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Pedro Martínez y Muñoz de Concud

Biografía

Martínez y Muñoz de Concud, Pedro. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 27.XI.1864 – Zaragoza, 9.III.1933. Fiscal y magistrado del Tribunal Supremo.

Hijo de Pedro Martínez y de Acosta, fiscal y magistrado, y de Asunción Muñoz de Concud y de Barrasa.

Apenas contaba dos años de edad, cuando falleció su madre víctima del cólera de 1866. Su padre fue nombrado entonces magistrado de la Audiencia Provincial de Pamplona, ciudad en la que falleció poco tiempo después, quedando Martínez huérfano a cargo de su abuelo, Gonzalo Muñoz de Concud, a la sazón de regente —presidente— de la Audiencia Provincial de Albacete. Su temprana orfandad marcó su personalidad y carácter.

Estudió en el colegio de los jesuitas de Zaragoza y posteriormente en su Universidad, donde, siguiendo la tradición familiar de padre, abuelos y bisabuelos, cursó la carrera de Derecho, licenciándose en junio de 1887 con la calificación de sobresaliente. Inmediatamente después y tras las oportunas oposiciones ingresó en el Ministerio de Justicia, desde el que pidió traslado en noviembre de 1890, a la Secretaría de Gobierno del Tribunal Supremo, por el que sentía verdadera pasión y a cuyo servicio dedicó gran parte de su vida.

Con la categoría de juez de Primera Instancia persistió en que no le dieran destino y mantenerse así en la Secretaría de Gobierno del Tribunal Supremo, hasta que, finalmente, once años después, no tuvo más alternativa que aceptar el destino de juez de Primera Instancia de Jaca el 7 de diciembre de 1899. Desde ese momento siguió la carrera judicial en muy diversos destinos, si bien frecuentemente interrumpidos como consecuencia de ser nombrado “juez especial” para la resolución de procedimientos dificultosos y relevantes, como el que se sustanció a consecuencia de los hechos acaecidos en Bilbao el 11 de octubre de 1902 en la peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Begoña, y otros litigios más. Estuvo también comisionado en el propio Ministerio de Justicia, como experto procesalista, en reformas legislativas.

En mayo de 1908 el rey Alfonso XIII —en premio a la resolución del asunto del santuario de Begoña, del que había sido juez especial— le nombró caballero de la Real Orden de Carlos III. Tiempo después, en febrero de 1917, siendo fiscal jefe de la Audiencia de Bilbao, colaboró estrechamente con Gabriel María de Ibarra y Alfredo Queipo de Llano en la construcción del reformatorio de jóvenes de Bilbao, logrando finalmente que se erigiera y constituyera como institución, servicio por el cual el Rey le concedió la Encomienda de número de Isabel la Católica.

A partir de ahí sus ascensos fueron constantes.

En 1918 era presidente de la Sección de la Audiencia Provincial de Valencia, en 1920 presidente de la Audiencia Provincial de Albacete, de la de Granada en 1921, de la de Valencia en el propio año de 1921, donde permaneció hasta 1923, año en que fue nombrado presidente de la Audiencia Provincial de Aragón, cargo que desempeñó —dejando un especial recuerdo en dicha Audiencia— hasta 1926, en el que fue finalmente fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo, cumpliendo así su sueño de volver nuevamente a dicho tribunal.

Hombre de profundas convicciones monárquicas, además de amigo personal del Rey, el advenimiento de la República supuso que se desvaneciera su candidatura —prácticamente confirmada— a presidente de la Sala Primera del Tribunal Supremo, avocándole al final de su carrera profesional.

En efecto, absolutamente desilusionado y tras casi cuarenta años de servicio a la Justicia, en noviembre de 1932 solicitó la jubilación anticipada, que el nuevo Gobierno no dudó ni un instante en conceder, acordándolo cuarenta y ocho horas después de haberla cursado Martínez en la ciudad de Zaragoza el día 6.

Apenas unos meses después de que le fuera concedida la jubilación anticipada, y de forma repentina, el día 9 de marzo de 1933, falleció en Zaragoza, ciudad a la cual estuvo siempre especialmente vinculado, y en particular durante su etapa como presidente de la Audiencia de Aragón.

Había contraído matrimonio en la parroquia de Santa Engracia de la ciudad de Zaragoza el día 7 de mayo de 1888, con Carmen de Ercilla y Rugel, perteneciente a la casa de Ercilla de la Torre del mismo nombre en Bermeo. De sus cuatro hijos, Pedro, Alfonso, José y Fernando Martínez de Ercilla, salvo el mayor, que falleció a los cinco años de edad, todos fueron abogados, al igual que sus nietos y bisnietos.

 

Fuentes: Archivo Histórico Nacional de España; Archivo particular de la Casa Ruiz de Velasco.

 

Jaime Ruiz de Velasco y Ercilla

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