero no sólo se limita a describir monumentos, ciudades, y jornadas de viaje; también habla de las gentes de Persia, de sus costumbres, fiestas, etc. Es por tanto, una obra imprescindible para entender la percepción que se tenía de Persia entre los siglos XVI y XVII y del entramado político-militar que constituían las dificultosas relaciones de Persia, España y el imperio turco otomano.
Obras de ~: Garciae Silva Figueroa, Philippi III, Hispaniarum Indiarumque regis, ad Persiae regem legati, de rebus Persarum epistola, V. Kal. an. M.DC.XIX Spahami exarata ad marchionem Bedmari, nuper ad Venetos, nunc ad Sereniss Austriae Archiduces, Belagrum principes, regium legarum, Antwerp, ex officina Plantiniana, 1620; “Noticias del Gran Tamorlan”, en Historia del Gran Tamorlán e itinerario y enarración del Viage, y relación de la embaxada que Ruy González de Clavijo le hizo por mandado del muy poderoso señor rey Henrique el Tercero de Castilla. Y un breve discurso fecho por Gonzalo Argote de Molina para mayor inteligencia deste Libro, Madrid, Antonio de Sancha, 1782, págs. 221-248; Comentarios de Don García de Silva y Figueroa de la embajada que de parte del Rey de España Don Felipe III hizo al rey Xa Abas de Persia, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1903-1905.
Bibl.: M. Asín Palacios, “Comentarios de Don García de Silva y Figueroa de la embajada que de parte del Rey de España Don Felipe III hizo al rey Xa Abas de Persia”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, XCII (1928); C. Alonso, D. García de Silva y Figueroa. Embajador en Persia, Badajoz, Diputación Provincial, 1993; J. M. Córdoba, “Algunas notas sobre Don García de Silva y de descubrimiento del oriente a comienzos de siglo XVII”, en VV. AA., Homenaje a José M.ª Blázquez, Madrid, Arys, 1993; L. Gil Fernández (ed.), García de Silva y Figueroa: Epistolario diplomático, Cáceres, Instituto el Brocense, 1989; J. F. Cutillas Ferrer, “El siglo XVI y el comienzo de las relaciones diplomáticas con Persia: Carlos V y Sah Ismail”, en M. J. Rubierta Mata (coord.), Carlos V. Los moriscos y el Islam, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V-Universidad de Alicante, 2001; F. Díaz Esteban, “Informe de una misión Carmelita en Persia de 1621 a 1624”, en J. M.ª Blázquez (ed.), Persia y España en el diálogo de las civilizaciones, Madrid, Ediciones Clásicas, 2002, págs. 185-198; F. Marías, “Don García de Silva y Figueroa y la percepción del oriente: la Descripción de Goa”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (Universidad Autónoma de Madrid), 14 (2002), págs. 137- 149; F. Croche de Acuña, Hijos Ilustres de Zafra, Zafra (Badajoz), Imprenta Rayego, 2006, págs. 29-35.
José Cutillas Ferrer