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Milagros González González

Biografía

González González, Milagros. San Juan de Piñera (Asturias), 1906 – Talavera de la Reina (Toledo), 1954. Abadesa del monasterio cisterciense (OCist.) de San Benito de Talavera, mártir de la fe, muerta en olor de santidad.

Natural de San Juan de Piñera (Asturias), sus padres, deseando que se formara en las virtudes cristianas, la llevaron al colegio de las Hijas de los Dolores en Trujillo (Cáceres).

A los veinte años, cuando terminó los estudios y se planteó el camino que debía seguir en la vida, afirmó sentir fuerte la llamada de Dios y decidió ingresar en el monasterio cisterciense de San Benito de Talavera.

Allí tomó en serio su consagración a Dios. Dice la crónica que desde los primeros tiempos de su consagración se vio agobiada por enfermedades que no la abandonarían hasta su muerte, las cuales supo aceptar siempre con gran entereza.

En 1936, al estallar la Guerra Civil, se hallaba entregada a vivir en intensidad el ideal monástico de oración y sacrificio. Las religiosas de San Benito fueron expulsadas de su monasterio y se dispersaron, siendo perseguidas, de manera especial sor Milagros, que fue detenida y llevada a la casa del pueblo, donde la maltrataron.

No se conocen los detalles exactos de lo que allí pasó. Le asestaron una puñalada y la dejaron desangrándose, dándola por muerta. Al quedar sola, logró extraer como pudo el puñal o machete. Algunas personas la recogieron y lograron curarle la herida y una muñeca que le rompieron al intentar arrebatarle un crucifijo que llevaba en la mano. Tomada Talavera por las tropas del general Franco, sor Milagros quiso volver cuanto antes a continuar su vida consagrada, y no pudiéndolo hacer en su propio monasterio de San Benito de Talavera, por haber sido arrasado, se dirigió en primer lugar al monasterio de San Isidro de Dueñas, de monjes cistercienses, donde la recibieron como a verdadera hermana mártir de Cristo. Allí le facilitaron hábitos de religiosa y breviarios para poder rezar el oficio divino. Luego, para que su vida pudiera desarrollarla con toda perfección, la llevaron a San Bernardo de Burgo, monasterio de religiosas cistercienses.

Más tarde se trasladó a Ávila, donde tenía una hermana religiosa. Cuando se abrió el monasterio de Talavera en 1940, volvió otra vez a su casa para continuar su vida de alabanza. Pronto fue nombrada maestra de novicias, pasando en 1947 a ostentar la dignidad abacial hasta su muerte, acaecida en 1954.

Su labor, lo mismo de maestra que de abadesa, fue muy fecunda. La estela que dejó tras de sí fue de verdadera santa.

 

Fuentes: Archivo del monasterio de San Benito de Talavera.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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